lunes, 9 de febrero de 2015

Un buen día

Hoy tenía una reunión a las 8:00 de la mañana.  Salí con el tiempo justo para trasladarme al lugar, así que no alcancé a desayunar. Empaque unas galletas y dos sobres de insta cream y salí a ese lugar, en ocasiones inhóspito y  surreal, al que llamamos calle.

No había mucho tráfico, así que llegué casi con 40 minutos de anticipación.  El cuerpo me pedía a gritos el primer tinto del día  ¿Qué hacer? comencé a caminar sobre la amplia acera de la 26, hasta que encontré un Juan Valdez. 

El lugar estaba repleto de ejecutivos con portátiles y otros que hablaban animadamente.  Mientras me dirigía a hacer la fila, vi a una mujer que estaba sentada en la terraza, y tecleaba frenéticamente sobre el teclado de su computador, con el particular sonido que se produce cuando unas uñas largas golpean las teclas.  Imaginé que escribía un mail con furia, pero cuando pase justo detrás de ella, me di cuenta que tenía abierto un documento de word y que escribía un texto el cual llevaba a mitad de página.  Me quede por un instante mirando la pantalla, pero no pude leer nada, entonces seguí de largo.   ¿Qué tal que esa señora estuviera escribiendo un Best Seller?, siempre me gusta imaginarme eso cuando veo a alguien  que teclea con mucha convicción en un café.

En la fila, delante mio, estaba ubicada una ejecutiva con un sastre verde,  medias veladas negras, y una minifalda que dejaba apreciar sus bonitas piernas.  Si hay algo estéticamente bello en este mundo, tiene que ser las piernas de una mujer.  Me entero que su nombre es Mónica, cuando le piden el número de su cédula para registrar los puntos de su compra: una torta de zanahoria con un nectar de mandarina; una combinación, desde mi humilde punto de vista, poco acertada, tanto  para la hora como para los  productos.

Hice mi pedido: un tinto mediano casi a punto de vapor sobrecalentado.  Al caminar hacia la barra ya  no había rastro de Mónica.  Le eché al tinto un sobre de Insta cream, pedí una tapa para el vaso, y comencé a caminar de vuelta al lugar de la reunión.  

En ese momento sonó en mi mp3 la canción Drive de Incubus.  Me gusta mucho, pues tiene unas estrofas y frases muy buenas:

"Sometimes I feel the fear of uncertainty stinging clear,
and I can't help but ask myself how much I'll let the fear
take the wheel and steer

Lately I'm beginning to find that I should be the one behind 
the wheel.  Whatever tomorrow brings, I'll be there with
open arms and open eyes

Would you choose water over wine?
Hold the wheel and drive"

 Además, a manera de agüero personal, siempre he creído que va a ser un buen día si el dios del shuffle me sorprende con una canción que me gusta mucho; Así que, mientras camino voy cantando partes de la canción. Un par de las personas  con las que me cruzo me miran  de forma extrañada.

Llego al sitio de la reunión, y me encuentro con una amiga, justo a la hora que habíamos acordado.  

Fue un buen día.

jueves, 5 de febrero de 2015

Médico de palabras

Me encontré en estos días con una amiga de mis padres.  Su familia, otra y la mía siempre han sido muy cercanas, desde aquellos tiempos en que las tres vivieron en Popayán.  Después del saludo y un par de frases de esa conversación protocolaria en la que la mayoría de veces caemos, me comenzó a preguntar por mi familia, que como estabamos, que si había algo nuevo por contar, etc.  Después de decirle que todo, al parecer, andaba en orden, un silenció incomodo envolvió nuestra conversación.

Supe en ese momento que quería hablarme de algo, pero que necesitaba que yo como interlocutor le sacara cuidadosamente las palabras, no las comunes y corrientes, sino esas que tantas veces se nos clavan adentro, y por las cuales enfermamos al no sacarlas.  

Era claro que no podía decirle algo cómo "Bueno,  ¿Cuál es el misterio? al grano por favor" así que poco a poco enderecé la conversación hacía eso que tanto me quería contar.  Hace una semana su esposo tuvo una complicación cardíaca, y ella y sus hijos se llevaron un susto tremendo.

Me imagino qué muchas veces he dejado escapar muchas oportunidades en las que hubiera podido ser un "médico de palabras", pero mis ansías de figurar en la conversación  las han aniquiliado.  Todos, creo yo, deberíamos preocuparnos más en escuchar mejor a las personas, para saber cuando quieren decir algo que les cuesta y necesitan de nuestra ayuda.  En esta ocasión las palabras y ligera ansiedad de la mujer me ayudaron, pero para actuar, independiente de la situación, no siempre podemos esperar que nos den todas las señales.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Galletas de Chocolate

La comida siempre  me traerá  buenos recuerdos, sobre todo de mis épocas de infancia.  Hasta hace sólo un par de meses, me enteré que en los supermercados Jumbo, en la sección de panadería, venden galletas de chocolate.

Debía tener unos 5 o 6 años, cuando me aficione por completo a las galletas de panadería.  En un principio la que consideraba la mejor de todas, era la clásica galleta tres ojos, usted sabe, esa que viene con tres huecos (ojos) que dejan ver una mermelada roja o verde y que tienen axucar en polvo por encima.  Poco saludables, pero ricas a morir.
 
Después de eso, mi gusto se volcó hacía las galletas de chocolate, tal vez me aburrió tanto dulce que tenían las otras. En esos tiempos solía acompañar a mi mamá a hacer vueltas al supermercado y a los bancos, pero como no había tanto comercio, nos tocaba caminar mucho.

Para mí era toda una aventura.  Recuerdo que siempre bajabamos por una calle que tenía árboles a cada lado, y el piso siempre estaba repleto de hojas secas.  Para mí no no había mejor, ni mayor diversión que pisarlas y escuchar como crujian.  ¿Por qué será qué cuando crecemos perdemos nuestro nivel de asombro antes los eventos sencillos?

Mi premio al final de cada recorrido, eran un par de galletas de chocolate con una pony malta; en ese entonces el café no había irrumpido en mi vida. 

Hoy, cada vez que me  como una galleta de chocolate, pasan por mi mente imágenes de  esas largas y agradables caminatas con mi madre.

martes, 3 de febrero de 2015

Información Secreta

Hoy fue a imprimir un logo en un papel adhesivo.  Cuando llegué, la mujer que estaba atendiendo me dijo "Siga a ese computador y abra el documento".  Me senté, abri mi E-mail y el mail que lo  tenía.  Luego, la mujer tomó el mando del equipo para cuadrar todo lo relacionado con las opciones de impresión.

Cuando me di cuenta que mi impresión ya estaba casi lista, busqué la carpeta de descargas recientes y eliminé el archivo de aqui a la eternidad, es decir, utilicé el comando Shift-Supr para eliminar el documento de forma permanente.  He escuchado un par de historias sobre personas que borran los documentos y alguien los descubre en la papelera de reciclaje y se arman unos escándalos ni los berracos.

Cuando borré el archivo, casi me voy del sitio sin cerrar mi sesión de correo.  He ahí el punto.   ¿Cuántas personas guardan información Secreta en sus cuentas de correo electrónico?  ¿Cuantos somos un Snowden Criollo? yo creo que muy pocos, y aun así, si por alguna razón alguíen X diera con nuestra contraseña no les serviría de a mucho.

Eso me hace acordar de dos cosas.  Hace mucho tiempo, cuando medianamente le apostaba a eso de conocer mujeres por internet, tuve contacto frecuente con una paisa.  Una vez, mi sesión de gmail quedó abierta en una sala de computadores de la universidad, seguramente en el que me senté tenía activada la casilla "No salir de la cuenta".  Cuando llegué a mi casa y entré a mi E-mail, el bobito que se encontro abierta mi sesión respondió alguna de las conversaciones con esta mujer, donde se burlaba de ambos, y nos decía que dejaramos tanta cursilería.

En otra ocasión, cuando comencé a utilizar internet y solo tenía el correo de hotmail, me di cuenta que una mujer, Carla (me parece algo exótico ese nombre, cómo "Reciban con un gran aplauso a Carla, La vedette", tal vez por eso lo recuerdo), mientras ingresaba a su correo dijo la clave en voz alta como si estuviera repasando un dictado.  La memoricé, ingresé un par de veces a su correo, pero al final dicha actividad me aburrió, no había nada que me interesara, pues no cruzaba más que el saludo con ella; la vieja iba en octavo semestre mientras que yo era primíparo.

No sé porque le tenemos tanto miedo a dejar el mail abierto o a que alguien por cualquier motivo llegue a leerlo.  La verdad, todos los asuntos  de mi vida que considero información secreta, los llevo en mi cabeza.  De igual forma si no fuera así, y estuvieran esparcidos en un par de mails, no pasaría mayor cosa, pues no son nada del otro mundo.

"If we insist on being secretive we’ll end up looking as though we had something to hide."
- Andrés Neuman, Traveler of the Century - 

lunes, 2 de febrero de 2015

Información Tatuada

Ojalá pudieramos borrar información que no nos deja actuar tranquilamente, y que en vez de hacernos ligeros nos pesa y confunde nuestros pasos.  Me refiero a esos paradigmas que todos tenemos que no permiten que evaluemos los eventos desde diferentes puntos de vista.

A mí me gusta ver el programa  Ink Master, porque los tatuadores que participan dibujan muy bien.  En una de las temporadas, uno de los participantes, era un tipo que no tenía ningún tatuaje en su cuerpo.

A los jueces esto les parecía inconcebible.   ¿Por qué un tatuador tiene que tener el cuerpo repleto de tatiajes, acaso el número de tatuajes es proporcional a la calidad de su trabajo? La verdad no lo creo.

El punto es que tenemos tatuada en nuestro cerebero mucha información que entra sin ningún tipo de filtro, y no somos capaces de aceptar que cada quien funciona de forma diferente y tiene su propio tumbao' sin importar el ambiente en el que se desenvuelva.

Si no podemos borrar la información que tenemos tatuada en el cerebro, por lo menos deberíamos comenzar a  cuestionarla.

viernes, 30 de enero de 2015

Tiempo perdido

A veces perdemos mucho tiempo que podríamos destinar a actividades que realmente valieran la pena. Cada cual, a manera personal, sabrá a que tipo de tiempo me refiero.  Para poner, por decir de una manera, un ejemplo algo universal, perdemos mucho tiempo desplazándonos de un lado a otro de la ciudad para ir al trabajo, lugar de estudio, casa, etc. 

Según una tabla que encontré en internet, con un listado de diferentes actividades,  pasamos 8 días enteros saludando, 3 días mirando el reloj,  de 6 a 7 años viendo televisión y así, pero digamos que el realizar esas actividades, no se considera perder el tiempo.

Entre el listado no encontré una,que a mí si me parece una completa  pérdida de tiempo: Seleccionar la ropa o atuendo del día.  Me imagino que muchos fanaticos de la moda diran,    
¡¿Pero cómo se le ocurre afirmar tal cosa?!  El punto es que si lo hicieramos solamente por satisfacer un deseo personal, no creo que tenga nada de malo, pero muchas veces seleccionamos la ropa sólo porque queremos que los demás nos vean bien; lo cual tampoco está mal si usted va a salir con esa persona que tanto le gusta y quiere verser muy atractivo(a), pero me parece que no deberíamos preocuparnos en extremo por combinar los colores y prendas necesarias todos los días.

Dado a que ese tiempo de decisión fashionista, por ponerle un nombre, no estaba incluido dentro de la lista, me gustaría darle, estimado lector, un dato aproximado del mismo.  Está claro que es un medición complicada por qué en cada etapa de la vida se incrementa o se le resta importancia al tema, y también porque hay unos días que puden considerarse especiales como los Viernes y Sábados; aparte existe una gran  diferencia entre el tiempo de los  hombres y las mujeres.  Por tal razón, y después de preguntarle a un par de amigos y familiares, creo que el tiempo promedio que desperdiciamos en esa tarea es de 1 minuto para los hombres y 3 para las mujeres.

Digamos entonces que la edad promedio de ambos sexos es 80 años, a la cual le quitamos 5 pues en los primeros años de vida siempre nos visten. De acuerdo a lo previamente expuesto, el tiempo que  gastamos en vida seleccionando la ropa es : Hombre (19 días) Mujer (57 días). Qué montón de tiempo perdido.

"America use clothing as a shield, a way to extend youth
to cover the flaws of aging; that is to ignore reality"
- No Alternative -
 

jueves, 29 de enero de 2015

Yo Nací Ayer

Hoy es mi cumpleaños. Ahora que me lo deseo mentalmente puedo continuar.  Ayer por la noche un amigo que está en Australia, fue el primero en felicitarme. Apenas me dijo feliz cumpleaños pense dos cosas: Decirle que se había equivocado, o hacer como si nada y darle las gracias.  Opte por la segunda opción, al tiempo que caí en cuenta que no había ningún tipo de error.  Allá ya era 29 y acá todavía 28.

En medio de la conversación me dijo que él y su esposa siempre quedan bien pues debido a la diferencia horaria son los primeros en felicitar a sus amigos y familiares en Colombia.

Todo el incidente me pareció extraño, es decir,  ¿Espacio-temporalmente tenemos un único lugar en nuestras vidas donde envejecemos por completo?  ¿Cuanda uno viaja a lugares remotos, esa diferencia horaria hace que uno envejezca más rápido o gane algo de juventud? Tal vez por eso es que el Jet Lag nos da tan duro, quien sabe que procesos acelera o desacelera en nuestro organismo.

Ahora cobra significado en mi vida esa expresión altanera: "Sí, y yo nací Ayer"