lunes, 25 de julio de 2016

With all due respect

Dentro de dos horas tengo un evento.  Pido un capuchino grande y un muffin de manzana.  Este último es pequeño, "podría acabármelo en tres mordiscos" pienso. Sabe a gloria.  Completo el fascinante combo con la lectura de una novela.  Es corta, me faltan como unas 100 páginas y espero terminarla antes de irme del lugar.

Un hombre y una mujer llegan y se sientan en una mesa que queda  diagonal a mi izquierda.  La mujer maneja un coche, imagino que un bebé va adentro, y el hombre que la acompaña lleva un traje con corbata.  Cuando se sientan la mujer me queda dando la espalda y puedo verle la cara al hombre.  Debe tener unos 37 años, es mono tirando a calvo.  Ordenan algo. Continúo con mi lectura.

El muffin se está acabando y todavía me queda mucho capuccino.  Me meto el último trozo a la boca y pido otro. "Deberían hacerlos proporcionales a los tamaños de las bebidas". "Si" me respondo y  Sigo leyendo mientras lo traen.  Me concentro en la lectura hasta que el hombre que llegó con la mujer y su bebe, que debe estar dormido porque no hace ningún ruido, comienza a hablar fuerte.  No tengo ni idea sobre que hablan, pero el hombre entre risas dice: "La verdad es que yo nunca he estado muy involved con eso".

" ¿Muy qué, perdón?  ¿Por qué tiene que zamparle esa palabra en inglés a la frase?  Ese sólo es el comienzo. Nada puede detener la avalancha de palabras y términos en inglés que viene a continuación: "Bran equity" "Income statement" "No me siento motivated", etc.  Lo peor del asunto es que cada vez que pronuncia algo en ese idioma sube la voz.

Dejo de ponerle atención y continúo con mi lectura.  Coincidencialmente uno de los personajes de la novela también suelta frases en inglés pero de manera irónica, incluso chistosa.  En uno de los dialogos le dice a un amigo: "With al due repect, la esposa de su hermano está muy buena".

El gringuito y la mujer se paran y comienzan a despedirse.   Efectivamente llevaba un bebé en el coche que ya esta despierto.  De pronto lo pellizco para que comenzara a llorar y asi acabar  la reunión.

"Hago contacto visual con el hombre.  "With al due respect es mejor hablar en un único idioma"  pienso.  Deja de mirarme y de forma torpe se despide del bebe, agarrándole uno de los pies como si fuera una mano.

viernes, 22 de julio de 2016

Lavar la losa

Hoy desayune huevo, hace mucho que no lo hacía.  La inclusión de esa proteína en el menú, hizo necesario el uso de una cacerola (me gusta esta palabra, se mueve con gracia por la boca cada vez que uno la pronuncia: cacerola, cacerola, cacerola...).

Casi siempre arrumo (otra buena palabra) la losa que ensucié en el lavaplatos para lavarla después pero hoy, quién sabe por qué, quizás por consumir huevo y usar una cacerola, me dio por lavar todo justo después de que terminé de desayunar.

Apenas abrí la llave para humedecer lo que había ensuciado: un plato, la cafetera, la cacerola, un tenedor y un taza, comencé a repasar varios temas que me han dado vueltas en la cabeza en estos días.  Cuando comencé a echarle jabón a todo, caí en cuenta de la manera que lo hacia; muchas ideas, imágenes, opiniones, pasaron por mi cerebro, pero las evalué de lejitos, como un simple espectador, sin juzgar, ni dedicarle más de 5 segundos a ninguna.

Cuando terminé de lavar toda la losa y la organicé en el platero, me sentí bien, tranquilo.  La descarga de dopamina que me produjo lavar la losa fue justo la necesaria.  Fue toda una experiencia Zen.

jueves, 21 de julio de 2016

De comedia en comedia

Un día salió de su casa y le dijo a su esposa que iba a visitar a su madre. Al caer la noche no volvió y en todo el día no visito su destino inicial, además, en su casa, dejo una nota en la pantalla del computador la cual decía: “Lo siento”. 


Así fue que desapareció el comediante Gonzalo Valderrama. Yo no lo conocía por el nombre, pero apenas vi su foto recordé que me había hecho reír un par de veces a la hora del almuerzo, en la playita de arquitectura. 

No alcanzo a imaginarme la angustia que debe producir la desaparición de un ser querido y los miles de pensamientos negativos que deben llegar a la cabeza de los familiares, liderados por la peor pregunta de todas: “¿Estará muerto(a)?”. 

Adicional a eso, el GPS de su celular dejaba ver por donde había caminado, y cada vez más personas decían que lo habían visto en diferentes barrios de la ciudad y que no respondía a su nombre. Sus familiares pedían el favor de no perderlo de vista hasta que la policía llegara al lugar. 

¿Qué por qué decidió desaparecer? Ni idea, nunca sabremos cómo funcionan las misteriosas profundidades de nuestro cerebro, mucho menos cuando están salpicadas por fuertes alteraciones del ánimo, trastorno bipolar afectivo en el caso de Valderrama. 

El viernes luego de su desaparición, en un almuerzo familiar, una tía comentó: “Pobre, ahora todo el mundo va a saber que está enfermo”. 

¿Por qué pobre? ¿por qué nos empeñamos en ocultar ciertos aspectos de nuestras vidas que, querámoslo o no, nos definen? 

Parece que vivimos de comedia en comedia y debemos reír y sonreír a todo momento. Estar mal, tristes, o bajos de nota no es una condición aceptable ¿No funcionaríamos mejor si dejáramos tantos prejuicios de lado y enseñáramos todas esas “fallas” que llevamos encima, esos errores de servidor interno? de ser así, las personas sabrían como interactuar mejor con nosotros y de qué forma ayudarnos. 

Después de tres días de andar desaparecido, Valderrama volvió a su casa. Qué bueno que ese episodio tuvo un final feliz.


Todos somos bipolares, y cada quién, a  su manera, trata de guardar su compostura en los extremos.  Somos buenos fingiendo.

miércoles, 20 de julio de 2016

Destapar

Destapar algo, lo que sea, siempre será divertido, pues es un sinónimo de incertidumbre, de no saber con qué nos vamos a encontrar, mucho más, si la envoltura evita que veamos lo que cubre. Es por eso que me agrada destapar libros, no solo cuando me los dan de regalo, sino también cuando los compro.

 ¿Cómo es eso divertido? de eso se trata en gran parte la vida, de alegrarse con sucesos, aparentemente, ínfimos.  Por lo general el papel que envuelve los libros es transparente.  Se podría suponer que uno ya sabe que viene "adentro" y que  la sorpresa no es mucha, pero más allá de la portada y la contraportada uno no tiene ni idea con qué tipo de historia se va a encontrar enfrentar. 

En ese momento en que uno está a punto de destapar un libro, no importa, ni se debe pensar ,si después de leerlo nos va a gustar o no.  Yo siempre me inclino a pensar que cuando destapo uno que compré a mero feeling o intuición,  me va a confrontar muchas ideas y/o cambiar de alguna manera o , como ya lo dije antes, que va a convertir en migas mi rebanada de pan.

Hoy destapé uno y después de oler sus páginas, como aconseja Constaín, con cada capítulo que leo, siento que me enredo mejor en la narración del autor.

Destapar un libro siempre será uno de los placeres más sencillos y asequibles de la vida. 

martes, 19 de julio de 2016

La libreta

Me aburre cuando  me siento a escribir y no pasa nada.  Después de mirar la pantalla en blanco por más de cinco minutos, sin que nada pase, me gustaría agarrarme a cachetadas.  

Creo saber cual es la razón: en teoría, me quedé sin libreta.  Hace unos meses acabé una que tenía el tamaño de un cuaderno pequeño.  Sus paginas eran (son más bien, pues debe estar en algún lugar de mi cuarto) de papel reciclable y no tenía ninguna cuadricula o rayas horizontales, un requisito primordial que deben cumplir.

La semana en la que se me acabo, me entró el afán y compré, en vez de una libreta, un bloc de hojas similares, lisas y rústicas.  El problema es qué su tamaño es muy grande y no cabe en mi mochila, ni en una maleta azul, con millones de bolsillos que suelo llevar a todo lado.

Entonces cuando veo o escucho algo o se me ocurre cualquier cosa, no tengo donde anotarla.  Muchas veces cuando eso pasa pienso "voy a escribir sobre esto" y me repito la frase y el tema varias veces, pero luego me distraigo con cualquier vaina y la idea o tema ingresa al territorio del olvido.  Podría utilizar el celular, si, y algunas veces lo he hecho, pero me gustan las anotaciones a mano, me parecen, no sé por qué , más sinceras. 

Debo obligarme a cargar el mamotreto de libreta nueva que tengo, pues comprar una sin haber llenado la que tengo , va en contra de mis reglas de uso de libretas, y segundo, es un capricho innecesario. 

lunes, 18 de julio de 2016

11 cuadritos de papel higiénico

Ayer fui a un baby shower.  Después de renegar sobre tener que ir y pensar acerca de por qué debemos seguir ciertas conductas para no ser tachados como groseros, la experiencia no fue tan traumática.

Lo que más me aburre de ese evento, es el momento de los juegos: imaginar cuanto mide la panza de la mama, dinámicas con el nombre del bebé que viene en camino, etc.  Afortunadamente en esta ocasión iba con una amiga y a ella alguien le había dado una respuesta infalible: "La barriga de la mamá mide 11 cuadritos de papel higiénico".

Ese dato, como miles de datos que no sirven para nada, quedó grabado en mi cabeza de inmediato e iba a ser mi tabla de salvación para cualquier juego o dinámica en la que me tocara participar.  Mi respuesta, sin importar cual fuera la pregunta, iba a ser: "11 cuadritos de papel higiénico".

Afortunadamente nuestra amiga y próxima madre dejó nos dejo tranquilos en la esquina que nos sentamos y le pidió el favor a sus  hermanos que no nos hicieran participar en ninguna actividad.  De todas maneras fuimos los ganadores del concurso de medición de la barriga. Para este  nos dieron un trozo de cuerda elástica sobre el que debíamos marcar, exactamente, la distancia que iba a cubrir la barriga.

Manejando la cuerda con mi amiga la rompimos cuatros veces y luego de remendarla, su largo coincidió exactamente con la barriga de nuestra amiga.  El premio fue un tetero de juguete repleto de M&M's.

Recuérdenlo, 11 cuadritos de papel higiénico. 

sábado, 16 de julio de 2016

Tono narrativo

Una vez un profesor me critico un dialogo de un personaje, una mujer, porque utilicé un lenguaje fuerte que no le cuadraba y además, el personaje presentaba una actitud que no correspondía con el resto del texto.

Hace unas horas leí un artículo sobre un tema interesante.  El autor comenzó bien pero después de un par de párrafos cambió el tono de su escrito y comenzó a utilizar groserías.  Una de las conclusiones que escribió sobre uno de los puntos, con el que estaba en desacuerdo, en su artículo fue: "Que gonorrea eso".

 Nunca entendí la necesidad, ni la manera  de utilizar ese tipo de palabras en su escrito, y no me refiero a que debió haber utilizado un lenguaje completamente lírico o repleto de figuras narrativas, pues el tema no se prestaba mucho para eso.  Era una columna de opinión, que termine de leer más por reafirmar mi desacuerdo con el tono  que porque en realidad quisiera hacerlo.

Me imagino que muchas veces utilizamos ciertos tonos narrativos para caer bien, para mostrarnos "chéveres".  Intentamos escudar quiénes somos detrás de las palabras y olvidamos que los textos tienen que tener coherencia en todo sentido.