¿Qué pasará después de la muerte? ¿Existe un más allá? ¿Qué tal que simplemente no haya nada, que la muerte marca el final y san se acabó?
Una vez entrevisté a una profesora de biología y me dijo que ella siempre pensaba en la muerte de forma literal, es decir, que la muerte no es más que cuando un organismo deja de funcionar, cuando las células ya no intentan comunicarse con su entorno.
Como le leí a Millás alguna vez, sería algo trágico llegar a comprobar que después de la muerte no hay nada, pues gran parte de la arquitectura narrativa y teológica del cristianismo se vería profundamente afectada.
El tema me llega a la cabeza porque en Animales difíciles, la última novela de Rosa Montero, uno de los personajes muere y utiliza un servicio que se llama Punto Final, una empresa que envía un robot mensajero que entrega un cubo holográfico con un mensaje de la persona que ha muerto, y que lleva esas palabras que la gente que se quiere debería decirse antes de morir.
Esa, creo es una buena forma de comunicarse desde el más allá. Otra sería utilizar el servicio de la empresa italiana Ricoordami que incrusta códigos QR en las lápidas, y cuando las personas lo escanean, tienen acceso a un archivo digital del difunto.
Hay gente que se empeña en seguir existiendo; yo no le veo mucho sentido a eso. Yo espero llegar—de ser posible—al paraíso, cosa que, la verdad, dudo. Sea como sea, ya estando allá—en un lugar lleno de paz en el que no tengo que preocuparme por nada, o quemándome las pestañas en el infierno—¿para qué carajos quiero establecer contacto con los vivos?