lunes, 5 de diciembre de 2022

Dieta en navidad

Hago fila en el supermercado para pagar unos productos. Me llama la atención un hombre que esá delante de mí y que lleva un carrito de los grandes. Es de baja estatura, calvo y barrigón.

Ahí está muy tranquilo, mientras yo intento imaginarme su vida a partir de los productos que lleva.

Me fijo en él porque su mercado solo consiste en un queso pera amarillo y dos botellas de coca cola de 600 ml. De pronto lo hace a manera de terapía; me refiero a lo de llevar un carro grande, para solo echar dos productos. Así puede darse ánimos al pensar cosas como: “Pasé por la sección de galguerías y no eche ningún paquete al carrito”. Eso imagino, es decir, esa fuerza de voluntad funciona para que no desista de su propósito de hacer dieta.

También es posible que el hombre esté completamente concentrado, casi al nivel de un Monje Zen en pleno proceso de meditación, y esto le permite imaginar que lleva el carro repleto de productos de todo lo que le gusta y no debe comer: dulces, tortas, galletas, etc. Quizá por eso mira un punto fijo en la distancia, abstraído del mundo y todo lo que lo rodea, y mueve los labios, casi de forma imperceptible, repitiendo algún mantra que le ayuda a mantener la calma.

Ya está cansado de hacer dietas y que nada le funcione. Por eso ahora se auto aplico la dieta del queso y la Coca Cola.

Leyó sobre ella en un foro de internet, junto con varios testimonios de personas que decían que les había funcionado. Un par de tajadas de queso y un cuarto de vaso de Coca cola va a ser su comida en los próximos días.

Para lograrlo se va a desconectar del mundo. Va a utilizar su celular para lo mínimo y rechazará cualquier invitación a una novena, pues sabe que flaquearía si se llega a encontrar frente a frente con un buñuelo, pero ¿acaso quién no?

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