martes, 9 de mayo de 2017

Hijos

Aurora, quien debe tener un poco más de 50 años, le hace las uñas a una hombre en la peluquería.  Su cliente, no mayor de 30 años conversa con ella desinteresadamente.  Entre los múltiples caminos que puede tomar una conversación, la de ellos se encarriló en el tema de los hijos.

Aurora le pregunta al hombre: "¿Usted tiene hijos?". "No".  Respuesta que automáticamente desencadena otra: "¿Y por qué no?".

El hombre hace un gesto que traduce: "¿En que tema me metí?" y  responde que por el momento no quiere y que pensar en eso es intentar ubicarse en un futuro, y todo lo relacionado con ese más allá produce angustia.  "Igual uno nunca puede estar cerrado a nada porque llega el destino, el universo o el cosmos y nos suelta, a manera de bomba, cualquier acontecimiento" concluye.

Aurora insiste en el tema y le da algunas razones de lo bonito que es tener hijos.  Le cuenta que siempre le han gustado los niños; que ella viene del campo y que cuando alguien de su vereda tenía uno, ella agarraba un pollo de su granja para llevárselo de regalo a la madre.  La ofrenda no tenía otro fin que poder cargar al recién nacido.

Calla por un momento mientras se concentra en limar una uña.  Sube la mirada y le dice: "usted debería darle un nieto a sus papás".  El hombre le pregunta que si ella tiene nietos y responde: "¡Sí claro!, tengo 3.  Mi primer nieto nació cuando yo tenía 37 años.  Mi hijo tenía 16 y embarazó a una china, después conoció a otra mujer y tuvo otro hijo, pero de ninguno de los dos se hizo cargo.  Unos años después conoció a una tercera mujer, pero esa si le salió fiera y le dejó el bebé a él."

Ante la avalancha de información, ell hombre guarda silencio. Parece que juega con un pensamiento no relacionado con la charla, hasta que Aurora rompe su estado contemplativo  y le dice: "¿Si ve? lo dejé pensando.  Fijo esta noche cuando se acueste va a pensar en el tema".

Guardan silencio por un rato hasta que ella vuelve a hablar: "Mejor tenerlos que adoptarlos,  ¿no? porque uno debe querer menos a un hijo adoptado,  ¿no cree? Además, que miedo  ¿Qué tal que el papá del niño haya sido ratero o vicioso? Por genética el hijo tira para allá, que susto eso"

A punto de acabar su servicio, mientras repasa las uñas del hombre, concluye: "Pero si, lindo dejar una familia grande en el mundo.  EL hombre le responde con una sonrisa, le da las gracias y se despide.

"Del mismo modo que hay padres adoptivos más legítimos que los 
verdaderos,  hay autores que no se merecen los libros que han escrito. Es muy 
difícil merecer ser padre, o ser autor. En cuanto a los hijos, ya he dicho que 
todos somos en cierto modo adoptados."
- Dos mujeres en Praga -

lunes, 8 de mayo de 2017

Guantes negros

Domingo 7 de la noche. Duermo una película de Netflix y me aventuro en un sueño extraño. Me causa curiosidad cuando logro recordar lo que sueño ya que casi nunca lo hago, es decir, recordar, pues dicen, si no estoy mal, que siempre soñamos algo. Las pocas veces que lo logro, sólo recupero escenas sueltas.

En el plano onírico me encuentro en un restaurante y como una hamburguesa. Soy, al parecer, la única persona en ese lugar. Reparo en mis manos y veo que llevo puestos unos guantes negros para lavar la losa. 

Luego de terminar mi comida me acerco con la bandeja a la caneca. Aplausos para mi personaje en el sueño, que supongo soy yo, por esa actitud. Detesto cuando las personas dejan reguero sobre las mesas en los restaurantes.

En mi trayecto hacia la caneca, paso cerca de la barra y veo un plato de nachos bañados en queso fundido, guacamole, frijol refrito y sour cream. El plato se ve muy apetitoso y pienso en probar uno, pues el cocinero está ocupado en la parrilla asando carne, “¿Para qué si no hay nadie?”, y seguro no se daría cuenta.

Nuevamente me concentro en los nachos, pero tengo las manos ocupadas con la bandeja y las manos llevan los engorrosos guantes negros, que le restan habilidad a los dedos.

Con el rabillo del ojo capto a una mujer y algo me dice que es la persona que ordenó los nachos. La conozco, mejor dicho, sé quién es. Hace muchos años me dejo un agradable comentario en la entrada de otro blog.

Camino hacia el baño y me encuentro con la mujer. Cuando nos cruzamos me sonríe y saluda: “Hola, hace tiempo no te veía, ¿cómo has estado?"  Su frase es afectuosa. También sonrío y le explico que voy para el baño y, torpemente, levanto mis brazos para mostrarle los guantes negros. No sé para qué hago eso pero, al parecer, los guantes negros, junto con los nachos son símbolos importantes de la narrativa de que plantea mi subconsciente o quien sea que dirige el sueño. 

Robert Mackee sostiene que en una narrativa debe tener un buen sistema de imágenes, con símbolos que nos muevan, mientras no los reconozcamos como eso, momento en el que pierden todo su poder de sugestión.  

En el baño, abro el grifo del lavamanos y pienso en la mujer de los nachos. “La voy a saludar”, pienso. Cuando salgo ella ya abandonó el lugar y tampoco hay rastro de los nachos.

Despierto. Son las 10:45. Siento hambre y mi estómago hace ruidos “¿Fue eso lo que disparó el sueño?" 

Voy a la cocina a servirme un cereal y en el lavaplatos veo un par de guantes negros. Los reviso y,afortunadamente, no están untados de guacamole.

sábado, 6 de mayo de 2017

Olvidar

Carmenza dedicó gran parte de su vida al Psicoanálisis.  

Un día comenzó a olvidar: caras, compromisos, fechas, todo, y lo que empezó como pequeños lapsus mentales atribuibles a olvidos pasajeros que le ocurren a cualquiera, pronto se convirtió en el monstruo del Alzheimer. 

Lo que más le afecta, o eso creen sus amigos y familiares, pues nadie sabe con certeza que pensamientos se pasean por el laberinto de su mente, no es olvidar, sino ser consciente de que está enferma.

Se la pasa encerrada en su casa porque esabe que si sale sola a la calle, seguro se va a perder.  Tampoco contesta el teléfono.  El otro día Clara, una de sus mejores amigas, la visitó y le contó que la había estado llamando a lo largo del día anterior. " ¿Por qué no contestas el teléfono?" le preguntó. "Es que me da miedo no saber quién es la persona que me habla". le contestó triste.

A veces se queda mirando un punto fijo en el horizonte sin pestañear, mientras navega quien sabe en qué tipo de recuerdos; de un momento a otro regresa a su realidad desconectada.

Le gustaría poder tratar su trastorno mental con sus propios conocimientos, pero cada vez le cuesta más trabajo concentrarse. 

jueves, 4 de mayo de 2017

Afecto sin efectivo

Constanza y Martin, empleada y jefe, llegan a un café. Se sientan y luego de hacer el pedido, Martin saca unas hojas que están grapadas y un esfero.  Juega con el mecanismo retráctil de este con algo de ansiedad, hasta que repara en su actitud o se aburre y se queda quieto.

Las hojas tienen un libreto que escribió Constanza. Martin, otra vez, le saca la punta al esfero un par de veces, hasta que finalmente decide revisar e libreto.  Sabe exactamente cuáles son, según su criterio, las partes en las que tiene fallas  o que podrían mejorarse, y comienza a hacer anotaciones en los márgenes de las hojas, mientras no para de hablar.

Constanza lo mira distraída. Contesta con monosílabos que siempre le dan la razón.  No objeta nada seriamente, le da lo mismo que le diga que su texto es una mierda o que es el mejor libreto que ha leído en años.  Juega a darle vueltas sobre el piso  a la punta de su tenis, que tiene un diseño de arabescos naranjas que hace juego con su bufanda, del pie derecho.

Les llegan las bebidas, un capuchino para ella y una copa de vino tinto para él.  Hablan sobre la fuerza de un aparte del texto en el que una mujer salta por una ventana, no sabemos si es una metáfora o si hace parte de la acción cruda de la historia.  " ¿Entonces mejor quitar lo de la ventana?" pregunta Constanza

Martin, quizás sea un tic, vuelve  a jugar con el esfero presionando el mecanismo a 10.000 clics por minuto, le da un sorbo a la copa de vino, y le responde: "Si, creo que es lo mejor."

Luego, dejando el trabajo de lado, se embarcan en una conversación que propone Martin sobre los tipos de personas que les caen bien, y con esta finalizan sus bebidas.

Al momento de pagar el jefe pide el datáfono, pero le dicen que no está funcionando.  "Tranquilo, yo tengo efectivo" comenta Constanza y saca 2 billetes para pagar la cuenta.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Buenas noticias

Las entidades bancarias son buenísimas dándonos buenas noticias. Hace unos días me llegó el extracto de la tarjeta de crédito junto con un un papel en el que mi nombre es Estimado(a) y mi apellido Cliente.  En él me dicen que  desde ya me puedo relajar y disfrutar al máximo de mis vacaciones. 

En un principio me alegré al saber que voy a tenerlas pero, justo al instante, la emoción se desplomó como un castillo de naipes azotado por un fuerte viento. Esos "señores" Me cuentan que  las compras que realice con la Tarjeta de Crédito (así lo escriben, con Mayúsculas como si fuera un nombre abstracto personificado), o bien , ese dinero invisible, entre el 15 de junio y el 15 de Agosto, las puedo pagar dos meses después de la compra. ¿Acaso son bobos o qué?,  ¿quién se va a relajar con semejante noticia tan ridícula?

Pueden ocurrir dos cosas: que uno olvide por completo la compras y a los 2 meses llegue un cojonal de cuenta, o vivir con estrés ese lapso de tiempo al tener presente esa deuda que ellos ven como terapia de relajación.   ¿Por qué no nos cuentan mejor esto?:

Estimado cliente, te informamos que todas las compras que realices con tu 
Tarjeta de Crédito entre el 15 de junio y el 15 de Agosto serán gratis"

 Eso si es motivo de relajación, contrario a dilatar el pago de una deuda.

Más tarde me llega un correo de otra entidad en el que afirman que hacer retiros de dinero me va a gustar más ¿Acaso hay alguien qué  encuentra satisfacción en teclear la clave en el cajero automático y esperar a que la máquina escupa el dinero? Pero esa no es la razón por la que voy a disfrutar más ese acto; la gran noticia es que ahora el monto máximo de retiro aumento a $700.000.

La única ventaja de todo esto sería el tener que visitar menos veces el cajero automático, para sacar la plata que debemos destinar a la deuda "relajada" de la tarjeta de crédito. 

martes, 2 de mayo de 2017

Edición 73

A Pérez le piden un artículo sobre salsa para la edición 73 de una revista cuando cae la tarde. "Lo necesito para mañana" le dice el editor en un tono alegre. "Claro, como usted sólo se dedica a leerlos y mandar a escribir es tan fácil" piensa. Suspira y luego pregunta "¿Cuantas palabras?". “Es cortico hermano, no se estrese, de 500 a 800". 

Al rato de colgar, con la pereza colgándole en la espalda, decide sentarse en su escritorio. No tiene ni idea sobre que va a escribir, pero si no hace el intento de poner una palabra detrás de otra, su trabajo, su vida, ¿qué sentido tiene todo?

Escudriña su cabeza. Le gusta cómo suena esa palabra y es la primera que escribe, espera que pronto venga otra, producto de un fogonazo en su cabeza debido a la excitación de una neurona o una orgía entre varias de ellas; eso que unos llaman inspiración, otros más románticos musa, y aquellos (que no son ni los unos ni los otros), emparentan ambas bajo el nombre "Musa de la inspiración”. Espera que ese ente, lo que sea, si es que existe, le transmita algo a sus dedos para comenzar a teclear.

Pasan 5 minutos, y en el último cae en cuenta de que mira la pantalla mientras piensa que tiene hambre. Va a la cocina por un paquete de papas y una gaseosa. Toma su merienda mientras navega por internet, pero esa supuesta recarga de baterías no le sirve para nada o tal vez a su musa no le agrada esa combinación.

Decide revisar la definición de la RAE para ver si de pronto, por alguna razón absurda, viene con una historia incluida que le de luces de algo, pero se encuentra con ese muro frío, desprovisto de emociones, que son las definiciones de diccionario: “Examinar, inquirir y averiguar cuidadosamente algo y sus circustancias". "Malditos, puros sinónimos. Que gente tan perezosa esa de la Real Academia” concluye.

La 73 podría tener algo que ver con la banda bogotana La 33, si se le suma 40 unidades de algo, ¿de qué?, ¿Instrumentos, músicos, fans?

Escudriñando a la 33, escribe. Ese va a ser el título, que espera se convierta en una cascada de palabras con cierto sentido y ritmo. Alguna vez leyó que Woolf decía que eso último era lo más importante para escribir y piensa que si se trata de un artículo sobre salsa, debe pesar aún más.

Le tiene miedo al uso del gerundio pero siempre lo siente tan a la mano, tan preciso, que decide subrayarlo, no en el amarillo chillón tan preferido por todo el mundo, sino en un parco gris. 

Ha pasado una hora y todavía le faltan, calcula a la ligera, unas 650 palabras.

lunes, 1 de mayo de 2017

Desocupado

Tomo un taxi. 

"Buenos días, a  la feria del libro, por favor"
"Buenos días,  ¿dónde es que queda? ahh ya, estamos cerca"

Avanzamos un par de calles y me pregunta:

"Le gusta leer harto?"
"Si", le respondo aprovechando mi buen humor.
" ¿Y cuántos libros se ha leído este año? .  Sus frases son alegres y tienden a terminar en una ligera risa.
Le doy la cifra de los que llevo leídos hasta el momento.

El conductor espera unos segundos y luego  exclama: "¡Uy este marica es un desocupado! y ríe.

Su comentario está lejos de ser un insulto y no me molesta. Si, tal vez es algo confianzudo pero sólo quiere hablar. Al rato lo vuelve a hacer:

"Yo la verdad si soy malo para leer,una ves me traté de leer un libro, ¿cómo es que se llama? ...  ¿quién... cómo es qué es? Quién se..."  
"...ha llevado mi queso" completo su frase
"Si ese, pero me aburrió y creo que nunca lo acabe"

" ¿Y qué es lo que más le gusta leer?"
"Ficción"
"Ahh ya, a mí lo que me gusta es ver películas de acción, por ejemplo, ¿no se ha visto la ultima de Rápidos y Furiosos? 
"No, ¿qué tal?"
"Ufff muy bacana" sonrié, mientras, parece, recuerda las escenas.
"Es que,  ¿qué no le meten? Barcos aviones, misiles, submarinos, los manes manejando carros en el hielo...hasta un bebé, imagínese"

Trato de hacerlo, pero no se me ocurre qué puede tener de interesante la escena del bebé. Me he visto un par de películas de esa serie, pero lo único que se me ocurre preguntarle, para no dejar morir la conversación, es: " ¿Y en esta película sale el que se murió?

"No, no sale.  Sólo lo mencionan en un dialogo, pero es muy chistoso, pues dicen algo como: Recuerda que no podemos llamar a fulanito porque se fue a no se donde.  Muy chistoso ese pedazo.  

"En serio le recomiendo que se la vea"

Justo cuando terminamos el tema de su gusto por las películas llegamos a Corferias, me despido y me desea buena suerte, que disfrute la feria y que ojalá compre muchos libros.