Hablo de este arrume de palabras . Llevo un buen rato sentado en el computador, con ganas de escribir algo pero caí en una página de internet que me llevó a otra, esa otra a otra más y así hasta que llegué a la conclusión de que tenía hambre, fui a la cocina y me empaqué un ponque Gala –Uno de chocolate, es el mejor–, volví a mi escritorio, por fin cerré el navegador de internet y me dije: mí mismo, escribamos algo. ¿Qué?, me pregunte. No importa, lo que sea, contesté, entonces heme aquí haciéndome caso.
Lo único que se me viene a la cabeza en este momento es hablar sobre Nervio Óptico, una novela de Maria Gainza que se me aparece esporádicamente desde hace algunos años y de la que he escuchado muy buenos comentarios.
Ayer vi el video de una librera que hablaba sobre escritoras contemporaneas y mencionaba esa novela, pero mencionó otra que quiero leer primero: Conjunto Vacío de Verónica Gerber que, según tengo entendido, trata de explicar las relaciones humanas por medio de la teoría de conjuntos.
Si yo escribiera una novela con un tema medianamente similar, creo que trataría sobre el complemento de la teoría de probabilidades. Voy a intentar explicarlo, pero no prometo nada.
Imagine usted, estimado lector que existe un evento A cualquiera, qué sé yo, tomar un puesto de trabajo. Entonces el complemento es todo aquello que ocurre de forma simultánea, pero que no está contenido A, no ser seleccionado para el trabajo, morir, lo que sea, y el resultado que de 1-A es lo que se llama complemento.
Me vengo a enterar que eso del complemento también tiene que ver con teoría de conjuntos, entonces mejor no escribo nada y me leo la novela de Verónica, pues puede ser que ella ya haya tocado el tema del complemento. ¿Además para qué complicarse? Llámenme flojo o lo que quieran, pero está claro que ser lector es más fácil que ser escritor.
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