Al frente de las mesas de la plazoleta de comidas, a unos 15 metros, está ubicada una pantalla gigante. ¿La razón? Dentro de poco va a empezar el clásico Real Madrid vs Barcelona. A mí me da igual el que sea que gane, pero si me pusieran una pistola en la cabeza para obligarme a hacerle barra a un equipo me iría con el Barcelona.
A pocas mesas, una familia compuesta por el padre, la madre y una hija pequeña almuerza pollo broaster. Sacan las presas de un balde gigante como si hubieran hecho el pedido para hermanos y abuelos, pero solo están ellos tres.
El hombre está mirando hacia la pantalla, su esposa le da la espalda a esta y la niña está sentada a un costado. El partido empieza y el hombre mira la pantalla con la misma intensidad con la que mastica la presa de pollo que sostiene su mano derecha. Lleva puesta una camiseta del Real Madrid y cada vez que uno de los jugadores comete un error, con la mano que tiene libre le da un manotazo a la mesa, y en voz alta dice en qué consistió la equivocación del jugador.
Cada vez que el hombre habla, la mujer hace comentarios al margen, algunas veces le da la razón y otras lanza preguntas para entender bien el concepto táctico que acaba de mencionar su esposo. La niña está completamente abstraída devorando una alita y no dice nada.
A los pocos minutos Mbappé abre el marcador, y el hombre no cabe de la dicha. Grita y aplaude como si su vida dependiera de la victoria de su equipo, pero al poco tiempo Lamine Yamal, el joven superdotado de 17 años, marca el empate.
El hombre se toma la cabeza, se tira los pelos y luego manotea con más rabia la mesa. nosotros, que ya terminamos de almorzar, abandonamos el lugar.
Hacia la salida al parqueadero veo a una mujer cuchareando un helado. hunde la cuchara en una bola blanca con chispitas de colores, la saca, se la mete a la boca y luego cierra los ojos con una expresión de placer. Quizá no lo sabe, pero tal vez su vida, su salud mental, dependa de ese bocado de helado que se acaba de meter a la boca, al contrario que la del hombre que, al parecer, depende de los resultados de su equipo de fútbol.
En la noche me entero que el partido quedó 5-2 a favor del Barcelona.
Me acuerdo de la pareja y compadezco a la esposa que quien sabe hasta cuándo se tendrá que aguantar la ira de su esposo.