A veces leo fragmentos de un libro en los que, por alguna razón, me detengo y los vuelvo a leer una y otra vez, para ver si logro descifrar lo que el escritor quería decir. Hace poco me paso con uno de Manuel Vilas. Decía lo siguiente:
Luchábamos por legitimar la relación, y era bien complicado, pues los dos teníamos nuestro pasado, y había que buscar una acomodación para el otro en la propia familia , y esto requiere alta cirugía emocional.
Es, imagino, un párrafo sencillo. Nada del otro mundo, y ahora me parece mucho más de esa forma, pero no logro precisar qué resonó conmigo en el momento en que lo leí. Quizá fue porque me pareció o parece (todavía no me defino) elaborado. Es decir, pienso (o pensé) que a mí no se me habría ocurrido incluir eso de la cirugía emocional nunca. Siento que esas dos palabras funcionan de maravilla y que no hay otro par mejor para cerrar el párrafo, pero si me preguntan por qué, no sabría cómo sustentar mi afirmación.
O de pronto lo que pasa es que presiento que Vilas trabajó ese párrafo por días, semanas, incluso meses, hasta encontrar la combinación de palabras correctas. Un día se sentó y lo garabateó en la libreta que siempre lleva a la mano, luego lo paso a limpio y desde ese día comenzó a editarlo como un poseso, como si su vida dependiera de la sintaxis de ese párrafo y del significado que le quería imprimir. Un día abatido por no encontrar las palabras y cuando ya se creía perdido, se sentó en la mesa de la cocina a tomarse una cerveza y como por acto de magia las dos palabras que le dan cierre al párrafo se le aparecieron en la cabeza.
Si alguno de ustedes conoce a Vilas, por favor díganle que me saque de la duda. También díganle que su último libro es bien extraño pero agradable.
miércoles, 26 de febrero de 2025
lunes, 24 de febrero de 2025
Ritmos de lectura
Una mujer cuenta que no lee desde hace bastante tiempo y estima que no lo hará por otro más, porque si las ocupaciones de su vida no la han dejado, lo más seguro es que esté más ocupada en lo que resta del año. Se me ocurre pensar, de primerazo, que presenta el síndrome malestar de lectura, un término que me acabo de inventar.
De llegar a hacerlo, piensa que será en unas vacaciones, las cuales tampoco sabe cuándo podrá tomar. Predice que en ese futuro incierto leerá todo el día metida en la cama, que es la forma en que más le gusta leer, y que solo la abandonará para ir al baño. Una especie de activismo similar a la que practicaron Yoko Ono y John Lennon cuando se quedaron una semana en la cama para protestar contra la guerra de Vietnam, solo que en este caso sería un tributo a la lectura.
También cuenta que le gustaría tomar vacaciones para madrugar e ir a la Luis Ángel Arango a pasar todo el día en la biblioteca, ir a cine sola, caminar por la ciudad y cuando caiga la tarde meterse a un cafecito para seguir leyendo.
A mí como a la mujer también me gusta leer en la cama, pero a las 11 de la noche, un gusto que varias veces me ha hecho trasnochar.
No entiendo por qué, si le gusta leer tanto, no busca espacios del día para hacerlo. Pienso que por más ocupado que yo estuviera, nunca dejaría de leer. También me pregunto si no estaré muy desocupado y si leo mucho. Aunque ese concepto de leer demasiado carece de sentido, pues siempre hacen falta más lecturas. Eso podría ser otro síndrome, el de exceso de lectura y llevaría, a quien lo padezca, a sentir remordimiento por leer mucho, en fin.
Hay personas que siempre cargan un libro y no desaprovechan ningún tiempo libre para leer, bien sea mientras hacen fila en un banco, mientras se hacen las uñas de los pies en la peluquería, en un trayecto de bus, en una sala de espera, en fin, donde sea.
De pronto a esa mujer no le gusta leer de a sorbitos de 15 minutos y cuando se dispone a leer, debe ser una actividad en la que invierte varias horas seguidas. Cada quien con sus ritmos de lectura.
De llegar a hacerlo, piensa que será en unas vacaciones, las cuales tampoco sabe cuándo podrá tomar. Predice que en ese futuro incierto leerá todo el día metida en la cama, que es la forma en que más le gusta leer, y que solo la abandonará para ir al baño. Una especie de activismo similar a la que practicaron Yoko Ono y John Lennon cuando se quedaron una semana en la cama para protestar contra la guerra de Vietnam, solo que en este caso sería un tributo a la lectura.
También cuenta que le gustaría tomar vacaciones para madrugar e ir a la Luis Ángel Arango a pasar todo el día en la biblioteca, ir a cine sola, caminar por la ciudad y cuando caiga la tarde meterse a un cafecito para seguir leyendo.
A mí como a la mujer también me gusta leer en la cama, pero a las 11 de la noche, un gusto que varias veces me ha hecho trasnochar.
No entiendo por qué, si le gusta leer tanto, no busca espacios del día para hacerlo. Pienso que por más ocupado que yo estuviera, nunca dejaría de leer. También me pregunto si no estaré muy desocupado y si leo mucho. Aunque ese concepto de leer demasiado carece de sentido, pues siempre hacen falta más lecturas. Eso podría ser otro síndrome, el de exceso de lectura y llevaría, a quien lo padezca, a sentir remordimiento por leer mucho, en fin.
Hay personas que siempre cargan un libro y no desaprovechan ningún tiempo libre para leer, bien sea mientras hacen fila en un banco, mientras se hacen las uñas de los pies en la peluquería, en un trayecto de bus, en una sala de espera, en fin, donde sea.
De pronto a esa mujer no le gusta leer de a sorbitos de 15 minutos y cuando se dispone a leer, debe ser una actividad en la que invierte varias horas seguidas. Cada quien con sus ritmos de lectura.
martes, 18 de febrero de 2025
¿Qué palabras vienen?
Cuando me siento a escribir para este blog, por lo general no tengo ni idea sobre qué tema lo voy a hacer. No creo que sea algo que esté bien o mal, pero me gusta sentir esa especie de incertidumbre. Creo que hay poder en lo aleatorio, en lo que surja por una u otra razón ¿Qué carajos saldrá hoy? Suelo preguntarme. ¿Qué palabras son las que vienen?
Hablo de esto porque me acorde de un libro que se llama The Boron Letters. Lo escribió Gary Halbert, uno de los mejores copywriters de la historia.
El título del libro tiene que ver con que lo escribió cuando estuvo preso en la prisión federal de Boron, porque una de las campañas en las que trabajó salió mal, no pudo cumplir con el número de pedidos y fue condenado por fraude postal.
En la temporada que pasó en la cárcel, Halbert decidió traspasar todos sus conocimientos de ventas y marketing a su hijo, a través de unas cartas.
Me acordé de ellas porque cuando Halbert se sentaba a escribirlas, nunca tenía claro qué tema iba a tratar, y terminaba escribiendo lecciones tremendas sobre ventas o sobre la vida.
Eso, creo, puede ser lo bueno de sentarse a escribir a la wachapanda, es decir, a teclear a ver qué sale. A veces, por un alineación de planetas o qué sé yo aparecen unos textos que cargan un significado tremendo. Otras, por lo general la mayoría, resultan textos que no son nada del otro mundo, pero que algún efecto deben tener en quien lo escribe o los lee porque ningún intento de escritura es en vano.
Hablo de esto porque me acorde de un libro que se llama The Boron Letters. Lo escribió Gary Halbert, uno de los mejores copywriters de la historia.
El título del libro tiene que ver con que lo escribió cuando estuvo preso en la prisión federal de Boron, porque una de las campañas en las que trabajó salió mal, no pudo cumplir con el número de pedidos y fue condenado por fraude postal.
En la temporada que pasó en la cárcel, Halbert decidió traspasar todos sus conocimientos de ventas y marketing a su hijo, a través de unas cartas.
Me acordé de ellas porque cuando Halbert se sentaba a escribirlas, nunca tenía claro qué tema iba a tratar, y terminaba escribiendo lecciones tremendas sobre ventas o sobre la vida.
Eso, creo, puede ser lo bueno de sentarse a escribir a la wachapanda, es decir, a teclear a ver qué sale. A veces, por un alineación de planetas o qué sé yo aparecen unos textos que cargan un significado tremendo. Otras, por lo general la mayoría, resultan textos que no son nada del otro mundo, pero que algún efecto deben tener en quien lo escribe o los lee porque ningún intento de escritura es en vano.
“When you get stuck or emotionally jammed up one of the ways to get yourself unclogged and flowing again is just to keep moving. Run. Walk. Jog. Write. Do the dishes. Or whatever. But don't sit around waiting for a flash from Heaven.”
– The boron Letters
lunes, 17 de febrero de 2025
Fotos maniquíes
Hablo de fotos falsas. Fotos de mentiras, digamos, como las que publican de apartamentos que están a la venta.
Me gusta ver esas publicaciones porque siempre imagino cómo sería vivir en esos lugares, especialmente los que son lujosos y que muestran apartamentos tipo loft con un aire rústico.
Lugares con espacios amplios, terrazas, piscinas y todo tipo de lujos, en los que, parece, la tranquilidad es lo que prima. Por lo general mi fantasía se desbarata cuando leo el precio de venta o de alquiler de dichos inmuebles. Siempre pienso agregar un comentario que diga algo como: me encantaría vivir en este lugar, pero no me alcanza el dinero. Avísenme si le rebajan el precio.
En fin, sea como sea, algo que me molesta es que en esas publicaciones aparecen fotos maniquíes de los apartamentos, es decir, fotos donde todo está en orden. Si es la cocina, por ejemplo, todo está reluciente y no hay rastros de loza sucia o de una de una olla humeante sobre la estufa. Si es una habitación las camas están perfectamente tendidas y nunca muestran a alguien durmiendo en ellas con las cobijas enroscadas en su piernas, o bien una pareja teniendo sexo, pero bueno, quizá eso ya es pedir mucha realidad.
De pronto les iría mejor con la venta de esos lugares si dejan de lado la pulcritud y perfección en las fotos e intentan mostrar la vida tal cual como es: desordenada, imperfecta y sucia.
Me gusta ver esas publicaciones porque siempre imagino cómo sería vivir en esos lugares, especialmente los que son lujosos y que muestran apartamentos tipo loft con un aire rústico.
Lugares con espacios amplios, terrazas, piscinas y todo tipo de lujos, en los que, parece, la tranquilidad es lo que prima. Por lo general mi fantasía se desbarata cuando leo el precio de venta o de alquiler de dichos inmuebles. Siempre pienso agregar un comentario que diga algo como: me encantaría vivir en este lugar, pero no me alcanza el dinero. Avísenme si le rebajan el precio.
En fin, sea como sea, algo que me molesta es que en esas publicaciones aparecen fotos maniquíes de los apartamentos, es decir, fotos donde todo está en orden. Si es la cocina, por ejemplo, todo está reluciente y no hay rastros de loza sucia o de una de una olla humeante sobre la estufa. Si es una habitación las camas están perfectamente tendidas y nunca muestran a alguien durmiendo en ellas con las cobijas enroscadas en su piernas, o bien una pareja teniendo sexo, pero bueno, quizá eso ya es pedir mucha realidad.
De pronto les iría mejor con la venta de esos lugares si dejan de lado la pulcritud y perfección en las fotos e intentan mostrar la vida tal cual como es: desordenada, imperfecta y sucia.
sábado, 15 de febrero de 2025
Sin palabras
Paula citó a José en un café, o bien podría haber sido al revés. No importa. ¿Qué sabemos de ellos? A primer vistazo podría decirse que son amigos, pues guardan cierta distancia el uno del otro y no tienen ningún tipo de contacto físico.
De repente José le dice algo, una frase corta y contundente que altera la calma del momento. Apenas Paula la escucha, su cara de tranquilidad de se transforma en una de angustia y sus ojos negros se agrandan. Ella se corre en el sofá hasta quedar justo al lado de José. Lo mira fijo a los ojos por unos segundos y luego le toma la barbilla con ambas manos y se la acaricia, pero no es la caricia de una amante, sino la de una profunda amistad.
Ninguno de los dos habla. Quizá,dado el lazo que tienen, han alcanzado un nuevo nivel de comunicación y pueden hablarse a través de los pensamientos o tan solo con leerse los ojos. Mientras Paula lo acaricia sus cabezas están cada vez más cerca, parece que están a punto de besarse, pero ese beso, digno de un aplauso o un suspiro, nunca llega.
José se yergue en su silla y se limpia unas lágrimas silenciosas con el dorso de la mano. Paula condensa toda la ternura del mundo en su mirada y luego lo abraza. Es un abrazo fuerte, como si quisiera salvarlo de caer a un precipicio o de ser arrastrado por una corriente de agua. Un peligro que usted, querido lector, y yo desconocemos.
Siguen sin decirse nada. A veces le dan sorbos a una taza de café que comparten.
De repente José le dice algo, una frase corta y contundente que altera la calma del momento. Apenas Paula la escucha, su cara de tranquilidad de se transforma en una de angustia y sus ojos negros se agrandan. Ella se corre en el sofá hasta quedar justo al lado de José. Lo mira fijo a los ojos por unos segundos y luego le toma la barbilla con ambas manos y se la acaricia, pero no es la caricia de una amante, sino la de una profunda amistad.
Ninguno de los dos habla. Quizá,dado el lazo que tienen, han alcanzado un nuevo nivel de comunicación y pueden hablarse a través de los pensamientos o tan solo con leerse los ojos. Mientras Paula lo acaricia sus cabezas están cada vez más cerca, parece que están a punto de besarse, pero ese beso, digno de un aplauso o un suspiro, nunca llega.
José se yergue en su silla y se limpia unas lágrimas silenciosas con el dorso de la mano. Paula condensa toda la ternura del mundo en su mirada y luego lo abraza. Es un abrazo fuerte, como si quisiera salvarlo de caer a un precipicio o de ser arrastrado por una corriente de agua. Un peligro que usted, querido lector, y yo desconocemos.
Siguen sin decirse nada. A veces le dan sorbos a una taza de café que comparten.
miércoles, 12 de febrero de 2025
Jugar a las oficinas
La sala de reuniones es pequeña y doce personas están apretujadas hombro contra hombro alrededor de una mesa. Camila está desesperada con el calor que está haciendo, pero ni modo de abrir la ventana porque está cayendo un típico aguacero bogotano de fin de mundo.
El gerente de sistemas, un área de la que no hace parte, la invitó a una reunión en la que va a presentar un proyecto sobre inteligencia artificial para la compañía. “Cami, tienes que estar. Seguro te interesa el tema”, le había dicho el tipejo por teléfono. Claro Andru, respondió lo más natural que pudo, al tiempo que pensaba: oigan a este pendejo dizque Cami, como si fuéramos los mejores amigos.
Camila llegó tarde a la reunión y Andrés ya llevaba más de 10 minutos exponiendo, Ella se agachó un poco intentando pasar desapercibida y apenas se sentó en la silla que le habían reservado, esta chirrió como si se fuera a desbaratar. Miró a Andrés y le regaló una disculpa en forma de sonrisa. “Me alegra que hayas llegado Cami. En el break te pongo al día de lo que te perdiste. Ayy, gracias, Ojala caiga un meteorito y se lleve al carajo al mundo entero antes de que eso pase, pensó ella.
Antes de abstraerse por completo en sus propios pensamientos dio una mirada rápida a los asistentes a la reunión y no tardó mucho en concluir que todos, al igual que ella, son unos expertos a la hora de jugar el juego de las oficinas. Todos hacen como si estuvieran prestando atención, pero cada uno habita un mundo propio: el de mercadeo que está sentado a su derecha, hace dibujitos en los márgenes de su libreta de apuntes, la financiera no deja de mirarse las uñas que llevan un diseño estrafalario, el cerdo de logística tiene el celular sobre los muslos y no deja de mover la mano de forma disimulada, seguro deslizando a la derecha a cuánto perfil de mujer que le aparezca en Tinder. Ella, que acaba de llegar, está poniendo atención a lo que dice Andrés por si en algún momento le hacen una pregunta, pero tiene su mirada fija en la ventana.
Miles de gotas la cubren por fuera y Camila concentra su atención en una de ellas. Le maravilla cómo se desliza por el vidrio, como si eligiera su propia ruta. En cierto punto del trayecto la gota se frena por un momento, cómo decidiendo qué camino tomar, pero al instante la gravedad se hace cargo y toma la decisión por ella.
Todo sigue igual hasta que el tontazo de Andrés finaliza su presentación y ella escucha su nombre. Le está preguntando qué le parece la propuesta. Para ganar tiempo, Camila le da un sorbo a su botella de agua y luego mira las pocas frases que ha apuntado: sobresalen tres palabras: Hiperparámetro, Deep Learning y Overlifting. Luego de que se asegura que la botella queda firme sobre la mesa, busca una forma de mezclar los tres conceptos en una pregunta que la deje bien parada. Toma aire, suspira y se lanza a improvisar: Genial Andru, solo tengo una duda respecto a los hiperparámetros, ¿crees que el overlifting pueda influir al momento de configurarlos con Deep Learning?
Habría podido hacer la pregunta diciendo Aprendizaje profundo y sobreajuste, pero Camila sabe lo mucho que le gusta a las personas utilizar términos en inglés en las reuniones de trabajo.
Andrés sonríe y se lanza a responder la pregunta. Que buena soy jugando a las oficinas, piensa Camila.
El gerente de sistemas, un área de la que no hace parte, la invitó a una reunión en la que va a presentar un proyecto sobre inteligencia artificial para la compañía. “Cami, tienes que estar. Seguro te interesa el tema”, le había dicho el tipejo por teléfono. Claro Andru, respondió lo más natural que pudo, al tiempo que pensaba: oigan a este pendejo dizque Cami, como si fuéramos los mejores amigos.
Camila llegó tarde a la reunión y Andrés ya llevaba más de 10 minutos exponiendo, Ella se agachó un poco intentando pasar desapercibida y apenas se sentó en la silla que le habían reservado, esta chirrió como si se fuera a desbaratar. Miró a Andrés y le regaló una disculpa en forma de sonrisa. “Me alegra que hayas llegado Cami. En el break te pongo al día de lo que te perdiste. Ayy, gracias, Ojala caiga un meteorito y se lleve al carajo al mundo entero antes de que eso pase, pensó ella.
Antes de abstraerse por completo en sus propios pensamientos dio una mirada rápida a los asistentes a la reunión y no tardó mucho en concluir que todos, al igual que ella, son unos expertos a la hora de jugar el juego de las oficinas. Todos hacen como si estuvieran prestando atención, pero cada uno habita un mundo propio: el de mercadeo que está sentado a su derecha, hace dibujitos en los márgenes de su libreta de apuntes, la financiera no deja de mirarse las uñas que llevan un diseño estrafalario, el cerdo de logística tiene el celular sobre los muslos y no deja de mover la mano de forma disimulada, seguro deslizando a la derecha a cuánto perfil de mujer que le aparezca en Tinder. Ella, que acaba de llegar, está poniendo atención a lo que dice Andrés por si en algún momento le hacen una pregunta, pero tiene su mirada fija en la ventana.
Miles de gotas la cubren por fuera y Camila concentra su atención en una de ellas. Le maravilla cómo se desliza por el vidrio, como si eligiera su propia ruta. En cierto punto del trayecto la gota se frena por un momento, cómo decidiendo qué camino tomar, pero al instante la gravedad se hace cargo y toma la decisión por ella.
Todo sigue igual hasta que el tontazo de Andrés finaliza su presentación y ella escucha su nombre. Le está preguntando qué le parece la propuesta. Para ganar tiempo, Camila le da un sorbo a su botella de agua y luego mira las pocas frases que ha apuntado: sobresalen tres palabras: Hiperparámetro, Deep Learning y Overlifting. Luego de que se asegura que la botella queda firme sobre la mesa, busca una forma de mezclar los tres conceptos en una pregunta que la deje bien parada. Toma aire, suspira y se lanza a improvisar: Genial Andru, solo tengo una duda respecto a los hiperparámetros, ¿crees que el overlifting pueda influir al momento de configurarlos con Deep Learning?
Habría podido hacer la pregunta diciendo Aprendizaje profundo y sobreajuste, pero Camila sabe lo mucho que le gusta a las personas utilizar términos en inglés en las reuniones de trabajo.
Andrés sonríe y se lanza a responder la pregunta. Que buena soy jugando a las oficinas, piensa Camila.
martes, 11 de febrero de 2025
Stai Calmo
Mantenga la calma. Así firma sus emails un copywriter italiano que sigo y siempre los empieza con un Ciao ragazzi. Luego dice algo como: ¿sopita o lasañas? o Escolta Bene (escucha atentamente). Lo de la lasaña lo pregunta porque ofrece sus servicios en español.
¿Por qué cuento esto? porque en vez de ponerme a escribir hace un rato, decidí jugar un juego de computador que se llama Limbo. Trata sobre un muñequito que siempre tiene que avanzar y con el que se deben resolver una especie de acertijos. Me gusta porque los escenarios son sombríos y uno no entiende bien dónde carajos se encuentra metido el personaje del juego, pero así y todo, me gusta que solo tenga que avanzar, además de que los únicos controles que hay que manejar son las flechas y le tecla ctrl que sirve para agarrar objetos, no como un control de una consola de videojuegos y sus miles de botones.
Por eso les hablo de la firma y el saludo del copywriter italiano. Porque no tenía idea sobre qué escribir y eso frase fue lo que me llegó a la cabeza. Me gusta eso de Stai calmo porque es lo que uno debería hacer ante cualquier trancazo de esos que nos suele dar la vida, ¿acaso no?
En limbo, el muñequito siempre luce calmado y la mayor parte del tiempo, como ya lo dije avanza. Me aventuro a pensar que ese juego es como la vida, que está repleta de escenarios extraños, muchas veces sombríos, y entonces uno se pregunta: ¿Pero dónde carajos estoy? o posibles variaciones como: ¿Pero qué putas pasa?
Así que nada ragazzi, espero que logren conservar la calma y que su mayor dilema sea tener que escoger entre sopita o lasañas.
¿Por qué cuento esto? porque en vez de ponerme a escribir hace un rato, decidí jugar un juego de computador que se llama Limbo. Trata sobre un muñequito que siempre tiene que avanzar y con el que se deben resolver una especie de acertijos. Me gusta porque los escenarios son sombríos y uno no entiende bien dónde carajos se encuentra metido el personaje del juego, pero así y todo, me gusta que solo tenga que avanzar, además de que los únicos controles que hay que manejar son las flechas y le tecla ctrl que sirve para agarrar objetos, no como un control de una consola de videojuegos y sus miles de botones.
Por eso les hablo de la firma y el saludo del copywriter italiano. Porque no tenía idea sobre qué escribir y eso frase fue lo que me llegó a la cabeza. Me gusta eso de Stai calmo porque es lo que uno debería hacer ante cualquier trancazo de esos que nos suele dar la vida, ¿acaso no?
En limbo, el muñequito siempre luce calmado y la mayor parte del tiempo, como ya lo dije avanza. Me aventuro a pensar que ese juego es como la vida, que está repleta de escenarios extraños, muchas veces sombríos, y entonces uno se pregunta: ¿Pero dónde carajos estoy? o posibles variaciones como: ¿Pero qué putas pasa?
Así que nada ragazzi, espero que logren conservar la calma y que su mayor dilema sea tener que escoger entre sopita o lasañas.
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