lunes, 27 de octubre de 2014

A las malas

No tenía ganas de ponerme a escribir.  Estaba aplazando la antrada de hoy, pero finalmente decidí sentarme  y comenzar a teclear algo.  El nombre que iba a tener este post era "Frío y calculador", pero creo que lo dejaré  para mañana, si no se me cruza alguna otra idea que me llame más la atención.

Escribir, para aquellos (me incluyo en el grupo) que les gusta mucho hacerlo, se convierte en casi una "obligación".  Hoy no anoté nada en mi libreta; bueno de hecho la acabé hace un par de días y agarré otra que me encontre por ahí en mi cuarto, pero que no me produce confianza.   Yo sé, razón loca pero así es; no me siento bien cuando escribo o garabateo algo en sus hojas.  

Como le venía contando, estimado lector, toca sentarse y comenzar a escribir, hurgar el cerebro y agarrar cualquier idea que se deje atrapar, porque algunas veces se escapan o nos esquivan. Otras veces muchas levantan  la mano para ser elegidas pero nos aterramos e incluso sonrojamos al jugar con la idea de tratarlas en un texto.  Cualquier cabeza, sin ni siquiera pensar en la imaginación, tiene cierto nivel de locura y porquería de cualquier clase.

En estos días se me ha cruzado en mí lectura el término "Lugares comunes".  Creo que escribir es una buena terapía para no caer en esas conductas clichés que lentamente nos van consumiendo, en otras palabras, no permite que nos volvamos un lugar común, dominado por el tedio y lo de siempre.

Muchas veces toca hacer cosas a las malas, aunque a veces también ocurra con la escritura, esta nunca dejará de ser gratificante.


"Todavía siento que cuando escribo me repito, me repito y me repito,
 como una mamá histérica porque su hijo no se ha comido la comida. 
Vuelvo al mismo punto una y otra vez porque siento que nunca me oyen." 
Ricardo Silva Romero
- Relato de Navidad en La Gran Vía -


domingo, 26 de octubre de 2014

Luz



Se fue la luz.  Cada vez que eso pasa, la UPS comienza a gemir con un pito completamente fastidioso.  La pantalla, con su luz blanca brillante, me está encandelillando los ojos.  Somos unos tarados sin luz, sin luz no hay nada de eso que tanto necesitamos para vivir hoy en día: no hay televisión, se cae el wi-fi, etc. “ !Quedan los celulares! “ responderá usted, pero suponga que se fue la luz porque los extraterrestres nos están invadiendo, entonces tal vez no va a volver a llegar nunca, y cualquier equipo electrónico que usted tenga se le acabará la carga dentro de un par de horas, de pronto es el fin de la raza humana, un textual “apague y vámonos”.


Mis padres me cuentan que cuando apenas se casaron, les tocó irse a vivir al valle de Sibundoy en el Putumayo, porque mi padre, Ingeniero Civil, le tocó ir a dirigir la obra de una carretera.  Vivian en una casa en pleno campo, y no tenían luz.  A mi mamá le tocaba hacer todo, en las noches, a la luz de una vela, y vivían a base de una “dieta”  de enlatados, porque no había forma de conservar la carne.


Mi madre se la pasaba todo el día sola cuidando a mi hermano mayor; bueno sola es un decir tenía como compañía un caballo, que era el que la asustaba por las noches porque se ponía  a caminar en la entrada de la casa, y también a Cuchuco y la raspa.  El primero un perro, la segunda una gata.  


Según tengo entendido la principal labor de cuchuco era agarrar del pescuezo a la gata con su hocico, cuando esta empezaba a ronronear y enredarse en  las piernas de mi mamá mientras cocinaba.  La orden para que el perro cumpliera con su tarea era muy sencilla “Cuchuco ¡saque a la raspa!” le decía mi madre;  y entonces el perro en una actitud perezosa se acercaba lentamente hacia “La Raspa”, mientras esta se agachaba y esperaba el inofensivo mordisco del perro.  Después la botaba en la puerta de la casa.  La escena se repetía varias veces a lo largo de la tarde.


Algunos  fines de semana, se iban a quedar al hotel de un Suizo que se llamaba Walter Kraus, donde podían disfrutar de diferentes comodidades que su modesta casa  de campo no les permitía.  Siempre me ha intrigado ese personaje,  me imagino que huyó de Europa debido a la guerra y terminó en él Putumayo.  Mi padre me cuenta que era un  tipo muy ingenioso, que desvió la corriente de un riachuelo para poder generar electricidad para su pequeño hotel. Mi madre dice que no ha podido probar una mantequilla más rica que la que hacia ese señor, porque aparte de ser todero, era un chef impresionante.


Pero estábamos hablando de la luz y que se fue, ¿cierto? De cierta forma asocio las idas de la luz con el amor. A pesar de ser una época completamente diferente, siempre he admirado a mis padres por haber tomado semejante decisión.  Irse a la porra, lejos de la capital,  para comenzar su proyecto de vida, fue, creo yo, una prueba de amor muy berraca para los dos.  De no haber sido así, de no haber tenido sus vidas ese acontecimiento que seguramente cambió el curso de muchos eventos, de pronto yo no estaría escribiendo esto.  


Sin luz, creo yo, somos más humanos, porque tendemos hacia lo primitivo. 


 Nada que llega la condenada.  Es triste, pero sin luz no podré publicar esta entrada. Si es el fin del mundo, espero que todos los que lean esto hayan sido felices, porque con o sin luz, eso es, en definitiva, lo que importa en esta vida. 


Se me ocurre que sería bueno dejarle un mensaje a los extraterrestres en esta entrada, pero   ¿Cómo saber qué lo van a leer? De pronto mi portátil quedara pulverizado por un rayo laser de un arma alienígena,  A lo mejor nos invaden porque necesitan nuestra luz para poder conquistar el universo.  

viernes, 24 de octubre de 2014

¿Humana?

Hay cosas a las que solo se les puede llamar por el nombre; Bogotá es una de ellas.  Sin embargo ahora quieren ponerle apellido, dizque "Bogotá Humana".   No es que sea una mala iniciativa, pues  ¿Quién no espera vivir en una ciudad más tranquila, más pacífica, más segura, en fin, todos los significados y/o asociaciones que pueda encerrar la palabra "humana"?

Hoy estaba por fuera de la casa y decidí tomarme un capuchino, un placer muy sencillo, pero que a mi me alegra el rato.  Unos mínutos después de haberme sentado, llegó un señor gordo, se sentó en la mesa de al lado y comenzó a fumar.

Al principió no me di cuenta, pero no tardé en detectar el olor del cigarrillo.  Para alguien que no fuma, como es mí caso,  el olor del cigarrillo es muy fastidioso, así que me dirigí al señor y le dije "Señor acá no se puede fumar, y me respondió algo como.

"Claro que si amigo, esto es una terraza y entonces si se puede. Después del intercambio de palabras, asocie a este señor con Vito Corleone.  No le dije nada más, afortunadamente puso el cigarrillo en otra posición y el humo tomó otra dirección. 

 Para completar esta  escena, una de las tantas escenas de esta "Bogotá Humana", donde la gente rompe las reglas cuando  les da la gana; llegaron, con sus respectivas caras de puño,  la parejita que mencioné en esta entrada.

La señora saco un cigarillo y se comenzó a fumar cómo si no hubiera un mañana. He de aceptar que se me salto el taco, la palanca, el circuito, etc.   ¿Cómo es posible que nuevamente esta señora estuviera  fumando  ahí, sabiendo que  no se puede y que ya se lo habían dicho en una ocasión anterior, no solo las personas del Juan Valdez sino también  otro ciudadano?

Para completar, la pareja de esposos "chateadores" resultaron ser amigos de "Vito Corleone".  Mientras se saludaban afectuosamente, me  paré de la mesa y fui a buscar a uno de los empleados del lugar para que por favor le dijera a estas personas que dejaran de fumar.

Una mujer, que estaba arreglando unos jugos en el mostrador, me puso atención y al rato fue a hablar con el trio de fumadores.  El esposo comenzó a alegarle, entonces me paré para apoyar la petición que la mujer les estaba haciendo. 

 Algunos podrán pensar  ¿Pero para qué carajos se paró a discutir con esos simios incivilizados?, y puede que tengan algo de razón, pero me ¡ENZORRA! (Otra palabra que debería ser aceptada por la RAE) y me parece terrible que uno deje pasar esos incidentes que le molestan; por eso es que hay tanto loco suelto, que tienen reprimidos millones de pequeños incidentes y terminan matando o haciendo quien sabe que tipo de cosas.

Volviendo al tema, he aquí la conversación de alta alcurnia que tuve con el sujeto:

"Si, es verdad aquí no se puede fumar" Fue la frase con la que entré a apoyar a la empleada del Juan Valdez
El hombre me miró a los ojos durante un un par de sgundos y contestó
"Y por qué no se va?"
"Yo llegué primero, por qué no se van ustedes?
"Pues de malas, le toco mamarse el olor"
"Muy madura su respuesta señor"

Ante semejante respuesta ta estúpida, llegué a pensar que se habían metido un par de hongos antes de comenzar a fumar.  La empleada del Juan Valdez les pidió el favor que terminaran de fumarse ese cigarillo y que no encendieran más.  

 ¿Como coños Bogotá va a ser humana con esa tracamanada de personas a las que les vale huevo los demás?  Bien lo dijo Malcolm Gladwell:


"The cold and dehumanizing 
effects of urban life"

jueves, 23 de octubre de 2014

Libreto

Todos tenemos un libreto para la vida; sin importar de que seamos los protagonistas de una película de hollywood, que tengamos un papel secundario en una película independiente bien chiflada o que seamos uno de esos extras similares a los  que aparecían en el chavo del ocho.

Todos vamos por ahí interpretando un papel de la mejor manera posible, pero el libreto va cambiando de generación en generación y, por ejemplo,  el de la "Casa, Carro y Beca" de antes ya no convence tanto.  Lo bueno de los libretos anteriores, es que estaban mucho mejor definidos; y ahora lo que pasa es que constantemente los perdemos.  A lo mejor no es eso, sino que apenas alguien lo están escribiendom y todavía no ha llegado a nuestras manos.

Por eso debemos ser unos maestros en el arte de la improvisación. Creo que  a la larga, más bien, lo mejor es que cada uno escriba su propio libreto; que vaya decidiendo su trama y parlamento. Sin embargo, aun así, a uno todavía se le siguen olvidando las líneas.  

miércoles, 22 de octubre de 2014

Afecto Pasajero

El Martes fui a una cita médica y me enteré que la  recepcionista del consultorio es mi pareja. 

Mientras confirmaba la cita la mujer comenzó a tratarme por medio de palabras cariñosas; creo que las primeras que mencionó fue "Mi amor".   ¿Cómo saber si realmente soy el amor de su vida? es más  ¿En qué momento ella se enteró de eso, y  por qué yo no?  ¿Qué clase de poderes tiene esta mujer, para saber que un hombre es su amor, sin haberlo visto nunca antes?  No solo me trato de "Mí amor", también me dijo "Cariño" y  "Mí Cielo", la primera una expresión, digamos normal.  La segunda me parece algo estúpida, pues  ¿Cómo carajos va a llegar a ser uno el cielo? daría lo mismo entonces que a uno le dijeran "Mí mar",  "Mí montaña", "Mí Tierra"  ¿no?

En fin, me parece extraño que una mujer se diriga a  un hombre que ve por primera vez en su vida con ese tipo de palabras, y más allá de eso que lo haga con tal confianza, aplome y naturalidad.  Además de extraño, me parece que esas palabras son también una especie de lugar común; uno de esos recursos que utilizamos cuando definitivamente no nos queda nada por decir a esa persona tan supuestamente importante; podrían denominarse también como una muletilla o incluso, debido a lo trilladas que están, como clichés.

Suponiendo que esta señora tiene pareja,  ¿Cómo le habla a esa persona? " ¿Mi amor número 1" "mi cielo verdadero/despejado" " Mi cariño de verdad?

Con respecto al cielo  ¿cómo saber que tipo de cielo ve otra persona en uno?.  Yo esperaría ser un cielo despejado, una especie de lienzo pintado de un azul claro y salpicado por una que otra nube, más un sol bien brillante; pero no deja de ser posible, dependiendo del estado de ánimo, creo yo, que uno sea un cielo nublado, repleto de diferentes tonalidades de grises y unos rayos que pronostican  una gran tormenta.

 ¿Por qué no dejan esas muestras de afecto para sus parejas y tratan a las demás personas por su nombre, o el frío Sr. o Sra.?

lunes, 20 de octubre de 2014

Cerrar los Ojos

¿Ha visto  cómo B.B King cierra los ojos cuando toca guitarra? Verlo tocar siempre es algo que me ha fascinado; ver como se zambulle en su guitarra; como si él y su instrumento  fueran lo único que existe en el mundo, es algo que me emociona.

Es como si su alma, si realmente eso existe,  o un sentimiento muy poderoso, le fuera dictando a sus manos los acordes que debe tocar, y a su cara las expresiones que debe hacer.
 
Es muy dificil imitar a B B king, mucho más si uno no toca guitarra, pero  ¿Por qué no tratar de cerrar los ojos cuando ejecutamos algo de lo  sea que hagamos?  ¿por qué no imprimirle algo de sentimiento a a nuestras tareas?

Si de pronto no le gusta eso del sentimiento, tumbao´, etc. Entonces simplemente cierre los ojos para olvidarse de todo por un segundo; así va cogiendo practica hasta que logré cerrarlos para hacer cualquier cosa con todo el gusto del mundo.

Si el video con John Mayer no le mueve algo, usted tiene serios problemas estimado lector, no sé de que, pero seguramente de algo.

sábado, 18 de octubre de 2014

Libros Prohibidos

Hoy estaba leyendo en un café.  A dos mesas de la mía, se sentó un grupo compuesto por un viejito en sudadera, una mujer y dos hombres.  Uno de los hombres, que tenía puesto un Blue-Jean, y una camiseta morada de rayas negras verticales, saludo al viejo afectuosamente.

"Que bueno volverlo a ver, no se imagina lo que le traigo hoy.  Son unos libros de 1800; un homenaje póstumo al año de su muerte.  Él fue el precursor en ese entonces del socialismo."

¿Lenin?  ¿Stalin? El hombre no mencionó el nombre del personaje sobre el que tratan los libros que estaba a punto de entregarle al viejo.  Entonces el Indiana Jones Colombiano sacó de su maleta tres libros en pasta dura verde. Se podían notar sus hojas sucias a causa no de un mal trato, sino del paso del tiempo que siempre termina envejeciendo y ensuciándolo todo.  Mientras tanto los otros dos acompañantes soltaban frases cortas acompañadas de risitas estúpidas.

Yo estaba esperando que el viejito sacara un sobre de manila, el cual  muy seguramente iba a tener un par de fajos de dolares (los pesos colombianos para ese tipo de transacciones secretas, le habrían quitado todo el peso a la escena), pero no, el viejito simplemente los recibió; es obvio, en estos tiempos modernos el traspaso de ese dinero "sucio" se debe hacer electrónicamente, sin embargo, uno en medio de su romanticismo espera esos toques de antigüedad.

El hombre que entregó los libros, levantó la mirada y se quedo mirándome fijamente por un par de segundos.  Fue obvio que se dio cuenta que estaba espiando su conversación.  Me hice el loco y dirijí mi mirada al infinito.  Nadie, en stos días, quiere morir a manos de un traficante de libros viejos y prohibidos.

 ¿Existirán esos libros a los que muy pocos tienen acceso, simplemente porque la humanidad no podría soportar su contenido?  Tal vez si, el viejito de sudadera debe tener la repuesta; sin embargo,  prohibir libros en estos tiempos resulta tan estúpido como prohibir respirar.