jueves, 14 de enero de 2016

Todo y nada

Hace poco, no recuerdo donde, leí una frase que decía: "No entendemos nada pero hablamos de todo".  La mejor prueba de ello son las redes sociales,  vivimos indignados por todo (gobernantes, leyes, figuras publicas, política, concursos de belleza, economía, maltrato a animales, etc.) y  compartimos con el planeta esa indignación, pero esa pataleta mental,  que cargamos todos los días, solo  se queda en eso y lentamente nos va pudriendo.

¿Por qué no trascienden nuestras quejas y/o molestias? creo que eso ocurre porque nuestras acciones siempre son individuales y muy rara vez colectivas o en tracamanada (Excelente palabra esta).  Lo ideal sería que si un grupo de personas o incluso toda una nación,  comparte una insatisfacción hacia algo, protestaran  al unísono, pero eso  muy rara vez ocurre.  

En el fondo de, llámelo alma, sistema de creencias o como quiera, tenemos clavado un culto y respeto por el estado de los eventos; nos aterra el cambio y las represalias o desventajas que este pueda traer.  Así nos han programado desde pequeños,  pero de alguna forma deberíamos tratar de romper ese patrón de conducta.

Lo ideal sería que cualquier tipo de sociedad actuara como la que plantea Saramago en su Ensayo sobre la lucidez, donde la mayoría de la población decide votar en blanco; de resto seguiremos hablando de todo sin entender nada.

Me pongo a imaginar si todos abriésemos las bocas y no callásemos."
- José Saramago -

miércoles, 13 de enero de 2016

3600 verdades

Camino por la mitad de la calle en un mercado de pulgas, sin ánimo de fijarme en nada de lo que ofrece  cada uno de los puestos que se encuentran a lado y lado.  Continúo con la misma consigna hasta que me doy cuenta que unos metros adelante, a mí derecha, se encuentra un puesto con libros.  Nunca dejo escapar una oportunidad de hojear libros así no tenga intenciones de comprar uno.

El señor que atiende el puesto, habla con un posible  comprador sobre una versión del Quijote que, según él es muy buena por X razón.  La verdad no le pongo atención a lo que dice.  Escaneo con la mirada los libros que se encuentran sobre una mesa, y me llama la atención el que lleva el título "3600 verdades de punta".

Sé que no es una novela y que seguramente será un libro repleto de frases motivacionales o verdades, según  asegura su título.  Lo agarro y lo abro más o menos por la mitad para ver si el destino, la vida o lo que sea me quiere regalar una gran verdad que me va a ayudar este año.  La frase con la que me debía encontrar es la siguiente:


"Las mujeres son como la publicidad, no se 
les puede creer ni el 50 % de lo que dicen" 

¡misógina estupidez!, cierro el libro con rabia y lo vuelvo a poner en la mesa.  Si esa es una de las verdades, no me imagino lo insulsas que serán las 3599 restantes.  Hubiera preferido encontrarme con: "Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa", o alguna "verdad" por el estilo.

martes, 12 de enero de 2016

Rabia

No suelo ver noticieros, pero la semana pasada escuché, de un televisor que tenía el volumen alto, a Inés María Zabaraín (el nombre de esta mujer es una fiesta fonética) leer una noticia en la que decía: "Hoy X día de Enero el país recuerda con rabia la perdida de la corona de Miss Universo."

¡Hágame el berraco favor! Imposible indignarse con la presentadora pues imagino que estaba leyendo, en una acción automática  que realiza todos los días, de un teleprompter, pero  ¿Qué clase de chimpancés con patines redactan esas noticias?

 ¿Qué es el país? me imagino que hacia referencia a los habitantes de Colombia.  Como país también podría considerarse todo lo que se encuentra contenido dentro del territorio colombiano,  ¿no?, si es así, recordaba también con rabia el río Magdalena la pérdida de la corona de Miss Universo? No creo, de llegar a sentir rabia más bien sería por tener disminuido su caudal a causa del fenómeno del niño.

Decir el país esto o el país lo otro, es una frase casi igual de ambigua a esa otra de "Colombia es pasión", que repetimos, sacando pecho,  como un mantra.  Como afirmaba un amigo, Colombia es solo el país donde vivimos y ya, pero muchas veces nos quedamos patinando en esa nostalgia de "A mí deme un aguardiente, un aguardiente de caña"...

Le comenté a mi hermana lo que pensaba, y me dijo que no me amargara y ya, y creo que tiene toda la razón, pero más allá del amargue lo que pienso es que no somos conscientes de todas esas bombas narrativas que a diario nos regalan los medios de comunicación, que quien sabe cuanto tiempo se quedan nadando en nuestro cerebro, y nos inducen a actuar de cierta manera.

Yo no recuerdo con rabia ese incidente, creo que la única que debió haberse indignado por lo sucedido era la representante colombiana.

lunes, 11 de enero de 2016

Bala perdida

Me imagino, la verdad no sé, pues resulta imposible imaginarse el horror de una guerra, que si un soldado se encuentra en medio de un tiroteo, lo primero que busca es sobrevivir a toda costa, y dado el caso de que necesariamente tenga que entrar en acción, se sentiría "mejor" si es herido en pleno combate que por una bala perdida.  

El punto es que en nuestro diario vivir vamos dejando que las casualidades  nos impacten como balas perdidas, y sería mucho mejor las heridas que vamos obteniendo,    fueran  producto de nuestras guerras, es decir  de esas misiones personales que emprendemos cuando queremos obtener algo que nos mueve y da vida.  

En este orden de ideas, mejor que seamos impactados por un fuego cruzado, en vez de una bala perdida.


Se burlarían de él si llega a saberse que le ha dado una bala perdida.
- HHhH -

domingo, 10 de enero de 2016

Estampida

"Huida impetuosa que emprende una persona, 
un animal o, especialmente, un conjunto de ellos."
-RAE -

 ¿Qué tal que de un momento a otro las palabras comenzaran, en estampida, a abandonar  nuestro cerebro?,  ¿Qué de un día para otro al ver un objeto no fuéramos capaces de pronunciar su nombre y olvidáramos su significado porque ya no lo tenemos almacenado en los abismos de la memoria?

En el accidente que me dejó el amable recordatorio, me golpeé la cabeza.  Luego de dos cirugías, un tiempo en cuidados intensivos y otro de terapia física, comencé también a tener sesiones de terapia de lenguaje. Ese nombre me gusta: "Terapia de lenguaje", ojalá pudiéramos tratar, aparte de leer y escribir, nuestro lenguaje materno de alguna manera, para utilizarlo mejor.

La terapeuta que me realizaba las terapias físicas era una mujer hermosa, más que por su físico, por el cariño y el empeño que le ponía a la recuperación de cada uno de sus pacientes; por otro lado la mujer de la terapia de lenguaje era algo mayor, y era de ese tipo de personas que suelen llevar una cara de amargue a todo lado.  No me gustaba hablar con ella, porque siempre parecía hacerlo entre lineas, como ocultando el verdadero significado de sus palabras o de su lenguaje, tal vez era una de las tantas técnicas que utilizaba en su terapia.

Una vez, no recuerdo por qué, tuve la sesión con otro hombre que también se había golpeado la cabeza.  Eramos, por decirlo de alguna manera, hermanos de convalecencia, con la única diferencia que a él no lo pudieron operar, pues su hemorragia había ocurrido muy adentro de su cerebro.

Carlos, creo que así se llamaba, cada vez más cosas, personas y eventos de ese entonces se diluyen en mis recuerdos, utilizaba unas gafas con marco negro grueso y era una persona alegre, nunca paraba de reír.

Estábamos los dos en el consultorio de la terapeuta y ella leyó un párrafo que, imagino, involucraba a unos caballos.  Cuando terminó de hacerlo, volteó a mirar a Carlos y le preguntó el significado de la palabra "Estampida".  Yo me sentí como en un examen oral.  Miré como Carlos se quedaba en silencio; sabía que estaba recorriendo su cabeza de un lado a otro buscando la maldita definición de esa palabra o como asociarla con otra, y es que  ¿Acaso cuantas veces utilizamos "Estampida" en nuestras conversaciones habituales?,  ¿por qué no le preguntó algo más fácil? Él al final se dio por vencido, y respondió con algo de pena y decepción: "No sé".

La terapeuta no le dio importancia a su respuesta y de inmediato volteó a mirarme a mí, y me dijo: "Juan Manuel,  ¿Qué significa estampida?" Era obvio que no le iba a responder: ""Huida impetuosa que emprende una persona, un animal o, especialmente, un conjunto de ellos." en ese momento lo único que queríamos Carlos y y yo, era salir en estampida de ese consultorio, solo atiné a responderle: "pues, Una estampida de caballos".

Creo que me felicito por mi respuesta, pero dependiendo de quien vengan, y como la de esa ocasión, hay congratulaciones que no significan nada, principalmente porque tuvo el descaro de restregarle a Carlos en la cara, mi supuesto acierto. 

Me agrada la fuerza de estampida; que está contenida al tener que cerrar los labios para pronunciar esa m con sabor a p.  No sé por qué, pero me dan ganas de clavarle una tilde en alguna de sus vocales. 

sábado, 2 de enero de 2016

Tiempo equivocado

Hace poco leí que Nietzsche decía que el no había nacido en la época adecuada, es decir que su pensamiento iba mucho más adelante, y que probablemente quienes iban a aprovechar sus escritos,teorías y a entenderlo a fondo, iban a ser las personas que se encontraran 100 años después de su muerte con sus enseñanzas.

No estuvo para nada equivocado; de hecho creo que en las últimas décadas se ha creado muy poco conocimiento y basamos nuestra cultura y enseñanzas en lo que dijeron los grandes pensadores del siglo pasado. Tal vez a ellos les tocó más fácil, pues tuvieron que arrancar de ceros, pero bueno  ¿qué se yo sobre creación de conocimiento?

El punto es que me imagino que muchos hemos sentido que nos encontramos en el tiempo equivocado, es decir, sentimos que son muy pocos los que entienden nuestra posición y punto de vista frente a la vida, el mundo, la cultura, etc.  De pronto, imposible saberlo, dentro de 100 años, si es que todavía existe la raza humana, iluminaremos a la humanidad con alguna de nuestras creaciones. 

Por el momento creo que lo más importante es ubicarnos en este tiempo y mirar de que forma logramos que nos entiendan los demás. Decir simplemente que nos encontramos en el tiempo equivocado, con el perdón de Nietzche, lo considero como una salida fácil.  ¿Qué sentido tiene ser brillantes si no podemos transmitir nuestro conocimiento?

viernes, 1 de enero de 2016

Arrancar

Ayer 31 de Diciembre no paso nada, el día realmente importante es hoy, primero de Enero.  Ayer todos, en medio de la nostalgia, los buenos deseos, y el amor y paz que respiramos, estábamos drogados por el ambiente festivo de fin de año.

Hoy, al haber dejado de experimentar el placebo decembrino, tal vez nos resulte más importante plantearnos la pregunta  ¿Y ahora qué?, pues arrancar nunca será fácil, independiente de lo bien o mal que nos haya o creamos que nos ha tratado la vida. 

A lo lejos escucho un par de carros pasar, de resto al silencio solo lo irrumpe el tecleo de mis dedos.  Creo que debemos aprovechar todo momento en que no estamos "entre pitos y matracas".  A pesar de lo aterradora que puede ser la soledad, necesitamos de esos espacios para arrancar.

A veces me gustaría estar completamente solo, que la soledad me machacara y triturara emocionalmente, para así despojarme de creencias y paradigmas que condicionan mi actuar.  

Para arrancar este nuevo año, voy a tener presente esta cita:

"How important it is in life not necessarily to be strong, but to feel strong, 
to measure yourself at least once, to find yourself at least once in the most
ancient of human conditions, facing the blind, deaf stone alone with 
nothing to help you but your hands and your own head"
- Christopher MacCandless -