jueves, 17 de marzo de 2016

Paola

Yo estaba en primaria y debía tener unos 8  o 9 años y Paola era la vecina del piso de arriba.  Sus padres eran unos costeños buena gente.  A esas edad Paola, como mujer, no me interesaba en lo más mínimo.  En varias ocasiones, en las tardes, ella timbraba en mi apartamento para jugar conmigo.  No recuerdo que era lo que jugábamos, pero si que me daba pereza cuando ella aparecía, pues prefería mil veces jugar con mis carritos y sumergirme en mis historias, que mirar que quería hacer ella.

Recuerdo que Paola en ese entonces no era bonita ni  tampoco fea, podría decir que normal, pero es un término ridículo, pues  ¿quién carajos define qué lo es y qué no? En fin. En algún momento dejo de aparecerse en mi apartamento; me imagino que se aburrió de que yo no mostrara entusiasmo alguno de jugar con ella.

Cuando creció se convirtió en una mujer súper atractiva y entró a estudiar derecho.  Nunca fuimos amigos y las pocas veces que me la encontraba, cruzábamos un escueto saludo .  Paola ahora está en Australia,  creo que se casó.

Siempre me he preguntado que habría pasado si hubiéramos sido amigos, no sólo que habría pasado entre nosotros, sino con mi vida en general, teniendo en cuenta que un acontecimiento, por pequeño que sea, puede cambiar por completo el rumbo de una persona.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Laberinto

Cuando era pequeño visitaba seguido a una tía que vivía en un conjunto de apartamentos con varias torres y etapas. En una de estas, algo lejos del apartamento de mi tía, había una zona verde muy amplia, y en la mitad se encontraba un laberinto.

Era de cemento gris y con acabados, a mi manera de ver, algo burdos, como si los encargados de la construcción se hubieran preguntado: “¿Y que ponemos en la mitad de la zona verde?” y alguien respondió: “Un laberinto”, nadie lo cuestionó, y lo encargaron de su construcción. 

Desde la primera vez que lo vi, fue una estructura que me intrigó mucho, y en repetidas ocasiones ingresé y me perdí, hasta que logré aprenderme de memoria la ruta; ahí dejó de ser divertido. 

Precisamente perderse viene a ser la gracia de los laberintos, no saber dónde estamos ni para dónde vamos; sentir ese temor y ligera ansiedad de no saber si al doblar en la siguiente esquina, nos vamos a encontrar con una pared y el fin del camino que habíamos elegido. 

Muchas veces creemos tener controladas todas las variables que afectan nuestras vidas, pero si nos fijamos bien, improvisar ante la incertidumbre del día a día es lo que mejor sabemos hacer.

Deberíamos tomar la vida como un laberinto, el cual nunca sabemos con qué nos va a sorprender. 

martes, 15 de marzo de 2016

Sin Coartada

Estoy tratando de recordar que hice el Viernes pasado, parece que lo que haya hecho, nada raro la verdad, se borró de mi mente.  Creía haberme visto visto con una amiga, pero hoy alguien me hizo caer en cuenta que eso fue hace dos semanas.  De ser cierto, le quede mal a otro amigo que me llamó ese día, le dije que no podía y que mejor nos viéramos el siguiente, que viene a ser el 11, el Viernes fantasma.

De acuerdo a los programas de crímenes que he visto lo más importante, para no ser implicado y quedar libre de toda investigación, es tener una coartada sólida.   

Suena el citófono y Luis el portero, me dice: "Lo están buscando dos agentes".  Sin saber de que se trata todo el asunto, le digo que los deje pasar.  Después de que timbran y abro la puerta, dos hombres, uno alto y gordo otro pequeño y flaco, ambos con gabardinas negras me saludan, se identifican y preguntan si pueden seguir.

Los hago seguir a la sala, se sientan, les pregunto que si quieren tomar algo, formalidades tontas que quien sabe desde cuando se practican. Cuando vuelvo con un vaso de agua para el gordo, pienso "No parece que usted sea muy fanático del agua", el pequeño me aborda y me pregunta por alguien que en  algún momento de mi vida fue un gran amigo, pero con quien ya no me hablo.

Recuerdo por qué nos dejamos de hablar, hubo un mal entendido con una exnovia y lo mandé a comer mierda, de milagro, en ese entonces, no nos fuimos a los golpes, me habría acabado.  Nunca solucionamos el asunto y preferimos dejarnos de hablar, a veces eso es lo mejor.  De repente el gordo me pregunta que si yo maté a ese hombre.

" ¿Yo?  ¿Cómo se le ocurré? si hace rato que no sé nada de él.
"Nos puede por favor decir donde estaba la noche del Viernes 11?"
No logro recordarlo, no sé con quién estuve o que hice.  El gordo anota algo en una libreta pequeña, más que su letra parecen unos garabatos. Se despiden y me dicen que no salga de la ciudad, pues  pronto se pondrán nuevamente en contacto conmigo.

Mientras espero a que aparezcan los agentes, todavía sigo sin saber que carajos hice ese Viernes.

lunes, 14 de marzo de 2016

21 minutos

Eran las y 39 ahora son las y 46, me refiero a las 10 p.m.  Por eso el post se titula 21 minutos, quería escribir solo durante ese lapso de tiempo.  Comencé a escribir algo, pero lo borré porque me pareció aburridor.  Luego me quede mirando la pantalla, hasta la segunda hora que mencioné y ni media idea se me cruzó por la cabeza.  Creo que todo se debe a un artículo que escribí hace un rato  con el que me tuve que esforzar mucho.  Finalmente lo terminé, pero deje la conclusión y edición para mañana.  Eso es bueno, es decir, concluir lo que uno comienza a escribir, ya habrá tiempo, como dice Ricardo Silva, de reescribir y editar.

El tiempo, el intangible que creemos atesorar no el periódico, tiene huevo.  Ya son las y 52.  A veces parece que cuando uno quiere que corra despacio, las manecillas del reloj aceleran su movimiento y entonces los minutos duran menos de lo usual, yo le pongo unos 30 o 33 segundos.

Una vez leí una historia de un hombre que sabía que le quedaban exactamente 4 horas para morir y se sienta a escribir sobre eso.  El final es un párrafo inconcluso, pues el hombre se desploma sobre el escritorio. 

Quedan 5 y todavía no he hablado, escrito más bien, de nada en concreto y así se quedara este post, un montón de ideas desordenadas, con muy poca conexión entre una y otra.  Hablando de conexión, hoy volví a conversar con una amiga con la que hacía mucho no hablaba, de repente el día  día nos fue consumiendo y nos dejamos de hablar.  Por favor no haga eso, es decir, no pierda contacto con esas personas que realmente valen la pena, y de ser posible mande a la mierda a aquellas que no le aportan nada.

Ahora los minutos están durando unos 20 segundos, ya son las y 58,  ¿Qué tal que yo, cómo el personaje del cuento, me desplome exactamente a las 11?, espero que no sea así,  la verdad tengo pocas ganas de morir hoy, pero  ¿cómo sabe uno eso?.  Ahora son las y 59,  ¿Sobre qué escribiría usted, estimado lector, en su último minuto de vida? 

viernes, 11 de marzo de 2016

Defectos

Se supone que un defecto es una imperfección.  Parece estar impreso en nuestro ADN   querer resaltar los de los demás.

Ayer tomé un taxi y antes de conectarme a mi MP3, le puse atención a lo que estaba hablando el conductor, más que por chisme, porque él estaba utilizando un manos libres y, en un principio, creí que me estaba dirigiendo la palabra.

En cambio, el conductor hablaba con su amigo Andrés, al que le decía: "No hermano, yo le dije a ella: Andresito es como todos, tiene defectos buenos y malos"

 ¿Quién sera ella?  ¿Estará interesada en Andrés?  no espié más la conversación, pues, al parecer,  Andrés saco una conclusión extensa de lo que le acababan de decir, el taxista no respondió nada me aburrí y prendí el reproductor.

Me quedé pensando en los defectos buenos de Andrés, los cuales se supone que yo, usted, estimado lector, y todos tenemos, pues así lo afirmo "Andresito es como todos".  A la larga eso es verdad, pues por más diferentes o exclusivos que nos creamos somos iguales; otra cosa es que el ego nunca nos deja aceptar ese hecho.

 ¿Se puede catalogar los defectos buenos como cualidades?  ¿Quién carajos determina que es un defecto o no?  Creo que siempre nos definirán más nuestros defectos, pues son los que evidencian nuestra humanidad, y son puntos en común con las demás personas.

jueves, 10 de marzo de 2016

El amor es como el suicidio

Hoy estaba en un evento y después del aguacero decidí caminar un rato para evitar algo de trancón.  Considero afortunadas esas ocasiones, como hoy, en las que el dios del shuffle me bota buenas canciones.

La frase que titula este post me parece súper fuerte, es decir, no sé precisar que recuerdo(s) me evoca o como me hace sentir exactamente, pero me mueve algo.  Es la traducción de una frase de Like suicide, canción de Soundgarden que sonó durante mi caminata de 12 cuadras. 

La canción no tiene nada que ver con el suicidio.  Un día Cornell estaba escribiendo la música en el sótano, cuando escuchó que algo se había estrellado contra la puerta principal.  Al subir y abrirla, vio a un pájaro petirrojo, malherido y retorciéndose en el suelo, que se había estrellado contra la ventana.


"Dazed out in a garden bed with a broken neck lays my broken gift."

Para evitar el sufrimiento del animal, Cornell lo mato dándole un ladrillazo.

"And my last ditch was my last brick lent to finish her."

De vuelta en el sótano escribió la letra de la canción.

De esta me gusta mucho como crece en intensidad la batería de Matt Cameron , y la tradicional  firma de Kim Thayil con sus solos de guitarra frenéticos.

"She lived like a murder

How she'd fly so sweetly

She lived like a murder

But she died
Just like suicide"

miércoles, 9 de marzo de 2016

Fecha de caducidad

Entre las miles de frases tipo "porno motivacional", hay una de Steve Jobs que es muy buena:

"Cada día me miro en el espejo y me pregunto: "Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?". Si la respuesta es "no" durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo"

Lamentablemente de esas frases,  muy pocas son las que seguimos al pie de la letra

¿Qué pasaría si algún día nos dieran la noticia de que nos quedan pocos días de vida? Muchas veces me he imaginado eso:  llego a un control rutinario con un médico general, y de repente detecta que algo no está bien, me remite a un especialista que me dirá, de la forma más normal posible "Lo siento, pero le quedan 5 días y medio de vida."  

Si algún  día me llegan a dar esa noticia, me gustaría que por lo menos fuera así, con precisión, porque cuando la dan en semanas, la muerte le podría caer a uno cualquiera de los 7 días, y si uno programó hacer algo el último Domingo de su existencia, qué se yo,  saltar en paracaídas, filmar una película porno en Praga con Jessica Alba o algo por el estilo, pues se fregó.

Hace poco conocí a una mujer que desde pequeña le diagnosticaron Lupus, una enfermedad donde las defensas del cuerpo se enloquecen y lo atacan.  Le dijeron que como máximo iba a vivir hasta los 20 años.  

Desde ese día ella sintió que le habían puesto una fecha de caducidad, pero en vez de echarse a la pena, le dio otro  enfoque a su enfermedad y decidió gozarse todo: el amor, el desamor, la frustración, el fracaso, la felicidad, etc. pues aprendió a pensar en el ahora.

Ojalá todos pudiéramos experimentar ese sensación de caducidad para tener más gratitud hacia la vida.