lunes, 3 de octubre de 2016

El otro lado

Siempre existe otro lado sobre el que no tenemos conocimiento alguno.  Está ahí, tal vez, en frente de nuestras narices pero pasa desapercibido.

Jugamos a s a ser "expertos" y, con desfachatez, afirmamos que lo sabemos todo sobre algún tema, cuando hay millones de variables importantísimas que se nos escapan, pues, queda claro, hacen parte de ese otro lado.

Vemos algo y solo procesamos una de sus superficies.  No sabemos que hay detrás, a sus lados y mucho menos en su interior. De pronto ese debe ser el orden de las cosas, pues conocer ese otro lado sólo nos llevaría a la locura, ya que no contamos con  las herramientas  necesarias para tal descarga de información. 

Esto que escribo también tiene otro lado, otro lugar repleto de palabras e ideas que complementan este texto hasta casi alcanzar la perfección, para convertirlo en  un axioma universal.   

Ningún lado es bueno o malo, solo lugares que se complementan y habitamos. 


viernes, 30 de septiembre de 2016

Buena persona

A algunas personas les importa poco lo buena persona que usted crea o pueda llegar a ser, y si hay algo al lo que le importa nada, es es al universo, pacha mama, destino, probabilidad, fuerza cósmica, llámelo como quiera.

No sé en qué momento de la historia humana se le metió al hombre en la cabeza, el cuento de que si es bueno o actúa "bien", eso le va a traer buenos resultados en la vida, mientras que aquellos que hacen todo lo contrario van a estar destinados al fracaso y a sufrimientos inimaginables.

Eso es algo que solo nos crea problemas, pues nos impide aceptar que la vida nos trate miserablemente y que  , cuando actuamos "bien",   nos quite en vez de llenarnos de riquezas materiales y no materiales.

El truco, entonces, consiste en desarrollar el fino arte del importa culismo, tanto para lo bueno y malo que nos pase.  Aceptar el predominio de la  aleatoriedad e incertidumbre  y que en un segundo todo se derrumba o comienza.

Meter las manos en los bolsillos y seguir caminando.

jueves, 29 de septiembre de 2016

De 15

Un señora se sienta en la mesa de al lado. La observo y me  devuelve la mirada.  Hay algo en la simetría de su cara que me da mala espina, usted sabe, esas corazonadas que  no significan nada, pero que les ponemos atención al atribuirles algo de misterio.

Me concentro en trinchar una porción de torta de zanahoria y llevarme unos bocados a la boca, acciones que combino con pequeños sorbos de capuchino.  Ahora miro a la mujer de reojo; ella mira para todos los lados, parece que espera a alguien.

Al rato llega su amiga; viste botas cafés, pantalón negro y un chaleco escocés.  También lleva una cartera del mismo color de las botas y su pinta la remata con una bufanda roja.  Parece que se esmeró en arreglarse para el encuentro.

La de la mirada indescifrable se pone de pie para recibirla y se dan un abrazo prolongado. Después del saludo le dice "Estás como de 15", la otra sonríe.  Se sientan y tienen una amistosa discusión, plagada de risitas ligeras, sobre quién va a comprar las bebidas.

La señora que supuestamente se ve de 15 debe tener unos 60 años y la otra también, pero se ve ligeramente más joven porque tiene el pelo tinturado de negro, tal vez eso es lo que la hace ver a la ofensiva, mientras que la otra porta  sus canas, que le  dan un aire de abuela consentidora, con orgullo.

Es imposible detener el proceso de envejecimiento, pero  ¿por qué no aceptarlo con  dignidad?  Por qué no decirle a la señora de la bufanda roja que en vez de quince parece de 59 y medio?  Tampoco sabemos si ella al arreglarse quiere verse de 15, un  objetivo, a su edad,  completamente ridículo.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Des-salarse

De pequeño, en los almuerzos familiares, a veces veía como un tío agarraba el salero, se echaba algo de sal sobre una de sus palmas y la arrojaba por encima de uno de sus hombros. 
Él tampoco permitía que alguien le entregara el salero en la mano, sino que la persona que se lo iba a pasar debía ponerlo sobre la mesa, para  él después agarrarlo. Era como si mi tío nos considerara a todos unos bultos de mala suerte.  Siempre me pareció una  conducta extraña, pero nunca pregunté, ya no recuerdo si por pereza, pena o simplemente porque una vez ocurría eso me ponía a pensar en otra cosa. 

Con el paso del tiempo, me enteré que esa particular conducta tiene que ver con la suerte. Dicen, los conocedores o expertos en el tema, que lanzar sal por encima del hombro izquierdo evita la mala suerte; también que es una forma de cegar al diablo y los malos espíritus. Imposible que, de existir, uno pueda domar al diablo con semejante pendejada.

Yo no creo en nada de esas cosas, y  la suerte, buena o mala, es un  evento completamente aleatorio, que ocurre, aunque suene poco creíble, porque si. Las cosas buenas o malas le  pueden ocurrir a cualquiera y es un desgaste innecesario sobreanalizarlas, pues salarnos o des-salarnos son estados ajenos a nuestra(s) conducta(s).

martes, 27 de septiembre de 2016

Alzheimer en gotero

Hace un rato me senté a escribir tranquilo.  Pensaba que no iba a tener ningún problema con el tema del post pues recordaba haber anotado tres ideas en mi libreta. 

Revisé la última hoja en la que he hecho anotaciones y si, ahí estaban las tres ideas, pero no me acordaba que ya había escrito sobre ellas. Fue ahí que llegó la palabra Alzheimer a mí cabeza.  La definición que da google es aterradora:

"Enfermedad mental progresiva que se caracteriza por una degeneración de las células nerviosas del cerebro y una disminución de la masa cerebral; las manifestaciones básicas son la pérdida de memoria, la desorientación temporal y espacial y el deterioro intelectual y personal."

"Progresiva" me suena a un tren a toda marcha  sin frenos, es decir, una catástrofe, y las imágenes que crea mi mente con  "degeneración" no son agradables.  Por otro lado "masa cerebral", me lleva a pensar en un accidente de tránsito, donde los sesos de una persona quedan desparramados (excelente palabra esta)  en el asfalto."Deterioro" sella la fatalidad de la definición.

Aparte de su definición, la enfermedad, en si, es mucho más trágica. Es muy duro ver a una persona que antes gozaba de todas sus facultades mentales  completamente disminuida.  Por eso el Alzheimer no debería ser tan despiadado y la vida debería administrarlo con gotero, es decir, que a uno, eventualmente y desde que nace, se le vayan olvidando las cosas; como a mi que se me olvido que ya había utilizado las tres ideas en otros escritos;  así, de pronto,  esa enfermedad nos jodería menos cuando lleguemos a viejos.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Tinto mediano

Hago fila en un Juan Valdez.  Agarro, como de costumbre, una de las facturas que  dejan en la barra.  Quiero ver que pidió la persona que la dejó ahí.  La tira de papel solo muestra el producto: Tinto Md 215ml, pero no lleva ningún nombre.  Estoy seguro que es un dato que siempre sale en la factura. 

Luego de hacer el pedido, el cajero me pregunta el mio.  "Juan" le digo y me responde "es solo para cargarle los puntos después, porque no hay línea en el sistema",  ¿Línea, acaso es un banco?  Esa es la razón por la que la factura que recogí no tiene nombre.  "Bueno" le respondo. El cajero está a la defensiva, quién sabe que gesto hice cuando  me pregunto el nombre.

Imagino que la ex-dueña de la factura es Paula, e intento imaginar por qué compro un tinto mediano a las 4:58:40.  Resulta difícil pensar  que esa sencilla actividad encierra una historia de amor, crimen, comedia, prácticamente lo que sea.

En ese momento pienso que podría escribir el guión de una serie que comienza con esa escena

Exterior - Acera -
Suena una trompeta de Jazz melancolica, la imagen comienza en un punto negro y a medida que se aleja de la cámara se refleja la silueta de Paula.  Lleva guantes rojos, gabardina y botas de color negro 

Interior - Café -
"Bienvenida ,  ¿cuál es su pedido el día de hoy?"
"Un tinto mediano, muy cargado, por favor."
Paula se quita los guantes y aprieta su puño derecho con mucha fuerza. Entrega el dinero al cajero

 "Tinto mediano" sería el título del primer capítulo. De pronto me animo a escribirla. 

viernes, 23 de septiembre de 2016

Hapke

Quiero escribir algo sobre Herwin Hapke, un biologo que se dedico por cuatro décadas  a hacer figuritas de animales en papel, con las que iba decorando su casa, que ahora es un museo, minuciosamente.  Debo entonces buscar artículos sobre ese señor, leer algunos en su totalidad y mirar con que tema, de los que se cruzan por mi cabeza, asociarlo.

Escribir un perfil, nota, artículo, crónica, ensayo, etc.  sobre Hapke es lo de menos, es decir el personaje a la larga no importa.  A Gay Talese, por ejemplo, le gusta enfocarse en los perdedores, aquellos personajes a los que nadie les pone atención.  Como vivimos vanagloriando el triunfo y todo lo que se le pueda asociar a este: éxito, felicidad, etc. nunca vamos a ser conscientes de las maravillosas historias que cargan esas personas que se encuentran en ese extremo en el que nadie desea estar.

Sin querer decir que es un perdedor, un término, por donde se le mire, muy ambiguo, podría hacerle una pequeña entrevista a Luis, por ejemplo, mi meteorologo de cabecera y portero de mi edificio. Siempre he creído que hay mucha sabiduría detrás de sus predicciones sobre el tiempo y su quijada con barba rala, que a veces le da un aspecto de trasnoche.


El punto es que las historias no dependen del personaje, y ni siquiera de quien las cuenta.  bien lo dijo Terry Pratchett:

"Las personas piensan que las historias son moldeadas por las 
personas, y es al revés.  Las historias existen independientes de sus involucrados.
 Si sabes eso, el conocimiento es poder"