Algo, un recuerdo, una sensación, una idea, una frase que leí en algún lugar, o una mezcla de todo, genera esa imagen en mi cabeza: Una pareja camina abrazada mientras cae un fuerte aguacero. Los protege un paraguas grande con estampados de edificios de una ciudad capital importante, que bien podría ser Nueva York, París, Londres, Tokio o una ciudad que no existe, una ciudad no-ciudad; pues cada cosa cuenta con un complemento, un negativo, para poder ser lo que es.
Es una pareja de novios, que acaba de comenzar su relación hace pocos días y, como la mayoría de ese tipo de parejas, creen que no se van a separar nunca, que ambos han encontrado al amor de sus vidas, con el que caminarán siempre independiente de cual sea el tipo de clima.
Hablan y ríen seguido, pero resulta imposible descifrar sus conversación, un elemento de la imagen que se forma en mi cerebro al que no tengo acceso. Me gustaría saber de que hablan, pues parece que sus palabras encierran la fórmula de la felicidad, por lo menos la de ellos, que parece real, genuina.
No sé quiénes son, no presiento que sean cercanos o personas reales, si es que eso significa algo; quizá solo existen en mi imaginación o hacen parte de otro plano de la existencia. puede ser que esa sea la forma para comunicarnos con otros universos, es decir, a través de esos pensamientos aleatorios que, de repente, aparecen en nuestras cabezas y acaparan toda nuestra atención.
Como sea, me agrada su inexistencia y lo felices que se ven. Me gustaría ocupar la posición del hombre, que ahora pasa el brazo derecho por encima del hombro de su pareja, mientras sostiene el paraguas en la otra mano con fuerza, pues la lluvia cae ahora con más furia y el viento sopla fuerte.
Me pasan de largo. Ahí van, se ven felices.
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