martes, 16 de agosto de 2016

Corazón de goma

Tengo un corazón en forma de goma.  La anterior frase, aunque tiene toda la pinta, no es una figura narrativa, es decir, en realidad tengo un objeto en forma de corazón y de ese material sobre mi escritorio.  El nombre por defecto es "pelota antiestres", pero ya ve usted, el que tengo resulto ser un corazón. El material justifica entonces cualquier forma.

Corazón antiestres es un buen termino. Creo que se podría explotar mucho en una novela romántica; una historia con un argumento que pretenda mostrar como el corazón es el único capaz de borrar cualquier tipo de estrés y/o angustia que se nos presente en la vida.  Así, el autor de ese texto que, de manera facilista, bien podría llevar como nombre "Corazón de goma", exprimiría la idea hasta lograr sacarle unas 300 páginas.

El corazón que tengo es blanco; no olvide que me refiero al de mi escritorio, y trae una frase más bien sonsa: "Si amas lo que haces apriétame", ¿por qué? Porque a todos nos gusta revolcarnos en las arenas movedizas de las frases y discursos motivacionales.

Comienzo a apretar el corazón y es imposible no hacerme la pregunta  ¿Amo lo qué hago?, pero trato de no ponerme trascendental y la ubico únicamente en el momento presente, es decir, en la simple acción de apretar el corazón.  No siento que ame hacer eso, pero no puedo negar que se siente bien;  un segundo lo aprieto 10 veces seguidas,  ya esta. 

Ojalá  esas pelotas de goma (incluido mi corazón y cualquier otro diseño disponible en el mercado) solucionaran el estrés y la angustia con tan solo unos cuantos apretones, y también que vinieran con unas instrucciones sencillas: para estrés leve apriete la bola 10 veces, tristeza 50, estrés crónico 100 veces; angustia: 300, etc.  

Por el momento seguiré apretando la pelota-corazón de goma hasta que el movimiento repetitivo me estrese.

lunes, 15 de agosto de 2016

Jarro

Me gustaría tener algún objeto único, algo que no cambie por nada del mundo y que tenga un gran valor sentimental, pero no lo tengo.  Hace poco desayuné con mi hermano y él se sirvió chocolate en un jarro negro que al entrar en contacto con la bebida caliente cambia de color.  El jarro se lo regalaron en un trabajo y, bromeando, dijo que había sido una de las mejores cosas de ese lugar.  

Una vez en un proyecto donde un cliente también me regalaron un jarro, era de color negro pero no tenía ninguna propiedad especial.  Recuerdo que el nombre del proyecto era"Faro", y ese era el dibujo que tenía: Un faro proyectando luz, sobre un mar.  Siempre pensé que ese nombre del era el menos apropiado pues el proyecto siempre parecía andar en tinieblas. 

Hace mucho, luego de un viaje a Estados Unidos, mi hermana me trajo uno de la película Twister, que tenía incorporado en la manija un pequeño torbellino.  Creo que lo utilicé de adorno en mi cuarto, nunca lo utilicé y después nunca supe qué pasó con el.

Ahora, todos los días, me tomo el café en un jarro blanco que no tiene ningún diseño.  Una vez en un centro comercial vi uno de clor negro de Led Zeppelin.  Lo voy a volver a buscar, creo que es hora de tener un jarro que considere único y me guste mucho. 

jueves, 11 de agosto de 2016

Coelho y Vallejo

Me gustaría poder escribir con mucha rabia, rabia contra todos los absurdos de nuestra raza, su falta de tolerancia, la superioridad moral de algunos individuos, lo hijueputas que podemos llegar a ser, etc.  Me gustaría entonces mentarle la madre, sutilmente, a todo aquel que me cae mal. Escribir un texto limpio, una historia para no sonar juzgador, con un subtexto casi obvio, tejido hábilmente en la trama.

Algún día haré esa lista de personajes desagradables y, dependiendo del nivel de rabia que tenga, les iré cobrando cada una de sus putadas, igual que Arya se las cobra a los personajes que repasa en su lista mental; quizás eso es lo que debo hacer; aprenderme los nombres  de memoria y, apenas tenga la oportunidad, pasar la cuenta de cobro, solo porque si.

Otras veces, en cambio, me gustaría tener la paz y tranquilidad de un monje zen. Repartir en mis escritos solo mensajes positivos; puras píldoras de sabiduría obvia y no tan obvia, para sembrar  esperanza en las personas y la  humanidad  en general que, al  parecer, le gusta estar al filo del abismo. Tener la capacidad narrativa para que cualquier cliché me suene bien, y poder acudir a lugares comunes sin que ningún lector me los cobre.

Si esa fuera mi constante, mi estilo de escritura sería una mezcla de Vallejo con Coelho, con perdón, me atrevería a decir, del primero .

A la larga todos llevamos a cuestas rabia y la felicidad en grandes proporciones, y ambas "sustancias" están más cerca de lo que pensamos, y se pueden mezclar en cualquier momento. Lo que importa es que nada está bien o mal, todo depende del punto de vista que,  como bien sabemos, es un territorio muy inestable. 

miércoles, 10 de agosto de 2016

Suerte

Me gustaría tener mucha suerte, o que la que tengo se volcara toda sobre la compra de un papelito de baloto.  Me parece extraño eso, es decir, que pueda uno reclamar, con un simple pedazo de papel, miles de millones de pesos, pero bueno, el mundo está repleto de cosas extrañas y lo que en verdad entendemos es casi nada; lo que ocurre es que somos buenos dándonos pajazos mentales y creemos tener claridad sobre todo, incluso el futuro, en fin,  y también somos expertos fingiendo. Somos raros ¿no?

Pero bueno,  ¿qué más da? en medio de lo extraño que es todo, no tendría sentido alguno no querer ganarse el baloto.  Como le venía diciendo, estimado lector, quiero que millones de variables y acontecimientos convergan en un momento exacto de mi existencia para ganarme esa lotería.

Siempre he oído decir  a muchas personas  que si se ganan el baloto se dedicarían a viajar, no importa a donde, lo importante es hacer maletas y montarse en el primer medio de transporte disponible; también es extraño que siempre queramos huir de nuestro lugar de residencia.

Nuevamente no puedo estar en desacuerdo con eso, si me lo gano también viajaría, pero tengo otro plan de vuelo para esos días de supuesta "libertad financiera", ya que entre más billete tengamos más esclavos seremos de este. 

Cuando la suerte esté de mi lado y me gane el baloto, todos los días, a eso de las 8 a.m, estaré sentado en algún café de la ciudad con un libro o mi kindle en mano.  Leeré hasta el medio día o pasado este (todo depende del hambre que tenga).  Almorzaré y luego continuaré con mi lectura, si quiero terminar un capítulo o el libro está endemoniadamente bueno.  

Luego, en la tarde, o más bien tel resto de tardes que me queden de vida,  me dedicaré a escribir hasta eso de las  9:00 p.m o hasta gritarle al mundo igual que McCarney en Helter Skelter "I got Blisters on my fingers", evento poco probable pero justo en este momento me acorde de esa canción. ¿Que escribiría? de todo: novelas, artículos, ensayos, borradores, cartas, etc.  Antes de acostarme volvería leer un poco.  Esa sería mi rutina hasta que la muerte me encuentre o yo me la tope en el lugar menos pensado.

Para poner en marcha mi maravilloso plan, aparte de la suerte, únicamente me hace falta comprar el báloto.  Lástimosamente le tengo poca fe al azar y considero una pérdida de tiempo, ganas e ilusiones, desperdiciar dinero en casinos o loterías. 

martes, 9 de agosto de 2016

Audífonos

Hay ciertos objetos que al ser tan comunes les prestamos poco o nada de atención, y no caemos en cuenta del equilibrio que le brindan, no solo a las personas sino al universo entero. Uno de ellos son los audífonos.

Los míos, es decir, el objeto pues los he cambiado muchas veces, hacen parte de mi kit de guerra urbano desde hace bastante tiempo.  Tengo muy claro en mi memoria al tercer día después de ingresar a mi primer trabajo. Aquella vez era la fecha de pago y apenas me di cuenta que me habían consignado algo de dinero en mi cuenta, lo utilicé  para comprarme unos audífonos.

Los audífonos nos permiten poner en mute  al mundo y su incesante ruido. Cuando esto ocurre sólo queda el  de nuestras cabezas, las miles de ideas y pensamientos que llueven en nuestro cerebro durante todo el día.  De esta forma, los audífonos permiten, en parte, quedarnos "solos", algo que puede ser muy aterrador por lo desacostumbrados que estamos a hacerlo.

Pocos momentos se comparan con ponerse los audífonos en la calle, y arrancar a caminar despreocupadamente.  Ninguno de nosotros está exento de que se nos salte la palanca de la locura y el hecho de que no haya más loco suelto en la calle, agarrando a bala a una multitud de personas, creo que es algo que se lo debemos a los audífonos. Estos forman parte de ese misterioso y complejo sistema de válvulas de escape que tenemos para ser "normales", en medio de lo impreciso que puede llegar a ser ese término. 

lunes, 8 de agosto de 2016

María

A María la conocí en el matrimonio de un amigo.  ella se ubicó en el asiento detrás de mi en la capilla  y yo a cada rato torcía la cabeza. Me la pase mirándola durante toda la ceremonia.  Cuando llegamos al salón de la fiesta,  María se sentó justo a mí lado.  Tiempo después me confeso que lo había hecho a propósito, pues quería ver si después de tanta miradera le iba a hablar o no.

Y claro que hablamos.  Esa noche nos la pasamos todo el tiempo juntos, y a la siguiente semana la invite a salir, siguiendo el consejo de la esposa de un amigo: "El contacto debe ser unos tres días después de haberla conocido", me dijo.  Esa vez traicione mis principios y seguí ese consejo, pues nunca he creído en esas tácticas de indiferencia y demás, sino más bien que uno debe hacer lo que siente o lo que se le de la gana, dos posturas que no siempre coinciden. En ese momento quería que todo saliera bien con ella, y estaba dispuesto a agarrarme de cualquier par de palabras de aliento, por más ridículas que fueran.

María practica la religión cristiana.  Me enteré de eso en nuestra primera cita; no le di importancia y nos embarcamos en una especie  de relación que duro unos 4 meses.  

Dejamos de vernos cuando ella quiso que la empezara a acompañar a las reuniones de su iglesia. Recuerdo que, la última vez que salimos, triste, le dije: "Tu me gustas mucho, pero no hay chance alguno que yo practique tu religión".

domingo, 7 de agosto de 2016

Flor de un día

Remontant significa: "Florecer más de una vez en una temporada".  Me gustan esas palabras que no tienen traducción a otros idiomas, como Hanami e  ikigai; los japoneses parecen ser expertos en inventarlas.

Imagino que el hecho de que una flor efectúe ese proceso en una sola temporada, es un suceso extraño, y  otra de las tantas maravillas de la naturaleza.  Como acá no tenemos estaciones y en medio de nuestro afán rutinario practicamos poco o nada el Hanami, Nunca podremos ser expectadores del Remontant. 

Hoy, cuando di con la palabra, me acorde de la flor de un día, una flor que abre sus pétalos a primera hora del día y a lo largo de este se marchita.  Ya en la noche, no quedan restos de su esplendor.  Dicen que esa planta realiza ese proceso solo una vez en el año, pero mi madre tiene una que lo ha hecho una vez al mes en los últimos cuatro meses.  También dicen que cuando eso ocurre es un augurio de buena suerte. La flor de día que tiene mi mamá  experimenta Remontant a su manera.

Esa planta efímera, siempre me recuerda la frase de Kurt Cobain: "It's better to burn out than to fade away".