Me refiero a esas minucias que le alegran a uno un rato de lectura. Son eventos triviales cargados, creo, de ese tipo de energía que lo pone a uno de buen humor.
Leer despacio, en mi caso, es el primero de todos y hace posible los otros. Me considero un lector lento, poco devora libro, y por eso me cuesta comprender las ventajas de la lectura rápida, ¿cuál es el afán?, en fin. Nada mejor que leer sin prisa y demorarse lo que uno se tenga que demorar en una página.
El segundo es cuando me encuentro con el título de la novela en alguno de sus capítulos. Siempre que me pasa eso, siento que es debo compartir esa información con alguien, y que si el autor inserto el título en ese pasaje preciso, es porque es determinante o encierra el significado de su obra.
A veces leo y releo la frase o el párrafo, que contiene al título, pero nunca llego a una conclusión certera.
El tercero es cuando conozco o he estado en el escenario en el que transcurre la historia; las calles que se mencionan o los lugares emblemáticos que se describen, hacen que viva la lectura a otro nivel.
Hoy M. fue la que me hizo car en cuenta del cuarto, que es cuando una novela hace referencia a un suceso especial de otra gran obra.
Por ejemplo En donde Cantan las Ballenas, Kilnkert hace una referencia al inicio de Cien Años de Soledad, cuando Aureliano Buendía recuerda aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.