miércoles, 16 de octubre de 2024

El café se enfrió

Tengo una reunión a las 8 de la mañana con una española. Para ella es en horas de la tarde, ¿qué hora? a las 3, si no estoy mal. Siempre me vuelvo un lío con la diferencia horaria.

Luego de alistarme me siento en frente del computador listo para ingresar a la sala de Zoom. Me acompaña una taza de café a la mitad. Es el que me sobró del desayuno y que volví a calentar. Me quedo viendo cómo le sale el vaho como hipnotizado. Pienso que debo darle un sorbo antes de que se enfríe y eso hago. Juego con esos pensamientos de forma distraída, hasta que veo un email que ella me envió a la medianoche:

Te importaría cambiar la reunión para la semana que viene?

Justo me programaron una clase en el centro de Valencia y no me da tiempo a llegar.

Ya me dices.

Le doy otro sorbo al café., mientras me pregunto si era una reunión que iba a cambiar el curso de mi vida? No lo creo, aunque ¿cómo saberlo? Es imposible determinar qué evento va a disparar el destino en la dirección menos pensada. Sea como sea quedé un poco desprogramado.

Levanto la taza de café y el último cuncho que me tomo ya está frío.

¿Y a mí qué me importa? Se preguntará usted, querido lector, y es una pregunta totalmente válida. Me dieron ganas de escribir sobre lo que fuera y como no tenía ningún tema en mente, decidí escribir sobre la cancelación de mi reunión.

Escribe sobre lo que sabes, es uno de esos consejos que dan quienes dicen saber mucho sobre escritura. De pronto no sé nada o sé muy poco y lo único que tengo a la mano es escribir sobre el momento, lo que me ocurre en tiempo real.

En fin, quise teclear lo que saliera y ya está. Todo porque quiero volver a retomar mi ritmo en Almojábana.