martes, 1 de noviembre de 2016

Fantasmas

Hace tiempo  un amigo desapareció de un momento a otro.  Lo busqué un par de veces pero nunca logré establecer contacto con él, hasta que me aburrí y dejé de llamarlo.

Un día me lo encontré cerca a mí casa.  Tenía una entrevista de trabajo por el sector y me saludo como si nada.  En medio de la charla, le pregunté que si algo le había molestado, qué se yo, quién sabe a cuantas personas ofendemos con micro-actitudes a las que no le damos ninguna importancia.

Se rió y me aseguró que no, que había estado muy ocupado pero nunca supe en qué, No habló sobre sus asuntos en esa ocasión.  Nuestra charla, más bien sonsa y repleta de lugares comunes, sólo duro unos minutos y quedamos de tomarnos unas  cervezas el siguiente fin de semana.  Nunca apareció,  sin pena ni gloria se convirtió en un fantasma.

A veces me pregunto en qué andará y si en algún momento tuvo problemas; en resumidas cuentas que fue lo que lo obligo a no volver a hablar conmigo. No es algo que me quite el sueño sino simple y mera curiosidad.

 No es es raro que las personas entren y salgan de nuestras vidas. Resulta imposible saber cuantas de las que frecuentamos, a futuro, se van a materializar por completo o a convertir en fantasmas. 

lunes, 31 de octubre de 2016

"Amigos"

Hago fila para entrar a un bar y llevo puesto un gorro rastafari.  Los dreadlocks más bien parecen trenzas mal hechas aunque no importa, hace años es mi disfraz comodín para estas ocasiones. Espero a una espantapájaros y una pareja disfrazada de caja de nerds.  

Decido abandonar la fila y le pregunto a un hombre, sin disfraz, dónde compró el tinto que tiene entre sus manos.  "En la bomba" responde.  Camino hacia el sitio para comprarme un capuchino y me cruzo con un hombre con dreadlocks reales.  ¿De qué le gustará disfrazarse? Va con su novia y un grupo de amigos y llevan puestos shorts y camisas ligeras, "Que frío tan berraco, tal vez buscan una playa" pienso. 

Compro mi bebida caliente y me devuelvo a hacer fila. Al poco tiempo llegan un hombre y una mujer; continúan una conversación que, imagino, comenzó en el taxi que los trajo.  No están disfrazados o, por lo menos, eso parece.  Hablan sobre anécdotas en las que ambos participaron o  tienen conocimiento.

Se tratan de "usted" y "marica".  Los observo disimuladamente por un rato, hasta que un hombre, bajo el efecto de quién sabe que sustancia,  se pone a alegar con un ser imaginario que solo él ve.  Lo insulta repetidas veces, siempre con la misma frase:  "Lo voy a mandar a pelar hijueputa".  

Retorno mi atención a la pareja, siguen hablando y riendo. Parece que miden cada frase que enuncian al igual que sus gestos.  Quizás desde hace tiempo se gustan y ninguno quiere dar ese primer paso  para dejar en evidencia sus sentimientos.  

Quieren continuar con el apacible y cómodo  título de "amigos".

jueves, 27 de octubre de 2016

El arte de Orar

Una mujer lleva puesta una sudadera gris.  Está arrodillada, con los ojos cerrados y con las manos, una cubre a la otra, recogidas sobre su pecho. Es difícil notarlo pero mueve sus labios casi de manera imperceptible. Su expresión refleja mucha devoción.  "Debe estar orando" pienso.  

No sé cuál es su credo ni en que Dios cree,  si práctica alguna religión o simplemente ora porque es una actividad que la tranquiliza.  De pronto no dirige su oración a nadie en particular, sino que repite un mantra personal que la tranquiliza; una pequeña estrofa que su madre le enseño cuando era pequeña.

Orar no es extraño.  Lo curioso es que son las 7:20 de la mañana y la mujer se encuentra arrodillada en el anden occidental de la carrera séptima con calle 64.  Una maleta negra descansa a su lado.  Las personas caminan de afán y pasan por su lado, como si ella fuera una estatua.  Parece que hace solo un rato hacia exactamente lo mismo, pero de un momento a otro frenó, dejó caer la maleta al piso y comenzó a orar.

"¿Será un performance de ARTBO?" me preguntó mientras la miro fijamente.  En el momento que pienso dejar de hacerlo la mujer abre los ojos.  En un movimiento decidido agarra la maleta con una mano, se pone pie  y continúa su camino hacia el norte.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Simulacro

Estás dormido.  Algo te saca de tu sueño, no sabes qué.  Nos cuesta entender qué ocurre mientras transitamos el extraño camino hacia la vigilia, lleno de pensamientos brumosos que parecen no tener sentido ni forma.

¿Fue la alarma? te preguntas. Miras el reloj, y este te observa estático, con su hora,  que  parece liquida, de color rojo:  3:20 a.m.  Caes en cuenta que no suena, que mantiene su propiedad  de objeto inerte en todo sentido y también que algo se mueve,  no solo algo, todo.  El mundo entero se sacude.  Tu mente sale del aturdimiento y te regala una palabra enmarcada en un aviso de neón imaginario : !Terremoto!.

Te levantas, piensas en ese kit de emergencia con un silbato, una botella de agua y una linterna, que no tienes y en ese punto de encuentro que tú familia nunca definió. Rápido,  tú mente descarta esos pensamientos.  Te pones encima lo primero que encuentras y sales del apartamento.  Ahora eres Usain Bolt y bajas las escaleras a grandes trancos. En el quinto piso frenas.  Una mujer camina lento, delante tuyo, con sus tres hijos.  Ocupan todo el espacio.  Por fin ves un hueco por el cual meterte para continuar tu carrera.  Al pasar empujas a la mujer, que cae al suelo.

Sigues de largo, tu instinto de supervivencia ha borrado toda tu humanidad. Ya en la calle, jadeando, recuerdas como, en el último simulacro en el que participaste,  evacuabas el edificio  tranquilamente, sin atropellar a nadie, mientras hacías bromas con tus compañeros de oficina. 

martes, 25 de octubre de 2016

Incógnitas

Hoy leí una publicación que compartió una mujer.  Una serie de imágenes con frases que, se supone, evidencian pura sabiduría.  La superioridad moral que cargaba la primera, evitó que leyera el resto; esta decía: "Toma de tres a cuatro años conocer a una persona por completo.  Las parejas que esperan este tiempo, antes de casarse, tienes menos probabilidad de divorciarse".

¿Cómo le quedó el ojo estimado lector? Me aburren estas píldoras de sabiduría que pretenden enunciar verdades, pues a la larga estas no existen, es decir, cada uno lleva y cree en su verdad, que es como un carnet: única y a veces intransferible, como se le de la gana. Que pena aquellos que siguen al pie de la letra este tipo de frases.

Creo que nadie llega a conocer por completo a otra persona, sin importar cual sea su tipo de relación: pareja, amigo, familiar, etc.  Todos llevamos un lado oscuro o ciertos aspectos de nuestras vidas en la penumbra, y es ahí donde se deben quedar.  Probablemente no sabemos cuales son y nunca los descubriremos, pero en caso contrario es mejor dejarlos ahí, quietos sin que sean perturbados.

Al momento de ser, ser alguien, qué se yo, un humano con identidad, más bien somos incógnitas andantes.  Jugamos a tener todo claro y definido, tarea en la que fracasamos rotundamente. Es probable que incluso nosotros mismos nunca  lleguemos a conocernos por completo.

"¿Es posible para un humano lograr entender perfectamente a otro?
Podemos invertir enormes cantidades de tiempo y energía para conocer a otra persona, 
pero al final  ¿qué tan cerca estamos de conocer la esencia de esa persona?
Nos convencemos a nosotros mismos que conocemos a la otra persona bien, pero  ¿en verdad sabemos algo sobre alguien?
- Crónica del pájaro que da cuerda al mundo -

" Lo cierto es que los dos tenían una región secreta a la que el otro no podía acceder, 
pero se trataba de un lugar sin geografía, de un país sin territorio, incluso sin una lengua propia, sin constitución, sin historia.
- No mires debajo de la cama -

lunes, 24 de octubre de 2016

Balas y opiniones

Vuelve y juega, no sé me ocurre sobre qué escribir.  Acabo de borrar tres párrafos de un post no post que titulé "Colores", pero leí lo que había escrito, me pareció sonso y lo borré. Después iba a comenzar a escribir otro titulado "Experiencia de vida", pues hace poco alguien publicó algo así: "El inserte el suceso de su preferencia, fue toda una experiencia de vida". En ese otro escrito quería evidenciar el sinsentido de esa frase, pero he ahí el problema, estaba disparando una opinión, y las opiniones, igual que las balas, así no lo queramos, suelen herir.

La mayoría de escritos que uno se encuentra, incluido este, son opiniones, pues son lo más fácil, es decir, no hay necesidad ninguna de involucrarnos sentimentalmente con ellas, sino solo soltarlas y evitar ser salpicados por el desastre que puedan crear,

Creo entonces que hay dos tipos de opiniones: opiniones de salva y opiniones reales.  Las primeras son aquellas que no intentan juzgar, sino únicamente exponer un punto de vista, es decir no pretenden crear camorra (Excelente palabra esta).  El problema con estas es que su calibre no depende de nosotros, sino de quien las recibe, que puede resultar herido aún asi no lo queramos.

Las otras son las opiniones reales, con las que emitimos cualquier tipo de dictamen que creemos como última verdad y que suele estar completamente nublado por nuestro deficiente punto de vista.  Estas las disparamos únicamente con el fin de hacer daño y molestar a los demás; queremos que caigan en cuenta de su "error" y que aplaudan nuestra brillantez. 

Por eso lo que debemos hacer es contar la verdad, o más bien, lo que consideramos verdad disfrazándola con las vestiduras de una historia, que permite a las personas quedarse con el mensaje que consideren importante y relacionarlo con sus vidas de la manera que crean conveniente.

viernes, 21 de octubre de 2016

"Buenas"

Hace unos días tomé el ascensor en mi edificio. Cuando llegó a mi piso, una mujer abrió la puerta pensando que ya había llegado al primero. Era rubia, tenía el pelo largo y ondulado, aparte de unas  facciones finísimas. Me pareció muy bonita.

Alcanzó a salir del ascensor y dio unos pasos, hasta que cayó en cuenta que no era el primer piso, me sonrió y se volvió a meter. Fueron solo unos cuantos segundos, en los que me quedé mirándola como bobo.  

Es probable que haya imaginado una cita con ella, incluso un viaje y que me haya hecho la pregunta ¿y si es mi alma gemela? (la velocidad del cerebro para crear fantasías es increíble). Ya adentro del ascensor, el único rompe-hielo que se me ocurrió utilizar para mi media naranja, esa persona tan difícil de encontrar, fue un seco y sonoro “buenas”. 

“Buenas” es la palabra perfecta para saludar en la tienda de barrio; para esperar a que a uno le respondan: “buenos días vecino, ¿qué se le ofrece?”, pero creo que no lo es para abordar a una mujer que no se conoce, mucho menos si es el alma gemela. 

Pero ¿cómo saberlo? Tal vez "buenas" si es el mejor saludo para interactuar con una desconocida pues, ¿qué me hace pensar que esos exfuturos, como diría Faciolince, con los que uno se cruza frecuentemente, están a la espera de un coqueteo en cada interacción que tienen a lo largo del día, desde el tendero de la tienda de barrio hasta un tipo X que se la encuentra en un ascensor?

Luego de nuestro repentino encuentro, la mujer se miró al espejo para arreglarse el pelo, bajo mi atenta y, tal vez, fastidiosa mirada. Mi cabeza trabajo a mil por hora, buscando una frase para complementar el "buenas", pero no sirvió de nada; fue como si el uso de esa palabra hubiera abrasado toda mi capacidad cognitiva.