lunes, 22 de agosto de 2016

Sigor-Cromo

Una vez trabajé en el sector de la Avenida Chile. Por las mañanas, luego de bajarme del bus, pasaba por un lugar donde se ubican varios emboladores de zapatos.

Uno de ellos, con un tono de voz muy similar a los que vocean el clásico “botella-papel” en las calles, invitaba a los transeúntes a sentarse en su puesto, mientras decía algo como: “Siga, siga, Sigoooor-Cromo, Sigoooor-Cromo.”

Siempre me causó curiosidad saber que era lo que decía y si yo entendía bien sus palabras. De pronto eran otras y mi caprichosa  imaginación decidíó convertirlas en "Sigor-Cromo".

Desde esa época pienso que ese es el nombre de un dios nórdico ¿Quién puede negar que Sigor-Cromo no sea un hermano de Odin, por ejemplo, o que tenga algún parentesco con Vitharr, quien, según información de una página web, es un dios silencioso,  casi tan fuerte como Thorrr y con un zapato grueso?.  Tal vez Vitharr buscaba a Sigor-Cromo para que le limpiara sus zapatos gruesos. Es posible que algunos emboladores le hagan plegarias, a Sigor-Cromo , pero ya es un tema que escasamente se toca en ese gremio y una tradición casi olvidada por completo.

Finalmente me quedé con la duda e instalé dicha fantasía en mi cabeza. Tal vez nunca quise corroborar qué era lo que decía para que mi teoría no se viniera abajo. Las ficciones, sobre todo aquellas de nuestra autoría, son necesarias para hacerle frente a los frecuentes embistes de la “realidad”.

Puede que Sigor-Cromo sea una marca de betún y la empresa que se lo suministra al embolador le da un mejor precio, siempre y cuando les haga ese tipo de publicidad callejera, que logra, como en mi caso, un fuerte posicionamiento.

viernes, 19 de agosto de 2016

Un buen aparato

A inicios de los 90 mi hermano compró un reproductor de cd pequeño  marca Sony .  Era una cajita negra con una bandeja sólo para  un cd y tenía su respectivo control.  Una opción de manejo que nos gustaba mucho era que uno podía programar las canciones en el orden que quisiera, y también un botón bajo el nombre "Fade away" que disminuía el volumen de la canción y era esencial al momento de grabar casetes.

Desde ese momento mi  hermano inició su colección de cd's.  Recuerdo que uno de los primeros que compró fue el Use your Illusion, sobretodo por darme gusto a mí, un fan a muerte de los gunners en ese momento. Así, poco a poco fue remplazando los casetes  y acetatos que tenía. Tiempo después comencé mi negocio de grabación de casetes TDK en el colegio.

En estos días nos acordamos con nostalgia de ese reproductor que funcionó por muchos años, hasta que el laser comenzó a fallar.  Al principio siempre lo conectábamos a una grabadora negra que tenía dos parlantes.  Luego, nuestro cuarto heredó  un equipo de sonido pequeño, pero de mejor calidad que la grabadora, que mi papá compró en una promoción que llegó en la revista Diners, de la cual era suscriptor.

Fue un buen aparato, que no tiene asociado ningún mal recuerdo.

jueves, 18 de agosto de 2016

Regáleme un minuto

Llueve.  No es un aguacero pero la lluvia cae con una cadencia decidida.  Hace mucho frío y ráfagas de viento me impactan aleatoriamente. Lucho para que la sombrilla no se me escape de las manos.  Se me mojaron las medias, así que llevo mi propia nube negra encima.

Una mujer me corta el paso.  Lleva un chaleco azul y aprisiona, con sus brazos, sobre su pecho, una tableta para tomar anotaciones.

"Buenas tardes me puede regalar un minuto"...  Me dice con una sonrisa fingida que no desarma a nadie.

No le pongo atención a sus palabras.  Voy de afán y no quiero responder encuestas, ni firmar una hoja para apoyar una causa o lo que sea que me quiere ofrecer.  Estoy en modo "déjenme en paz", rumiando un pensamiento detrás de otro.  Aparte de lo de las medias, también estoy rabón porque se me dañaron los audífonos y he tenido que caminar sin banda sonora. 

Me encontré una página que asegura que en un minuto nacen 520 humanos y mueren 107; se producen 430 Kg de desechos, gastamos 55.757 barriles de petroleo, se casan 116 parejas y se divorcian 90; 144 personas se cambian de casa, entre otros miles de eventos que pueden pasar en 60 segundos.  Quién sabe que más cosas pueden ocurrir en ese lapso de tiempo y lo que es aún más intrigante, cómo se miden.

Lo que nunca podremos precisar es cuántos temas pueden pasar por nuestra cabeza en un minuto. Nunca sabremos la cifra exacta pero, de seguro, son muchos; por ejemplo, tan solo en 5 segundos o menos, podemos pensar en personas  que nacen, mueren; también en barriles de petroleo, mudanzas, etc. 

¿Qué tal que preciso en ese minuto que esta señora quiere que le regale, sea preciso el minuto en que va a llegar a mi cabeza la trama de una novela formidable, que nunca se le ha ocurrido a nadie o  una idea sobre un modelo de negocio que va a revolucionar al mundo de hoy en adelante?  

Está claro que esta  mujer no es consciente de lo importante que puede llegar a ser un minuto en la vida de una persona. Cuando la voy a pasar de largo la miro despectivamente y le respondo: "No, no tengo ni un minuto".  

El resto de la tarde intento pensar en ideas para una novela; específicamente una en la que no se trate de ninguna manera la muerte y/o el amor, pero llego a la conclusión que los únicos textos que logran esa característica, son los manuales de aparatos electrónicos, o muebles modulares.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Gumersindo Danger

Una vez en una sesión de un taller de escritura, al momento de discutir los textos que llevamos, le tocó el turno de hablar a un pensionado.  Era un hombre canoso, de apariencia bonachona, que siempre había querido escribir, pero nunca lo había hecho, a pesar de las miles de historias que llevaba a cuestas.  Él nos contó que en diferentes reuniones con sus amigos, estos siempre le preguntaban que cuando iba a escribir todas esos relatos, pues los narraba, oralmente, de manera amena y con mucho humor.

En ese momento hablábamos sobre  novela negra y el señor también dijo que desde hacía bastante tiempo venía cocinando un personaje en su cabeza, un detective: Gumersindo Danger.  Desde ese día ese nombre se me quedo grabado en la cabeza y varias veces, como hoy, llega a mi memoria fácilmente.

En medio de lo cómico tiene algo llamativo y que engancha.  A Gumersindo me lo imagino barrigón, perezoso, siempre con un tabaco en la boca y los pies encima de su escritorio. Casi nadie lo contrata, pero siempre le dice a su esposa que tiene casos muy importantes. Miente para poder escaparse a tomar trago con sus amigos o para veladas románticas con la amante del momento; porque eso si, Gumersindo no es atractivo, pero tiene algo, ninguna mujer sabe precisar que es, que atrae al sexo opuesto. A pesar de su apariencia todos lo conocen como un hombre peligroso, al que no se debe enfadar, de ahí su sobrenombre.  

Ya no recuerdo como se llamaba el creador de Gumersindo, de hecho no recuerdo el nombre de ninguna persona del taller, a excepción de una amiga con la que me inscribí; pero si algún día llego a ver publicada una novela sobre Gumersindo, no dudaré un segundo en comprarla. Me gustaría mucho ver que tanto coincide el personaje con el que hasta el momento llevo en mí cabeza. 

martes, 16 de agosto de 2016

Corazón de goma

Tengo un corazón en forma de goma.  La anterior frase, aunque tiene toda la pinta, no es una figura narrativa, es decir, en realidad tengo un objeto en forma de corazón y de ese material sobre mi escritorio.  El nombre por defecto es "pelota antiestres", pero ya ve usted, el que tengo resulto ser un corazón. El material justifica entonces cualquier forma.

Corazón antiestres es un buen termino. Creo que se podría explotar mucho en una novela romántica; una historia con un argumento que pretenda mostrar como el corazón es el único capaz de borrar cualquier tipo de estrés y/o angustia que se nos presente en la vida.  Así, el autor de ese texto que, de manera facilista, bien podría llevar como nombre "Corazón de goma", exprimiría la idea hasta lograr sacarle unas 300 páginas.

El corazón que tengo es blanco; no olvide que me refiero al de mi escritorio, y trae una frase más bien sonsa: "Si amas lo que haces apriétame", ¿por qué? Porque a todos nos gusta revolcarnos en las arenas movedizas de las frases y discursos motivacionales.

Comienzo a apretar el corazón y es imposible no hacerme la pregunta  ¿Amo lo qué hago?, pero trato de no ponerme trascendental y la ubico únicamente en el momento presente, es decir, en la simple acción de apretar el corazón.  No siento que ame hacer eso, pero no puedo negar que se siente bien;  un segundo lo aprieto 10 veces seguidas,  ya esta. 

Ojalá  esas pelotas de goma (incluido mi corazón y cualquier otro diseño disponible en el mercado) solucionaran el estrés y la angustia con tan solo unos cuantos apretones, y también que vinieran con unas instrucciones sencillas: para estrés leve apriete la bola 10 veces, tristeza 50, estrés crónico 100 veces; angustia: 300, etc.  

Por el momento seguiré apretando la pelota-corazón de goma hasta que el movimiento repetitivo me estrese.

lunes, 15 de agosto de 2016

Jarro

Me gustaría tener algún objeto único, algo que no cambie por nada del mundo y que tenga un gran valor sentimental, pero no lo tengo.  Hace poco desayuné con mi hermano y él se sirvió chocolate en un jarro negro que al entrar en contacto con la bebida caliente cambia de color.  El jarro se lo regalaron en un trabajo y, bromeando, dijo que había sido una de las mejores cosas de ese lugar.  

Una vez en un proyecto donde un cliente también me regalaron un jarro, era de color negro pero no tenía ninguna propiedad especial.  Recuerdo que el nombre del proyecto era"Faro", y ese era el dibujo que tenía: Un faro proyectando luz, sobre un mar.  Siempre pensé que ese nombre del era el menos apropiado pues el proyecto siempre parecía andar en tinieblas. 

Hace mucho, luego de un viaje a Estados Unidos, mi hermana me trajo uno de la película Twister, que tenía incorporado en la manija un pequeño torbellino.  Creo que lo utilicé de adorno en mi cuarto, nunca lo utilicé y después nunca supe qué pasó con el.

Ahora, todos los días, me tomo el café en un jarro blanco que no tiene ningún diseño.  Una vez en un centro comercial vi uno de clor negro de Led Zeppelin.  Lo voy a volver a buscar, creo que es hora de tener un jarro que considere único y me guste mucho. 

jueves, 11 de agosto de 2016

Coelho y Vallejo

Me gustaría poder escribir con mucha rabia, rabia contra todos los absurdos de nuestra raza, su falta de tolerancia, la superioridad moral de algunos individuos, lo hijueputas que podemos llegar a ser, etc.  Me gustaría entonces mentarle la madre, sutilmente, a todo aquel que me cae mal. Escribir un texto limpio, una historia para no sonar juzgador, con un subtexto casi obvio, tejido hábilmente en la trama.

Algún día haré esa lista de personajes desagradables y, dependiendo del nivel de rabia que tenga, les iré cobrando cada una de sus putadas, igual que Arya se las cobra a los personajes que repasa en su lista mental; quizás eso es lo que debo hacer; aprenderme los nombres  de memoria y, apenas tenga la oportunidad, pasar la cuenta de cobro, solo porque si.

Otras veces, en cambio, me gustaría tener la paz y tranquilidad de un monje zen. Repartir en mis escritos solo mensajes positivos; puras píldoras de sabiduría obvia y no tan obvia, para sembrar  esperanza en las personas y la  humanidad  en general que, al  parecer, le gusta estar al filo del abismo. Tener la capacidad narrativa para que cualquier cliché me suene bien, y poder acudir a lugares comunes sin que ningún lector me los cobre.

Si esa fuera mi constante, mi estilo de escritura sería una mezcla de Vallejo con Coelho, con perdón, me atrevería a decir, del primero .

A la larga todos llevamos a cuestas rabia y la felicidad en grandes proporciones, y ambas "sustancias" están más cerca de lo que pensamos, y se pueden mezclar en cualquier momento. Lo que importa es que nada está bien o mal, todo depende del punto de vista que,  como bien sabemos, es un territorio muy inestable.