Hubo una época en que me aficioné a Investigación Discovery y me la pasaba viendo programas de asesinos en serie. Un buen día el gusto se esfumó, y me dejaron de llamar la atención.
Imagino que llevamos un gen amarillista y por eso ese tipo de programas abundan por todo lado.
Hace unos días tuve una recaída y me vi un documental en Netflix sobre el asesinato de una joven.
En un principio le echaron la culpa del crimen a una amiga de la mamá de la adolescente, bajo la hipótesis de que como era lesbiana, la había matado para continuar una relación que había tenido con la madre de la joven cuando esta se separó.
La mujer alcanzó a estar en la cárcel unos meses, pero alguien le dio a la policía una pista sobre el verdadero asesino. Finalmente lo capturaron, por el ADN de una colilla de cigarrillo que dejó tirada en la escena del crimen.
Luego cruzaron esa información con restos de piel que quedaron impregnados en las uñas de otra joven que murió años antes y la información coincidió.
Contactaron a las autoridades británicas y el hombre, antes de marcharse a España, ya había cumplido condenas por asaltos sexuales a otras mujeres.
Hoy me llagó un email con las novedades de mi cronología, es decir, el historial de mis ubicaciones del último mes. Me dicen que recibo el correo, porque es una opción que tengo activada, pero no recuerdo haberla configurado nunca.
Vamos dejando huellas por todo lado. que ADN por aquí, información en línea por allá, en fin
Que difícil ser un asesino en estos días.
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