martes, 6 de diciembre de 2016

Más tristeza que alegría

 ¿Con cuantas personas se cruza uno en un día y qué pasa por sus cabezas?  Creo que nunca somos completamente sinceros y debajo de nuestras miles de capas de la comunicación, guardamos  tristezas,  derrotas, desaciertos importantes o no,  que nunca saldrán de los abismos de nuestra cabeza, cerebro e imaginación y que intentamos opacar con aciertos y alegrías.  

Me gusta pensar que ese con el que me encuentro en un bus, en la calle, en el supermercado en la fila de un banco está dichoso o  destrozado anímicamente, tal vez más lo segundo que lo primero.

No es que me regocije en las desgracias ajenas, pero me molesta esa consigna moderna de irradiar felicidad a todo momento, que nos obliga a andar  ocultando nuestra tristeza. La clave para conectarnos de manera más sincera con las personas, se encuentra en la vulnerabilidad y la tristeza, que permiten mostrarnos crudos sin tantas pendejadas y exigencias sociales.

Hace muchos años, un día que almorcé sólo en la librería Prólogo, hojeé una revista que tenía un artículo que me gustó mucho. Hace poco, por cosas de clics y procastinación di con una frase que anoté esa vez.

"La tristeza no es lo contrario a la felicidad, al contrario, es precisamente
 lo que nos humaniza, nos han explicado mal"


Bien nos habían advertido los Beatles: "Hapiness is a warm gun"

lunes, 5 de diciembre de 2016

El amor

El fin de semana pasado fui a un matrimonio y le puse algo de atención a las palabras del cura, que en un momento habló sobre el amor.  El fragmento de la biblia que escogió para la ceremonia era la carta de un apóstol a los Corintios, que siempre me recuerdan al corinthians, equipo brasilero; asociación, claro esta, simple.

Según el cura el texto es bellísimo, pues la primera sección de este explica qué es el amor y la última qué no lo es. Fueron palabras que captaron mi atención, pues creo que realmente nos falta mucho por saber en que consiste ese sentimiento,  así que eliminé las ideas que se me cruzaban por la cabeza, e intenté ponerle  a la lectura del texto.

No me pareció nada del otro mundo, posiblemente no lo entendí o interpreté de la manera que debía hacerlo, o como el cura quería que lo hiciéramos.  El punto es que, como muchos pasajes de la biblia, era una pequeña historia y lo realmente valioso de estas es que cada quien las entiende a su manera y se apropie de ello que considere importante. 

Cuando el cura terminó de leer el texto inició su análisis propio (sermón le llaman unos) y ahí si me dio mucha pereza ponerle atención.  

Me distraje mirando las montañas que eran el paisaje de fondo y  me quede sin saber qué es el amor.

viernes, 2 de diciembre de 2016

"Estoy que me bebo"

"Pues Uber Angel.  Uno llama un man para que le maneje marica.  No me vaya a dejar sola que estoy que me bebo" le dice una mujer a otra.  La primera tiene carro, y la respuesta que le da a su amiga, soluciona una objeción que esta le hizo sobre cómo iba a tomar si había llevado el carro. 

La segunda le regala una sonrisa a medias, quizá solo tenga ganas de llegar a su casa para tumbarse en la cama y dormir como si no hubiera un mañana.  Igual termina por afirmar con la cabeza, su corazón es muy grande para dejar a su amiga, la bebedora empedernida,  sola.

Me causa curiosidad saber por qué está que se bebe. ¿Está despechada?  ¿embrutecerse hasta alcanzar estados de inconsciencia es la norma, una vez llega el fin de semana? no importa, quiere beber y ya. 

El punto es que le achacamos al trago muchas facultades místicas y curativas del alma, como si el trago de verdad pudiera desinfectarnos de nostalgias, tristezas y cosas por el estilo, cuando, en ocasiones, nos hunde y hace naufragar en esos estados. 

 Igual,  lo seguimos adoptando como una solución.  Es una mentiras bien clavada en nuestro cerebro, y siempre existirá alguna manera para justificarla.

 Algo similar ocurre con el famoso "vaso de agua" que se supone, cura fuertes sustos, ¿a quién carajos se le ocurren esa vainas y cómo es que las aceptamos sin cuestionar?

jueves, 1 de diciembre de 2016

Conversación clara

Hay sábados, si no he trasnochado, en los que trato de levantarme algo temprano y me voy a leer a un café que queda cerca a mi casa, plan simple pero el cual me agrada mucho, porque en dichas sesiones de lectura logro concentrarme, siento que todo fluye y que no hay nada por lo que me tenga que preocupar. 

El sábado pasado cuando llegue a ese sitio, estaban desayunando en una mesa un grupo compuesto por 7 mujeres y un hombre que eran sordos, mudos o bien sordomudos. Ellos estaban enfrascados, me pareció de acuerdo a sus sonrisas, en una amena conversación, mientras se comunicaban por medio de su lenguaje de señas con las manos. 

Siempre me ha intrigado mucho esa forma de comunicación, pues me parece complicada, y admiro a las personas que la dominan y la hacen ver tan fácil. Al verlos gesticulando y moviendo sus manos, me pareció como si estuvieran llevando un ritmo y tiempo, lo que me llevó a pensar que por eso es que se encontraban tan contentos y su conversación fluía.

Tal vez por esa forma de llevar el ritmo de la conversación, los sordomudos logran una mejor empatía con sus interlocutores; a diferencia de los que nos comunicamos a través de la voz y las palabras, pues muchas veces no entendemos lo que nos quieren decir, no se nos da la gana entenderlo, y en varias ocasiones atropellamos las palabras del otro, buscando el conflicto y/o la des acreditación. 

Imagino que el lenguaje de señas tiene tiene un punto a favor, pues un conjunto de estas significa algo concreto y puntual, que no se puede tergiversar

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Visitar librerías

Me gusta visitar librerías, así únicamente vaya a hojear y antojarme de diferentes libros; actividad, dirán algunos, masoquista.

¿Por qué lo hago? de cierta forma me ayuda a tener presente mi mortalidad en índices de lectura; ser consciente que toda una vida, que no resulta ser más que un puñado de años, no basta para leer ni menos del 0,00001% de todo lo que quisiéramos.

Ayer fui a una y la escena es siempre la misma: Estanterías, una tras otra, atiborradas de libros. Siempre camino rápido entre ellas, quizá con algo de angustia. Así lo hice en esta última visita, hasta que la curiosidad me venció y frené en seco para mirar un libro de Italo Calvino. Desde hace mucho tiempo tengo Las Ciudades Invisibles en mi radar de lectura. En un acto reflejo leo un párrafo maravilloso en la contraportada del libro que acabo de tomar: 

“Era difícil hablar […], poseídos por un mar de palabras, enmudecíamos cuando estábamos juntos, caminábamos en silencio uno a lado del otro por el camino de San Giovanni. Para mi padre las palabras debían servir para confirmar las cosas, y como señal de posesión; para mí eran previsión de cosas apenas entrevistas, no poseídas, supuestas” 

A la derecha, “Fuera de la Literatura” de Joseph Conrad me saluda. Las manos me comienzan a picar e intentan sacar la billetera del bolsillo. Abandono el lugar, esperando que mi memoria no me falle en el momento en que quiera recordar los diferentes libros y autores con los que me crucé en esta visita.

Y es que los libros no leídos, toda esa cantidad de historias, información, personajes, enseñanzas que hacen parte del terreno de lo desconocido, que probablemente nunca tendremos la oportunidad de explorar, nos atrae misteriosamente.

Quizás es por eso que compramos libros así nunca los vayamos a leer, porque de forma inconsciente sabemos que en ellos se encuentra la solución a muchos de los temas que día y noche nos enredan la cabeza.

En algunas de esas visitas, sin importar cuantos libros tenga en cola de espera, cedo a la tentación y compro uno nuevo, uno que entra a hacer parte de eso que unos llaman la anti-biblioteca; lugar tanto físico como imaginario repleto de libros que no hemos leído y otros tantos que nunca vamos a leer.

martes, 29 de noviembre de 2016

Rayes raros

Ramos me dice que Jiménez, un amigo en común, le cae bien pero que es bien raro. "¿Raro?,  ¿en qué sentido?" le pregunto. Me cuenta que lo considera algo resentido y que no le agradan mucho sus posturas políticas, pero pues la vida consiste más en estar en  desacuerdo que de acuerdo con las personas; de lo contrario nuestra existencia sería completamente aburridora, pues no existirían los antagonistas, esos personajes esenciales para que las historias tengan y desarrollen un buen conflicto.

"Raro", según la RAE es un adjetivo para calificar  un comportamiento inhabitual, definición que me ubica nuevamente en ese mundo de fantasía donde todo marcha a la perfección y las actitudes de las personas no nos incomodan.  ¿Quién carajos define qué es habitual?

Al cumplir la mayoría de edad en ese mundo, a todos los habitantes se les entregaría un manual de comportamiento en el que está perfectamente detallado, con infinidad de artículos que comienzan con el título"Cómo hacer inserte aquí lo que sea", qué hacer las 24 horas del día. Sería un Manual de urbanidad de Carreño versión 2.0, con todas las actualizaciones necesarias para el estilo de vida caótico y repleto de incertidumbre que llevamos hoy en día. 

Yo también creo que Jiménez tiene uno que otro video raro en su cabeza pero,  ¿quién no?. 

 "En fin cada loco con su tema" le digo a Ramos.  "Si, total, es una buena persona, me cae bien" concluye".

"De acuerdo, igual todos tenemos nuestros rayes"
"Si, yo tengo mis rayes" responde sincero.

Los rayes, mientras no atenten contra otras personas y, de ser necesario, se queden en el mundo de las ideas, son necesarios, pues son los que al final nos quiebran y permiten que nuestra humanidad brille entre toda la basura que deseamos proyectar.

Bien lo dijo Hemingway: "Todos estamos rotos; esa es la manera en que la luz entra".

lunes, 28 de noviembre de 2016

Jack y el Dr. Ibrahim

Hoy, mientras revisaba mi correo electrónico, me dio por pensar que un mensaje importantísimo, que iba darle un giro completo a mi vida,  cayó en la carpeta de Spam.

Esa carpeta tenía 756 mensajes.  Ingresé a ella y paseé la mirada por la pantalla hasta que di con un mensaje de un tal Jack, quien, al parecer, está un poco desorientado.

Jack me cuenta que está buscando amor y afecto. Le gusta la aventura,  trabajar duro, es comprometido y amable.  Desde que su esposa murió  extraña a esa persona especial.  Espera que yo sea alguien que comparta su compromiso con la vida y le gustaría saber si quiero ser esa persona especial  que está buscando.  Desea que lo quiera por lo que es y no por lo que tiene, que no tengo la menor idea qué es.  Considera que el amor puro y verdadero es la base para una relación estable y duradera.  Espera oír pronto sobre mí y que le cuente más cosas.  No sé en que mundo vive Jack, pues nunca hemos hablado.

Su mensaje esta repleto de clichés y lugares comunes.  Me atrevo a pensar que tiene un desequilibrio mental y escribió el mensaje mientras el cuerpo de su esposa se congela en una nevera ubicada en el sótano de su casa.  Imagino que vive en Queens, Nueva Yotk, doy con el correo electrónico de un departamento de policía y les escribo, anónimamente por supuesto, que un tal Jack asesinó a su esposa.  

En fin, decido no ser esa persona especial que está buscando y ojeo otro par de E-mails hasta que llego  al del Dr. Ibrahim.  Hamza Ibrahim me cuenta que trabaja con uno de los bancos líderes en Burkina Faso y que tiene una propuesta de negocios para mi, que nos beneficiara mutuamente.  Al final de ese negocio "sorpresa" me dara el  40 % de las ganancias.  Quiere saber si estoy interesado y, de ser así, que le responda lo más pronto posible para ultimar detalles.

 Al final les escribo a ambos para presentarlos.  Espero que a Jack todavía no lo haya atrapado la policía, pues me parece que el arriesgado negocio del señor Ibrahim, es el método perfecto para que deje de pensar en su esposa muerta, el amor, y demás temas que ocupan su cabeza.