jueves, 6 de marzo de 2025

¿Nunca ha sido importante?

Cuando era joven y sabía poco de la vida —no es que ahora sepa mucho más—, pensaba que si uno tenía novia, uno de los aspectos más importantes, y que evidenciaba tal hecho, era andar cogidos de la mano.

Pienso acerca de esto porque leí la siguiente frase en el último libro de Manuel Vilas.

Le habría pedido el matrimonio, me habría arrodillado ante ella, habríamos vivido cuarenta años cogidos de la mano, pero no pudo ser.

Consideraba esa conducta, en apariencia insignificante, como una especie de sello para un noviazgo, aunque a veces uno coge de la mano a alguien que no es su pareja y se siente muy bien. 

La frase del escritor español disparó un recuerdo de hace años, de una noche en la que caminé cogido de la mano con M. por el Parkway.

 Nos habíamos tomado unas cervezas en un bar con sillas rústicas de madera y canecas gigantes de metal que hacían sus veces de mesas. Durante dos horas, con música de Orishas  de fondo, tratamos de contarnos nuestras vidas. Cuando dejamos ese lugar, aprovechando que la noche estaba fresca, comenzamos a caminar sin rumbo alguno. Recuerdo que íbamos por un sendero con árboles a ambos costados y la luz tenue de las farolas creaba un ambiente romántico. Avanzábamos uno al lado del otro y en un momento nuestras manos se rozaron,  casi al instante terminaron entrelazadas. Fue una buena noche.

Ahora muy rara vez veo a parejas caminando cogidas de la mano, ¿acaso ya no es importante? De pronto nunca lo ha sido y era una fantasía que me gustaba recrear en la cabeza.