miércoles, 21 de octubre de 2015

Volver al futuro

La frase, con su oxímoron, no puede ser más llamativa.  Guardo muy buenos recuerdos de esa película al igual que la de Indiana Jones, Lethal weapon, los three amigos, y otra, que no recuerdo como se llama,  en la que actuó Meg Ryan y que trata sobre unos hombres que miniaturizaban para introducirlos,en unas naves, en los cuerpos de otras personas.

Era la época de las antenas parabólicas, y aunque no sabía hablar inglés, prefería mil veces, cuando llegaba del colegio, ver  el Disney Channel y a Kelly, mi amor platónico de ese entonces, de saved by the bell, HBO o Cinemax, que la televisión educativa que pasaban por las tardes.

De esta me cuerdo muy bien, del programa Cocinemos con Segundo Cabezas, un chef negro y viejito que, si no estoy mal, dirigía a unos niños en la cocina.  Lo único que me llamaba la atención, quizas porque a mí corta edad no le veía sentido alguno, era el ruido que hacían estos al inicio, mientras golpeaban diversos utensilios de cocina, a manera de instrumentos y sin ritmo alguno.

Parece ser que uno  siempre termina volviendo al pasado, o más bien recordando, que  por más perjudicial que se crea, y por mas cuentos budistas de: disfrutar el momento, el presente, etc. resulta menos angustiante que ubicarse  y/o pensar en el futuro, aunque siempre la mente quiera que volvamos a ese lugar.

martes, 20 de octubre de 2015

Bajar los cambios

Hoy, mientras caminaba hoy devuelta a mi casa a eso de las 6:00 p.m, sonó en mi mp3 (aplausos para ese aparato que ya tiene más de 5 años y sigue dando la pelea) la canción Mailman.  Está no fue una de las canciones comerciales del  Superunknown, pero a mí me gusta mucho, así que nunca la adelanto cuando suena; al igual que Like Suicide, Limo Wreck, y Fresh Tendrils.

El punto es que Mailman es una canción que me hace frenar, es decir, me calma y siempre la escucho de manera atenta, como si tuviera un mensaje secreto que quisiera descifrar.  Hoy, Mientras lo hacia, me di cuenta que iba caminando muy rápido y pensé: "Voy a caminar más despacio que todas las personas que se encuentran a mi alrededor", así que frene y cuando arranqué a caminar nuevamente, disminuí la cadencia de mis pasos.

Por andar a toda mierda en la vida, no nos damos cuenta de muchas cosas que, aunque sencillas, seguramente nos evocaran recuerdos, y si hay recuerdos habrá emociones, y estás pueden generarnos alegría o tristeza, pero seguramente nos harán sentir, algo que también nos hace falta para salir del piloto automático en el que andamos inmersos. 

Recuerdo que, el personaje protagónico de la novela "El incidente del perro a la medianoche" sufre del síndrome de Asperger, condición que le permite admirar el mundo  de forma única:

"Y entonces miré la pared opuesta al pequeño pasaje que había a un lado
 de la casa de la señora Shears donde yo estaba sentado, y vi la tapa circular
 de una cacerola metálica muy vieja apoyada contra la pared. Y estaba 
cubierta de óxido. Y parecía la superficie de un planeta porque el óxido 
tenía la forma de países y continentes e islas. Y entonces pensé que
 nunca podría ser astronauta porque ser astronauta significa estar 
a cientos de miles de kilómetros de distancia de casa, y mi casa estaba
 ahora en Londres y eso está a unos 160 kilómetros, que es más de 1.000
veces más cerca de lo que estaría mi casa si estuviera en el espacio, 
y pensar eso me dolió."
- El Incidente del perro a la medianoche -

Entonces mientras disminuía la marcha, traté de captar la mayor cantidad de imágenes: Vi una botella pequeña de postobón en el piso que estaba desocupada. Esto me hizo acordar del accidente que me dejo el amable recordatorio,  que en cierto momento también me dejo con el sentido del gusto muy disminuido.  En ese entonces me la pasaba tomando naranja postobón, que era la única bebida que más o menos me sabía a algo.  

Después de eso, unos pasos adelante vi como un hombre esperaba a su pareja en la entrada de un edificio, miré hacia la entrada y vi como ella sonreía repleta de felicidad y corría a abrazarlo y a darle un beso lleno de amor; no como esos donde alguno de los involucrados quiere comerse la boca de la otra persona.  No hay duda que en esos besos también hay amor, pero creo que en su mayor parte se dan para marcar territorio.

Cerca a mí casa pase por un café donde tenían puesto reggaeton a un alto volumen.  Ya estoy aburrido de esos pseudorockeros  que  despotrican (excelente palabra esta) de ese género y quienes lo escuchan.  A mí no me gusta pero  ¿qué puedo hacer al respecto?, como siempre tengo dos caminos: amargarme o dejarlo ser, y me imagino que estará científicamente comprobado que la segunda nos trae beneficios.

Luego de eso me di cuenta que otra vez había acelerado el paso, tal vez esto ocurrió porque la canción que sonó después de Mailman, fue Go y su tempo me llevó a hacer eso.  Después de eso, mi mente se puso a disparar un pensamiento detrás de otro, y me salí de mi estado contemplativo.

Debemos bajar los cambios para disminuir la velocidad y disfrutar más la vida.


"Moving slow in my lowest gear"

- Walkabout -

lunes, 19 de octubre de 2015

Enfiestarse

Enfiestarse es  diferente a enrumbarse, entendiéndose este último término, como la acción de irse de rumba a algún bar o discoteca, a descerebrarse a punta de alcohol.

Uno debería estar en la capacidad de enfiestarse con cualquier actividad que realice en el día, por más sencilla que parezca, no sé, digamos que al utilizar el horno microondas, por ejemplo.  Siempre que pongo a calentar algo en ese aparato, cuando termina de hacerlo y empieza a pitar, hago movimientos de robot que van al compás del pito del horno.  No sé de donde saque esa maña, que por más ridícula o infantil que parezca a mí me divierte.

Recuerdo que en una empresa en la que trabajé, había un ingeniero, Danilo, de desarrollo, al que llamábamos "Danilo fiesta interna", el nombre no se lo dimos precisamente porque se enfiestara con cualquier cosa, sino porque alguna vez hablo sobre algo que no tenía nada que ver con el tema que estábamos tocando. Desde ahí decidímos que siempre andaba en una fiesta interna, totalmente ajeno a lo que pasaba a su alrededor.

Siempre que pienso en el término "enfiestarse", me acuerdo de él, y de como yo y Victor, otro de desarrolladores, se la montábamos constantemente.

Volviendo al tema, enfiestarnos, es otro de esos tantos artes que nos falta dominar en la vida; sacarle provecho a cualquier situación, por más ínfima, ridícula y/o insignificante que nos parezca.

El tema me vino hoy a la cabeza, porque dí con un grupo que se llama Too Many Zoos. El hombre que toca el Saxofón definitivamente si sabe en que consiste eso de enfiestarse. Todos deberíamos tomar algo de su actitud para lo que sea que hagamos.


"As one had said somewhere else, I don't even dance and this shit gets me up."

viernes, 16 de octubre de 2015

Aprendedores

Hace unos días hablando con unos amigos, llegamos a la conclusión que todos, en esta época repleta de emprendedores, expertos, start-ups, frases motivacionales, Steve Jobs en potencia, etc. deberíamos más bien aceptar que no somos más que aprendedores.

Con el afán de ser innovadores y creativos, lo único que buscamos consciente o inconscientemente es ser diferentes, y lo cochino de esa búsqueda es que al querer serlo, también de cierta forma intentamos dejar claro que somos mejores. Esa búsqueda de identidad desesperada resulta ser otra de las tantas manifestaciones del ego.

 ¿Qué chingados es ser mejor?   ¿Cómo uno tiene el descaro de considerarse mejor que otra persona?.  Uno solo puede ser mejor con respecto a uno mismo, es decir, al compararse con lo que uno fue ayer, algo que siempre podremos trabajar y mejorar.

Así que mejor cambiemos la palabra emprendedor por aprendedor, porque está claro que nadie se las sabe todas.

jueves, 15 de octubre de 2015

Flipearse

Ayer me compre un café y me puse a leer.  En una mesa enfrente mío, una mujer conversaba con dos hombres.  De un momento a otro les dijo "Fue ahí cuando mi mama se flipeó".  Inmediatamente me llamó la atención el uso del verbo flipear en segunda persona, que inmediatamente me hizo pensar en ese grupo de rock setentero colombiano The Flippers.  Flipearse significa: "Fumarse un cigarrillo de Marihuana".  Ahora bien, quizás la mejor traducción del nombre de ese grupo de Rock sea: "Los enmarihuanados".

Los dos hombres, quienes al parecer eran parientes de la mujer, que llevaba una gabardina y pantalón, ambos de color negro, junto con unos converse desgastados y sucios, parecía que la estaban cuestionando por una supuesta relación que tuvo o tiene con un hombre. Me pareció muy extraño que le estuvieran reclamando sobre eso, aun más cuando la expresión corporal de la mujer daba a entender: "Yo hago lo que se me de la regalada gana, ¡perros!", y tenía más de 20 años.

En un punto la mujer dijo, "Yo solo le dije a él que quería darme la oportunidad de conocerlo y ya, pero fue ahí  cuando mi mama se flipeó".  Después de esto la mujer dejó claro que no entendía a su familia. "Se ponen bravos cuando digo y hago lo que pienso, lo mejor es quedarme callada.  Nadie supo que escondí una relación por 4 meses con un tipo que era un hippie. Mí mama nunca sospecho nada."  ¡Menos mal! si hubiera conocido a su yerno hippie, tal vez habría vivido flipeada las 24 horas del día.  Al final la mujer se puso a llorar, y me dieron ganas de abrazarla y decirle que yo la entendía con sus flipeos y demás asuntos.  Sólo me dieron ganas, no soy tan  integrado para actuar de esa manera.

De pronto esa mujer como hija es un dolor de cabeza, y lo mejor que sus parientes pueden hacer es flipearse, para no preocuparse por lo que sea que haga.  

Flipearse, definitivamente una palabra que agregaré a mi vocabulario.

miércoles, 14 de octubre de 2015

La sociedad de las "Tías"

Por lo general nuestros familiares aprecian lo que sea que hagamos; a veces, algunos integrantes del núcleo familiar realizan una  critica constructiva.  Por otro lado las tías nunca harán eso.  Las tías, casi siempre, alaban a ojo cerrado lo que sea que hagan sus sobrinos, tal vez porque los ven desde otra barrera y como no son hijos suyos, no tienen por qué preocuparse.

Hoy en día, parece que todos quisiéramos vivir en una sociedad repleta de tías, pues nos morimos por recibir una palmadita en la espalda, y que alguien nos diga que lo estamos haciendo bien.  Me puse a pensar en esto, porque en las últimas semanas varias personas me han enviado invitaciones para que les de un "me gusta" a sus páginas.

Esto hace que me pregunte ¿Debo darle "me gusta" a una página, sólo porque es de un amigo?  Lo interesante sería no esperar ese "amor" fijo, es decir, lo mejor sería proponerle al mundo entero, en el cual por lo general uno se encuentra con  más gente ácida que con  "tías", nuestros planes y/o emprendimientos, y estar dispuestos a recibir cualquier tipo de críticas, por más fuerte que sean.

Los espaldarazos de los extraños valen más que los de amigos y familiares, pues evalúan nuestros proyectos de forma objetiva y sin ataduras emocionales.

martes, 13 de octubre de 2015

Un texto que haga migas mi rebanada de pan.

En estos días he pensado que quiero leer algo que me exprima los sentimientos, el corazón,  o más bien el alma, que parece estar conectada con los primeros dos, en resumen y como se suele decir, un escrito que me de tres vueltas.  

Una vez leí un libro sobre un doctor que intentó pesar el alma.  Su experimento consistía en pesar a un paciente en estado terminal, y estar pendiente del momento de su muerte, es decir de su último respiro, algo de lo que nunca estaremos seguros, pues  ¿cómo saber que nuestra última interacción con el aire es una aspiración o una espiración ? La prueba del doctor dio como resultado que el alma de una persona pesaba lo mismo que una fina rebanada de pan, es decir, unos cuantos gramos.

En fin, el punto es que  quiero enfrentarme ante un texto que me desacomode, que me cuestione y haga cuestionar a las personas, el mundo, la política, familia, religión, personas, el sexo, relaciones, etc. pues plantearnos interrogantes,con o sin solución creo yo, aparte de su objetivo primordial, divertir, es otro de los grandes fines de la lectura.  

No sé por qué, pero creo que voy a encontrar esa sensación en algún libro de Susan Sontag, y también creo que debería leer alguna de sus obras de  no ficción.  Cuando llego a esa conclusión, desisto un poco de la idea, pues, la verdad prefiero la ficción, pues me gusta más que me narren una historia a que saquen conclusiones sobre un tema en particular, a menos que a estas les impongan las vestiduras de  una historia. 

De pronto le daré la oportunidad a Sontag antes de que se acabe este año, pero también dije que se la iba a dar a Tom Clancy, sobre todo porque el juego Splinter Cell está basado en sus libros, pero tampoco lo he hecho, de hecho nunca he tenido un orden estipulado en lo que voy leyendo, sino más bien es pura cuestión de feeling, como dejar que los libros me encuentren en vez de seleccionarlos deliberadamente.

Por el momento seguiré mirando reseñas y comentarios de los libros de Sontag, hasta que me decida por alguno, o llegue cualquier otro y derrumbe todos mis planes de lectura; ya les contaré.