miércoles, 30 de septiembre de 2015

Rick, el cigarro y la planta

Cuando salgo de mi apartamento y veo a otras personas, siempre me pregunto  ¿Qué Harán?  ¿Qué esconderán detrás del saludo y la sonrisa que a veces me regalan?  Al igual que en muchas otras ocasiones de la vida, son preguntas que se quedarán sin respuesta, pues si ni siquiera llegamos a conocer 100% a nuestros familiares, pareja y/o amigos cercanos, está claro que sólo nos forjaremos una imagen subjetiva  de esos desconocidos con los que nos cruzamos a diario.

Mi edificio tiene unos personajes enigmáticos, como mi vecina que nunca sale de su apartamento.  Este año se mudó un hombre  sobre el cual he elaborado diferentes teorías.   Creo que debe tener una edad cercana a la mía, tiene algo de barriga y el pelo algo largo que siempre se lo agarra en una cola. La verdad su apariencia física no me importa, solo la mencionó para hacerle honor a eso de la exposición del personaje.  

Lo que me parece curioso es que muchas de las veces que me encuentro con Rick, digamos que así se llama, cuando salgo del edificio por la mañana,  siempre está fumando en las escaleras que dan a la calle, algunas veces en pijama, o una sudadera que yo asumo es su pijama, medias blancas y unas chanclas cafés de cuero.  Cuando me lo encuentro por la tarde,siempre lleva una gabardina y botas negras, y a veces también lo acompaña una taza de café.  Si alguien me preguntara  ¿a qué se dedica su vecino?, respondería: "es fumador profesional".  Rick se sienta y mira hacia el horizonte mientras pausadamente le da caladas a su cigarrillo.  De pronto es un escritor a quien su musa lo visita únicamente cuando fuma, o tal vez es un agente secreto y Rick tiene mil nombres y diferentes pasaportes.

Me gusta jugar en mi mente con esa última interpretación, pues Rick, cuando hace buen clima, no solo lleva consigo los cigarrillos para ejecutar su ritual, sino que también saca una planta en una maceta pequeña para que le de el sol, escena que me trae a la memoria imágenes de la película "El profesional".

Nunca he cruzado palabra con Rick, pues siempre lleva cara de "¡No me jodan!".  Un par de veces le he sostenido la mirada por unos segundos, pero rápidamente miro hacia otro lado, pues está claro que nadie quiere meterse en problemas con un agente secreto, de quien sabe  que país y organización.

martes, 29 de septiembre de 2015

Agua Sala'

En este mundo dominado por el dinero el agua de mar no sirve de a mucho, o más bien nadie ha podido ponerle precio, es decir, ninguna corporación a encontrado la forma de convertirla en apta para el consumo humano, envasarla, venderla y taparse en billete.  

Hace un momento leí en una de las millones de páginas que componen ese mar de más mentiras que verdades al que llamamos Internet, que su consumo es bueno pues dizque   en ella se encuentran todos los elementos de la tabla periódica; así que si a usted, estimado lector, alguna vez le entran unas ganas inconmensurables de probar el Galio, Kurchatovio , Wolschakio, o el Praseodimio, ya sabe lo que tiene que hacer.  

El punto es que el agua  del mar, se debe quedar justo ahí; no me imagino como uno, por ejemplo, podría acompañar una bandeja paisa con un vaso de agua salada, pero bueno, cada cual con sus manías raras.

El punto es que en en estos días encontraron o dicen haber encontrado agua salada en Marte  ¿Qué con eso?  ¿Para qué carajos nos sirve tal descubrimiento?  Supongamos que la semana que viene nos sorprenden con la noticia de una expedición secreta que partió desde la tierra hace ya varios años, justo se encuentra en Marte en este momento,  ¿Acaso van a tomar de esa agua o se la van a traer?

Parece que con todos los problemas que tenemos en la tierra, siempre queremos mirar hacia afuera para olvidarlos con esos descubrimientos inútiles. 

"Water, water everywhere andAll the boards did shrink
Water, water everywhere nor any drop to drink."
- Rime Of The Ancient Mariner -

lunes, 28 de septiembre de 2015

¿Hablar o Callar?

Jueves de la semana pasada.  Me siento a almorzar y en la mesa de al lado se encuentra una pareja, supongo que de esposos.  Después de un rato, me doy cuenta que ambos, mientras mastican, no cruzan ni media palabra, y no precisamente porque tengan sus bocas llenas.

Me da por pensar que no son humanos y que son seres capaces de comunicarse telepáticamente  eso explicaría su extraño comportamiento.  También pienso que de pronto están agarrados por algo, vaya a saber que, digamos que el hombre dejo claro que su suegra siempre le ha caído como una patada en el trasero, un tema de conversación que le dio por tocar cuando le estaba echando bronceador en la espalda a su mujer.

La mujer que lleva unos shorts de Jean y una camiseta de rayas horizontales de diferentes colores, mira fijamente su plato, mientras revuelve la comida con el tenedor.  El hombre parece mirar al horizonte, no deja de mover repetidamente su pie izquierdo como si tuviera un tic o quisiera despertar su pierna.  Para mí ese movimiento repetitivo sólo significa una cosa: Quiero largarme cuanto antes de este comedor.

No hablan, no dicen nada, ni siquiera acuden a esos lugares comunes como el clima  ¿De eso se trata una relación?  ¿De no decir nada y  pensar, quién sabe que, sobre la otra persona?   ¿Por qué no se ríen, se cuentan algo, o por lo menos se putean para saber que por lo menos sienten odio hacia el otro?

Más tarde en otra mesa, una pareja de Chilenos se encuentran jugando a lo mismo, en esta ocasión el hombre decide hablarle a la mujer, y en ese tono cantadito que los identifica le pregunta a manera de reclamo que por qué puso la cámara encima de la mesa, justo donde estaba mojado.  La mujer le respondió algo que se puede resumir en "Bueno, nos calmamos todos" y el hombre se quedó sin argumentos para seguir alegando, finalmente acompaña a la hija al baño, y yo me voy antes de que vuelva.

Me imagino que en ambos casos sabían cuando debían hablar y cuando no, pero yo la verdad prefiero que me puteen, que tener que aguantarme la indiferencia y desidia de mi pareja.






sábado, 19 de septiembre de 2015

Escribir Ayer, hoy y mañana.

Una vez en un taller de escritura con Antonio García Ángel, dije que un día en el que yo no leyera ni escribiera, lo consideraba un día desperdiciado.  Después de mi comentario él le dijo a todo el grupo: "¡Uyy! entonces yo he desperdiciado muchos días de mi vida".

Ayer tenía pensado escribir algo por la tarde, pero un encuentro inesperado con un amigo al que no veía hace mucho tiempo, cambió todos mis planes.  Supuse entonces que los aplazaría para hoy, pero antes de ayer me dormí muy tarde y cómo ayer madrugué, estuve todo el día fuera de la casa y por la noche salí, está mañana decidí única y exclusivamente hacer pereza.

Cuando me encontraba inmerso en ese agradable ritual de no hacer nada, pensé: "Más tarde escribiré algo", pero en la tarde tuve que salir y tampoco lo hice.

Tal vez se preguntará usted, estimado lector,  ¿Y cual es el afán de escribir? resulta que mañana me voy de viaje, y como voy a pasar varios días sin escribir, pensaba hacerlo sobre diferentes temas, y lo que más pudiera antes del viaje.  Siempre que me voy de viaje me pasa eso, me entra un afán de escribir que nunca concreto.  Al ocurrir esto, suelo pensar que en el viaje me voy a dedicar a pensar ideas para escritos futuros, pero a la larga eso nunca ocurre, y me dedico a descansar.

El hecho fue que esta tarde tampoco escribí, porque llegué con mucho sueño, me recosté en la cama, prendí el televisor y me dormí una película.  Solo hasta hace una hora logré sentarme a escribir y evacué uno de los temas que me estaban taladrando la cabeza.  Ya veremos si en el viaje se me ocurre una idea para escribir una novela brillante.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Planchas

Recuerdo que en el colegio me dieron clase de dibujo técnico.  En este momento, la verdad, no se cual era el verdadero fin de esa clase.  En el colegio y luego también en la universidad tratan de empacarle a uno la mayor cantidad de información solo porque sí.

Yo no era el mejor en esa clase, pero sin esforzarme lograba presentar planchas bien ejecutadas, sin manchas y esas cosas; creo que mi afición al dibujo no me permitía  presentar planchas a las  que  no se le pudiera aplicar el subjetivo concepto de "estético".

Otras personas en cambio, por más metódicas y organizadas que intentaran ser, no lograban hacer buenas planchas.  Uno de los profesores que nos dicto esa clase, todos los años los cambiaban, se llamaba Johny. Recuerdo que, en medio de nuestra inmadurez, bromeámabos mucho porque era muy afeminado.  Una vez Johny paso por mi puesto y le dijo a un amigo:  "Pareces un minerito" haciendo referencia a las manchas que tenía su plancha.

 ¿Hasta que punto era importante para nosotros como estudiantes de presentar planchas sin manchas?  ¿Era realmente relevante eso?  ¿Aportó esa pulcritud algo importante a nuestra educación?

"La caligrafía es un orden, sí, pero no el único. Al niño que mancha 
la plana hay que interpretarle la mancha, que también es un signo."
- Juan José Millás -



miércoles, 16 de septiembre de 2015

Exclusividad

Exclusividad  es lo que todos queremos en nuestras relaciones: corporativas, sentimentales, laborales, familiares o de cualquier tipo.  Esperamos ser los más importantes  y que una persona o entidad le imprima la misma energía que nosotros a la relación; aunque sabemos que nadie es indispensable y que tenemos remplazo al existir otros(as) que exigen menos, tienen más dinero, son más atractivos o simplemente tienen más suerte.

Nos duele no ser exclusivos porque le tememos al rechazo, un primo hermano del fracaso, esa terrible invención humana. 

 Alguna vez un niño que montaba patineta con un grupo de amigos dijo "Fall to learn, learn to fall". 

Para poder aprender a caer debemos quitarnos esa coraza de dureza que solemos llevar puesta y apostarle a ser vulnerables, a actuar sabiendo que en cualquier momento alguien o algo puede exprimir nuestros sentimientos al hacernos caer en cuenta que no somos exclusivos.  Esa sensación nos suele dar duro, porque en esas ocasiones el ego sale a la superficie a reclamarnos.

Si seguimos tratando de ser exclusivos, de ir a la fija, de incurrir en el menor error a causa de nuestras acciones, más duro nos dará la pérdida de exclusividad.

martes, 15 de septiembre de 2015

"Tu cabecita recostada en mi pecho"

Los hechos expresados en este relato, aunque no lo parezcan,  son producto de la realidad, que, a veces, supera a la ficción.

El sábado pasado en compañía de un café y luego de unas cervezas más una picada, Begonia, una amiga que claramente tiene otro nombre, me narró un evento de su vida sentimental que no concluyó de forma satisfactoria.

Begonia conoció hace un par de meses a un tipo que parecía ser el indicado, si no para toda la vida, por lo menos para compartir unos buenos momentos de esta a su lado.  Se conocieron, salieron con frecuencia y todo indicaba que la relación iba por buen camino.

Marco Aurelio (creo que nunca supe como se llamaba el tipo, pues la verdad es un dato completamente irrelevante) acaba de salir de una relación, y estaba, lo que se denomina "Libre".

Un día Marco Aurelio llegó a la casa de Begonia, se acostó en su cama y ella se recosto encima de él, al tiempo que intentaba iniciar una conversación.  Ese día Begonia notó que él estaba muy distante.  Ella, de forma muy directa, le preguntó que qué era lo que le pasaba.  Marco Aurelio comenzó a hablar:

"Mira, lo que pasa es que hable con Camila (nombre aleatorio que llega a mí cabeza en este momento) y quiere que volvamos. Es más, ella me hizo una presentación dónde evaluó los aspectos positivos y negativos de nuestra relación y como podemos mejorar los segundos a futuro" 

Marco Aurelio, no feliz de haberle soltado semejante bomba a Begonia, tuvo el descaro de sacar su celular y mostrarle la presentación mientras la rodeaba con sus brazos.

Al terminar, y después de que Begonia le dejó claro que ya no podían seguir viéndose, Marco Aurelio tuvo la delicadeza de hacerle la siguiente pregunta:

"¿Puedo quedarme aquí con tu cabecita recostada en mi pecho, por ahí una medía hora más?"

Begonia pensó en responderle:

" ¿Y también quiere que se lo chupe?"

Queda claro que Begonia no desperdició media hora más de su vida recostando la cabeza en el pecho de ese Coelho en potencia.

Después de reirnos sobre el incidente y otros detalles muy particulares de Marco Aurelio, llegamos a la conclusión de que muchas veces, con respecto a nuestras situaciones sentimentales, actuamos únicamente con el fin de no perturbar el status-quo, pues nos aterra profundamente el cambio, incluso cuando sabemos que este podría traernos algo bueno.

Marco Aurelio efectivamente sentía algo por Begonia, pero decidió ir a la fija y seguir caminando en el conocido terreno de su anterior relación, bien lo dijo Rebecca Solnit:


The things we want are transformative, and we don’t know or only think 
we know what is on the other side of that transformation. LOVE, wisdom, 
grace, inspiration—how do you go about finding these things that are in some 
ways about extending the boundaries of the self into unknown territory, about
 becoming someone else?
- A field guide to getting lost -