miércoles, 8 de julio de 2015

Leer para descansar cerebralmente

Hace muchos años madrugaba con mucha facilidad.  Hoy en día, en ocasiones, es algo que me cuesta mucho.  Tengo un amigo que desde que lo conozco, sé que madruga mucho. Hoy   Le pregunté que si no le cuesta trabajo.

 El me dijo que si, pero que la esencia o clave para poder hacerlo consiste en no producir nada de noche.  Le pregunté a que hacia referencia y me dijo que procura hacer todo el trabajo duro por la mañanas, y que cuando llega a la casa por la noche lo primero que hace es dejar el celular por ahí y no lo revisa hasta el día siguiente. Tampoco mira televisión para poder reposar de mejor forma.  Me dijo que lo que hace es conversar con su esposa o  llamar a alguien (esto no lo aclaró,  me imaginó que lo hace desde un teléfono fijo, o no  tendría mucho sentido lo de alejarse del celular).

Hace poco, antes de dormirme me puse a ver una película de patacera, bala y cuchillo.  Esa noche tuve una pesadilla.  Después de ese incidente, alguien me contó que ver televisión por las noches pone el cerebro a mil.

Le comenté esto a mi amigo y estuvo de acuerdo; me dijo que ver mucha televisión por las noches lo fatiga y desgasta a uno.  Le conté  que algo que yo no podría dejar de hacer nunca por las noches es leer, la respuesta y punto de vista que me dio me gusto mucho.

Mi amigo asegura que lo que buscamos al llegar a la casa después de un largo día de trabajo es sentirnos bien.  La televisión puede que nos alivie pero al mismo tiempo nos aleja de un estado de paz; en cambio, la lectura nos distrae, pero al mismo tiempo nos conecta con nosotros mismos.

martes, 7 de julio de 2015

La iluminación de Murakami

Dicen, algunas personas que practican meditación, que a veces se alcanza un estado de iluminación, donde aparte de sentir una dicha inmensa, todo su panorama de vida se les aclara y saben perfectamente que es lo que tienen que hacer en y con su vida.

Otros, en cambio, aseguran que dicho estado se les presenta en cualquier momento. Sería buenísimo que uno experimentara eso, porque a diferencia del estado "Si yo fuera", parece que ese momento de iluminación lo empuja a uno hacia el cambio.

Dentro de poco van a publicar Hear the Wind Sing y Pinball, 1973 las dos primeras novelas de murakami, en una colección con el título Wind/Pinball.  Hoy leí un artículo con la introducción de este nuevo libro, donde Murakami narra como se convirtió o más bien decidió ser escritor de novelas.

Murakami siempre supo que la vida corporativa no iba a ser lo suyo, así que apenas se graduó decidió montar un bar de Jazz.  Fue una época dura para el y su novia, pues tuvieron que trabajar fuerte para pagar las deudas adquiridas para poner en marcha el negocio y mantenerse a flote económicamente.

Un día, el escritor japonés decidió ir a ver un partido de béisbol, actividad que alternaba, de vez en cuando, con una caminata larga. En medio del partido, un jugador del equipo que se encontraba a la ofensiva, conectó un batazo y el particular sonido de la bola cuando impacta contra la madera se sintió en todo el estadio.  Sin ninguna razón o motivo aparente, Murakami se iluminó y pensó: "Creo que yo puedo escribir una novela.

Después del partido compró un bloc de papel y una pluma estilográfica y desde ese día, cuando llegaba a su casa después de un agotador día de  trabajo se sentaba a escribir en la mesa de la cocina.  Le costo mucho trabajo terminar  Hear the Wind Sing, a pesar de ser una novela corta, por dos razones: nunca había escrito y el tiempo que tenía para dedicarse a esa actividad era muy poco.

Una mañana de Domingo en primavera, Murakami recibió una llamada telefónica del editor de la revista literaria Gunzo, quien le dijo que su novela había sido preseleccionada para el premio de nuevos escritores.

Al año siguiente Murakami escribió Pinball, 1973, la secuela, con la misma premura de tiempo que tuvo para  su primera novela, pues aun continuaba trabajando en su bar de Jazz.  Fue justo después de terminar esta novela, que decidió convertirse en escritor de tiempo completo y vendió su negocio.  Después de eso inmediatamente comenzó a trabajar en su primera novela larga A Wild Sheep’s Chase, que considera su verdadera iniciación como novelista.

A mí, que me gusta escribir, esta historia me resulta fascinante.  No me hace pensar en un "Si yo fuera", sino más bien en cómo sería experimentar un episodio de iluminación y para donde me llevaría el mismo.

lunes, 6 de julio de 2015

Estamos equivocados

Creo que un buen acercamiento hacia las personas sería dar por hecho que estamos equivocados, independiente del asunto que queramos tratar o lo expertos que nos consideremos en cualquier campo o tema.

Está claro que nadie quiere equivocarse y que todos queremos tener la razón; pero bueno, imaginémonos  que en ese primer acercamiento cuando iniciamos una conversación con alguien,  creyéramos estar equivocados, y que el otro tiene la razón.

Esto nos permitiría primero, bajarle a nuestros elevados índices de ego, y segundo asombrarnos con cualquier cosa, actitud que lamentablemente vamos perdiendo a medida que crecemos.

El punto es que no creo que exista ninguna persona que acepte abiertamente estar equivocado, así que  damos por hecho que la historia o historias que vamos contando son completamente ciertas y esperamos que los otros las acepten, opinen lo mismo o por lo menos piensen de manera similar. 

Lo realmente complicado, es que nunca sabremos que personaje somos ante los ojos del otro, pues bien podríamos ser para ellos: el héroe, el imbécil, el villano, el manipulador, el hombre o mujer en apuros, el desgraciado, el tonto, o cualquier otro papel completamente diferente al que creemos interpretar a diario.

Además si pensáramos más seguido que estamos equivocados y que no nos las sabemos todas, sería muchísimo más fácil, y no nos enredaríamos tanto, cuando obtenemos un no como respuesta. 

domingo, 5 de julio de 2015

In the Light

El viernes me devolví caminando a mí casa. En medio del trayecto el dios del shuffle decidió que sonara en mi MP3 la canción "In the Lightdel Physical Graffiti de Led Zeppelin, mi disco favorito de esa banda.

Me atrevo a decir, que esa canción  hace parte de ese grupo de canciones que estuvieron influenciadas por la música hindú y sus peculiares escalas.  Siempre me ha gustado su ritmo lento, donde parece que cada nota estuviera pisando a la que está a punto de sonar, los quejidos de Robert Plant y también la letra:

"And if you feel that you can't go on. And your will's sinkin' low
Just believe and you can't go wrong.
In the light you will find the road. You will find the road

Though the winds of change may blow around you, but that will always be so

In the light
Everybody needs the light"

Imagino entonces a la identidad de cada persona, como la luz a la que hace referencia la canción.  Cuando  la identificamos y alumbra nuestro camino, sólo debemos creer en eso que nos define y le apostamos y no habrá pierde alguno. Definitivamente es una muy buena canción.

jueves, 2 de julio de 2015

Si yo fuera...

Muchas veces queremos ser otra persona; que algún evento místico o una suma de casualidades, digna de una película romántica,  le den la vuelta a nuestra vida y/o circunstancias, eventos, para que esta cambie de la noche a la mañana.

Por eso creo que deseamos tanto ganarnos la lotería, o que nos vaya bien en cualquier juego de azar, desde un simple chance, hasta el carabombo (palabra que claramente no existe y denota grandeza) grande del baloto,  porque  ¿quién no quiere ser millonario de la nada, sin ningún tipo de esfuerzo? me imagino que todos, pero nunca evaluamos que acompañará toda esa riqueza.  Indiscutiblemente muchas cosas buenas, porque  casi todo en este mundo tiene un precio, pero también habrán cosas  negativas, porque el billete en grandes cantidades corrompe hasta la persona más justa. 

Y entonces así nos la pasamos por la vida, buscando, el "éxito", fama, belleza, etc. de un día para otro, y cuando  no los conseguimos nos encerramos en el "Si yo fuera", que está muy relacionado con el síndrome del Guarif (What if), esa sencilla pregunta  que no hace más que enredarnos y plantearnos una duda tras otra en un ciclo eterno.

Entonces creo yo que lo mejor es aceptar lo que uno tenga o lo que nos llegue sin tanto drama, y si algún día   tenemos un golpe de suerte, con el cual obtenemos  algo que tanto creemos nos hace falta, evitar , como sea posible, enloquecer y/o las ínfulas de grandeza.


miércoles, 1 de julio de 2015

Caminar con mi padre

Dentro de poco se va a estrenar el documental "Carta a una sombra", basado en el libro El Olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince. Creo que al ser un documental no importará tanto eso de: "Es mil veces mejor leerse el libro" que tanto pregonan varios militantes de la lectura. De todas maneras yo le recomiendo, estimado lector, que se lo lea, porque la narrativa de Facionlice engancha fácilmente y lo mece a uno como si nada, y de repente uno se devoró el libro en tan solo un par de días, y desearía que hubiera durado mucho más, que fuera una obra extremadamente larga.

En la nota que vi o leí, a veces me aburre ser tan impreciso, mencionaron un pasaje del libro: 

"Un día tuve que escoger entre Dios y mi papá, y escogí a mi papá.
Fue la primera discusión teológica de mi vida y la tuve con la hermanita 
Josefa, la monja que nos cuidaba a Sol y a mí, los hermanos menores."

Esas palabras dispararon un recuerdo en mi mente que siempre me ha gustado.  Mi padre casi siempre trabajo en diferentes ciudades y pueblos de Colombia haciendo carreteras, y muy pocas veces tuvo un trabajo en Bogotá.

Yo debía tener unos 6 años cuando el trabajo lo trajo de vuelta a la capital.  Recuerdo que a él le gustaba salir a caminar temprano en la mañana, y me pedía que lo acompañara.  Recuerdo también muy bien, la sudadera gris que utilizaba con dos líneas azules que caían desde la cintura hasta los pies. A mí en vez de caminar me tocaba correr a su lado, puesto que en su decidido y rápido andar, un paso de los de él equivalía a varios de los míos, pero eso no me importaba, pues me deleitaba escuchar sus historias. 

La caminata, que debía ser de unas 10 cuadras en total, siempre la terminabamos en un Whoper King, donde mí Papá se ponía a leer el periódico, actividad que  acompañaba con un jugo de naranja, y yo, muy a eso  de las 7 de la mañana,  me tomaba un vaso de gaseosa y me comía una porción de papas a la francesa.

martes, 30 de junio de 2015

¡Nos faltan Cojones!

Cojones, eso es precisamente lo que nos hace falta a todos para vivir. Cojones para apostarle al cambio y salir de ese piloto automático en el que todos, unos en mayor o menor medida que otros, vivimos inmersos.

¿Qué será lo que nos frena? ¿las convenciones y paradigmas sociales, nuestra condición socioeconómica, la posición de los astros y los planetas? A la larga eso no es lo que importa pues siempre inventaremos miles de excusas para argumentar nuestra falta de cojones.

Todos los días suelo abrir muchas páginas con artículos que considero interesantes, pero a veces sólo los abro y en eso queda mi acción. Por eso desde hoy decidí por lo menos leer por completo uno de los artículos que me llame la atención en el día.

Hoy di con uno que habla sobre la escritora Susan Sontag, otra de las tantas que se encuentra como pendiente  en mi radar de lectura. La columna fue escrita en el 2000. En ese entonces Sontag, se encontraba en una lucha a muerte contra el cáncer y estaba a punto de publicar la novela "in America". A causa del tratamiento que recibió, había pasado gran parte del año anterior, mientras intentaba terminar su libro, bajo efectos de  drogas derivadas de la morfina, debido a los terribles dolores que experimentaba.

A sus 67 años de edad, aparte de la terapia física que recibía todos los días, también tomaba clases de piano y se mantenía con esperanza.

Cojones definitivamente es lo que nos hace falta a todos, mirar, como Sontag, de que forma le podemos hacer pistola a los inconvenientes con los que constantemente  nos bombardea la vida, y sacarle provecho a cualquier cosa o actividad por más insignificante que le parezca a los demás. Este año voy a leer algo de Sontag.

“What I really wanted was every kind of life, 
and the writer’s life seemed the most inclusive.”
- Susan Sontag -