Una mujer publica una foto.
Es una selfie en la que se alcanza a ver la mano que le queda libre sobre el teclado de un portátil, una libreta, unos lápices y esferos como puestos aleatoriamente; un cactus, y al final del escritorio se alcanzan a ver unas llaves de un coche o de la puerta de la casa o apartamento en el que, uno supone, vive.
Hace un gesto específico de aburrimiento para la foto, y acompaña la imagen con un mensaje que dice “Hoy me toca currar”. Es española, claro está.
Quiere, o bien necesita que el mundo se entere de que está trabajando un Domingo. La gente es feliz tomándose fotos trabajando, ¿qué le vamos a hacer?
La gente es rara, somos raros, sobre todo con lo de tomar fotos: selfies con miradas sexys o compungidas, imágenes de bebidas y platos de comida, atardeceres en lugares paradisiacos o que no lo son tanto; fotos de la caratula del libro que estamos leyendo, en fin.
Puede ser que el que está metido en un cubículo de oficina sienta envidia de todos esos dichosos nómadas digitales que trabajan en la playa con un coctel en la mano, bien sea lunes o domingo.
La gente es buena envidiando lo que tienen los demás y ellos no, así no sepan si lo necesitan.
Yo, por ejemplo, a veces siento envidia de esa gente que hace llamar booktubers, Bookstragamners o Bookloquesea. Ya saben esa Gente que, parece, se la pasan leyendo todos los días a toda hora.
Me pregunto, ¿cómo lo hacen? ¿Acaso resultaron ser familiares de un multimillonario que murió, y de la nada les cayó una herencia encima?
En estos días he pensado que solo debería dedicarme a leer y tomar café, pero bueno no sé puede, ¿qué le vamos a hacer?
Somos raros.
La gente es rara.
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