lunes, 17 de agosto de 2015

Al caer la tarde

Todas las horas de todos los días de la semana son iguales.  Quiero decir que, por ejemplo, las 10 de la mañana de un lunes, son iguales a las 10 de la mañana de un martes, miércoles, o  cualquier otro día de la semana.  Lo mismo ocurre con aquellas horas de las 6:00 p.m en adelante, que le abren la puerta a la noche, excepto con las del Domingo.

Cuando cae la tarde ese día es diferente, o uno se siente diferente, pues por algún extraño motivo nos llenamos angustia y ansiedad.

Una vez en una conferencia, el expositor dijo que el día en que  se suicidan más personas es ese.  Me imagino que a esa hora ya la mayoría no tiene un plan diferente que irse para la casa a descansar.  Posiblemente, a  esa hora, la angustia arremete contra nosotros porque sabemos que al siguiente día nos vamos a sumergir nuevamente en esa rutina que tanto desgasta, o tal vez, esas horas son unas de las pocas ocasiones donde comenzamos a cuestionar nuestra vida, porque de una u otra forma es un momento que nos invita a estar solos y , estar solos, sin hacer nada, es algo que nos cuesta demasiado en una sociedad que gira en torno a la productividad y a andar ocupados todo el tiempo.  Me imagino que es en ese momento que ideas locas sobre la muerte rondan la cabeza.

De todas maneras creo que por más que uno tenga una inteligencia emocional muy elevada, esa lapso de tiempo nunca dejará de hacernos sentir extraños.  Solo queda afrontarlo de la mejor forma posible y apostarle a dormir bien; el  Ctrl-Alt-Supr con el que contamos y que cura casi todo.

jueves, 13 de agosto de 2015

Aceptar nuestra "Fealdad"

Creo que todos andaríamos más relajados por la vida si aceptáramos lo que la sociedad dicta que es feo en nuestros cuerpos:  EL gordo o la llanta rimulera en nuestro abdomen, la papada, los cachetes grandes, etc. Creo que cada persona por más perfecta que la veamos tiene algo que quiere cambiar en su cuerpo, si algo tenemos en común todos es la inconformidad.

Hace un par de semanas, en mi agradable ritual de leer, tomar capuchino y comer algo, en la mesa de enfrente se encontraban 5 mujeres y ninguna, creo, tenía más de 23 años.  Por lo que alcancé a escuchar eran estudiantes de psicología y mientras hacían cálculos de cuanto les faltaba para graduarse, una de ella enfatizó en lo siguiente: "Es que yo ni a bate pienso trabajar en una oficina".  No seguí su conversación, no porque no fuera interesante, sino porque a veces hablaban en clave y reían, sobre temas que solo ellas entendían.

Cuando se iban a ir del lugar, decidieron tomarse una selfie.  Después de hacerlo, una a una se fueron rotando el celular para mirar la foto, hasta que una de ellas, que llevaba puestas unas gafas negras de marco grueso, exigió que la repitieran pues quería una sin las gafas.

Hace poco me tomé un café con un grupo de personas, y alguien le pareció importante que nos tomaramos una selfie.  Nunca me han llamado la atención esas fotos pero, para no desentonar, accedí a la petición de la persona.  La tomamos desde mi celular, y luego de luchar con mi motricidad para que no se me cayera al piso  y tomar la foto, todos la miramos.  En esta ocasión una amiga exigió que la repitiéramos porque según ella había quedado cachetona.

El punto es que deberíamos dejarnos de fijar tanto en como nos vemos o, más bien, como creemos que nos ven los otros, y aceptar esa supuesta "fealdad" que llevamos encima.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Naturaleza

Hace poco conocí a una mujer con una actitud impresionante, que tiene como proyecto de vida trabajar con jardines verticales.  Ella, debido a una experiencia muy personal, logró conectarse a otro nivel con la naturaleza, y cree firmemente que la falta de contacto de las personas con esta, es una de las razones por la que experimentamos altos  niveles de ansiedad y estrés en nuestras vidas. 

Hoy me devolvía a mi casa en un bus y este frenó debido a un semáforo en rojo, en una calle que tiene un separador con un camino de ladrillo y  árboles muy grandes a cada lado. Desde pequeño este lugar siempre me trasmitido buena energía.

Sí me bajaba ahí, me iba a tocar caminar 8 cuadras más.  Así que mire al frente, deseché la idea y me concentré en la canción que sonaba en mi MP3.  El bus continuó quieto; derrotando mi pereza me puse de pie rápidamente mientras evitaba que mi cerebro  me regalara cualquier excusa, timbré y me bajé.

Me puse los sudifonos, y caminé bajo la sombra de esos grandes arboles.  Sentí paz y me divertí mirando a las personas que transitaban por ese mismo lugar.  No sé porque, pero me pareció que iban mas livianos que otros que he visto caminar cubiertos por moles de cemento.

Tal vez fijarnos más en la naturaleza es una manera de contrarrestar nuestras penas.

lunes, 10 de agosto de 2015

No esperar nada

Siempre he escuchado decir a varias personas la frase: "Lo mejor es no esperar nada, así uno no se decepciona".   Esta, en parte, puede que sea cierta, pero no invita a nada bueno, sólo a desconfiar de todas las personas, bien sean amigos, familiares o completos desconocidos.

Creo que Uno, más bien, debería entregarse a lo que hace, pensando que no va a recibir nada: ni reconocimiento, amor, regaños, dinero, nada, es decir, hacer las cosas simplemente porque nos gustan y nos hacen sentir vivos.

El punto es que nos deberíamos enfocar más en encontrar eso: pasión, llamado, vocación, póngale el nombre que  quiera, que nos permita vivir sin esperar nada, pues lo más importante, y en lo que centraríamos nuestra atención  es en la tranquilidad y paz que nos regala el vivir la experiencia de lo que sea que hagamos.

No esperar nada es otro de los tantos artes que nos hace falta refinar en nuestras vidas.



jueves, 6 de agosto de 2015

Tedio hacia el cliente

A veces no existe el servicio al cliente sino tedio hacia el cliente.  Hoy estaba caminando y vi una tienda de vinos, como tenía que comprar un regalo, pensé que una botella de vino estaría bien.  Entré al lugar atraído por un cartel en la vitrina que decía: "Los mejores vinos a los mejores precios".  

No sé nada de vinos, es decir mi conocimiento se reduce a que sé que existe vino tinto (siempre he pensado que deberían llamarlo rojo) y blanco, pero de cepas y esas cosas no sé nada más allá de que existen. Lo que si sé es que hay uno que tiene como nombre "Navarro Correas" que me gusta mucho. 

 Bueno, el hecho fue que entré a este lugar que asegura tener los mejores vinos a los mejores precios y pregunté por un Navarro Correas, y la señora que me atendió me dijo: "No, ese no lo tenemos". Supuse que debía ser toda una experta en vinos, y le pregunté que si no tenía uno parecido al que estaba buscando.  Me respondió "Tenemos este chileno de 5 uvas, muy rico".  Agarré una botella, la miré como un no experto en vinos, se le devolví le di las gracias y me fui.  Antes de salir de la tienda, me dijo "Ese vino se consigue en los supermercados" No sé si fue un comentario de buena gente, o porque de cierta forma intentó decirme "Esa chimbada de vino se consigue en cualquier supermercado.

Finalmente le hice caso y fui a un supermercado.  En la sección de licores le pregunté a una mujer por el vino que buscaba.  Esta llamó a otra y le dijo que estaba buscando un Navarro Correas.  La mujer que se hizo cargo de la venta, me miró y me preguntó:  ¿Vino? le dije que sí; no tengo ni idea si esa marca tiene otros licores.

La mujer me llevó al lugar donde estaban los vinos y me dijo: "Hay estos dos, el tradicional y uno de colección privada"
" ¿Y que diferencia hay entre uno y el otro?"
La mujer, que mascaba chicle puso cara de aburrición y me respondió:
"pues que uno es tradicional y el otro colección privada"
Estuve a punto de reírme de esa respuesta tan chimba, pero finalmente le dije
"pues si, eso es obvio, pero en que se diferencian?"

Me miro y puso cara de " ¿Qué importa? llévese el que quiera y no me moleste" y me respondió con una frase un poco técnica de un proceso del vino, que imagino utiliza cuando un cliente quiere conocer las diferencias entre dos vinos.  Me habría gustado responderle algo como "Si va a atender de mala gana déjeme solo y vaya a mascar chicle a otra parte".

Al final me llevé la botella de "Colección privada" solo porque costaba más.  Supongo que un mayor precio, en cuestión de vinos, implica mayor calidad.

miércoles, 5 de agosto de 2015

La Poetisa de la voz quebrada

Ayer tenía una reunión por la tarde.  Llegué antes, así que decidí ir a una librería que tiene un café para leer un rato.  Me compré un capuccino y un muffin de frutos rojos y me tocó sentarme  en un asiento de cuero porque todas las mesas estaban ocupadas.

Tuve que demorar un poco mi lectura porque no había manera de, sólo con dos manos, manejar el libro, comerme el muffin y tomar capuccino .  Después de unos minutos por fin pude sacar el libro y comenzar a leer.

Detrás mio, en una de las mesas, se encontraba una mujer con un saco blanco que contrastaba con sus labios que estaban pintandos de un color rojo intenso, y un hombre con saco negro y barba.  A primera vista, y por la forma en que se trataban y reían parecían ser sólo amigos.

En un momento, e levanté la mirada porque una señora tumbo unos libros y eso me distrajo.  Cuando iba a sumergirme nuevamente en la lectura, caí en cuenta que podía oír claramente la conversación de la pareja.

"Sí, imagínate.  él es muy chistoso.   Siempre habla sobre mí y dice:"imagínense ella no fue a las primeras clases y ahora escribe poesía" le decía la mujer al hombre.

Hablaron otro par de cosas a las que no les puse mucha atención, hasta que de un momento a otro, la mujer cambió el tono de su voz y dijo:

"lo que pasa es que nos fijamos más en lo que nos faltaba que en lo que teníamos.  De todas maneras es chévere volver a verte.  Después de este tiempo, siento que cerraste filas, y yo quería hacer un punto de quiebre en mi cabeza."

No sabía si tenían agarradas sus manos, se miraban con amor, desconsoladamente o si llevaban las tazas  de café a sus bocas de forma nerviosa, y si me hubiera volteado para apreciar la escena, habría sido muy obvio que estaba espiando su conversación.  La mujer continuó hablando, ahora su voz le temblaba.

"Quiero que sepas que me importas mucho, lo que piensas, como estás, y quiero que te quedes con eso.  No tengo ni idea para ti que fue esto...y pues sí, la vida fue extraña. No tenía pensado decir esto, estoy divagando.  Es chévere volver a verte."

El hombre comenzó a responder pero de acuerdo a su tono de voz, era claro que no estaba tan sentimental como su ex-novia, ex-cuento o  lo que fuera.  

Le doy la razón a la poetisa, en el sentido en que a veces uno comienza a hablar, sin haberlo pensado, y le suelta a alguien un montón de información que, más allá de querer intentar algo nuevamente con esa persona, tiene como fin desenredar la cabeza y el corazón.  A veces es bueno hacer eso, porque no existen palabras más sinceras que las no planeadas.

martes, 4 de agosto de 2015

Dejar respirar

Ayer comencé a escribir un texto, hasta que me acordé de algo que alguien me dijo el fin de semana pasado que me hizo confrontar muchos puntos de vista personales.  Ese recuerdo  me hizo dar rabia, dejé de escribir y me fui a ver televisión.  

 Eso a veces es bueno, es decir, que alguien haga el papel de antagonista, pero entonces  ¿Por qué me dio rabia? porque me molesta cuando los que lo cumplen no cuentan con argumentos sólidos y la historia a la que nos enfrentan se basa en el miedo y/o angustias personales; eso  aburre a cualquiera.

Volviendo al tema del escrito, lo dejé por la razón que ya expliqué y también porque estaba cansado.  Dudé en dejar de escribir, y mientras pensaba en  hacerlo o no, le dí una leída al texto.  

Me encontré con un párrafo de las mil madres que no tenía sentido alguno, lo leí varias veces, le agregué un par de palabras, le cambie puntos por comas, comas por punto y coma, pero nada, el maldito seguía igual de ininteligible. Eso aumentó mi rabia, grabe el documento y apagué el computador.

Hoy volví a trabajar en el documento.  Primero lo leí todo, después comencé a editarlo y logré derrotar ese párrafo que parecía no tener sentido alguno.  Ahora me parece que todo el escrito tiene más sentido y ritmo.  

A veces es bueno dejar que las cosas respiren, apartarse por un rato para luego tomarlas y atacarlas de nuevo.  Eso es algo que no solo se debe hacer con los escritos, sino con cualquier  situación o evento  al que no le vemos ninguna salida en un momento determinado.