lunes, 8 de agosto de 2016

María

A María la conocí en el matrimonio de un amigo.  ella se ubicó en el asiento detrás de mi en la capilla  y yo a cada rato torcía la cabeza. Me la pase mirándola durante toda la ceremonia.  Cuando llegamos al salón de la fiesta,  María se sentó justo a mí lado.  Tiempo después me confeso que lo había hecho a propósito, pues quería ver si después de tanta miradera le iba a hablar o no.

Y claro que hablamos.  Esa noche nos la pasamos todo el tiempo juntos, y a la siguiente semana la invite a salir, siguiendo el consejo de la esposa de un amigo: "El contacto debe ser unos tres días después de haberla conocido", me dijo.  Esa vez traicione mis principios y seguí ese consejo, pues nunca he creído en esas tácticas de indiferencia y demás, sino más bien que uno debe hacer lo que siente o lo que se le de la gana, dos posturas que no siempre coinciden. En ese momento quería que todo saliera bien con ella, y estaba dispuesto a agarrarme de cualquier par de palabras de aliento, por más ridículas que fueran.

María practica la religión cristiana.  Me enteré de eso en nuestra primera cita; no le di importancia y nos embarcamos en una especie  de relación que duro unos 4 meses.  

Dejamos de vernos cuando ella quiso que la empezara a acompañar a las reuniones de su iglesia. Recuerdo que, la última vez que salimos, triste, le dije: "Tu me gustas mucho, pero no hay chance alguno que yo practique tu religión".

domingo, 7 de agosto de 2016

Flor de un día

Remontant significa: "Florecer más de una vez en una temporada".  Me gustan esas palabras que no tienen traducción a otros idiomas, como Hanami e  ikigai; los japoneses parecen ser expertos en inventarlas.

Imagino que el hecho de que una flor efectúe ese proceso en una sola temporada, es un suceso extraño, y  otra de las tantas maravillas de la naturaleza.  Como acá no tenemos estaciones y en medio de nuestro afán rutinario practicamos poco o nada el Hanami, Nunca podremos ser expectadores del Remontant. 

Hoy, cuando di con la palabra, me acorde de la flor de un día, una flor que abre sus pétalos a primera hora del día y a lo largo de este se marchita.  Ya en la noche, no quedan restos de su esplendor.  Dicen que esa planta realiza ese proceso solo una vez en el año, pero mi madre tiene una que lo ha hecho una vez al mes en los últimos cuatro meses.  También dicen que cuando eso ocurre es un augurio de buena suerte. La flor de día que tiene mi mamá  experimenta Remontant a su manera.

Esa planta efímera, siempre me recuerda la frase de Kurt Cobain: "It's better to burn out than to fade away".

jueves, 4 de agosto de 2016

Mr. perfect

Una mujer y un hombre hablan en inglés.  Ella le dice "Cause when you're single you think that you're going to find Mr. perfect".  Al rato dejan el lugar, así que ni modo de saber en que terminó su conversación.

La frase sería una buena para comenzar un relato. Tiene potencial para la elaboración de  un pequeño monologo, el cual serviría para la exposición del personaje.  Luego de esa primera escena, tal vez vendría bien un flashback que evidencie por qué al personaje se le cruzan esos pensamientos por la cabeza.

Hablando desde la voz de la inexperiencia, un terreno desde el cual me considero un experto, tal vez ese sea uno de los problemas de las relaciones en pareja, es decir, siempre buscamos a Mr. o Mrs. perfect, para que se convierta en el  "amor de la vida". 

Hágame el berraco favor "amor de la vida", es decir alguien que este con nosotros hasta que estiremos la pata.  Una afirmación tan precisa que anula todo el carácter de incertidumbre que rodea al amor, que nadie sabe qué es o como funciona exactamente.

Posiblemente muy pocos han encontrado ese amor de la vida, y afirman, para quedar bien o lo que sea, que comparten sus días con esa persona perfectamente diseñada, que se acopla como la masa de una torta a un molde, y así, cuando llega la infidelidad todo se va al traste, pues  ¿Cómo es posible que Mr. perfect  tenga ojos para alguien más?

La media naranja si existe, pero encontrarla es más complicado que agarrar la combinación de números del baloto;  entonces uno a lo largo de su vida se la pasa con otros fraccionarios pero muy rara vez con el 1/2 perfecto.




miércoles, 3 de agosto de 2016

Diálogo

Compro un capuchino y apenas abandono la barra, noto que todas las mesas cercanas están ocupadas.  no quiero hacerme en la terraza, pues la luz del día esta desvaneciendo y quiero comenzar a leer una novela; además, hace frío.

Adentro sólo hay dos mesas.  Una está ocupada por un hombre y una mujer que, al parecer, hablan de negocios, en la otra se encuentran dos mujeres y una silla está sin ocupar, como si alguien no hubiera llegado a la cita.

Me acerco y les pregunto si les molesta que ocupe el asiento que está libre.  Una de ellas, con un gesto muy serio, me mira y no dice nada; la otra responde con un "bueno" cansado y despojado de cualquier emoción.

Me siento, abro el libro y comienzo a leer , pero al rato su conversación me distrae.  Me quedo mirando la palabra "espalda" en la hoja y no desplazo la mirada.  La muda, una mujer con el pelo rubio y los labios pintados de rojo intenso, le dice a la otra:

"Lo que pasa es que te preocupas mucho"
"Pero,  ¿qué crees que esté pensando? 
"No sé ni me importa, aquí, lo que en verdad importa, es lo que cada una sienta.  Tú sabes como iba a ser esto.
"Eso lo sé , pero no hasta que punto podré seguir"
"Tu sabes que solo es necesario que me digas y terminamos el acuerdo, además no puedo hacerme responsable de todo"
"Pero es que al principio todo era tan diferente, ahora no tengo idea de que va a ocurrir"

 ¿Contrato, sentirse bien, seguir adelante? No entiendo sobre qué hablan.  Ambas callan por unos segundos.  Espero que alguna aclare el diálogo con una frase reveladora ¿Qué tipo de relación tienen?  ¿Quién piensa algo sobre ellas?

No dicen nada.  Continúo con la mirada clavada en la palabra "espalda", el personaje de la novela tiene un dolor tremendo en ese lugar del cuerpo.  Quiero mirarlas para ver si su lenguaje corporal revela algo que las palabras esconden, aunque la verdad no sé nada sobre el arte de descifrar a las personas a través de sus movimientos y/o posturas. 

No me aguanto más y decido levantar la mirada.  Se cruza con la de la mujer rubia mientras agarra su vaso plástico de café con ambas manos para darle un sorbo.  Sólo le veo los ojos, son negros, profundos y tiene el ceño fruncido.  Le sostengo la mirada un par de segundo y me vuelvo a hacer el loco.  Al rato la mujer se levanta y dice "hablamos mañana".

La que se queda saca un pañuelo y se limpia delicadamente los ojos; parece que está a punto de llorar.  Quiero que me explique el diálogo, cargado de tensión, que sostuvo con la otra mujer. No digo nada y le doy la espalda mentalmente. Suficiente tiene uno con sus propias angustias para comprender y aguantarse las de los demás.

martes, 2 de agosto de 2016

Closing time

Hay canciones o discos completos que a uno le recuerdan cierta época y que tocan, activan ciertas emociones. En mi caso, por ejemplo, el Vitalogy de Pearl Jam, me recuerda mucho la navidad del año en que fue lanzado, y  tengo muy fresca la imagen de como me tumbaba en el sofá de la sala a escucharlo una y otra vez.

Otras canciones nos llegan porque es imposible que pasen desapercibidas; hacen parte de ese montón de "canciones obligatorias" que nunca pasaran de moda. Un grupo, al parecer,experto en componer ese tipo de canciones o one hit wonders, es Semisonic, ¿Quién no ha escuchado o tarareado (Excelente palabra esta) Closing Time  o Secret Smile alguna vez?

Hace ya varios años leí un post de un hombre que hacia un paralelo entre Closing Time y Chapinero. Ya no recuerdo bien que temas tocaba el escrito, pero evocaba, de manera brillante, importantes episodios de su vida que habían tenido lugar en ese sector, que pronto iba a dejar.

"Closing time, you don't have to go home but you can't stay here."

La melodía de esa canción es chévere y ni hablar de su letra. Lo que más me gusta es que, sin tanta alharaca, en una sola frase  está contenida gran parte de la sabiduría de libros de autoayuda y frases motivacionales de las últimas décadas. 

"Closing time, every new beginning comes from some other beginning's end."


lunes, 1 de agosto de 2016

Tarjeta de presentación

Cuando era pequeño solía pensar que un rasgo de la adultez, aparte de usar saco y corbata, era tener tarjetas de presentación.  No tenía muy claro en que consistían o que información llevaban, pero a veces veía a los adultos intercambiarlas como si fueran monas de un álbum. Siempre me pregunté en que momento llegaría a tener ese objeto, al parecer, tan necesario en el día a día en el mundo de "los grandes".

Hace unos años en un trabajo me dieron 500 tarjetas. Para ese entonces ya había perdido por completo el interés en ellas y escasamente repartí unas 20 entre familiares y amigos. El resto quedaron olvidadas en un mueble de mi cuarto que bien podría llamarse "El mueble de los objetos innecesarios". Después cuando ya no trabajaba en ese lugar y en uno de esos de arrebatos de orden, las boté a la basura.

Hoy, en una cafetería, me encontré con una tarjeta de presentación  de un tal Sr. Vega.  Es muy funcional.  Por un lado están todos sus datos y por el otro tiene un calendario.  

Lo que más me llamo la atención de su tarjeta o calendario de presentación es la imagen de fondo: un grupo de 15  soldados, con sus metralletas, ubicados delante de un helicóptero,  que también descansa sobre un pastizal.  Al fondo se ven unas montañas y un cielo encapotado, a punto de liberar un aguacero infernal, que no alcanzo a imaginar, pues no creo que en el infierno llueva.

El señor Vega se dedica a prestamos por libranza.  Ese es su título, y  luego lo desmenuza:  Prestamos por libranza, se compra o se presta sobre juntas médicas - cesantías, ahorros de vivienda militar y de policía - demandas administrativas por retiros, facultad discrecional, fallos disciplinarios, pensiones, discapacidad laboral, reparación directa por accidentes laborales o muerte, compra de cartera, prestamos por banco.  

Ahora entiendo la imagen de su tarjeta-calendario.  Imagino que mientras sacaba la billetera para pagar la cuenta (un tinto y un buñuelo), el Sr Vega botó algunas de sus tarjetas sin darse cuenta o, posiblemente, esa esa es su estrategia para darse a conocer, abandonar, aleatoria y deliberadamente  tarjetas en diferentes partes de la ciudad, para que curiosos, como yo, las recojamos.   ¿Cuántos clientes habrá conseguido de esa manera? 

La voy a guardar uno nunca sabe en qué dirección lo va a llevar la vida. A futuro me puedo involucrar con las fuerzas militares y tal vez necesite ayuda con una facultad discrecional, que no sé que es pero suena a algo grave; en ese caso no me vendría mal  la ayuda de un experto como el señor Vega.  

sábado, 30 de julio de 2016

Señal de $500

Hoy, cuando me iba a bajar de un taxi y como siempre hago de acuerdo a un consejo que me dio mi mamá hace muchos tiempo, reviso que no se me haya caído o quedado nada en el asiento. En medio de esa conducta casi reflejo, vi una moneda de $500, un evento completamente inesperado pues en mi revisión tradicional nunca encuentro con algo.

Estiré mi brazo y la agarré.  Estoy seguro que no era mía, pues no tengo presente que en unas vueltas me hubieran dado una moneda de esa denominación.  Quien sabe, quizás era del taxista y se la robé en sus narices.  Una vez me subí a un taxi con más personas, y me tocó en el puesto del copiloto.  Cuando mire al piso habían varias monedas de $1000 y $500, me agache y recogí una pero se me hizo muy raro y le pregunté al conductor que si era de él. "Sí, Mucha gente las recoge" dijo mientras reía.  Me contó que ese espacio era su alcancía  provisional de monedas. Con pena, la tire al piso y me hice el loco el resto del viaje.

Después de tomar  la moneda de $500, que obviamente ya hace parte de las entrañas de mi alcancía de libros, pensé otras vez en ese cliché cultural de las señales.  A veces es bueno subirse en esos imaginarios colectivos. 

Decidí que el haberme encontrado esa moneda fue una señal, pero lo dejé en eso, es decir, no me puse a pensar de que tipo podría ser, ni mucho menos qué me quería decir,  La semana pasada también me encontré un billete de $2000 en el bolsillo derecho de una sudadera.  Sin importar la denominación, ese siempre será un evento afortunado.