martes, 19 de julio de 2016

La libreta

Me aburre cuando  me siento a escribir y no pasa nada.  Después de mirar la pantalla en blanco por más de cinco minutos, sin que nada pase, me gustaría agarrarme a cachetadas.  

Creo saber cual es la razón: en teoría, me quedé sin libreta.  Hace unos meses acabé una que tenía el tamaño de un cuaderno pequeño.  Sus paginas eran (son más bien, pues debe estar en algún lugar de mi cuarto) de papel reciclable y no tenía ninguna cuadricula o rayas horizontales, un requisito primordial que deben cumplir.

La semana en la que se me acabo, me entró el afán y compré, en vez de una libreta, un bloc de hojas similares, lisas y rústicas.  El problema es qué su tamaño es muy grande y no cabe en mi mochila, ni en una maleta azul, con millones de bolsillos que suelo llevar a todo lado.

Entonces cuando veo o escucho algo o se me ocurre cualquier cosa, no tengo donde anotarla.  Muchas veces cuando eso pasa pienso "voy a escribir sobre esto" y me repito la frase y el tema varias veces, pero luego me distraigo con cualquier vaina y la idea o tema ingresa al territorio del olvido.  Podría utilizar el celular, si, y algunas veces lo he hecho, pero me gustan las anotaciones a mano, me parecen, no sé por qué , más sinceras. 

Debo obligarme a cargar el mamotreto de libreta nueva que tengo, pues comprar una sin haber llenado la que tengo , va en contra de mis reglas de uso de libretas, y segundo, es un capricho innecesario. 

lunes, 18 de julio de 2016

11 cuadritos de papel higiénico

Ayer fui a un baby shower.  Después de renegar sobre tener que ir y pensar acerca de por qué debemos seguir ciertas conductas para no ser tachados como groseros, la experiencia no fue tan traumática.

Lo que más me aburre de ese evento, es el momento de los juegos: imaginar cuanto mide la panza de la mama, dinámicas con el nombre del bebé que viene en camino, etc.  Afortunadamente en esta ocasión iba con una amiga y a ella alguien le había dado una respuesta infalible: "La barriga de la mamá mide 11 cuadritos de papel higiénico".

Ese dato, como miles de datos que no sirven para nada, quedó grabado en mi cabeza de inmediato e iba a ser mi tabla de salvación para cualquier juego o dinámica en la que me tocara participar.  Mi respuesta, sin importar cual fuera la pregunta, iba a ser: "11 cuadritos de papel higiénico".

Afortunadamente nuestra amiga y próxima madre dejó nos dejo tranquilos en la esquina que nos sentamos y le pidió el favor a sus  hermanos que no nos hicieran participar en ninguna actividad.  De todas maneras fuimos los ganadores del concurso de medición de la barriga. Para este  nos dieron un trozo de cuerda elástica sobre el que debíamos marcar, exactamente, la distancia que iba a cubrir la barriga.

Manejando la cuerda con mi amiga la rompimos cuatros veces y luego de remendarla, su largo coincidió exactamente con la barriga de nuestra amiga.  El premio fue un tetero de juguete repleto de M&M's.

Recuérdenlo, 11 cuadritos de papel higiénico. 

sábado, 16 de julio de 2016

Tono narrativo

Una vez un profesor me critico un dialogo de un personaje, una mujer, porque utilicé un lenguaje fuerte que no le cuadraba y además, el personaje presentaba una actitud que no correspondía con el resto del texto.

Hace unas horas leí un artículo sobre un tema interesante.  El autor comenzó bien pero después de un par de párrafos cambió el tono de su escrito y comenzó a utilizar groserías.  Una de las conclusiones que escribió sobre uno de los puntos, con el que estaba en desacuerdo, en su artículo fue: "Que gonorrea eso".

 Nunca entendí la necesidad, ni la manera  de utilizar ese tipo de palabras en su escrito, y no me refiero a que debió haber utilizado un lenguaje completamente lírico o repleto de figuras narrativas, pues el tema no se prestaba mucho para eso.  Era una columna de opinión, que termine de leer más por reafirmar mi desacuerdo con el tono  que porque en realidad quisiera hacerlo.

Me imagino que muchas veces utilizamos ciertos tonos narrativos para caer bien, para mostrarnos "chéveres".  Intentamos escudar quiénes somos detrás de las palabras y olvidamos que los textos tienen que tener coherencia en todo sentido.  

jueves, 14 de julio de 2016

Frases chimbas

Me siento a leer en un café mientras espero a alguien.  Dos mujeres ubicadas detrás mio charlan animadamente.  En un momento logro escuchar de forma clara lo que hablan: "A cada persona le llega el momento de pagar por lo que hizo" le dice una a la otra.

No alcanzo a escuchar la respuesta, pero parece que la interlocutora cuestionó esa perla de sabiduría, pues la mujer que tiene claro como funciona el sistema de deudas a nivel cósmico le responde: "¿Pero entonces qué Pao?  ¿Que él decida?."

Volteo a mirar a las mujeres; inmediatamente  bajan la voz y la que está convencida de que en el  momento menos pensado  tendremos que cancelar nuestra deuda(s), me mira con cara de pocos amigos.  Rápidamente doy media vuelta otra vez,  pues que miedo deberle algo a esa señora.

Ese "él", que nunca me enteré como se llama, quien sabe que fue lo que le hizo a Pao y, se supone que le llegará un momento en el que deberá pagar por eso, pero  ¿cómo saber que si va a pagar? Esa frase que le regalo esa mujer a su amiga, es prima hermana de "Las cosas pasan por algo" y otras tantas que anestesian momentáneamente.  Frases chimbas que nos repetimos una y otra vez para hacer más llevadera la existencia. La verdad es que muchos nunca pagan, y por eso el mundo esta cada vez está más lleno de deudas a cualquier nivel.

miércoles, 13 de julio de 2016

Millón de dólares

Estoy almorzando y suena mi celular.  Dejo que agote sus timbrazos, "Si es importante me volverán a llamar" pienso. En menos de 5 segundos vuelve a sonar , se supone que, ante tanta insistencia, la llamada debe ser  importante.

Contesto.  Una mujer me da las buenas tardes y verifica mi nombre, le digo que sí soy esa persona, mientras pienso que es imposible que el nombre sea el encargado de definir nuestra identidad.  La mujer se presenta,  se llama Lady.  Siempre que escucho ese nombre me imagino un baile, en un gran salón, lleno de realeza.

Lady me trae de vuelta a la realidad y me dice que es empleada de una empresa de telefonía celular. Emocionada me cuenta que el motivo de su llamada es para informarme sobre unos "Excelentes beneficios" a los que puedo acceder, debido al buen manejo de mi línea.  Entre los servicios se encuentra una mayor velocidad para navegar en Internet y un paquete de minutos adicionales.

Lady agarra confianza con su discurso y continúa nombrando los beneficios pero yo, como todo un Lord, la corto.

"Espere un momento,  Lady,  ¿cierto?" 
"Si"
"Mire Lady, la verdad, independiente de lo que me ofrezca, estoy seguro que le voy a decir NO a todo"
" ¿Por qué señor Juan Manuel?
"Porque cualquier cosa que usted me ofrezca, implica gastar más dinero.  Solo respondería sí, si me ofrece un millón de dólares 
Ríe. "No tengo un millón de dólares"
"Bueno, muchas gracias por la llamada"
"Gracias a usted"

martes, 12 de julio de 2016

uncertainty app

Dos hombres se encuentran y, después del saludo, uno le pregunta al otro: " ¿Y en qué proyecto anda?
"Ahorita con ninguno"
" ¿Entonces que está haciendo?"
"Ahorita estoy de application manager.  Lo de los proyectos está complicad. Ahorita más bien estoy en la mira." Mitra a su interlocutor y suelta  una risa forzada.
"Igual que mi jefe que es argentino" le responde el otro "Ya están que lo sacan"

Creería ciegamente en el mundo de las aplicaciones si alguien inventa una  para el manejo de la incertidumbre, pero eso es un imposible.  Por lo menos que tuviera un rango de error pero  ¿quién lo aseguraría?,  ¿Quién sería capaz de decir, "La uncertainty app solo tiene un porcentaje de equivocación del 20, 30 o 50%".

El Applications Manager no sabe que va a ocurrir con su trabajo.  Cualquier día, cuando falte media hora para terminar la jornada laboral, su jefe lo va a llamar para informarle que ya no hace parte de la compañía.  Lo bueno es que ahí terminará su incertidumbre. 

lunes, 11 de julio de 2016

Porro eterno

Sábado. Raúl me llama para que nos tomemos unas cervezas.  Hace calor, ese clima que se conoce como "sol cervecero", al que las personas se suelen referir con una sonrisa en sus caras; a la larga una excusa pues cuando tomar es el fin no importan mucho las condiciones meteorológicas.

"¿Qué más hermano? oiga, estoy con Camila tomándome unas cervezas,  ¿quiere venir?".  "Este sol cervecero  amerita unas cervezas."  pienso.  No conozco a Camila, solo sé que es una mujer con la que Raúl eventualmente sale, una especie de amiga con derechos.

Cuando llego al lugar me entero que el número de horas que llevan en el local, es casi proporcional a la cantidad de jarras que se han tomado.  Después de saludar a Camila y hablar sobre cualquier estupidez, esquivando temas demasiado comunes como el clima, profesiones, etc. Camila, que tiene puestas unas gafas negras con Marco de carey y fuma un cigarillo con desparpajo, me dice en medio de una sonrisa :  "Yo ya estoy muy borracha."

No me parece que esté borracha, o lo disimula muy bien.  Terminamos la jarra que tienen en la mesa y pedimos otra.  Cada vez que le voy a servir a Camila, ella pone la mano sobre el vaso para indicar que no va a tomar más: "Ya estoy muy borracha" insiste. No la presiono y Raúl y yo nos terminamos la Jarra.

Raúl se va al baño y no sé me ocurre sobre que hablarle a Camila.  Ella sigue fumando y para botar el humo gira la cabeza hacia el cielo y se queda mirando las nubes por unos segundos, como exigiéndoles que se vayan para que el sol aparezca nuevamente.

De un momento  otro comenzamos a hablar sobre Raúl.  Le cuento que me gusta su manera de ver la vida, pues parece que no lo preocupa nada, y que lo que le pasa es exactamente lo que necesita,  Camila sonríe y me dice: "Si, él en todo momento parece como si se hubiera fumado un porro".