lunes, 18 de enero de 2016

Malabares mañaneros

Domingo. Un día que se supone es de descanso.  Son casi las 9 de la mañana y espero, en un semáforo, a que unos amigos me recojan.   

Hay pocos carros al igual que transeúntes.  Me fijo en un hombre que, en medio de un sol que cada vez es más picante, aprovecha para hacer malabares cuando el semáforo se pone en rojo. En cada parada no son más de 2 los carros que presencian su espectáculo. Al inicio de su acto el hombre, que lleva una camisa azul, jeans, medias con rayas de diferentes colores (me llama la atención la franja de color rojo, que sobresale entre los demás colores pastel) y unos tenis desgastados, dice:


"Buenas, buenas.  Unos malabares mañaneros"

Su acento no es colombiano, quizá argentino o uruguayo.  Su acto está dividido en tres partes: la primera consiste en hacer malabares con unos pines para jugar bolos, luego agarra un balón de plástico y efectúa una serie de cabecitas.  Para terminar agarra otro balón y junto al primero los pone a girar en los dedos indices de sus manos, mientras las rota de afuera hacia adentro.

En varias oportunidades los balones se le caen mientras hace las cabecitas o en el cierre de su presentación.  El hombre le resta importancia a esos errores, y los combate con una gran sonrisa que le regala a los conductores. Unos bajan la ventana para darle algunas monedas, en ocasiones no recibe nada.

Definitivamente el domingo  no es un día de descanso para este malabarista mañanero.  Mis amigos finalmente llegan, y mientras me subo al carro lo veo tomando tinto en el separador. 

Somos muy parecidos a ese malabarista, pues todos, por más profesionales o expertos que nos consideremos, cada día hacemos malabares para sortear la vida de la mejor manera posible.

sábado, 16 de enero de 2016

Botarla toda

No soy fanático de Dream theater, creo que me atafaga tanto virtuosismo, en fin, una mera cuestión de gusto o punto de vista. Hasta ayer no sabía que Mike Portnoy había dejado la banda con el ánimo de hacer algo diferente.


El resto de integrantes, tuvieron entonces que realizar unas complicadas audiciones para encontrar su remplazo; digo complicadas porque no sé que tan fácil será encontrar bateristas de semejante nivel en la escena musical.

Finalmente Mike Mangini fue el elegido. Ayer vi el video de su audición. Según me contó un amigo, los bateristas que participaron tenían que realizar tres pruebas: una, tocar una canción de la banda; otra , improvisar junto al resto de integrantes , y una tercera que ya no recuerdo en que consistía.

Tengo entendido que en este video Mangini presenta la segunda prueba, la del jamming, y a medida que hace redobles, tripletas, maneja un doble bombo desquiciado y lleva toda clase de tiempos y destiempos en su cabeza, se ve todo el esfuerzo que le esta poniendo a su interpretación, y también como despliega todo el arsenal que tiene como músico y baterista.

Sería bueno mirar la forma la podemos botar toda  en lo que sea que hagamos.

The thing that stands out about Mike Mangini is that he played 
with like such, you know, intensity, direction and power.
- Jordan Rudess -


jueves, 14 de enero de 2016

Todo y nada

Hace poco, no recuerdo donde, leí una frase que decía: "No entendemos nada pero hablamos de todo".  La mejor prueba de ello son las redes sociales,  vivimos indignados por todo (gobernantes, leyes, figuras publicas, política, concursos de belleza, economía, maltrato a animales, etc.) y  compartimos con el planeta esa indignación, pero esa pataleta mental,  que cargamos todos los días, solo  se queda en eso y lentamente nos va pudriendo.

¿Por qué no trascienden nuestras quejas y/o molestias? creo que eso ocurre porque nuestras acciones siempre son individuales y muy rara vez colectivas o en tracamanada (Excelente palabra esta).  Lo ideal sería que si un grupo de personas o incluso toda una nación,  comparte una insatisfacción hacia algo, protestaran  al unísono, pero eso  muy rara vez ocurre.  

En el fondo de, llámelo alma, sistema de creencias o como quiera, tenemos clavado un culto y respeto por el estado de los eventos; nos aterra el cambio y las represalias o desventajas que este pueda traer.  Así nos han programado desde pequeños,  pero de alguna forma deberíamos tratar de romper ese patrón de conducta.

Lo ideal sería que cualquier tipo de sociedad actuara como la que plantea Saramago en su Ensayo sobre la lucidez, donde la mayoría de la población decide votar en blanco; de resto seguiremos hablando de todo sin entender nada.

Me pongo a imaginar si todos abriésemos las bocas y no callásemos."
- José Saramago -

miércoles, 13 de enero de 2016

3600 verdades

Camino por la mitad de la calle en un mercado de pulgas, sin ánimo de fijarme en nada de lo que ofrece  cada uno de los puestos que se encuentran a lado y lado.  Continúo con la misma consigna hasta que me doy cuenta que unos metros adelante, a mí derecha, se encuentra un puesto con libros.  Nunca dejo escapar una oportunidad de hojear libros así no tenga intenciones de comprar uno.

El señor que atiende el puesto, habla con un posible  comprador sobre una versión del Quijote que, según él es muy buena por X razón.  La verdad no le pongo atención a lo que dice.  Escaneo con la mirada los libros que se encuentran sobre una mesa, y me llama la atención el que lleva el título "3600 verdades de punta".

Sé que no es una novela y que seguramente será un libro repleto de frases motivacionales o verdades, según  asegura su título.  Lo agarro y lo abro más o menos por la mitad para ver si el destino, la vida o lo que sea me quiere regalar una gran verdad que me va a ayudar este año.  La frase con la que me debía encontrar es la siguiente:


"Las mujeres son como la publicidad, no se 
les puede creer ni el 50 % de lo que dicen" 

¡misógina estupidez!, cierro el libro con rabia y lo vuelvo a poner en la mesa.  Si esa es una de las verdades, no me imagino lo insulsas que serán las 3599 restantes.  Hubiera preferido encontrarme con: "Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa", o alguna "verdad" por el estilo.

martes, 12 de enero de 2016

Rabia

No suelo ver noticieros, pero la semana pasada escuché, de un televisor que tenía el volumen alto, a Inés María Zabaraín (el nombre de esta mujer es una fiesta fonética) leer una noticia en la que decía: "Hoy X día de Enero el país recuerda con rabia la perdida de la corona de Miss Universo."

¡Hágame el berraco favor! Imposible indignarse con la presentadora pues imagino que estaba leyendo, en una acción automática  que realiza todos los días, de un teleprompter, pero  ¿Qué clase de chimpancés con patines redactan esas noticias?

 ¿Qué es el país? me imagino que hacia referencia a los habitantes de Colombia.  Como país también podría considerarse todo lo que se encuentra contenido dentro del territorio colombiano,  ¿no?, si es así, recordaba también con rabia el río Magdalena la pérdida de la corona de Miss Universo? No creo, de llegar a sentir rabia más bien sería por tener disminuido su caudal a causa del fenómeno del niño.

Decir el país esto o el país lo otro, es una frase casi igual de ambigua a esa otra de "Colombia es pasión", que repetimos, sacando pecho,  como un mantra.  Como afirmaba un amigo, Colombia es solo el país donde vivimos y ya, pero muchas veces nos quedamos patinando en esa nostalgia de "A mí deme un aguardiente, un aguardiente de caña"...

Le comenté a mi hermana lo que pensaba, y me dijo que no me amargara y ya, y creo que tiene toda la razón, pero más allá del amargue lo que pienso es que no somos conscientes de todas esas bombas narrativas que a diario nos regalan los medios de comunicación, que quien sabe cuanto tiempo se quedan nadando en nuestro cerebro, y nos inducen a actuar de cierta manera.

Yo no recuerdo con rabia ese incidente, creo que la única que debió haberse indignado por lo sucedido era la representante colombiana.

lunes, 11 de enero de 2016

Bala perdida

Me imagino, la verdad no sé, pues resulta imposible imaginarse el horror de una guerra, que si un soldado se encuentra en medio de un tiroteo, lo primero que busca es sobrevivir a toda costa, y dado el caso de que necesariamente tenga que entrar en acción, se sentiría "mejor" si es herido en pleno combate que por una bala perdida.  

El punto es que en nuestro diario vivir vamos dejando que las casualidades  nos impacten como balas perdidas, y sería mucho mejor las heridas que vamos obteniendo,    fueran  producto de nuestras guerras, es decir  de esas misiones personales que emprendemos cuando queremos obtener algo que nos mueve y da vida.  

En este orden de ideas, mejor que seamos impactados por un fuego cruzado, en vez de una bala perdida.


Se burlarían de él si llega a saberse que le ha dado una bala perdida.
- HHhH -

domingo, 10 de enero de 2016

Estampida

"Huida impetuosa que emprende una persona, 
un animal o, especialmente, un conjunto de ellos."
-RAE -

 ¿Qué tal que de un momento a otro las palabras comenzaran, en estampida, a abandonar  nuestro cerebro?,  ¿Qué de un día para otro al ver un objeto no fuéramos capaces de pronunciar su nombre y olvidáramos su significado porque ya no lo tenemos almacenado en los abismos de la memoria?

En el accidente que me dejó el amable recordatorio, me golpeé la cabeza.  Luego de dos cirugías, un tiempo en cuidados intensivos y otro de terapia física, comencé también a tener sesiones de terapia de lenguaje. Ese nombre me gusta: "Terapia de lenguaje", ojalá pudiéramos tratar, aparte de leer y escribir, nuestro lenguaje materno de alguna manera, para utilizarlo mejor.

La terapeuta que me realizaba las terapias físicas era una mujer hermosa, más que por su físico, por el cariño y el empeño que le ponía a la recuperación de cada uno de sus pacientes; por otro lado la mujer de la terapia de lenguaje era algo mayor, y era de ese tipo de personas que suelen llevar una cara de amargue a todo lado.  No me gustaba hablar con ella, porque siempre parecía hacerlo entre lineas, como ocultando el verdadero significado de sus palabras o de su lenguaje, tal vez era una de las tantas técnicas que utilizaba en su terapia.

Una vez, no recuerdo por qué, tuve la sesión con otro hombre que también se había golpeado la cabeza.  Eramos, por decirlo de alguna manera, hermanos de convalecencia, con la única diferencia que a él no lo pudieron operar, pues su hemorragia había ocurrido muy adentro de su cerebro.

Carlos, creo que así se llamaba, cada vez más cosas, personas y eventos de ese entonces se diluyen en mis recuerdos, utilizaba unas gafas con marco negro grueso y era una persona alegre, nunca paraba de reír.

Estábamos los dos en el consultorio de la terapeuta y ella leyó un párrafo que, imagino, involucraba a unos caballos.  Cuando terminó de hacerlo, volteó a mirar a Carlos y le preguntó el significado de la palabra "Estampida".  Yo me sentí como en un examen oral.  Miré como Carlos se quedaba en silencio; sabía que estaba recorriendo su cabeza de un lado a otro buscando la maldita definición de esa palabra o como asociarla con otra, y es que  ¿Acaso cuantas veces utilizamos "Estampida" en nuestras conversaciones habituales?,  ¿por qué no le preguntó algo más fácil? Él al final se dio por vencido, y respondió con algo de pena y decepción: "No sé".

La terapeuta no le dio importancia a su respuesta y de inmediato volteó a mirarme a mí, y me dijo: "Juan Manuel,  ¿Qué significa estampida?" Era obvio que no le iba a responder: ""Huida impetuosa que emprende una persona, un animal o, especialmente, un conjunto de ellos." en ese momento lo único que queríamos Carlos y y yo, era salir en estampida de ese consultorio, solo atiné a responderle: "pues, Una estampida de caballos".

Creo que me felicito por mi respuesta, pero dependiendo de quien vengan, y como la de esa ocasión, hay congratulaciones que no significan nada, principalmente porque tuvo el descaro de restregarle a Carlos en la cara, mi supuesto acierto. 

Me agrada la fuerza de estampida; que está contenida al tener que cerrar los labios para pronunciar esa m con sabor a p.  No sé por qué, pero me dan ganas de clavarle una tilde en alguna de sus vocales.