Un hombre canoso lleva puesta una cachucha y sudadera. Entra y ocupa una mesa de una esquina. Se sienta abre de par en par un periódico, recuerda algo y Sonríe.
En otra mesa una mujer alta y de figura estilizada, que lleva puesta una minifalda mitad azul, mitad blanca. Está acompañada por un hombre que cada vez que le habla se inclina hacia ella como en búsqueda de una muestra de afecto
“Tú sabes, eso de tener una buena cara ante los clientes y la sociedad cuando estás derrotada por dentro” dice la mujer
Su interlocutor no hace nada, no cuestiona, no mete la cucharada; asiente lentamente con la cabeza. Parece aburrido, cansado de un cortejo que no sabe si dará o no resultado.
“No me involucro con una persona soltera que quiera tener hijos” dice ahora la mujer en un tono indignado “Porque él va para allá y yó para acá, ¿Si me entiendes?”.
Él hombre asiente de nuevo, “¿Así te guste mucho Marina?”por fin pregunta algo. Quiere saber cuál es el tipo de hombres que le gustan, ¿aplicará él?
La mujer, algo incomoda, aprovecha que ve a dos policías pidiéndole papeles a un motociclista en la calle, y le da un giro completo a la conversación.
“Uff esos policías si que son tenaces, el otro día me pararon y me toco llamar a mi hijo y a Andrés para que ambos me llevaran plata, pues una era para comprar el SOAT y la otra para los tombos”. Concluye su frase con otras palabras que hacen que su acompañante le responda: “! Que tierna!”.
Otro hombre cruza de largo la puerta del local y el viejito de la cachucha lo llama, se saludan a gritos y el que va por la calle entra, escanea la barra con la mirada, deja una bolsa en una silla y le hace señas al otro para que lo espere, que ya viene, que va a hacer algo.
Al rato llega se sienta, cruza una pierna sobre la otra como un habilidoso contorsionista y le pregunta al barista si no han traído más María Luisa, la torta. “No señor, no han vuelto a traer”. “No, muy chimbo” responde el hombre indignado, “el martes fue la misma vaina. Cuando vean que se les va a acabar deberían llamar para que les traigan otra”. Luego de esto discute con su amigo sobre las políticas de reabastecimiento del café. Saca un brownie, su compra de la vuelta que hizo hace un momento.
Mientras esto ocurre la mujer de la minifalda y su conquista sostienen un diálogo en el que la palabra millones juega un papel importante, “si ese contrato es como de 500 millones” dice él. “Uff mucha plata” responde la mujer con un falso tono de sorpresa en su voz.
Otra persona entra al local; es un amigo de los hombres que ocupan la mesa en la esquina. Lleva una bolsita en la mano de la que saca trozos de pan que se lleva rápidamente a la boca. “Regáleme un perico”, “ ¿Grande o pequeño?” El recién llegado evalúa la pregunta, masticando con empeño un trozo de pan y con una mano en el mentón. “Grande” dice finalmente. Saluda a sus compañeros que ahora están enfrascados en una discusión sobre política.
El que come brownie les dice: “Y si saben la última, ¿no?. El de cachucha se apresura en responderle: “Si, la última es la Z” y es el único que ríe.
Le suena el celular al contorsionista, un pensionado seguramente. Responde con displicencia y desgano; comienza a contestar las preguntas que le hacen “Vea, apartamentos sólo me quedan aparta estudios de 28 metros desde $700.000, los otros que usted vio son oficinas”. Cuelga, “Es que toca hablarles así, porque no entienden” les dice a sus amigos como si le estuvieran exigiendo una respuesta.
Alega que tiene que hacer una vuelta, paga y se despide, al rato el de la bolsa con trozos de pan lo sigue y el de la cachucha queda igual de solo que al principio. Pregunta que cuánto debe y el barista le dice que el de los apartamentos ya cancelo todo “¡Aghh! ese Carlos, ¿no le digo?. La próxima vez no lo deje pagar.”
El hombre con su periódico y cachucha deja el lugar al tiempo que entra una abuela con su nieta. Se sientan y la última pide un capuchino y una empanda de pollo. La abuela no quiere nada. Le pregunta al barista por Antonio, un conocido en común y este le cuenta que ya vino hoy, que viene todos los días. “¿Está muy acabado, cierto?” pregunta la mujer “Hoy lo vi muy bien, responde el joven”.
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