martes, 3 de enero de 2017

¿Una buena idea?

Lunes 2 de enero. El año, como siempre, comienza lento.  Las calles están vacías.  A las 5 y media de la tarde Lucia y Camilo llegan a un café que parece el único establecimiento, de ese tipo, abierto a esa hora.  En la entrada hay un letrero que dice Coffee is always a good idea.

Lucia entra de afán al lugar.  Antes de sentarse mira a la cajera que irradia ese tedio laboral, propio de la primera semana del año.  Antes de sentarse le dice: "quiero un capuchino por favor".  Es esbelta, de pelo rubio que le llega por debajo de la cintura  y lleva un vestido largo de color verde zapote, que resalta su figura y termina en una faldita que deja ver unas piernas templadas. Su figura se acopla al imaginario colectivo de: "esta buena".

Apenas se sientan continúan con una conversación que llevaban en la calle.  Si tengo dos, uno de 11 y otro menor, le dice Camilo.  Lucia se sorprende al saber que tiene hijos; se sorprende y por alguna razón,  él le atrae aun más. No sabe si esta casado, si vive con su pareja o esta soltero,  pero no importa, el  gusto por alguien, siempre barre cualquier rezago de moralidad.

Les sirven sus bebidas, el capuchino que pidió Lucia y una cerveza para Camilo.   Él le cuenta que ha hecho muchos videos para artistas y novelas, que incluso viajó a México y le grabó uno a una actriz famosa de la que no recuerda el nombre.  A mi no me gustan las novelas, nunca he mirado una, le dice Lucia, mientras Camilo mira disimuladamente su escote, que esconde unos senos redonditos, que desconciertan a la gravedad . Ella se da cuenta, siempre se dan cuenta, y se inclina hacia adelante.

No le prestan importancia a ninguno de los temas que tocan.  Camilo piensa en Claudia, su esposa, una gordita peli negra, graciosa.  ¿Solo graciosa? se pregunta, concluye, para no sentirse mal que es gordita, graciosa y linda.  No tanto como Lucia, mejor dicho es bella pero a su manera.

Ahora Camila habla de grupos de rock de la escena local.  Pronuncia de manera muy sexy la palabra Funky.  Cada vez que termina una frase, deja la boca ligeramente entreabierta, como invitando a que le den un beso.  Luego dice que los bares la estresan y que todos los días va al gimnasio, mi entrenamiento se convirtió en mi estilo de vida.  Juega con su pelo mientras habla, y limpia con su lengua algo de espuma que le dejó el último sorbo de su bebida.

Camilo paga la cuenta.  Cuando se paran, él la agarra  de la cintura.  no aprieta mucho, lo suficiente para que su movimiento no traspase las fronteras de la amistad. Camila le sonríe, y ahí si decide agarrarla más fuerte.  Cuando salen del café, Camilo vuelve a ver el aviso de la entrada, pero solo lee las tres ultima palabras en forma de pregunta, a good idea?.

lunes, 2 de enero de 2017

Deseos

"Solo quiero una puta taza de café, un cigarrillo y sentarme en un escalón, al que le de el sol, en la mañana, antes que la ciudad se ponga ruidosa", dice un hombre  que se encuentra en cautiverio.  Comparte su encierro con otras personas, que comienzan a mencionar otros deseos; actividades sencillas que quién sabe hace cuanto tiempo no realizan, desde que un loco decidió secuestrarlos y encerrarlos.

Una taza de café no es mucho. Me gustaría entender el placer que produce alternar sorbos de esa bebida con caladas de cigarrillo, pero no fumo.  Si comparto el gusto por el café y entiendo eso de sentarse en un lugar en el que cae el sol.   ¿Cuántas veces no nos hemos calentado de esa manera y/o experimentado ese pequeño placer?

Nuestras rutinas, esas que a veces aborrecemos tanto, están plagadas de actividades, eventos, cosas sencillas que pasan desapercibidas, pero que seguro otras personas  desean con ansías. Uno de los trucos, creo yo, para no rayarse tanto con la vida y sus constantes cachetadas, consiste en identificar esos micromomentos, fundirnos en ellos y sacarles el mayor provecho posible. 

viernes, 30 de diciembre de 2016

Tagliaferri

 Se llama Alessandro, Alessandro Tagliaferri y no tengo ni la más mínima idea quién es, pero si sé que  falleció ayer, el periodico lo anuncia.   Lo más probable es que tenga ascendencia italiana.  Me gusta como suena  todo su nombre, que parece una guerra entre vocales y consonantes.

Su aviso funebre está en italiano.  La similitud de ese lenguaje con el español, permite que entienda parte de  lo que dice. Tagliaferri fue alumno y profesor del colegio Italiano. Me lo imagino en una casa de campo sentado en un sillón muy comodo, canoso, con anteojos y fumando pipa, mientras lee un libro.  A su derecha justo al alcance de su mano, reposa una copita de Jerez seco sobre una mesita de madera finamente tallada, que bien podría hacer parte de una de las salas del Louvre.

Tampoco sé en que circunstancias murió, espero que no haya sido de manera trágica, es decir durmiendo, pues ese es el imaginario colectivo, que si la muerte nos agarra en los sueños no es tan terrible.

Supongo que Tagliaferri habrá hecho miles de cosas durante su vida, unas buenas y otras no tanto, pero es seguro que su partida hacia el desconocido destino de la muerte, y más en estas fechas en que la nostalgia pega tan fuerte, tiene devastado a sus familiares y amigos más cercanos.

No puedo llorar a Tagliaferri porque, como ya dije, no lo conocí, igual que no puedo llorar a Carrie Fisher por más princesa Leia que haya sido.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Cosa Nº 1000

Hoy escribo la cosa (post) número 1000 de este blog.  Es como si hubiera escrito todo los días durante 2.73 años.  Para que no tenga que hacer ningún tipo de cálculo mental, estimado lector, el 0,73 corresponde a 266 días, en otras palabras es como si hubiera escrito 996 días seguidos.  No sé a donde fueron a parar esos 4 días que hacen falta; quizás en alguno de esos días perdidos se encuentra la idea de una novela que me va a llevar al estrellato, quien sabe, igual no los pienso buscar.

Comencé este blog en Agosto 13 de 2012 con este post.  En ese entonces la meta que me tracé, era escribir todos los días de la semana sobre cualquier cosa, con el fin de convertir la escritura en un hábito  y no esperar a "estar de humor"  para sentarme a teclear.  A los pocos días de haber comenzado, me di cuenta que en los fines de semana quería escribir otras cosas o simplemente  no escribir, así que modifiqué la premisa inicial y decidí escribir en este espacio de Lunes a Viernes.

A veces me salen textos buenos o más bien, que me gustan mucho y en otras ocasiones algunos textos realmente flojos, pero igual los publico sólo por no romper con mis hábitos de escritura y publicación.

La entrada que ha tenido más visitas ha sido esta y la verdad no sé por qué, quien sabe qué carajos buscan buscamos las personas en internet que los nos redirecciona a ese post.  Me gustaría que el post con más visitas fuera más bien este, que fluyo sin mucho esfuerzo, como si alguien me lo estuviera dictando.


Millás, el Maestro entre maestros y una de mis mayores fuentes de inspiración dice: "Lo de ser escritor es un efecto colateral de querer escribir", por eso es que me considero escritor; no porque haya publicado o quiera publicar libros, sino porque me gusta hacerlo.  No sé hasta cuando me alcance la gasolina para seguir escribiendo "cosas" en este blog, pero lo haré mientras pueda.


Quiero darle agradecimientos especiales a mis 5, bueno 4 porque uno de ellos so yo, seguidores Lu, Linab87, Alejandro y Tatrix que, imagino, me leen eventualmente.

Hoy celebraré mi "Cosa Nº 1000" tomándome un capuchino y leyendo algo.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Objetos y señales

La palabra objeto es prima hermana de "cosa", pues  todo, hasta uno mismo puede ser un objeto al igual que una cosa, pero parece más precisa, quizá porque preferimos cargar nuestras frases más con la segunda que la primera. 

Ayer, mi hermana descubrió un alambre que estaba en el piso de mi cuarto y  me lo mostró en la noche.  Quería saber cuando lo había hecho, " ¿cómo así?" le pregunte;  me lo mostró.  El alambre por alguna razón, bien sea una de esas "señales  divinas"  con las que tanto nos gusta fantasear o sólo porque sí, razón que nos cuesta entender, adoptó la forma de una persona sentada que está escribiendo.


Bien podría ser la silueta de alguien comiendo, pero eso es lo terrorífico y a la vez mágico de las "señales", que les atribuimos el significado más romántico que tengamos a la mano.  

Imagino entonces que esa señal en forma de pedazo de alambre desprendido de quien sabe qué, pretende indicarme que no deje de escribir el año que viene. La señal era innecesaria, pero igual le agradezco su aparición.  

El objeto ahora cuelga del laúd de una figura que tengo de Sarasvati, la diosa hindú de la voz y el conocimiento, protectora del arte y a quien se le acredita la invención de la escritura. Imagino que ambos objetos van a entablar una buena amistad.

martes, 27 de diciembre de 2016

Encapotado

El capítulo de un libro, una autobiografia,  se titula "Alicia cae". En él, la autora habla sobre un episodio de su vida y lo relaciona con la caída de Alicia en el agujero del conejo.  El texto está cargado de alegorías bellísimas, pero me cuesta concentrarme.  Le estoy dando vueltas a un tema en mí cabeza, que le hace zancadilla a mi comprensión de lectura. Mi cerebro está encapotado por ideas, algunas inofensivas y otras tan oscuras como las nubes que cubren el cielo.

Cuando caigo en cuenta de eso, me hablo: "Vamos a calmarnos".  Si hay algo que considero una blasfemia en esta vida, es no disfrutar de algún tiempo de lectura".  Después de ese breve monologo mental, retomo la lectura y esta fluye de la manera adecuada o, más bien, experimento presencia, aquel estado en el que nuestro entorno desaparece y hacemos parte del relato, algo similar al término "Estar en la zona", utilizado en psicología; ese estado mental operativo  en el que la persona esta completamente inmersa en la ejecución de una actividad. 

Encapotado es una palabra que, como muchas otras, me llama la atención.  Me gusta como suena y la manera en que, poco a poco, nuestro sistema del habla la va desenvolviendo.  Quizás es un efecto que producen las palabras con varias sílabas, o tal vez sea solo un gusto personal y la palabra me llama la atención por algún motivo difícil de precisar.

Nuestra mente suele estar encapotada con problemas, angustias, dilemas, etc.  A veces lo mejor es observarla callados, y dejar que el aguacero se suelte, pues  ¿qué más da?, dejar que llueva hasta que escampe o dejarse mojar.  A veces resistirse hace más daño.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Editar hasta la eternidad

Hace unos días planeé escribir dos textos. Pensé que uno lo iba a hacer por la tarde, pero al final me ocupé y a las 10 de la noche no había escrito nada.

A esa hora y con algo de pereza, decidí arrancar con el otro texto, un artículo para el que había llenado dos hojas con anotaciones y del que ya tenía una página redactada.

Leí lo que había escrito y la introducción,muy floja,  invitaba a abandonar el texto después del primer párrafo. En ese momento supuse que mi plan era muy sencillo: editar lo que había escrito y terminar de escribir el texto con las notas que aun no había chuleado. 

Al final terminé borrando los primeros párrafos, duré un poco más de una hora escribiendo la introducción y  corrigiendo el resto del escrito, que está lejos de ser la versión final.  

Pero, ¿y cómo saber cuál es la versión final de un escrito? Es algo muy difícil, porque probablemente no existe.  Uno se puede quedar editando un texto toda una eternidad y siempre va a parecer que una palabra se puede remplazar por otra más precisa o que un signo de puntuación no va ahí, sino en otro lugar o más bien que simplemente no va.

En cierto momento uno tiene que dejar el texto quieto.  Confiar que los dioses de la lingüística lo acompañaron y teclear el punto final sin remordimiento alguno.