Tal vez eso se deba a que siempre leo hacia las 11 de la noche, ya estoy cansado, y si me demoro mucho leyendo, levantarme al otro día me costaría más de lo normal.
Otra razón, imagino, es porque me gusta leer varios libros al tiempo, entonces cuando leo, a veces, suelo mezclar sorbos de lectura de un libro y de otro.
Igual ser un lector que le gusta atragantarse con las letras o ser otro, como yo, que lee de a poquitos no importa, pues el fin es leer, ¿acaso no?.
Leer como sea y en el momento que se pueda, porque puede que llegue un día en el que no lo vamos a poder hacer más.
Digo eso, porque estoy leyendo los diarios de Sándor Márai y son impactantes, pues el escritor se está desmoronando físicamente, ya casi no puede ver, al igual que su esposa, y lo que más lo aterra es ese día en el que no pueda volver a hacer lo que más le gusta: leer.
Eso que dice Márai, prueba lo que cuenta Rosa Montero en su libro La Loca de la Casa. A La escritora española le gusta hacerle una pregunta a sus colegas: "¿ si, por alguna circunstancia que no viene al caso, tuvieras que elegir entre no volver a escribir o no volver a leer nunca jamás, ¿qué escogerías?”. La gran mayoría escoge leer.
“Y es que, ¿cómo puede una apañárselas para vivir sin la lectura?
Dejar de escribir puede ser la locura, el caos, el sufrimiento;
pero dejar de leer es la muerte instantánea.
Un mundo sin libros es un mundo sin atmósfera, como Marte.
Un lugar imposible, inhabitable.”
- La Loca de la Casa -
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