lunes, 4 de abril de 2016

Sacar cosas de la cabeza

Al llegar a las escaleras coincido con dos hombres que están en un curso de Novela Corta en el salón de al lado.  Uno le dice al otro "Si el motivo de uno para escribir es la plata, uno nunca escribiría.  Uno escribe para sacar cosas de la cabeza."

Quise participar en la conversación e incentivar al hombre a que siguiera hablando pero no lo hice, luego los perdí de vista. El resto del día pensé en su frase: "Uno escribe para sacar cosas de la cabeza".

La frase, sin llegar a ser pretenciosa, es una de esas perlas de sabiduría urbana con las que a veces uno se topa en la calle.  Algunos dirán que es obvia y si, lo es,  pero en ello radica su fuerza.

De las múltiples válvulas de escape que empleamos para no enloquecer, escribir, es sin duda una de las mejores.  Otros se entregarán al trago, el sexo, la política, , rajar del prójimo, la droga, el fútbol, etc.  Escribir les lleva un poco de ventaja a todas esas conductas, pues al mismo tiempo que se sacan cosas de la cabeza, también se hacen las paces con estás.

“Él estaba probando un bisturí eléctrico sobre un filete de vaca.
De súbito me dijo: "Fíjate, Juanjo, cauteriza la herida
En el momento mismo de producirla."  Comprendí que la escritura,
Como el bisturí de mi padre, cicatrizaba las heridas en el instante
De abrirlas e intuí por qué era escritor.”
– Juan José Millás, El Mundo –    

viernes, 1 de abril de 2016

Dispersarse

A pesar de la connotación negativa que puede tener esa actitud, ser disperso, prestar la atención a diferentes cosas al mismo tiempo y a la vez a nada, o experimentar episodios de dispersión, tiene sus ventajas.

Muchas veces, el cerebro, las emociones y hormonas nos juegan una mala pasada y nos subimos a la montaña rusa de los estados de ánimo.  A la larga creo que todos somos bipolares, sino que nos da miedo aceptarlo.  

Hoy en un momento del día me ocurrió eso.  No sé qué sensación o recuerdo activó una amoción negativa y comencé a darme palo mental con toda. Apenas intentaba sacar una excusa otro pensamiento podrido tomaba el control para que siguiera sintiéndome mserable.  En medio de eso, me distraje con algo, una página de internet, un apunte de mi libreta, la letra de una canción que llegó a mí cabeza, un ritmo de batería que ejecuté sobre unos tambores imaginarios, ya no me acuerdo qué fue, y volqué toda mi atención hacia eso.  

Gracias a ese episodio de dispersión logré echar todos los pensamientos negativos a la papelera de reciclaje de mi cabeza.  Como los desgraciados se restauran solitos, no me queda otra que refinar el arte de la dispersión.

jueves, 31 de marzo de 2016

Las virtudes de lo desagradable

En estos días no he tenido muy claro que es lo que voy a escribir, algo más bien desagradable. Varias ideas flotan en mi cabeza, pero las tengo destinadas para unos artículos específicos y no las quiero comenzar a tallar; no me gusta hacer eso, es decir, manosear una misma idea en más de dos escritos.

Siempre he creído que la verdadera importancia de la escritura radica en conectar ideas, hecho que sobrepasa totalmente la buena ortografía y la puntuación; para eso existen los editores y correctores de estilo, pero somos felices ensañándonos en corregir a los que escriben "ay" en vez de "ahí" y esas cosas. Siempre nos fascinará convertirnos en los maestros de la tilde y la coma para señalar los errores de los demás.

Conexiones Forzadas es unna técnica creativa para generar ideas y, a grandes rasgos, consiste en relacionar un tema con características de elementos escogidos aleatoriamente. Juan José Millás es brillante haciendo eso y otro escritor que también me parece muy bueno en ese aspecto es Juan Esteban Constaín, que nunca define previamente el tema de sus columnas, sino que este surge únicamente cuando se sienta a escribirlas.

Me gustaría que mi cabeza trabajara más a punta de conexiones forzadas, una manera de salirse de la caja, que buscando certezas. 

Otro escritor que parece nutrirse con frecuencia del mundo de las conexiones forzadas es Malcom Gladwell. Hoy di con un link que me llevo a una de sus charlas del The New Yorker festival, titulada "Las virtudes de lo desagradable". Gladwell comienza la charla diciendo "Me di cuenta que el programa dice que voy a discutir las virtudes de lo desagradable, no lo voy a hacer. Es una tradición mía para estos festivales que aquello que  hablo nunca tiene nada que ver con lo que dije que iba a hablar." 

Gladwell luego argumenta que le piden definir el título de su charla varios meses atrás y que eso es como si le hubieran preguntado que iba a comer esa mañana, algo imposible de saber. También para el resulta divertido diseñar títulos que sugieran charlas interesantes.  

Cierra la introducción de su charla con las siguientes palabras: "Realmente no sé cuales son las virtudes de lo desagradable, pero cuando las descubra estaré más que feliz de poder compartirlas, en un próximo año, con ustedes ".  Sobra decir que yo tampoco las conozco.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Dulce

Con un vaso de capuccino en mis manos, busco una mesa , veo una, pero las mesas de ambos lados se encuentran ocupadas y no quiero tener a nadie cerca para no distraerme con sus conversaciones.  Paso de largo pero finalmente no encuentro otro sitio y me devuelvo a la primera mesa que vi.

A mi derecha se encuentra un hombre trabajando en un computador.  Por su vestimenta, lo defino como nerd, que vaina uno siempre juzgando a las personas, luego pienso que podría ser el próximo Mark Zuckerberg,  Cuando uno se las suele dar mucho, llega la vida y le da tres cachetadas. probando que el bobo es uno.   

Saco unas fotocopias y me pongo a leer, me concentro hasta que dos viejos, vestidos con trajes grises y corbata, sentados en la mesa a mi izquierda comienzan a hablar fuerte; uno, al parecer el lider de la conversación, le dice al otro en un tono burlesco y malicioso:

"Es que ahí es que tenemos que ponerles el dulce, para que lleguen como hormigas"

Al terminar la frase soltó un pequeña carcajada.  Su amigo lo escuchaba sin decir nada, tal vez toda la estrategia del dulce le pareció, como a mí,un chancuco (excelente palabra esta).  Antes de irse el hombre le mostró un papel a su compañero y le dijo: "es que mire, el logo de ellos es como una hormiga, tenemos que ponerles el dulce, tenemos que ponerles el dulce" y otra vez se hecho a reír.

Espero, en lo que me queda de vida, no tener que ver en lo más mínimo con esos ejecutivos de estrategias retorcidas y  dulces.

martes, 29 de marzo de 2016

Camiseta guisa

Hoy jugó Colombia. a mi parecer lo hizo bien, pero yo de fútbol sé más bien poco.  El hecho es que el equipo ganó, lo que permitió para muchos que este martes se haya convertido en un mini-viernes.  Cuando salí  a la calle, vi a varias personas con la camiseta de la selección.  Inmediatamente me acordé de María.

María es una mujer con la que alguna vez trabajé y a la que le aplica perfectamente el término "compañera de trabajo" pues a pesar de que hablábamos y nos tratábamos bien, siempre existió una barrera entre nosotros que impidió convertirnos en amigos. Hay personas que simplemente no entran en el terreno de la amistad ni a bala.

En ese entonces, en un día de trabajo, jugó la selección y María estaba muy indignada.  En el almuerzo nos explicó por qué. Ella, en su mundo, no puede concebir  que existan mujeres que se pongan falda, tacón y que rematen su vestimenta con la camiseta de la selección Colombia.  "Muchas viejas tan guisas" fue lo que dijo.

A mí siempre me gustó entrar en polémica con ella, y apenas dijo eso le pregunté que por qué lo afirmaba. No me acuerdo que me respondió, pero tenía que ver algo con su concepto de moda, fashion y verse bien o arreglada.

Nunca he sido muy fan de la moda, y escasamente me preocupo por mi ropa.  Recuerdo que cuando era pequeño y llegaba del colegio en la tarde, me cambiaba de ropa para  salir a jugar con un amigo.  Mis pintas favoritas eran unas bermudas de colores chillones, y unos sacos estampados.  Ahora me parece una ropa súper chistosa pero para mi, en ese entonces, era la vestimenta más  cool que podía existir.

A la larga todo se reduce, como en casi todos los temas,  al intransferible punto de vista de cada persona, en este caso de las mujeres que utilizan la camiseta de la selección con sastre.  A ellas les puede parecer completamente normal vestirse de esa manera, y mejor aún si les vale huevo hacerlo y lo que piensen las demás personas.

Creo que la crítica a la "camiseta guisa" y otras actitudes de María,  fueron  conductas que evitaron que me convirtiera en su amigo. 

lunes, 28 de marzo de 2016

Consentir

El fin de semana, mientras cumplía con mi ritual de leer y tomarme un capuccino, en la mesa de al lado se sentó una pareja con el hijo de aproximadamente 8 años.  Al él le fue muy mal en todo el desayuno porque pidió un te helado y se lo hecho encima dos veces, al parecer su vaso estaba a rebosar.  El papá lo trato de una manera rabona, y la segunda vez que le ocurrió eso al niño le gritó en un muy mal tono:  "¿Ves? ¡eres un bebé!, ¡eres un bebe!", que en medio de todo esa una frase sin sentido, pues es obvio que un bebe no puede levantar un vaso de vidrio, lleno de algún líquido, por sí solo, en fin.

El hombre casi no hablaba con su esposa, más bien parecía estar pendiente de la próxima embarrada de su hijo, para lanzarle un regaño en forma de grito, afortunadamente el niño no volvió a regar el te, o fácilmente se habría ganado una cachetada.

Cuando el ánimo en la mesa se calmó, la mujer, que tenía las uñas pintadas de rosado, le dirigió la palabra al hombre: "Es que a mí si no me gusta que me toquen o me consientan, que pereza eso" dijo. " ¿Por qué no? le pregunto el hombre.  "Pues una cosa es que a uno le den un abrazo y eso, pero que cualquier persona se pongan a consentirlo a uno si es muy molesto".  El niño seguía la conversación pero no entendía nada, después de que su madre o la novia del papa termino de hablar, comenzó a preguntar  "¿por qué?" como loco.

Una ves en la universidad una conocida actuaba de esa forma conmigo, y apenas comenzaba la tocadera yo me escabullía, hasta que un día me dijo "a ti te molesta que te toquen,  ¿cierto? No recuerdo que palabras utilicé para responderle, pero le deje claro que estaba en lo cierto.

Estoy de acuerdo con la mujer del desayuno, a mí también me da pereza que me consientan o toquen porque sí; lo que pasa es que usualmente a uno no lo consiente la persona que uno quisiera, sino esas por las que uno no tiene ni el más mínimo interés. 


viernes, 25 de marzo de 2016

El siempre mundo cambiante y el mismo miedo

Hoy, mientras saltaba de una página de internet a otra mis pensamientos hacían lo mismo. De repente llegó a mí cabeza, quién sabe por qué, la frase "ever changing world". Tecleé esas palabras en google, con la seguridad que me iba a encontrar con una letra de Guns and Roses.  Había olvidado por completo que hace parte de la canción Live and Let Die de McCartney.

Información sobre el cambio y cómo adaptarse a este (de seguro ya existen artículos tipo: 7 cosas que debes hacer para enfrentar el cambio, 31 lugares que debes visitar antes de morir para cambiar o cualquier chorrada por el estilo) ya sobra. Lo  raro es  ¿por qué todavía nos asusta tanto si es una constante diaria en nuestras vidas?

You can rescue someone from danger, but not from change and death; 
the soldier who survives the battle becomes someone else, something else, 
somewhere else.
- Rebecca Solnit -

Tal vez la respuesta es que siempre tendremos miedo, sin importar quienes seamos o como estemos. Es probable entonces que personajes tan altamente venerados hoy en día como Richard Branson, o Zuckerberg lo tengan;  menos que nosotros tal vez, por ejemplo, no tienen ningún problema con la variable dinero en sus respectivas ecuaciones de vida, pero quien sabe que tema, con el que no se sienten a gusto, les machaca la cabeza.

  "En toda verdad humana siempre hay algo de angustioso, de afligido,
 nosotros somos, y no me estoy refiriendo simplemente a la fragilidad de
 la vida, una pequeña y trémula llama que en todo momento amenaza 
con apagarse, y tenemos miedo, sobre todo tenemos miedo."
- José Saramago -