15 con esta. ¿Qué? 15 ventanas de navegador abiertas al mismo tiempo. Como siempre uno tratando de abarcar más de lo que puede: 15 ventanas abiertas y solo puedo ver una en un instante determinado, mil canciones metidas dentro de un Ipod para solo escuchar una, más de 5 servicios de streaming configurados en el televisor para solo ver una película, documental o el capítulo de una serie. “No joda, así somos” es la excusa fácil, pero ¿así somos?
La pestaña del email me indica que tengo 573 emails sin abrir. Los revisará su madre. La del servidor de email marketing deja ver que la última campaña que envié tuvo una tasa de apertura de 30.23%. Dicen, esos que saben, que ese sería un buen indicador si mi lista de correo fuera de miles de personas pero como no lo es,¿entonces es malo? No lo sé. Solo sé que se trata de enviar correos e impactar la mayor cantidad de veces posible con un mensaje. Hay poder en la repetición. Otra ventana es un formulario de Google rn ingl´rd, (en inglés, es que metí mal los dedos) porque acabo de redactar un email que tiene que ver con él, y duré un buen tiempo corrigiendo las preposiciones. Al final me aburrí de editarlo y le di send; de malas si no les gusta mi broken english, y así una pestaña detrás de otra que fui apilando a lo largo del día.
Una no tenía nada, es decir, solo aparecía el buscador de Google, pero no alcancé a escribir nada en la barra de búsqueda. Quién sabe qué fue esa búsqueda no búsqueda o búsqueda perdida. De pronto era una idea que iba a solucionar todos mis problemas, pero por ponerme a revisar el mail o quién sabe qué estúpida red social, la deje a un lado y fue a parar a los abismos de mi cerebro, y allí se ahogará con todas mis fobias, filias y manías.
Cuando termine de escribir este post voy a cerrar todas las ventanas de un trancazo, una actitud con la que me siento ligeramente poderoso, pendejadas que uno piensa junto a las filias y esas cosas.
lunes, 6 de mayo de 2024
martes, 30 de abril de 2024
Café frío. No se me ocurrió otro título
Otra vez lo mismo. Es tarde y heme aquí intentando escribir algo. En la mañana, fuera de Bogotá, me senté en mi escritorio con la taza de café del desayuno a la mitad. Aún estaba caliente, pero me distraje con cualquier pendejada y cuando le di un sorbo la bebida ya se había enfriado.
En ese momento pensé en escribir algo sobre eso. Pensaba decir que la vida es muy corta para dejar enfriar el café y que deberíamos preocuparnos por tomarlo bien caliente, pues uno nunca sabe si es la última vez que le va a dar un sorbo a esa bebida.
La verdad es que uno no sabe nada, y la mayoría de veces se anda a tientas, a tumbos, a trompicones (que buena palabra esa) a pura prueba y error, a ver si en medio del caos tan berraco que es la vida, resulta alguno de los planes que trazamos.
Ya no sé que más escribir pero llevo míseras 165 palabras. Una vez escribí el guión de un video para una empresa y tenía que ser menor de 200 palabras. En esa ocasión, al contrario, sufrí mucho editando ese texto, que parecía desbordarse de mis manos.
Pero bueno, que me distraigo,mejor sigamos hablando del café. Hay que tomarlo caliente y a la hora que sea. A mí esa bebida no me quita el sueño. El otro día me entró un antojo como de mujer embarazada, imagino que así son, y a las 11 de la noche sentí un deseo irrefrenable de tomarme una taza bien oscura. Hacer eso de pronto es un atentado contra los ciclos circadianos. No lo sé. De pronto tengo acumulada cafeína en alguna parte de mi cuerpo, y por eso hay noches que doy vueltas y vueltas y no logro dormirme, pero esa vez, la del tinto a las 11 de la noche, dormí sin ningún problema.
Ya llevo más de 300 palabras, que no vienen a ser mucho, pero cumplen con mi cuota mínima. Mejor me voy a dormir, porque soy tan inteligente que programé, desde hace meses, una reunión de trabajo para mañana.
El café caliente, siempre caliente.
En ese momento pensé en escribir algo sobre eso. Pensaba decir que la vida es muy corta para dejar enfriar el café y que deberíamos preocuparnos por tomarlo bien caliente, pues uno nunca sabe si es la última vez que le va a dar un sorbo a esa bebida.
La verdad es que uno no sabe nada, y la mayoría de veces se anda a tientas, a tumbos, a trompicones (que buena palabra esa) a pura prueba y error, a ver si en medio del caos tan berraco que es la vida, resulta alguno de los planes que trazamos.
Ya no sé que más escribir pero llevo míseras 165 palabras. Una vez escribí el guión de un video para una empresa y tenía que ser menor de 200 palabras. En esa ocasión, al contrario, sufrí mucho editando ese texto, que parecía desbordarse de mis manos.
Pero bueno, que me distraigo,mejor sigamos hablando del café. Hay que tomarlo caliente y a la hora que sea. A mí esa bebida no me quita el sueño. El otro día me entró un antojo como de mujer embarazada, imagino que así son, y a las 11 de la noche sentí un deseo irrefrenable de tomarme una taza bien oscura. Hacer eso de pronto es un atentado contra los ciclos circadianos. No lo sé. De pronto tengo acumulada cafeína en alguna parte de mi cuerpo, y por eso hay noches que doy vueltas y vueltas y no logro dormirme, pero esa vez, la del tinto a las 11 de la noche, dormí sin ningún problema.
Ya llevo más de 300 palabras, que no vienen a ser mucho, pero cumplen con mi cuota mínima. Mejor me voy a dormir, porque soy tan inteligente que programé, desde hace meses, una reunión de trabajo para mañana.
El café caliente, siempre caliente.
lunes, 29 de abril de 2024
De autoficción, selfies y otros temas
Llevo días sin escribir acá. Podría decir que mi ausencia se debe a una mezcla de situaciones, además de un viaje de último minuto, pero la verdad es que todo se resume en pura y física pereza. Algunos días he intentado escribir hacia el final de la tarde, pero en esos momentos estoy cansado y apenas me siento en el escritorio no se me ocurre nada.
De pronto es porque quiero hablar de cosas que me han pasado, y tal vez no me ha pasado mucho, o de pronto es porque acudo mucho a ese género llamado autoficción, pues casi siempre narro eventos propios, al tiempo que les incluyo cosas ficticias.
Sea como sea, un amigo me cuenta que el escritor argentino Hernán Díaz, dice que actualmente existe una decadente moda de autoficción confesional, que viene a ser “una gran inflación del yo”. Díaz sentencia su postura diciendo que muchos textos se han transformado en una especie de selfie narrativo.
Cuando me contó eso, pensé en la frase que leí de una crónica de Leila Guerriero: La primera persona es una traición, porque termina siendo más importante el escritor que lo escrito.
Salman Rushdie cuenta que cuando escribió su memoir Joseph Anton, se narró en tercera persona, porque no le gusto cuando comenzó a hacerlo en la primera. En ese momento, escribir en esa voz le pareció un ejercicio narciso. Rushdie concluye que a pesar de ser él, no dejaba de existir cierta distancia con Joseph Anton.
Pero vuelvo y repito. Me da igual cómo sean mis textos, es decir, si son buenos o no. Solo espero volver a retomar el ritmo y escribir sobre el tema que sea.
De pronto es porque quiero hablar de cosas que me han pasado, y tal vez no me ha pasado mucho, o de pronto es porque acudo mucho a ese género llamado autoficción, pues casi siempre narro eventos propios, al tiempo que les incluyo cosas ficticias.
Sea como sea, un amigo me cuenta que el escritor argentino Hernán Díaz, dice que actualmente existe una decadente moda de autoficción confesional, que viene a ser “una gran inflación del yo”. Díaz sentencia su postura diciendo que muchos textos se han transformado en una especie de selfie narrativo.
Cuando me contó eso, pensé en la frase que leí de una crónica de Leila Guerriero: La primera persona es una traición, porque termina siendo más importante el escritor que lo escrito.
Salman Rushdie cuenta que cuando escribió su memoir Joseph Anton, se narró en tercera persona, porque no le gusto cuando comenzó a hacerlo en la primera. En ese momento, escribir en esa voz le pareció un ejercicio narciso. Rushdie concluye que a pesar de ser él, no dejaba de existir cierta distancia con Joseph Anton.
Pero vuelvo y repito. Me da igual cómo sean mis textos, es decir, si son buenos o no. Solo espero volver a retomar el ritmo y escribir sobre el tema que sea.
miércoles, 17 de abril de 2024
Doing is the game
Hoy me acordé de una frase que escuché en una charla de Creative Mornings: Ideas are nothing, doing is everything.
Tiempo después leí Zen in the art of writing de Ray Bradbury, y parece que el escritor pensaba lo mismo. Bradbury cuenta lo siguiente :“Hacer es ser. Haber hecho no es suficiente; llenarse de hacer, ese es el juego."
El escritor cuenta que todos somos como tazas que constantemente se van llenando de forma calmada, y que el truco –de la vida, supongo–, consiste en saber en qué momento hay que inclinarse para que se derrame lo bueno que hemos almacenado.
Inclinarse o hacer, para desparramar todo lo que hemos acumulado debe ser una buena táctica para afrontar la vida, ¿acaso no?
Dice que siempre le recalcó a sus amigos que existen dos artes: el primero es realizar algo, y el segundo consiste en aprender a moldear lo que se hizo para no matarlo o lastimarlo de alguna manera.
Seguro por eso el escritor afirma que permanecía ebrio de escritura para que la realidad no lo pudiera destruir.
Ese, cuenta, fue el estilo de vida que siempre llevó: “Ebrio, y manejando una bicicleta, es decir, Ebrio de vida, sin saber a dónde dirigirse después, en un viaje mitad de terror y mitad de entusiasmo.
Entonces ya saben. El truco está en hacer, hacer y hacer, sin importar cuál sea el producto final, mientras no lo aniquilemos de alguna manera, al momento de moldearlo.
Tiempo después leí Zen in the art of writing de Ray Bradbury, y parece que el escritor pensaba lo mismo. Bradbury cuenta lo siguiente :“Hacer es ser. Haber hecho no es suficiente; llenarse de hacer, ese es el juego."
El escritor cuenta que todos somos como tazas que constantemente se van llenando de forma calmada, y que el truco –de la vida, supongo–, consiste en saber en qué momento hay que inclinarse para que se derrame lo bueno que hemos almacenado.
Inclinarse o hacer, para desparramar todo lo que hemos acumulado debe ser una buena táctica para afrontar la vida, ¿acaso no?
Dice que siempre le recalcó a sus amigos que existen dos artes: el primero es realizar algo, y el segundo consiste en aprender a moldear lo que se hizo para no matarlo o lastimarlo de alguna manera.
Seguro por eso el escritor afirma que permanecía ebrio de escritura para que la realidad no lo pudiera destruir.
Ese, cuenta, fue el estilo de vida que siempre llevó: “Ebrio, y manejando una bicicleta, es decir, Ebrio de vida, sin saber a dónde dirigirse después, en un viaje mitad de terror y mitad de entusiasmo.
Entonces ya saben. El truco está en hacer, hacer y hacer, sin importar cuál sea el producto final, mientras no lo aniquilemos de alguna manera, al momento de moldearlo.
martes, 16 de abril de 2024
Uno más
¿De qué hablo? de un nuevo libro. Uno más que quiero leer. La escritora española Marina Perezagua publicó una foto de él en su cuenta de Facebook y escribió: Bello. Brillante. literatura.
Hablo de knife, Meditations after an attempted murder, el último libro de Salman Rushdie, un memoir en el que, imagino, desmenuza el atentado que sufrió y lo lleva a un nivel literario.
De él solo he leído Joseph Anton, el memoir que escribió luego de que el Ayatolá Ruhollah Khomeini lo condenara a muerte por haber escrito los versos satánicos. En ese entonces, ese viejito con mirada de loco y barba poblada le envió un mensaje a todos los musulmanes en el que les indicaba que lo mataran en cualquier lugar en el que se encontraran.
Me siento cercano a Rushdie por ese relato y porque me firmó el libro en una charla que dio en el Hay Festival. Fue una de las mejores charlas de esa edición y me pareció tremendo cómo narra todas las experiencias por las que tuvo que atravesar.
Hablo de knife, Meditations after an attempted murder, el último libro de Salman Rushdie, un memoir en el que, imagino, desmenuza el atentado que sufrió y lo lleva a un nivel literario.
De él solo he leído Joseph Anton, el memoir que escribió luego de que el Ayatolá Ruhollah Khomeini lo condenara a muerte por haber escrito los versos satánicos. En ese entonces, ese viejito con mirada de loco y barba poblada le envió un mensaje a todos los musulmanes en el que les indicaba que lo mataran en cualquier lugar en el que se encontraran.
Me siento cercano a Rushdie por ese relato y porque me firmó el libro en una charla que dio en el Hay Festival. Fue una de las mejores charlas de esa edición y me pareció tremendo cómo narra todas las experiencias por las que tuvo que atravesar.
También me gusto que se narró en tercera persona, pues cuando comenzó a escribir el libro en la primera, no le gusto y le pareció un ejercicio algo narciso, además de que no deja de existir cierta distancia antre él y joseph Anton.
El título de ese libro lo seleccionó por el aprecio que siente hacia los escritores Joseph Conrad y Antón Chejov. Al primero por sus novelas de espías, pues de un momento a otro se vio envuelto en ese mundo, necesitó de un fuerte esquema de seguridad y no dormía más de dos noches en un mismo lugar, y el segundo, pues considera que el escritor ruso sabía retratar la soledad y en esos años de su vida se sintió muy solo.
Me entero que en Knife aparte de narrar en detalle el ataque que sufrió, también es un tributo a su esposa quien lo acompañó durante toda su recuperación.
El título, cuenta Rushdie, es una alegoría al lenguaje, pues este también puede ser un cuchillo que corta hasta llegar a la verdad. “Quería utilizar el poder de la literatura, en general, para responder a este ataque".
Uno más, les digo, uno más para celebrar que Rushdie sigue vivo.
El título de ese libro lo seleccionó por el aprecio que siente hacia los escritores Joseph Conrad y Antón Chejov. Al primero por sus novelas de espías, pues de un momento a otro se vio envuelto en ese mundo, necesitó de un fuerte esquema de seguridad y no dormía más de dos noches en un mismo lugar, y el segundo, pues considera que el escritor ruso sabía retratar la soledad y en esos años de su vida se sintió muy solo.
Me entero que en Knife aparte de narrar en detalle el ataque que sufrió, también es un tributo a su esposa quien lo acompañó durante toda su recuperación.
El título, cuenta Rushdie, es una alegoría al lenguaje, pues este también puede ser un cuchillo que corta hasta llegar a la verdad. “Quería utilizar el poder de la literatura, en general, para responder a este ataque".
Uno más, les digo, uno más para celebrar que Rushdie sigue vivo.
lunes, 15 de abril de 2024
"Me pareces interesante"
“A mí la verdad me parece interesante”.
Fernando supo que había perdido el tiempo con Laura cuando la escuchó decir esa frase:
Se habían conocido en el cumpleaños de un amigo en común y desde el instante en que la vio se convenció de que ella era la mujer de sus sueños hecha realidad: alta, pelinegra y de ojos verdes.
Esa noche buscó la forma de interactuar con ella a solas, pero siempre había alguien rondando. Hacia el final de la reunión desistió de su idea y salió a la terraza para terminar de beber un trago de whiskey y fumarse un cigarrillo.
“Pensé que te habías ido sin despedirte”, fue la frase que lo sacó de sus pensamientos. Al dar medía vuelta, ahí estaba ella con una copa de vino en sus manos y sonriendo de forma pícara.
“Como estabas tan ocupada hablando con Morales”.
“¿Celoso o qué?”
Fernando soltó una carcajada, sacó otro cigarrillo, y ese día hablaron hasta la madrugada.En esa ocasión Fernando solo se ganó un resfriado porque no se preocupó por ponerse la chaqueta.
Salieron por un par de meses hasta que un día Fernando concluyó que se había enamorado. Decidió jugársela toda.
La citó en Grano molido, el café que tanto le gustaba a ella. Cuando la tuvo sentada enfrente, no sabe bien de dónde saco fuerzas para decirle todo lo que sentía. Su declaración de amor salía de su boca a una velocidad impresionante. No sabía que iba a hablar por tanto tiempo. Fue algo que le costó mucho porque la posibilidad de rechazo estaba latente.
¿Y si de pronto había leído mal las señales y ella solo lo consideraba un amigo? se preguntaba, pero cuando terminó de hablar, sin importar cuál fuera la respuesta que iba a escuchar, se sintió ligero.
Cuando fue el turno de ella para hablar, Laura le dio un sorbo al vaso de café que sostenía con ambas manos y dijo:
“Mira a mí, de primerazo me pareces interesante y súper pilo."
La respuesta de Laura también fue larga, pero Fernando no le prestó atención al resto de palabras, sabía que lo mejor era emprender la retirada, porque lo último que se debe perder no es la esperanza sino la dignidad.
Era un rechazo camuflado, una negativa disfrazada de palabras cordiales. Quizá desde la primera vez que alguien le dijo eso a otra persona no lo hizo con mala intención, pero Fernando hubiera preferido que Laura le dijera que era un hijo de puta o que era un mal polvo.
Al final siempre Se gana o se pierde, esa es la vida ¿acaso no?, pensó
Más allá de ponerse triste, lo que le sintió fue rabia. Había sido una salida fácil para ella. Era una frase que no compromete a quien la dice. Un sintagma, diría un lingüista, que no descalifica pero tampoco elogia.
Solo significaba una cosa: que no le había hecho sentir nada con esa declaración de amor improvisada que, cree, le había salido tan bien.
Fernando supo que había perdido el tiempo con Laura cuando la escuchó decir esa frase:
Se habían conocido en el cumpleaños de un amigo en común y desde el instante en que la vio se convenció de que ella era la mujer de sus sueños hecha realidad: alta, pelinegra y de ojos verdes.
Esa noche buscó la forma de interactuar con ella a solas, pero siempre había alguien rondando. Hacia el final de la reunión desistió de su idea y salió a la terraza para terminar de beber un trago de whiskey y fumarse un cigarrillo.
“Pensé que te habías ido sin despedirte”, fue la frase que lo sacó de sus pensamientos. Al dar medía vuelta, ahí estaba ella con una copa de vino en sus manos y sonriendo de forma pícara.
“Como estabas tan ocupada hablando con Morales”.
“¿Celoso o qué?”
Fernando soltó una carcajada, sacó otro cigarrillo, y ese día hablaron hasta la madrugada.En esa ocasión Fernando solo se ganó un resfriado porque no se preocupó por ponerse la chaqueta.
Salieron por un par de meses hasta que un día Fernando concluyó que se había enamorado. Decidió jugársela toda.
La citó en Grano molido, el café que tanto le gustaba a ella. Cuando la tuvo sentada enfrente, no sabe bien de dónde saco fuerzas para decirle todo lo que sentía. Su declaración de amor salía de su boca a una velocidad impresionante. No sabía que iba a hablar por tanto tiempo. Fue algo que le costó mucho porque la posibilidad de rechazo estaba latente.
¿Y si de pronto había leído mal las señales y ella solo lo consideraba un amigo? se preguntaba, pero cuando terminó de hablar, sin importar cuál fuera la respuesta que iba a escuchar, se sintió ligero.
Cuando fue el turno de ella para hablar, Laura le dio un sorbo al vaso de café que sostenía con ambas manos y dijo:
“Mira a mí, de primerazo me pareces interesante y súper pilo."
La respuesta de Laura también fue larga, pero Fernando no le prestó atención al resto de palabras, sabía que lo mejor era emprender la retirada, porque lo último que se debe perder no es la esperanza sino la dignidad.
Era un rechazo camuflado, una negativa disfrazada de palabras cordiales. Quizá desde la primera vez que alguien le dijo eso a otra persona no lo hizo con mala intención, pero Fernando hubiera preferido que Laura le dijera que era un hijo de puta o que era un mal polvo.
Al final siempre Se gana o se pierde, esa es la vida ¿acaso no?, pensó
Más allá de ponerse triste, lo que le sintió fue rabia. Había sido una salida fácil para ella. Era una frase que no compromete a quien la dice. Un sintagma, diría un lingüista, que no descalifica pero tampoco elogia.
Solo significaba una cosa: que no le había hecho sentir nada con esa declaración de amor improvisada que, cree, le había salido tan bien.
viernes, 12 de abril de 2024
Amor moderno
En uno de los capítulos de Orange is the New Black, un periodista contacta al novio de Piper, la reclusa, para que escriba una pieza para la columna Modern Love del New York Times.
Ese día recordé esa serie que me gustó mucho y pensé que lo más probable es que existiera un libro con la recopilación de las columnas.
No estaba equivocado. El libro se llama Amor moderno, historias reales de amor, pérdida y reconciliación.
Ese mismo día comencé a leerlo. Ahora voy por la mitad y me ha gustado mucho. Me parece que la selección de piezas que hizo el editor de la columna fue muy minuciosa y la calidad de los escritos es tremenda.
Hoy leí un ensayo que me removió todo. Se titula “Tal vez quieras casarte con mi marido”. En él la escritora Amy Krouse Rosenthal cuenta como una noche visita una clínica con su marido debido a un fuerte dolor abdominal que, piensan, es apendicitis, y después de muchos análisis les dan la noticia de que es un cáncer en etapa avanzada.
La columna de Amy es un perfil de su marido, en la que justifica por qué es un buen partido. En medio de lo trágico, la escritora utiliza un humor muy fino en su escrito.
Amy murió 10 días después de la publicación de su columna.
Estos últimos días he pensado mucho sobre la muerte, y cuando no pienso en ese tema, se me aparece de cualquier forma. De pronto lo mejor sea no mirarla como un evento lejano, sino hacerle creer que nos importa. De esa manera quizá nos dejé en paz y se fije en aquellos que no la determinan para nada.
Ese día recordé esa serie que me gustó mucho y pensé que lo más probable es que existiera un libro con la recopilación de las columnas.
No estaba equivocado. El libro se llama Amor moderno, historias reales de amor, pérdida y reconciliación.
Ese mismo día comencé a leerlo. Ahora voy por la mitad y me ha gustado mucho. Me parece que la selección de piezas que hizo el editor de la columna fue muy minuciosa y la calidad de los escritos es tremenda.
Hoy leí un ensayo que me removió todo. Se titula “Tal vez quieras casarte con mi marido”. En él la escritora Amy Krouse Rosenthal cuenta como una noche visita una clínica con su marido debido a un fuerte dolor abdominal que, piensan, es apendicitis, y después de muchos análisis les dan la noticia de que es un cáncer en etapa avanzada.
La columna de Amy es un perfil de su marido, en la que justifica por qué es un buen partido. En medio de lo trágico, la escritora utiliza un humor muy fino en su escrito.
Amy murió 10 días después de la publicación de su columna.
Estos últimos días he pensado mucho sobre la muerte, y cuando no pienso en ese tema, se me aparece de cualquier forma. De pronto lo mejor sea no mirarla como un evento lejano, sino hacerle creer que nos importa. De esa manera quizá nos dejé en paz y se fije en aquellos que no la determinan para nada.
“I’m facing a deadline, in this case, a pressing one.i need to say this (and say it right) while I have (a) your attention and (b) a pulse."- You may want to marry my husband -
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