lunes, 13 de octubre de 2014

Excavar

Por alguna razón me gusta más la palabra Dig. No sé, tal vez fonéticamente me parece más relajada o menos sería (Quería también escribir fonéticamente porque es otra palabra que me gusta). El gusto por las palabras es similar al gusto que tenemos hacia otra persona. Puede ser que para el resto, aquella persona que nos gusta a morir, sea simple e inclusive fea, mientras que para nosotros lo es todo.

La palabra excavar llegó a mi mente, precisamente porque me puse a hacer eso. Tal vez, hace un par de días, anoté en mi libreta alguna idea sobre la cual quería escribir, pero hoy no anote ninguna. Así que me puse a excavar en mi mente a ver que se me ocurría y finalmente decidí escribir sobre la palabra.

Alguno dirá entonces que fue una excavación chimba o superficial, pues en vez de empezar a cavar un hueco, me quedé con la pala en la mano, en fin, una historía, ensayo, libro, novela puede comenzar alrededor de una cosa tan ajena para uno como lo es una pala, mientras que para alguien que tiene como trabajo cavar tumbas, aunque suene extraño, lo puede ser todo.

El punto es (me tiene mamado ese cliché narrativo de "el punto es", es tan flojo y/o perezoso como los puntos suspensivos. Obviamente habrá miles de formas para no utilizarlo) o más bien a lo que voy es que nos molesta excavar nuestra mente; nos molesta meternos en esta, y no queremos saber qué es lo que realmente pasa en ese territorio de penumbras; pero ¿A quién no? con la cantidad de basura, emociones, miedos, tristezas que vamos almacenando a lo largo de la vida, la mente puede ser tan peligrosa como se quiera.

Sin embargo tenemos, por más difícil y dolorosa que resulte la experiencia, que realizar esa excavación mental de forma constante pues es vital para definir quienes somos, y en que punto de nuestra historia y de la historia estamos ubicados. Creo que el punto de partida constántemente cambia, y es posible que estemos listos para correr los 100 metros planos, mientras nos esperan en la competencia de salto largo.

domingo, 12 de octubre de 2014

Microorganismos

En el Colegio me dictó clase Pabón, un personaje muy particular, que siempre andaba de saco de rombos y tenía cierto parecido con el personaje de Condorito "Garganta de Lata".  Una de las cosas que más recuerdo era como, cuando el salón estaba en un completo desorden, alzaba su voz para decir: "¡AGHHH! dejen la Rochela"; palabra interesante esta última y sinónimo de bullicio o algazara que a su vez significa, según los eruditos de la RAE, "Ruido de muchas voces juntas, que por lo común nace de alegría", y es verdad porque  ¿Quién no se alegra haciendo desorden?

También recuerdo, que alguna vez nos dijo, que si el ojo humano pudiera percibir la cantidad de microorganismos que están a nuestro alrededor, inmediatamente trataríamos de encerrarnos dentro de una capsula, para buscar algo de resguardo, es decir,  para aislarnos de los millones de bacterías que transmiten enfermedades.

El punto es que al día de hoy continuamos sin ver las bacterias, pero nos comportamos como si nosotros mismos las fueramos.  Hoy, leyendo un artículo sobre el virus del Ébola, este decía que lo  primero que pensamos es que se debe aislar a los Africanos.  Dejarlos allá con "su virus", y que se pudran si ha de ser necesario.   ¿Por qué pensamos, en la mayoría de ocasiones,  en desentendernos de un problema en vez de ayudar?.

Entonces lo que decía Pabón de cierta forma se cumple; tratamos a toda costa de encapsularnos, de encerrarnos dentro de nosotros mismos, hasta el punto que solo importa nuestro bienestar; hasta allá nos ha llevado el máldito ego.

Deberíamos, más bien,  darnos cuenta que en realidad si somos unos microorganismos.  Un mísero punto, que digo, ni siquiera llegamos a ser uno completo, en toda la existencia de la raza humana, y que nos deberíamos preocupar solo en buscar tranquilidad y dejar de ser miserables con el resto de las personas.

Mientras tanto el Ébola continúa mutando y evolucionando sin que lo podamos ver.  Tal vez quiera enseñarnos algo.  

sábado, 11 de octubre de 2014

Título

Esta entrada va a ser un revuelto de temas.  Siempre escribo entradas similares cuando me siento en algun lugar y trato de detallar la escena a mi alrededor; como si  estuvieran grabando un documental justo donde me encuentro.

Los fines de semana mis horarios de comida se suelen desordenar.  Desayuno tarde; la hora del almuerzo se corre, y lo mismo pasa con la de la comida.  Son las 9:37 p.m y no tengo hambre.  Me imagino que a eso de las 11 me dará, y entonces me comeré cualquier porquería de paquete.

A las 3:00 decidí salir a almorzar.  Estaba solo y me entraron ganas de comer algo específico.  Me fui a una plazoleta (Palabra que inmediatamente asocio con un  pueblo) de comidas.

Apenas ubiqué una mesa, ya con mi pedido,  me puse a mirar la cantidad de personas que tenía a mí lado y todo el ruido del momento: voces, mordiscos a comida, besos, gritos, risas, una carne asándose sobre una parrilla, unos cubiertos metálicos estrellándose contra el piso, un dispensador de gaseosa llenando un vaso, niños gritando, llorando, una voz a través de un altavoz (quizas  llamando al dueño del carro de placas XXX-XXX, que está en cine (Siempre me imagino a los dueños de esos carros viendo una película), un radio, música, una caja registradora tragándose el dinero de una persona, un eructo (no el mio), zapatos estrellándose contra el baldosín, puertas de ascensor abriéndose y cerrándose con su sonido de videojuego,  el particular sonido al abrir una lata de gaseosa, el de una botella, unos cubiertos de plástico quebándose o abriendo pequeños huecos en un plato de icopor,  los carros en la calle, pitos. El ruido y sus diferentes proyectiles y uno  ahí, justo  en el medio, recibiendo múltiples impactos. 

Escucho que una persona dice "Obsequio" y justo al instante en una mesa a mis espaldas (Cómo si fueran dos, La derecha y la izquierda) otra dice "¡Gonorrea!.  La palabra obsequio me parece extraña; yo siempre digo regalo.  Decir obsequio me parece, no sé porque, como decir Cena. Aquí en Colombia por la noche comemos no cenamos, pero bueno, a veces tenemos ínfulas de europeos.

En la mesa de enfrente (Que al contrario de las "espaldas", solo es uno) se encuentra una familia:  Los papás, dos hijos, y otra persona.  El hijo llegó a la mesa con una plato de arroz con algo,  le repartió un plato vacio a cada uno.  La hija agarró una cuchara y comenzó a servir.  Creo que estaba esmerándose por servir exactamente la misma cantidad en cada uno de los platos. Un celador, vestido con una chaqueta verde fosforesecente se acercó y les dijo algo; pensé que de pronto quería un poco de arroz, pues servían y servían y no parecía acabarse.  No fue eso.  Le dijo al hijo que quitara la chaqueta del espaldar de su silla porque le podían robar algo.  Él la cogió y se la puso.  No sé porque hizo eso con el calor tan infernal que estaba haciendo; parecía que el ruido lo hubiera calentado todo.  Mientras el celador se aleja, la familia le da las gracias.   ¿Le dará más hambre de lo normal durante el día, por tener que vigilar esa zona de comidas? 

Me aburro de mirarlos y concentro mi mirada en una pareja de esposos.  Ambos están de sudadera y cachucha.  No le presto atención a lo que están comiendo.  La mujer no deja de teclear  la pantalla de su telefono celular, y el marido, que de vez en cuando la mira, lleva con desgano un tenedor hacia su boca.  Ninguno habla, parecen maniquíes con movimiento.  Que pareja tan aburrida ¿En eso se convierte  el matrimonio después de unos años de convivencia?.

A la derecha de esta pareja memorable, se encuentra una mamá con 3 niños pequeños y una niña un poco más grande.  Los niños le prestan más atención a un televisor que transmite un partido de fútbol que a lo que están comiendo.  Uno de ellos, con un vaso de gaseosa en la mano, una camisa roja de rayas negras horizontales dice  "Es cristiano Ronaldo".  Bajo la mirada y veo que tiene unos tenis verdes fosforescentes.  Pienso que el celador debería comprar unos así, para que le combinen con su chaqueta.   

En la mesa ubicada a mi espalda izquierda Dos amigas hablan con cara de seriedad.  Una le muestra una foto en su celular a la otra.  Me imagino que están hablando sobre hombres, la verdad un pensamiento un poco machista; tal vez discuten una de las posturas de Herbert Marcuse  ¿Cómo Saberlo?.  La mujer que mostró la foto, ahora se sujeta la cabeza con la mano izquierda, mientras apoya el codo en la mesa, como queriéndole dar un toque más dramático y serio a su converación.

Acabo mi comida.  Apenas me levanto , una mujer dice "¡Ayy!  que ternura".  Entonces se me viene a la cabeza este título:

Cero Ternura:
- ¡Bájese del obsequio Gonorrea! -

miércoles, 8 de octubre de 2014

Primer Borrador

Muy pocas cosas salen bien en el primer intento.  Creo que estamos diseñados para fallar, porque a través del error y el fracaso es como realmente aprendemos.  Hoy le presenté un cuento a mi grupo de escritura creativa, y quedó claro que lo que presenté fue el primer borrador de un posible cuento.

Cuando uno termina de escribir una historia, no es consciente de la cantidad de elementos flojos que le quitan fuerza a la narración, bien sea a nivel de personaje, trama, diálogo, escenario, ritmo, etc. Es preferible que a uno le den Palo con Estilo, a qué le digan que todo lo que hace es perfecto.

"Writers form themselves into the pyramid we see in all areas of human talent
 and human creativity. At the bottom are the bad ones. Above them is a group which 
is slightly smaller but still large and welcoming; these are the competent writers. They 
may also be found on the staff off your local newspaper, on the racks at your local 
bookstore and at poetry readings on open Mike Night.
The next level is much smaller. These are the really good writers. Above them 
– Above almost all of us– are the Shakespeare’s, the Faulkners, the Yeatses, 
Shaws and Eudora Weltys. They are geniuses, divine accidents, gifted in a way which is beyond our ability to understand, let alone attain."

Stephen King
- On Writing - 

Salí de la reunión con bastantes sugerencias e ideas nuevas para mejorar ese primer borrador, que posiblemente se va a convertir en un segundo, tercero, cuarto, quinto, etc. A la larga no importa en que número la historia finalmente salga a la luz.  Lo que realmente debe importar es que todos sus elementos funcionen como un reloj.

martes, 7 de octubre de 2014

Destino Final

Esa película me inquieta.  Siempre me acuerdo mucho de una que comienza con un grupo de estudiantes que van a viajar en avión, y cuando están a punto de despegar, uno de ellos cierra los ojos para descansar y tiene una visión de como se estrellan unos segundos después de haber despegado.  El tipo más o menos se chifla, y lo bajan del avión.  Una vez en tierra él, con otro par de personajes, ve como el avión explota.

 ¿Existe el destino?, a veces me gusta pensar que sí, que nuestro rumbo en la  vida ya está completamente delineado y que independiente de lo que hagamos llegaremos al mismo resultado; a veces es bueno pensar así cuando las cosas no nos salen como queremos o cuando no tenemos ni la más mínima idea sobre cual es el paso a seguir.  De todas maneras no se puede abusar de esta conducta, porque tenderíamos hacía un importa culismo exagerado,  y como le mencioné en esta otra entrada algo en abundancia y por sí solo no es atractivo.

En otras ocasiones pienso que el tal destino solo es una suma de casualidades que nos mantienen conectados y ya, así que lo que esté haciendo una persona en este mismo instante en Alaska, puede que llegue a afectar mi vida o la suya, estimado lector.

Volviendo al tema del Destino Final, la película no se aleja mucho de la realidad, pues en medio segundo podemos morir de la forma más estúpida que podamos llegar a imaginar (Otra vez vuelvo a tocar el tema que realmente nos hace evolucionar por ese miedo tan gigante que le tenemos: La Muerte). Como, por ejemplo, ese señor que murió al ser embestido por un toro cuando se abrió la puerta del ascensor en el que viajaba.

Hoy me estaba tomando un capuchino.  Estaba haciendo frio así que el mesero del lugar donde me encontraba, prendió un calentador que estaba cerca a mi mesa.  En un principio no pudo encenderlo, y desesperado, para que funcionara, accionaba el mecanismo con rabía ; creo que más bien tenía ganas de prenderlo a punta de patadas.  Mientras hacía eso, me acorde de la película. 

En ese instante habría sido posible que el calentador hubiera estallado ante el trato desesperado del mesero.  No sé, pero creo que si una vaina de esas explota, el que este cerca es muy probable que muera.  Como en ocasiones me gusta ser fatalista, pensé que ese calentador, en vez de ser de gas, era de ACPM o kerosene, esta última opción solo la pense porque palabra me parece  fonéticamente agradable.

No paso nada.  Mi probabilidad de muerte hoy, al parecer, era bajaTambién suelo imaginar que pasaría si un terremoto de gran magnitud llegará a azotar a Bogotá, y que lo agarre a uno peor parqueado que otros; suponga usted en el baño.  Suponga también, estimado lector, que preciso está haciendo popó y, de repente, el mundo se comienza a mover con furia, como si Dios quisiera cernir a los humanos.

 ¿Qué hacer? subirse los pantalones en el acto y tratar de salvarse la vida; preferible oler feo que morir en un baño.  El punto es que muchas veces vamos caminando por la vida como si estuvieramos poposeados.  Hay algo que en extremo nos molesta y no no deja andar de forma tranquila, pero no somos capaces de limpiar eso de nuestras vidas.  Solo hasta cuando llega un terremeto sentimental, familiar, laboral, de amistad, etc. Es cuando quedamos libres.  Los invito a que su destino final no sea caminar poposeados por la tierra.

lunes, 6 de octubre de 2014

Final final, ¡no va más!

No publicaba nada acá desde el miércoles pasado.  El jueves me ocupé y llegué a mi casa justo cuando iniciaba el Viernes, lo  mismo pasó ese día.  Afortunadamente esto no quiere decir que en esos días haya dejado de escribir. 

 La semana pasada y antepasada le trabajé al cuento "Comidas Agridulces".  Este trata sobre un solterón y cuarentón, ya no quiero escribir mas palabrón, que se obsesiona con una vecina que vive en el edificio del frente; entonces sitúa la mesa al lado de la ventana, para poder espiar a esta mujer y su familia mientras comen.  De hecho Patricio, nombre que le puse al personaje, llega a considerar que son su familia.  ¿Cuánta gente con la que nos cruzamos diariamente no estará igual de tostada que ese personaje?, en fin, este no va a ser el tema de la entrada, así que tómelo como una introducción.

El sábado pasado estaba en un super mercado y vi a una vieja súper bonita.  llevaba puesta una camisa negra pegada al cuerpo de mangas largas, y encima una chaqueta de Jean. Tenía el  pelo negro largo y liso y la piel blanca; un combo que me convierte en un completo tarado.  Me quedé mirándola fijamente por un rato en la sección de verduras.  Creo que se dio cuenta y le agarro la cabeza al novio con las dos manos y le zampó un beso. Yo pasé con el carrito por el lado, y me quedé mirando como se besaban, quizas fantaseando en que yo fuera el hombre que la estaba beando.  Me di cuenta que ella tenía lo ojos abiertos y que desvió el izquierdo para seguir mi mirada; lo que me llevó a pensar tres cosas en ese momento: 1. Que le parecí el hombre más atractivo del planeta 2.  Quería dejar claro que podía mirar, pero que tenía que dejar de hacerme ilusiones y/o fantasear  con ella y 3. En algún lugar leí que es una mala señal que alguien le de un beso a su pareja con los ojos abiertos.

Digamos que ese mito tonto es el que aplica.  Siendo así, está mujer de pinta descomplicada; fácilmente puede que ya este cansada de su relación.  Así que,  cuando llegaron a la casa esa noche, le comezó a pelear a  su novio, marido, etc. porque se le olvidó comprar el tarro de palmitos franceses que tanto le gustan.

No deja de ser extraño en las relaciones de pareja; que de un momento a otro la mujer o el hombre tengan, con o sin razón, un brote de neurosis, y acaben con todo.  Después de eso es también muy extraño ver como ya ninguno de los dos soporta al otro y no pueden compartir ningún espacio juntos.  Tampoco deja de ser incomodo para las personas que conocen a los ex-novios y qué luego  tienen que tratar con los dos en un mismo espacio y/o situación.

Los hombres son de NGC 6822 y las mujeres de NGC 221 (M32)

      "La incomodidad de decirle a alguien que, en algún punto ciego de la vida, 
en algún momento crítico, como de película o novela, ha dejado de importarnos;
lo doloroso  y ridículo que es aceptar que la energía que nos recorría, por culpa del azar
 o lo que sea,  que ya no la queremos como antes, que ya nada nos impulsa a darles besos, 
que ya no nos atraen como en el principio y que mejor  sería ser amigos por teléfono."

Ricardo Silva Romero
- Relato de Navidad en La Gran Vía -

miércoles, 1 de octubre de 2014

Correción de / Dar Palo con - estilo -

Hoy estaba acostado en mi cama.  De repente comenzó a sonar el computador, debido a que alguien me estaba enviando mensajes por el chat de gmail.  Al principio no quería levantarme, pero  no me aguante las ganas de saber quien era y por qué me estaba buscando desesperadamente, por decirlo de alguna manera.

Mientras me ponía de pie, fantaseé con la idea que Jessica Alba hubiera conseguido mi dirección de correo electrónico, y qué me estaba buscando para tener sexo sucio.  No fue así.  Una amiga me escribía para decirme que había leído una entrada reciente; que le había gustado, pero que, segun ella, con ciertos cambios habría sido mucho mejor.  Básicamente mencionó el uso de una figura narrativa de la que suelo abusar, y más que eso, una que frena la fluidez del escrito.  Sinceramente debo ser más consciente de ese cliché de forma cuando escribo, pues no es la primera persona que me lo critica.

Pensé que ya no tenía nada más por decirme, pero el palo continuo; esta vez para anotar que habría podido utilizar mucho mejor la tensión y conflicto del episodio que narré. Esa tensión, angustia y/o conflicto es supremamente importante, porque es el que suele enganchar emocionalmente al lector; ese disparo directo al corazón.

Para finalizar me dijo: "Y ya sabes, si quieres quien destruya tus historias " call me" jajajaja; ya sabes que es en buena onda :)"

Ha sido una de las mejores críticas que he recibido, porque no fue el típico comentario adulador de tía "míjito usted escribe súper lindo, ojalá lo publiquen para comprar todos sus libros"; sino uno, sin ningún tipo de drama o mala intención, de una persona  que espera que uno en un futuro, haga un mejor trabajo.

Debemos aprender a dar palo con estilo y criticar con argumento; inevitablemente esto va de la mano con no tragar entero y cuestionar todo; lo que también nos lleva a cocrear, innovar, etc. y quien sabe que otra cantidad de cosas buenas.