“Es Mejor quemarse que desvanecerse” dijo Neil Young en la canción "My My, Hey Hey (Out Of The Blue), y luego Kurt Cobain también utilizó esa frase en su nota de suicidio.
¿Será mejor?, quién sabe, de pronto los dos rockeros lo tenían claro y por eso, digamos, se atrevieron a afirmarlo en momentos distintos, en los que la frase tenía un significado diferente para cada uno.
La verdad no importa, es decir no ganamos nada con saber si lo mejor es arder de manera fulminante o consumirnos lento como una fogata que se deja a merced del viento; lo que inquieta es que nosotros o algo puede arder en cualquier momento.
Inquieta porque casi no tenemos control sobre esas chispas que van a prender la llama, y también porque la frontera entre la calma y el caos, el calor y un incendio, es muy borrosa. En un instante estamos en el primer escenario y la vida, con sus múltiples desvíos, justo al rato nos ubica en el otro como si nada. Todo, como siempre, en un perfecto pero peligroso equilibrio.
Recuerdo vagamente un artículo que escribió un historiador que, de una u otra forma, se puede relacionar con este tema. El hombre contaba que en las últimas décadas los ambientes de todas las sociedades están en permanete tensión, y que sus habitantes están expectantes y llenos de incertidumbre. Concluía que eso no era nada nuevo y que lo realmente importante era estar alerta para identificar nuestro momento "Francisco-Fernando-Archiduque", por decirlo de alguna manera, que va a destara el caos, o bien, que va a hacer arder todo.
Pero bueno, lo difícil, supongo, es determinar, para cada situación crítica que se presenta en nuestras vidas, si lo mejor será arder o achicharrarnos despacio.
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