miércoles, 12 de febrero de 2025

Jugar a las oficinas

La sala de reuniones es pequeña y doce personas están apretujadas hombro contra hombro alrededor de una mesa. Camila está desesperada con el calor que está haciendo, pero ni modo de abrir la ventana porque está cayendo un típico aguacero bogotano de fin de mundo.

El gerente de sistemas, un área de la que no hace parte, la invitó a una reunión en la que va a presentar un proyecto sobre inteligencia artificial para la compañía. “Cami, tienes que estar. Seguro te interesa el tema”, le había dicho el tipejo por teléfono. Claro Andru, respondió lo más natural que pudo, al tiempo que pensaba: oigan a este pendejo dizque Cami, como si fuéramos los mejores amigos.

Camila llegó tarde a la reunión y Andrés ya llevaba más de 10 minutos exponiendo, Ella se agachó un poco intentando pasar desapercibida y apenas se sentó en la silla que le habían reservado, esta chirrió como si se fuera a desbaratar. Miró a Andrés y le regaló una disculpa en forma de sonrisa. “Me alegra que hayas llegado Cami. En el break te pongo al día de lo que te perdiste. Ayy, gracias, Ojala caiga un meteorito y se lleve al carajo al mundo entero antes de que eso pase, pensó ella.

Antes de abstraerse por completo en sus propios pensamientos dio una mirada rápida a los asistentes a la reunión y no tardó mucho en concluir que todos, al igual que ella, son unos expertos a la hora de jugar el juego de las oficinas. Todos hacen como si estuvieran prestando atención, pero cada uno habita un mundo propio: el de mercadeo que está sentado a su derecha, hace dibujitos en los márgenes de su libreta de apuntes, la financiera no deja de mirarse las uñas que llevan un diseño estrafalario, el cerdo de logística tiene el celular sobre los muslos y no deja de mover la mano de forma disimulada, seguro deslizando a la derecha a cuánto perfil de mujer que le aparezca en Tinder. Ella, que acaba de llegar, está poniendo atención a lo que dice Andrés por si en algún momento le hacen una pregunta, pero tiene su mirada fija en la ventana.

Miles de gotas la cubren por fuera y Camila concentra su atención en una de ellas. Le maravilla cómo se desliza por el vidrio, como si eligiera su propia ruta. En cierto punto del trayecto la gota se frena por un momento, cómo decidiendo qué camino tomar, pero al instante la gravedad se hace cargo y toma la decisión por ella.

Todo sigue igual hasta que el tontazo de Andrés finaliza su presentación y ella escucha su nombre. Le está preguntando qué le parece la propuesta. Para ganar tiempo, Camila le da un sorbo a su botella de agua y luego mira las pocas frases que ha apuntado: sobresalen tres palabras: Hiperparámetro, Deep Learning y Overlifting. Luego de que se asegura que la botella queda firme sobre la mesa, busca una forma de mezclar los tres conceptos en una pregunta que la deje bien parada. Toma aire, suspira y se lanza a improvisar: Genial Andru, solo tengo una duda respecto a los hiperparámetros, ¿crees que el overlifting pueda influir al momento de configurarlos con Deep Learning?

Habría podido hacer la pregunta diciendo Aprendizaje profundo y sobreajuste, pero Camila sabe lo mucho que le gusta a las personas utilizar términos en inglés en las reuniones de trabajo.

Andrés sonríe y se lanza a responder la pregunta. Que buena soy jugando a las oficinas, piensa Camila.