lunes, 23 de marzo de 2015

Beatriz


En estos días, un pasaje de una novela me hizo acordar de una profesora que tuve en tercero de primaria que se llamaba Beatriz.  Ella era alta (debía medir más de 1.70), tenía varias canas y una voz chillona.  

Beatriz tenía una forma muy particular de llamar la atención del curso, cuando este se encontraba inmerso en un desorden completo.  De un momento a otro, al agotar sus recursos pedagógicos, agarraba una regla de metal entre sus dedos y la golpeaba contra el escritorio como si estuviera picando una cebolla a toda velocidad.

El ruido que lograba hacer con ese acto era ensordecedor y sumado con su voz chillona, era casi un combo mortal.  Ella también parecía estar siempre con el pecho congestionado.  Una imagen que desearía no tener grabada en mi memoria es que, en ocasiones, cuando tenía mucha tos, no le importaba realizar ese ruido gutural, que casi parece de ultratumba, para luego escupir en la caneca del salón.
 Beatriz también vivía quejándose de sus venas varices, pero a pesar de eso no recuerdo haberla visto nunca con zapatos planos; siempre vestía de sastre y tacones. 
En mi colegio la cancha de fútbol más cercana a los salones de primaria, era de cemento, y tenía, como  cualquier cancha de fútbol de colegio,  la capacidad de soportar más de tres partidos al mismo tiempo.

Un día Betriz tuvo la mala idea de caminar en medio de la cancha en pleno recreo.  Alguien, en medio de ese desorden era imposible identificar al agresor, le metió un tradicional taponazo a un balón mientras ella iba pasando, el cual deafortunadamente hizo  impacto en una de sus pantorillas.

Todavía recuerdo los gritos de dolor de Beatriz, quién quedó tendida en el suelo.  Creo que al rato, como niños, le restamos importancia al episodio y continuamos jugando.

sábado, 21 de marzo de 2015

Microoondas automático



Desde hace ya varios años,  mi  desayuno no es eso que unos denominan "trancado".  Recuerdo que cuando estaba en el colegio, desayunaba exageradamente: Huevo (a veces dos), pan con mantequilla y mermelada, cereal y chocolate.  Me solía aplicar semejante banquete muy a las 5:30 de la mañana.

Ahora mi desayuno suele consistir en un café, el cual acompaño con galletas, un pedazo de torta o pan.  Todo un sacrilegio para ese grupo de militantes que veneran al desayuno cómo la comida más importante del día.

Hoy, al momento de prepararme el desayuno y  como casí todos los dias, serví agua en un pocillo para calentarla por 150 segundos en el micorondas. 150 es un número que tecleo casi de forma inconsciente, acción que finalizo oprimiendo el botón de "inicio".

Hoy mi rutina tuvo un ligero cambio, completamente involuntario: Después de realizar el procedimiento que describí, y justo cuando iba a oprimir el botón de inicio, me di cuenta que en vez de 150, había digitado la clave de mi tarjeta debito.
 
 ¿Qué pensamiento se me cruzó por la cabeza en ese momento?  Es chistoso y hasta aterrador, ver como el cerebro le pertenece a uno, pero a la vez es un organo completamente independiente.  

De pronto es por eso que  el mundo hoy en día tiene tanto loco suelto.  Personas que como su vecino, compañero de trabajo, familiar, pareja, etc. parecen y actúan de forma normal, pero de un momento a otro el cerebro les envía una orden que  los lleva a cometer actos involuntarios.

jueves, 19 de marzo de 2015

Desdoblarse

A primera vista la palabra hace referencia a cualquier acción que realizamos para no estar doblados, entonces desperezarse podría ser un sinónimo para  esa palabra. En el terreno de lo paranormal, en el que no soy experto, significa que el alma se sale del cuerpo.  

Hoy me acordé de un sueño recurrente que tenía cuando era pequeño, en el cual como si fuera un narrador en tercera persona, veía como yo me salia de mi cuerpo, y flotaba hasta un mueble que estaba cerca a la puerta.  Justo cuando llegaba ahí, lentamente, como si alguien me depositara con sumo cuidado, descendía hasta el piso.  Apenas estaba completamente recostado, me paraba y corría a toda velocidad hacía  mi cuarto para zambullirme dentro de mi cuerpo y, me imagino, seguir durmiendo .

La verdad no me interesa desdoblarme de verdad, pues he escuchado que hay personas que lo hacen y que por algún motivo no pueden volver a su cuerpo. No sé si entonces se morirán o qué, pero no tengo intención alguna de averiguarlo y mucho menos de quedarme vagando en otro plano astral,  ¿Qué es eso?.

Suficientes son las cosas que no entiendo de este mundo, como para ponerme a experimentar con las de otro.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Comer Callados

¿Por qué vamos por ahí pregonando a los cuatro vientos nuestros logros o desaciertos? Imagino que parte de esa conducta se debe a las redes egosociales y su carácter informativo: los status y ubicación geográfica, que potencializan esa actitud en nuestra conducta diariaEl gps fue creado por los militares para la guerra, ahora nosotros lo utilizamos en una constante guerra de fantochería.

 ¿Por qué nos cuenta tanto comer callados?   ¿Por qué tenemos que andar pregonando lo que nos pase?  ¿Qué sentido tiene buscar la constante aprobación y opinión  de los demás sobre lo que sea que hagamos?  

Vivimos siempre esperando el regaño o la palmadita en la espalda  ¿Cómo sería el mundo si las personas no contaran nada?   ¿Si no creáramos ningún tipo de expectativa con nuestras palabras?  De pronto no habría tantos problemas y nunca experimentaríamos ansiedad alguna. 

El punto es que la vida, el destino, el cosmos, Dios, fuerza o ente espiritual místico, o lo que sea, puede torcer en cualquier momento nuestro caminao' y cambiar el rumbo de nuestra historia. Es ahí cuando si aplica el cliché "A mí lo único que me toca hacer es morirme", en el sentido que la probabilidad de  muerte es la única que no tiene complemento.

Debemos aprender y empezar a comer callados en cualquier contexto de nuestras vidas.

"Well life has a funny way of sneaking up on you
When you think everything's okay and everything's going right"
- Ironic -

martes, 17 de marzo de 2015

Palabra


Hoy me siento a escribir con un par de ideas  en la cabeza que no me convencen del todo.  A veces los temas llegan a mí, porque algún suceso del día me evoca un recuerdo, o me genera alguna emoción;  otras veces, una conversación que escucho, o una imagen del día acciona esa palanca que pone en movimiento toda la maquinaria de la escritura.

Hoy me paso eso con otro tema sobre el cual ya tengo un borrador mental y que espero escribir en otro momento.  Después de "descartar", de momento (nunca se sabe cuando la idea va a pedir casi  a gritos ser escrita), esa primera idea, no sabía qué era lo que iba a escribir.  De repente irrumpió esta otra, que para usted, como lector, todavía no debe ser clara.

Creo firmemente que cada palabra, por más insignificante que nos parezca, encierra miles de historias, de las cuales se podrían escribir novelas y sagas enteras.  Estas solo esperan que algún escritor las descubra, y todas luchan, aunque no nos demos cuenta, diariamente contra el horrible síndrome: “Pantalla en blanco”.

Entonces el punto es no parar de escribir nunca, y aferrarse al asiento incluso cuando  la mente se encuentra completamente en blanco. Urgar y urgar el cerebro, hasta encontrar algo, y comenzar a teclear lenta o frenéticamente, pero siempre con ansías de saber cual va a ser el resultado final, pues nunca sabremos que tan larga va a ser la historia después de la primera palabra.