martes, 9 de diciembre de 2014

Sonreír e Ignorar

Muchas veces he leído que la mejor actitud que uno puede tener es sonreir, independiente de lo abatidos que estemos.  A la larga no se trata de ser hipócrita, creo que es una conducta que nos afecta de forma positiva e inconsciente, al mismo tiempo que obliga al resto a preguntarse  ¿Cuál es su berraca alegría? 

Sin embargo, esa actitud de "cara de ponque" con una sonrisa a todo momento, puede ser reforzada con el arte de ignorar, como la cereza en la punta del pastel, esa que da el toque final.  No hay nada más liberador que dejar que todo resbale, por incongruente que nos parezca la conducta de los demas, o lo absurdo que pueda ser el estado de los eventos en el que nos encontramos inmersos.  

Quería escribir sobre un incidente que me puso de mal genio, uno de esos en que  las personas adquieren deudas de aposta y no inocentemente, es decir, cuando sus actitudes tienen como único fin utilizar las palabras como proyectiles

Finalmente decidí atacar (ignorar) el asunto con este breve escrito a modo de complemento.  Sonreír e ignorar, dos de las claves de la vida.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Puente

Los puentes (fines de semana con festivo) son como una ilusión, más tardamos en alegrarnos por su llegada a que este se esfume, debiéndonos más horas de ese descanso tan anhelado que visualizamos desde el inicio de la semana.

Este fin de semana me fui de puente.  Hacía mucho que no lo hacía.  He llegado a la conclusión que me aburre viajar en un puente, no porque no me guste hacerlo o salir de Bogotá, simplemente me parece que la logística para un viaje de un puente es exagerada, comparada con el tiempo que dura.  Mucho más cuando  se viaja, como me ocurrió este fin de semana, el Sábado.

Hay personas que adoran los puentes porque se pueden ir de la ciudad y arrancar para cualquier lado.  No importa cual sea el destino, lo importante es  alejarse de la ciudad como si esta fuera el foco de una epidemia zombi.    Al parecer siempre huimos de algo.   

¿Qué es eso tan maravilloso que  ofrecen los puentes que se considere casi una obligación salir de la ciudad? yo todavía no lo descifro.  Lo único realmente diferente, creo yo, sería buscar un clima más cálido con mar incluido, pero eso tampoco me mueve, pues no le encuentro esa gracia con la que otros lo catalogan.

De resto me parece que todo el trajín de un viaje de puente, elimina todo ese descanso que se pudo obtener en el lugar que se seleccionó para pasarlo.

Si hay algo que me gusta de los puentes, es cuando uno no tiene ni idea que es un fin de semana con uno, y alguien nos sorprende con semejante noticia, eso es algo que me genera más alegría que un viaje de fin de semana.


viernes, 5 de diciembre de 2014

Ofender

Ofender es grave, es de mal gusto y suele ser una actitud de cobardes que se quedan sin argumentos válidos para defender sus ideas. Queda claro que ofender está mal, pero es peor toda la importancia que le damos al acto . Sería mejor dejar que todo nos resbalara.   Solo "agarrar" lo realmente bueno y provechoso con cuidado, es decir, sin que se nos infle mucho el ego. 

El punto, creo yo, es que hay dos tipos de ofensas: la visceral, esa que está llena de odio y que tiene como único fin hacer sentir mal a alguien, y la ofensa sin culpa de la que ninguno se libra de dar o recibir, es decir, cuando soltamos o nos impacta una idea, exponemos o defendemos un punto de vista y nos ofendemos o alguien se ofende porque le tocaron una fibra sensible y/o catloga a la ofensa como perteneciente al primer grupo.

Deberíamos dejar que todo el mundo diga lo que le de la soberana gana, y si no estamos de acuerdo, simplemente no ponerles atención y ya, pero no, somos buenísimos para engancharnos apenas nos sentimos amenazados, y es justo ahí cuando todo se comienza a complicar.

La solución está en relajarse más, no echarle tanta tiza a los asuntos y rodearse de personas que valgan la pena.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Sueñometro App.

El fin de semana pasado me desperté el Domingo a eso de las 10:00 a.m.  Después de perezear un rato, agarré el celular y abrí Facebook.  Lo primero que me indicó esa cosa era que Fulanito, segun la Running App de Nike  habia corrido yo no se cuántos kilometros.

Una especie de contradicción,  ¿No cree estimado lector? Mientras  yo dormía plácidamente un amigo había tenido las agallas de levantarse temprano un domingo y había llevado esa azaña más allá al salir a trotar.  No contento con su par de sacrificios y/o ofrendas al Dios del ejercicio, decidió también restregarselo en la cara a cuanta persona se encontrara con su perfil a esa hora.

Durante un par de segundos me sentí mal, como el ser humano más sedentario y fofo del planeta.  Afortunadamente esos estados de culpa me duran poco.  Apagué el cel, di media vuelta y el igual que mi amigo en su carrera frenética por las calles de la ciudad, me esforcé en perezear más.

Deberían, si es que son tan inteligentes, inventarse una aplicación relacionada con el sueño. Que uno pudiera publicar vainas como "Durmió placidamente mas de 9 horas seguidas sin ningún tipo de sobresalto" o cualquier cosa parecida.  Ya la sacarían del estadio, si algún día se llegan a inventar una aplicación relacionada con los sueños, claro que esa daría miedo con la cantidad de basura que uno quema a través de esa válvula de escape.



"Get a good night’s sleep why: If you sleep well, you think well. 
 Sleep loss means mind loss…and cripples thinking in just about
 every way you can measure thinking.  It’s important to figure out 
whatever amount of sleep is right for oneself and stick to that."
- Big Questions in creativity 2013 -


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Selfiexistencial

A mi no me gusta tomarme selfies, si alguna vez lo he hecho es porque estoy con otra persona que insiste en tomarse una autofoto conmigo, de resto me parece rídiculo el asunto, sobretodo por lo engorroso que resulta, en fin,  a la larga eso no importa porque cada quien hace lo que le da la berraca gana en este mundo, desde tomarse una selfie hasta saltar al vacio desde un piso 20.

A pesar de que no practico el arte de la selfie,  ese tipo de fotos no dejan de generarme cierto tipo de angustia, es decir, cuando veo a otras personas tomárselas me parece que son las fotos más incomodas y  forzadas del planeta.  Se podría decir que se parecen a la navidad, en el sentido que  todo el mundo debe actuar sobresaltado de felicidad y quedar retratado como si experimentara el nirvana.  Esto en cuanto a las selfies grupales, las individuales tienden más bien a la cara de pato y una actitud de "Miren lo bueno(a) que creo estar".

Una vez estuve en un evento, y cerca a la barra un grupo de  5 personas, luchaban por tomarse una selfie.  Digo luchaban, porque ya habían intentado tomar varias veces la foto pero  nunca quedaban satisfechos con el resultado.  Justo en ese momento, yo pasaba al lado de ellos,  y  Como buen samaritano sapo que a veces suelo ser, les pregunté  ¿Quieren que les tome la foto? y una de las mujeres del grupo me respondió "¡No!, es una selfie", en un tono que  evidenciaba  que la frase habría podido ser " Duhh ¡No Tarado!, es una selfie".

Otra vez también me pasó en una playa, habían dos niñas de unos 15 años, que estaban experimentando una situación similar y tampoco aceptarón mi oferta para tomarles la foto, a pesar de que llevaban ya un rato intentando captar su mejor imagen.  Depronto pensaron que era un pervertido o algo asi, vaya usted a saber que piensan acerca de uno las personas que nos ven por  primera vez en la vida. 

 El punto es   ¿Qué berraca diferencia hay entre una foto tomada de forma normal y una selfie?
Debe ser, imagino yo, que todo el ritual de una selfie tiene un efecto catártico, el cual nunca podré experimentar.

martes, 2 de diciembre de 2014

La Soñadora

 Hace mucho tiempo, un amigo de toda la vida me presentó a una amiga de una amiga.  Desde ahí todo se comienza a torcer, cuando los grados de separación para conocer a alguien son forzados.   "La vieja es chévere y también le gusta leer y escribir".  Con esa frase me convenció.  Uno tiende a creer que algo podría pasar con una mujer que tiene gustos similares, pero precisamente ahí esta el error, en creer que si o si va  a ocurrir algo con esa persona que de repente es tan similar.  Considero chimbos esos planes de "Le voy a presentar a alguien" por toda la expectativa que se crea.

Él  me dio el correo de hotmail de ella, y recuerdo que comenzamos primero a chatear por messenger.  Los planes con ella me gustaban pues solíamos comer sushi y tomar cerveza y hablar y hablar, hasta que caiamos en cuenta que al día siguiente tocaba  trabajar. 

Ella, en efecto, resulto ser chévere.  Es una vieja descomplicada, con la que se puede conversar tranquila y agradablemente.  Salimos con cierta frecuencia por un periodo de tiempo, hasta que la "relación" se enfrió y dejamos de hablarnos tan seguido.

Cuando la conocí ella ya había abandonado su blog, en el qué narraba sus sueños, porque, según ella, casi siempre sueña, o más bien recuerda todos los sueños, no como retazos sin edición sino con una secuencia e hilo conductor, en la medida de lo posible, coherente.  Las únicas veces en que no recuerda nada es cuando se acuesta muy cansada, de resto siempre logra recordar sus sueños.

Entre los muchos temas que hablamos, también me contó de su ritual de leer las últimas palabras de cada una de las novelas que lee.  últimamente nos hemos visto en conciertos, y ya superada esa época de conquista, me doy cuenta que mi intención de relación con ella fue un mero capricho.  

lunes, 1 de diciembre de 2014

Proyectiles

Las palabras, a pesar de todo lo bueno que tienen y representan, muchas veces también pueden ser utilizadas como proyectiles, y equivalen, guardadas las proporciones, a un mísero dardo, uno con veneno o una bala de cualquier calibre, incluso algunas son como una bomba y desatan una reaccción en cadena.

Aun no somos conscientes del poder que tienen las narrativas contra las que nos enfrentamos a diario, e incluso, tampoco de las que generamos y vamos disparando por ahí como si nada.

EL punto es, creo yo, que en medio de nuestro discurso, charla, historia, etc. muchas de esas palabras que lanzamos, se convierten en proyectiles que se clavan en lo más profundo del corazón o la  mente de las personas y la zona que suele verse comprometida es la del orgullo.  De ahí que las personas cambién radicalmente con uno de un día para otro.  Es posible que cualquier juego de palabras que uno haya utilizado, sea asimilado  como un proyectil.

Todo se complica aun más, pues me imagino que esto suele ocurrir debido a una suma de factores que uno no controla: hora, estados anímicos, clima, etc. más la complejidad del cerebro humano y su extraña capacidad  de percepción. 

Todo funcionaría mucho mejor, si en medio de esa "guerra", tácita para unos y desconocida para otros, tuvieramos el valor de decir cuando estamos heridos, para así evitar malentendidos.

El único remedio es tratar siempre de hablar lo más claro posible.

"I know one million ways
To always pick the wrong thing to say
Oh yes I do"