jueves, 24 de julio de 2014

¿Des-inhibidos?

 ¿Cuantos productos y servicios existen?  ¿Cuántos de los que adquirimos, en verdad necesitamos?  ¿Cómo saber qué es realmente lo que necesitamos? A medida que la tecnología evoluciona, parece que lo contrario le pasa a la raza humana, situación que no deja de ser contradictoria porque si algunas grandes mentes se han inventado cohetes, microprocesadores, la nanotecnología, la religión (aquí se iban equivocando), etc. se supondría que hemos evolucionado, pero no.  Todavía no sabemos vivir, y nos la pasamos bajo la sombra del "Des".

Es como si tuvieramos miedo a aceptar las cosas como un todo, o como vienen originalmente; por eso buscamos leche des-lactosada, cafe des-cafeinado, frutas des-hidratadas; por el momento no se me ocurren más productos a lo que les aplique ese prefijo.

Me acuerdo más bien de la costumbre de una prima hace muchos años, no sé si todavía la tenga; que consistía en lavar la ropa que le compraba o regalaban a sus hijos antes de que la estrenaran.  No digo que esté mal o bien, pues está claro que cada quién puede actuar como se le de la gana; mi prima, si quisiera y como requisito previo a la primera postura de una prenda de vestir de sus hijos, podría practicar un ritual con una hoguera encendida en una noche de luna llena, mientras recita poesía celta.

El punto es que parece que en varias ocasiones, queremos anular alguna propiedad de lo que sea que va llegando a nuestra vida, como si un miedo (diferente al de la muerte, pero tal vez relacionado) permanente, no nos dejará vivir en paz.

Ese miedo tal vez sea una especie de Dios al que glorificamos por medio de actitudes o productos que pretenden anular el "todo".

La otra palabra qué se me viene a la mente es des-inhibido; pero el significado de esta "Espontáneo, desenvuelto, sin reservas", no coincide con ese miedo con el que parecemos vivir constántemente.

miércoles, 23 de julio de 2014

30 segundos

Medio minuto no es nada,  ¿Qué se puede hacer en 30 segundos?  ¿cuantas palabras alcanza usted a artícular, hablando a una velocidad normal , en ese corto lapso de tiempo, y no como esas propagandas de medicamentos donde el locutor habla a mil por hora?.

Una vez hice parte de un ejercicio donde solo tenía 42 segundos para convencer a una persona con una propuesta determinada.  Leí en algún lugar cuantas palabras se pueden decir en un minuto, hablando sin ningún tipo de afán.  De acuerdo a los cálculos que realicé, en los 42 segundos que tenía disponibles, podía elaborar un discurso de 90 palabras; de ser estos cálculos, en la medida de lo posible, correctos, en 30 segundos podría uno alcanzar a decir alrededor de 64 palabras.

El parrafo, estimado lector, que acabó de leer tiene 76 palabras; las 64 se completan en la palabra "correctos". El punto es, que según una clase que tuve con una señora  experta en expresión oral y lectura corporal, Cuando queremos captar la atención de alguien solo disponemos de 30 segundos, y dependiendo de lo articulado y claro que sea nuestro discurso, el interlocutor nos va a prestar total atención, o se distraera viendo pasar una mosca, o con algún pensamiento tonto (en mí caso suelen ser varios).

64 palabras no es nada, es decir, son muy pocas, ya que  somos unos verdaderos expertos para no ser concretos y darle vueltas a lo que decimos; en definitiva muchas veces hablamos como Cantinflas.  A la larga creo que esta también deben ser una razón por la cual existen tantos problemas entre las personas; muy pocas veces llegamos  decir lo que en verdad estamos pensando, y por eso no obtenemos lo que tanto queremos.

martes, 22 de julio de 2014

Caja Negra

Siempre que viajo en avión, cuando la azafata está dando las indicaciones de como ponerse la máscara de oxigeno por si llega a ocurrir algún incidente que haga que estás caigan  enfrente de la cara de los pasajeros, me pregunto  ¿Qué tal que este aparato tenga un tornillo zafado y  falle en pleno vuelo?

Al instante suelo cojer la revista que viene en el espaldar del asiento que se encuentra delante de mi puesto, la cual siempre trae artículos súper interesantes. Olvido entonces mis pensamientos fatídicos, al sumergirme en una lectura,  y pienso como sería si una columna mía es publicada en una de esas revistas, y también como  personas de diferentes nacionalidades, les queda rondando la idea que quise transmitir en mis lineas, por un par de horas, o incluso toda la vida; pues existen  textos que se meten no solo en la mente sino en todo el cuerpo, y lo cambian a uno para siempre.  Espero que mis letras, algún día, lleguen a ser así de "mortíferas".

Lo que si nunca se me pasó por la cabeza en esos momentos fue preguntarme " ¿Qué tal que en pleno vuelo unos terroristan deciden disparar un misil contra el avión?". Qué mundo tan jodido este, ahora parecemos  estar inmersos en una película de acción,  donde podemos morir de forma insólita, sumándole la desventaja de que casí siempre actuamos como extras.

¿Cuanto conocimiento e información que poseían las personas que iban en ese vuelo de Malaysia Airlines, habrán quedado completamente borrados de la faz de la tierra?.  Libros que se iban a escribir, declaraciones de amor, revelación de secretos, etc. a fin de cuentas información que quedará completamente en el olvido, por decirlo de alguna manera.

Sería bueno entonces que nuestro cuerpo contará con una especie de organo indestructible (Caja negra) que almacenará todo tipo de información.  Una vez muertos no importaría si las personas se enteran de nuestros pensamientos y/o deseos más retorcidos (todos los tenemos). Qué digan lo que les de la gana; estoy seguro que algo de lo que almacenaramos en ese organo le serviría a alguien, pues todos y cada uno de nosotros tiene su tumbao' y/o información provechosa para los demás.

lunes, 21 de julio de 2014

Sobrecupo

A un amigo de mi hermano, llamémoslo Pedro, siempre le pasan cosas chistosas, o de mala suerte; afortunadamente nunca son asuntos graves, sino que simplemente dan pie para que lo molesten.  Lo bueno, creo yo, es la actitud que él toma frente a las diferentes embarradas que le juega la vida, y como disfruta  sus "desgracias" con humor.  Esto evidencia que un arte que debemos dominar, es aprender a burlarnos de nosotros mismos.

Este fin de semana que paso fui a su despedida y en algún momento de la conversación, salió el tema de sus historias y peculiar suerte, y volvio a narrar una que me parece la mejor de todas.

SOBRECUPO

En uno de los primeros viajes que Pedro tuvo que hacer a campo apenas ingreso a una empresa, llegó al lugar del aeropuerto según lo que le  habían indicado un E-mail y no vio a nadie.  Después de esperar unos minutos se dio cuenta que había una busseta parqueada a lo lejos la cual estaba arrancando.  Pedro agarró su maleta y arranco a correr, mientras esta hacia ese peculiar ruido, mientras  las rueditas chocan contra los adoquines.   Como era de esperarse, no alcanzó el bus.  

Finalmente vió a un señor y después de contarle su historia sobre su empresa y el vuelo que debía tomar, le pregunto que de donde salia el mismo.  El funcionario del aeropuerto lo miró con cara de asombro, posiblemente pensando "Que tipo más perdido" y le indicó donde quedaba el lugar correcto para abordar.  Nuevamente él agarro su maleta y a correr se dijo; cuando llegó al lugar que si era, el avión ya se habia ido.

Allá encontro a otro señor a quién después de relatar nuevamente su historia, le rogo que por favor le indicara que debía  hacer para poder llegar a su destino.  Luego de estar más de una hora suplicándole, el señor le dijo que había un grupo de otra empresa que tenía un vuelo charter al mismo destino al cual él necesitaba llegar.

Pedro se dirigió hacia este grupo y cuando los abordó nuevamente tuvo que relatar la misma historia que le habia contado a los dos funcionarios del aeropuerto.  Aunque parezca increíble le dijeron que no había problema, y a pesar de que era de otra empresa, lo iban a dejar viajar con ellos, en resumidas cuentas iba a gorrear un viaje en avión.

Su nuevo grupo de "amigos" estaba ubicado en una sala y momentos previos al abordaje, una de las azafatas salió con una  lista en mano y comenzó a contar al número de pasajeros.  Después de una primera revisión la mujer dudo y comenzó nuevamente su tarea.  Pedro se dió cuenta que la mujer ya sabía que había un pasajero de más y comenzo a sudar mientras seguia sentado tratando de no mirarla a los ojos. Un hombre que estaba a su lado le susurro "Tranquilo, no vaya a decir nada".  

La mujer volvió a repetir su tarea de conteo, hasta que se cansó y le dijo en voz alta a todo el grupo "Miren, la lista que tengo no coincide con el número de personas que hay en la sala, así que me dicen quien es la persona que no está en la lista o no viajamos".

Pedro pensó que este era el fin de su aventura, y ya se imaginaba llegando con el rabo entre las piernas a la oficina, diciéndole a su jefe "Me dejó el avión".  Pero antes que admitir que era el colado, confió en las palabras que le había dicho el hombre, y no dijo nada.

Todos sabían que el era el intruso, pero ninguno quería delatarlo; así que el seguía sudando, esperando a ver si un milagro lo salvaba de tal situación.

Lo que paso a continuación demuestra lo jodido que es confiar en las personas.  El "buen hombre" que le había sugerido que pasara de agache, en un ataque neurótico, se levanto y señalandolo con el dedo le grito a la azafata ¡ES ÉL! ¡ES ÉL!.

Así fue que Pedro tuvo que relatar nuevamente toda su historia a la azafata, quien, después de escucharlo, le dijo: "Ok, siga".

domingo, 20 de julio de 2014

Idioma

Este Sábado que pasó, me senté cerca a un grupo de personas que hablaban en inglés, compuesto por 2 hombres, al parece colombianos, y una mujer asiática.  Mientras me tomaba un café, pude captar algo de la conversación que estaban teniendo, relacionada con proyectos de educación. Lo bueno era que no tenian esos dotes de autosuficiencia y grandeza, sino más bien compartian sus anécdotas y opininones de una manera relajada, ateponiendo su amistad a los negocios.

Después de sumergirme en mí lectura, la conversación del grupo captó nuevamente mi atención, pues llegó una mujer a la que todos saludaban.  Esta era de piel blanca, ojos negros  pequeños, pómulos notables y un color de pelo entre pelirojo y mono. Iba vestida con un traje color beis (palabra rara  esta, pues no me parece que haga referencia a un color) oscuro, botas cafés que le llegaban a la rodilla, un saco claro  de igual color que el resto de su vestido, y una camisa de figuras y colores que combinaba muy bien; en resumidas cuentas la mujer llamaba la atención.  Usted sabe, de esas mujeres que inquietan más por su tumbao' que por  su belleza física.

Pues bien ella se sento y siguió la conversación con una gran sonrisa. Uno de los hombres repitió varias veces que hacia 15 años había hecho esto y lo otro; al parecer cada uno tiene una época en su vida que recuerda con mucho cariño.  La extranjera, en algún momento, dijo que a pesar que su región natal, lleva ya bastante tiempo en Auge, a ella no le importaba vivir en Colombia, y argumentó su punto de vista diciendo que ella quería que nosotros,  los colombianos, tuvieramos más confianza.  Otra frase que utilizó que también me gusto mucho, fue "Su casa es mí casa", no sé a que quizo hacer alusión con la misma, pero el acento y positivismo con el que la dijo, fue agradable.

Yo quería oir la voz de la mujer que había llegado tarde a la reunión; tal vez queriendo encontrar un defecto en todo  su conjunto armonioso (uno es así, siempre busca lo malo en cualquier situación o contexto), pero esta nada que participaba. 

En este momento pensé en el idioma.  En muchas ocasiones, al tratar con diferentes tipos de personas, es complicado que nos entiendan cual es nuestro mensaje o posición.  A pesar de esto, considero que uno debe seguir fiel a su idioma, a lo que piensa, a lo que lo mueve, y no traicionarse por querer hablar un idioma que no nos gusta o con el que poco estamos de acuerdo. Esto no deja de ser contradictorio, pues resulta igual de necesario entender y que nos entiendan.

Finalmente la mujer asiática habló sobre arepas, y la otra intervino con unas pocas líneas, lo que evidenció que tal vez su libreto, en ese momento, era más de extra que protagónico, y también que muchas veces la persona que creemos menos entiende, nos lleva una ventaja impresionante, porque domina el idioma mejor.

La voz de la mujer fue normal, pero se hizo entender.

viernes, 18 de julio de 2014

Un par de Letras

Hoy al medio día recorrí un trayecto corto en un bus. Debido a la poco que me iba a demorar viajando en el mismo, y dado que no había ningún asiento disponible, me ubiqué al fondo justo al lado de la puerta de salida.

Suelo hacer esto porque casí siempre es un espacio del bus donde la gente no se amontona, diferente a la mitad del pasillo, que atrae a las personas como un imán.  Lo único jarto del lugar donde suelo acomodarme, es que instantáneamente uno queda portando un letrero invisible, pero legible para los demás que dice "Yo soy el que timbro, solo dígame cuando hacerlo".

Cuando llegué atrás, en uno de los asientos había una mujer de pelo negro y piel muy  blanca (combinación campeona) que me pareció bonita y me quedé mirándola.  Mientras lo seguia haciendo, y pensaba ya  en cualquier otro tema, la mujer me sostuvo la mirada.  Después de un tiempo hizo el típico gesto de " ¿Le gusto, le debo o qué?  Hasta ese momento caí en cuenta y miré hacia la ventana.  Justo antes de bajarme una señora me preguntó "Me timbras por favor?".  El hecho de tutearme, hizo que una gran cantidad de imágenes se me pasaran por la cabeza. El uso del pronombre "me" en esa frase, junto con el tuteo, como dice Millás, "da pie a una red de significados que activan la malla neuronal como si fuera nueva". Otros habrían sido mis pensamientos si me hubiera dicho "timbra por favor", " ¿por favor puede timbrar?" o "¡timbre pues gran pendejo!"

Finalmente la señora se bajo.  Algo que me gusta, cuando quedo de "timbrador" oficial de un bus de transporte público, es ser lo más preciso al momento de oprimir el timbre para que las personas realmente se bajen donde quieren.  

A la larga creo que lo mejor es no tutear a ningún extraño.



jueves, 17 de julio de 2014

Mota de Polvo

Ayer, antes de dormirme y como siempre suelo hacer, dediqué unos segundos a mi ritual de prender el televisor y canalear frenéticamente, a ver si algún programa captaba mi atención.  Como no vi nada bueno, decidí entonces poner el NATGEO para ver si de pronto estaban dando uno de esos programa de la serie "TABU" que en medio de su amarillismo, no dejan de ser interesantes.

Me encontre en cambio con un episodio de COSMOS actual, donde Carl Sagan ya ni se ve por las curvas, y el que aparece es un señor negro que ni idea como se llama. Pasaron, creo, una imagen de un disco inclinado y amarillo, que más que la foto de una galaxia, parecía un dibujo de trazos repetidos hecho por un niño.  Creo que  esa imagen, en ese preciso instante, fue la que llamó mi atención y por eso decidí dejar de canalear y escuchar atentamente a lo que el señor decia.  Me agradan esos programas porque le hablan a uno como si fuera un tarado, dejando todo claro con ejemplos y palabras sencillas.

El presentador del programa estaba exponiendo  lo insignificante que es nuestra existencia, y  por ende nuestra raza como un colectivo y como seres individuales. Narraba este señor que nuestra galaxia se encuentra incluida en un universo que debe tener alrededor de 100.000 millones de galaxias , y que no existe ningún fin; pues justo con el límite de nuestro universo se encuentra el comienzo de otro y así sucesivamente.  Entonces nuestro universo hace parte de un Multiverso, que se expande y expande, como una poesía sin fin.

A la larga su conclusión fue que este instante de vida en el que todos coincidimos, podemos imaginarlo como si todos  estuvieramos  ubicados en una mísera mota de polvo. Creo que el mensaje que también quería dejar el programa, es que debemos dejar esa ínfulas de grandeza que todos, independiente de lo que sea que hagamos, solemos llevar a cuestas.