miércoles, 29 de marzo de 2017

Realidad quebrada

Me entero de la muerte trágica del hermano de una amiga de la universidad; un hecho repentino que, a diferencia de esas ocasiones en las que lentamente esperamos a que la muerte se lleve a alguien, al saber que no existe posibilidad para otro desenlace, quiebra la realidad tan violentamente que nada tiene sentido.

“Lamento mucho la muerte de tu hermano” Le escribí en un mensaje y al poco rato me respondió: “Gracias, es indescriptible el dolor”

Tal vez cualquier cosa que uno diga en esos momentos sobra y sea preferible guardar silencio, en vez de repetir las frases de cajón para esos momentos: “Dios te dé consuelo y Fortaleza. Igual a tú familia”, “mis oraciones están con tú familia”, “Dios lo tenga en su gloria”, etc. bien intencionadas, claro está, pero que se pierden en el momento.

Sin embargo, quería decirle algo, no sé, que sepa que a pesar de que no nos vemos ni hablamos hace muchísimo tiempo, remotamente estoy ahí para lo que sea.

“No sé qué decirte, sobra decir que cuentas conmigo para lo que necesites”. Otra frasesota de cajón, quizá la más cliché de todas, No quería que la conversación quedara en eso, a veces es bueno cerciorarse dónde poner el  punto final a lo que sea que hagamos.

Como creo firmemente que en los libros podemos encontrar resguardo de las peores situaciones que nos plantea la vida, en ese instante me acordé de uno que leí hace poco  y que precisamente habla sobre el sinsentido de no volver a ver a alguien.

“Hace un tiempo leí un libro al que quizá le puedes dar un vistazo cuando la marea emocional baje un poco”  

“Dale, cualquier cosa sirve”

Intercambiamos otro par de líneas, en las que le doy la razón de lo duro que es la pérdida de un ser querido, antes de concluir la conversación me escribió: “Si, pero los amigos nos sostienen”.

A la larga no importa de qué manera decidimos acompañar a las personas en ese momento, si en silencio o llenando sus oídos de frases que se repiten una y otra vez. Lo importante es estar ahí e intentar tapar, de alguna manera, esas grietas que van apareciendo cuando la realidad se quiebra. 

martes, 28 de marzo de 2017

Preguntas de seguridad

Luego de pensar qué palabras poner en la barra de búsqueda del correo electrónico y después de varios intentos, Sánchez por fin da con el E-mail en donde encuentra el usuario para ingresar a la sucursal virtual de su entidad financiera.

Ya en la página, después de ingresar el usuario y contraseña y dar clic al botón  "ingresar" le aparece la página de preguntas de seguridad "¿Cuál es el nombre de su abuelo paterno?"  ¿Cuál era el sobrenombre de infancia de su hermano mayor"? No tiene idea de ninguna de las respuestas.  Sabe que su abuelo se llamaba Gabriel y por alguna razón le llega a la cabeza "Toto" como posible respuesta a la segunda pregunta.  Las digita  pero nada ocurre.  Luego de otro par de clics da con una página en la que me indican los teléfonos de atención en todo el país para restaurar el servicio de consulta en la sucursal virtual.

Al día siguiente marca  y le contesta una mujer a la que le explica lo que necesita.  Muy cordialmente ella le dice que si le puede ayudar, pero que primero debe hacerle unas preguntas de seguridad que requiere el procedimiento, básicamente una confirmación de datos, concluye.

Le responde "ok" pero de repente lo invade una angustia momentanea "¿y qué si por alguna razón no respondo correctamente a las preguntas que está a punto de hacerme?   ¿y si uno no es quien cree ser?  ¿Van a acusarme de fraude financiero dado el caso que de una respuesta incorrecta?" se pregunta.

"Sr. Sánchez, ¿ha tenido usted alguna vez una cuenta corriente en el banco Ahorro Social?"  
"¿La he tenido?  ¿Quién soy financieramente hablando?  ¿Nos definen nuestras cuentas bancarias?" 
"¿Sr. Sánchez?"? repite la mujer y arrasa con su breve monólogo interrogatorio.

 "Si" responde  de forma inconsciente. "No mentiras, una vez saqué un CDT con esa entidad pero nada más"  "Ahh ¿entonces, no ha tenido  una cuenta corriente con el Ahorro Social?" pregunta ahora la mujer, con un acento como Argentino que lo distrae momentaneamente.

Por el tono cree que es un deber tener o haber tenido una cuenta en ese banco. Después de unos segundos suelta un tímido "no". 
"Ok" Sr Sánchez, responde con cariño la mujer que, al parecer, detectó su angustia en medio de la conversación. 

Luego, la mujer le suelta una seguidilla de preguntas, que Sánchez, ya con confianza, responde mecánicamente. 

"Gracias por su información Sr. Sánchez, en 3 horas puede volver a ingresar a la sucursal bancaria para generar unas nuevas preguntas de seguridad"

lunes, 27 de marzo de 2017

Mariana y el sushi

Conocí a Mariana en el matrimonio de un amigo. Ese día, durante la ceremonia, no paré de mirarla, algo que tuvo que ser obvio pues quedó ubicada en diagonal, unas tres bancas atrás, a mi derecha. Cuando pasamos al salón de la recepción, teníamos asignada la misma mesa.  Yo llegué primero y al rato ella se sentó a mi lado. Tiempo después me confesó que lo había hecho a propósito, "Pa' ver que era tanta miradera".

Creo que salimos a las dos semanas de habernos conocido. Un miércoles  La recogí en su casa y fuimos a un sector de la ciudad con varios restaurantes. No había pensado qué íbamos a comer, así que deje que ella escogiera. "¿Qué quieres comer?" "Sushi" respondió casi al instante, como si esa fuera su respuesta cuando la opción de elegir  restaurante era 100% decisión suya.

Yo nunca había probado el sushi. Me repugnaba la idea de comer algo "crudo". "Bueno" le respondí, ocultando mi repulsión hacia su opción. ¿Por qué no le propuse otra cosa apenas me dio la respuesta? Era claro que me gustaba y estaba dispuesto a sacrificar mi paladar por ella y por la cita, que romántico, ¿no?

Como no sabía nada sobre sushi, ni cuáles eran los mejores rollos, qué ingredientes, etc. dejé que ella escogiera, me imagino que mi opinión consistió en que uno tuviera salmón ya que, en contravía a mis gustos de ese entonces, si me gustaba ese carpaccio.

Cuando llegó la bandeja con los rollos, después de que ella tomó uno y lo mojó en salsa soya, hice lo mismo, Supongo que ese día también aprendí a manejar los palitos o fingí saberlos utilizar y, afortunadamente, quién sabe cómo logré desenvolverme con soltura en la tarea.  Cuando me metí un bocado a la boca, di con la agradable sorpresa que estaba probando algo muy rico. Desde ese día me aficioné al sushi.

Con Mariana salí unos cuatro meses y al final las cosas no funcionaron, pero esas son palabras para otro escrito. 

viernes, 24 de marzo de 2017

Incongruencias aéreas

En enero fue la última vez que monté en avión. Ese día el vuelo experimentó bastantes turbulencias.  Afortunadamente nunca le he tenido miedo a esa experiencia ni he pasado ningún susto. Conozco una persona a la que le da pánico volar y cuando no le queda otra opción, prácticamente se tiene que dopar para dormir la mayor parte del vuelo. 

Según el consejo nacional de seguridad de Estados Unidos, es mucho más probable que uno muera caminando por la calle, al montar en motocicleta, carro, bus o bicicleta que en un accidente aéreo. La probabilidad es de 1 entre 8 millones, es decir, si una persona abordara un vuelo, de manera aleatoria, todos los días, llegaría a tener 21.000 años antes de morir en una tragedia aérea. 

Parece que las cifras están de nuestro lado, pero el hecho de que la probabilidad no sea igual a cero no deja de inquietarme. 

Después de que uno se sube al avión, ubica el puesto y acomoda la maleta en el compartimiento que está encima de las sillas, llega ese momento previo al despegue en el que se encienden las pantallas ubicadas en el espaldar de las sillas. ¿Para decirnos qué? Donde están las salidas de emergencia, que hacer en caso de que el avión caiga en medio del mar, suponiendo que no nos hayamos desintegrado en mil pedazos; la posición que debemos adoptar en caso de impacto y cómo utilizar las mascarillas de oxigeno una vez que estas caigan como por arte de magia del techo; en resumidas cuentas puras indicaciones sobre qué hacer en caso de accidente. 

Siempre intento distraerme mirando la revista del mes que trae artículos interesantísimos, pero la voz del video se ejecuta en mi cerebro en un segundo plano. Así que de tantas veces que la he escuchado, ya más o menos tengo claro que es lo que debo hacer en caso de tragedia aérea. 

De todo esto hay algo que no me cuadra y que creo aumenta mi aversión a ponerle total atención al video. Si uno se fija bien en las imágenes de este,  salen unos muñecos animados con movimientos de robot, en actitud de completa calma. mientras una mujer, con una parsimonia admirable, le pone la máscara a un niño pequeño sentado a su lado para después ponérsela ella misma. Es así que en medio del caos, digamos, de un avión cayendo en picada, no se ven maletas volando por los aires y sus gestos de los muñecos no reflejan ningún tipo de  angustia (¡Hp! nos vamos a morir)-

Es muy probable que si el video fura fiel al momento, varias personas dejarían de montar en avión, pero las que lo siguieran haciendo e engancharían de inmediato con el drama del video y se aprenderían  a la perfección todas esas instrucciones.


jueves, 23 de marzo de 2017

El peso de la ley

No me gusta hacer reseñas de los libros que leo, pues una reseña no deja de ser una opinión y estas, aunque no lo queramos, siempre van a juzgar, además la verdad es que a nadie le interesan nuestras opiniones sobre lo que sea. Siempre cargamos para todo lado y defendemos a capa y espada nuestra "verdad" y es difícil abandonar ese territorio de supuesta sabiduría o que una opinión supere nuestros sistemas de defensa. 

Como no hago reseñas, me limito a marcar frases o párrafos enteros que, por una u otra razón, me causan algún impacto, qué sé yo, he vivido una experiencia similar, me evocan recuerdos, o me parecen un total acierto de palabras por parte del autor.

Algunas veces las notas ocupan varias páginas y en ocasiones las comparto todas, a pesar de haber leído miles de veces eso de:

"No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático , ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico, mecánico por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor"

¿Cuántas veces no cometimos un delito sacando fotocopias en la universidad? y, aparte de esos métodos, ¿cuáles son esos "otros métodos" que mencionan? ¿aprenderse, por ejemplo, El Señor de los Anillos de memoria y compartirlo como relato oral?

Suelo pasar una mala noche los días en los que comparto las notas de un libro.  Duermo mal, cualquier ruido me despierta y una sensación de delincuencia flota cerca de mi. Una vez soñé que un equipo táctico de operaciones, compuesto por 6 tipos rudos, armados de pies a cabeza con máscaras antigases que seguro ocultaban gestos de rabia y de querer partirle la cabeza a alguien, tumbaban la puerta de mí cuarto para luego balear mi computador, donde almaceno el cuerpo del delito.

Uno nunca sabe en qué momento  le va a caer  el peso de la lay encima

miércoles, 22 de marzo de 2017

Bilingüe

Jirka Polientis Cree que uno de los retos más grandes que tenemos como raza es lograr una sincera comunicación entre culturas y países, algo que podría catalogarse como complejo si tenemos en cuenta que existen alrededor de 7000 lenguas en todo el mundo. El inglés, que supuestamente Jirka maneja a la perfección, es una de las más trajinadas.


Recuerda como hace unos años tener un buen nivel de ese idioma podía marcar la diferencia, mientras que hoy ya es considerado como otros de los tantos must a los que nos debemos pegar.

En una entrevista que le hicieron hace poco, tuvo el descaro de decir que era bilingüe y salió, según cree, bien librado de las preguntas que le hicieron en ese idioma. Esa misma noche habló con Camila, una amiga que estudió lenguas y le preguntó que significaba ser bilingüe.

“Según el marco común europeo de referencia para las lenguas, uno es bilingüe cuando tiene un grado de formación C1 en cualquier idioma."

“¿Qué carajos significa eso?” preguntó Jirka

Escuchó como Camila tomaba aire para responderle: “En otras palabras, eso significa manejar 6500 palabras del otro idioma: significado, diferentes sinónimos, entender todos los registros formales, familiares y sus respectivas contracciones.

“Hable claro” le respondió ahogando una risa.

“Por ejemplo la palabra gonna es el registro familiar y la contracción de going to

Jirka ya no podía hacer nada en contra de la cuerda que le había dado a Camila en uno de sus temas preferidos. 

“Todo lo que le dije, se resume en ser Usuario independiente, es decir, aquel quien lee, comprende y produce textos en inglés casi a la perfección, quien también entiende sin mayor problema un diccionario Inglés-Inglés.” 

Mientras conversaban, recordó que Camila aprende y practica inglés desde hace 10 años.

“Chino, yo solo hasta el año pasado me certifiqué en el nivel C1, y creo que nunca voy a llegar al C2, pues significa ser un hablante nativo.

Ese día Jirka cayó en cuenta que no era bilingüe y que compartía algo en común con ese grupo de personas que cargan para todo lado la frase de batalla que aplica para diferentes idiomas: “Yo no lo escribo ni lo hablo muy bien, pero lo entiendo”.

martes, 21 de marzo de 2017

La loca

"¿cómo se llama?"
"No sé"
!¿Qué edad tiene?"
"No sé"
 "¿A qué se dedica?"
"No sé"
"¿ Tiene algún familiar o conocido a quién podamos contactar?
"No sé"

Estas y más preguntas le eran echas a la mujer que con cara de pánico y angustia abría los ojos.  Sus pupilas, de un verde intenso, parecían tener la respuesta a ese determinante "No sé" con el que respondía a cada pregunta.  Dos agentes la habían encontrado en una calle, recostada en posición fetal sobre el pavimento y llorando. Parecía el ser más indefenso del planeta.

Tenía el pelo revuelto y largas líneas negras, producto de la combinación del maquillaje con las lágrimas, cubrían su rostro y la hacían ver como una loca, pero su vestimenta de ejecutiva iba en contravía de su aspecto demacrado; dejaba claro que no era una mujer que deambulaba día y noche por la calle,

"¿Qué hacemos con esta loquita Pérez? Le pregunto el sargento a su subalterno.
"¿Meterla en el calabozo mi sargento? o no sé pero lo que usted ordene"
"¿No sé? Pérez no me diga que se le pegó la respuesta de la loca.

Mientras los dos policias discutían, la mujer intentó pararse de la silla donde la habían sentado para agarrar su bolso, que reposaba sobre la mesa de Pérez. En su desesperado intento, este la tomo de la cintura evitando que cogiera, sus pertenencias.
“Mi celular, denme mí celular” gritaba ahora. “¿Para qué lo quiere? Le preguntó el sargento “¿ya sabe a quién llamar?”
“No sé, ¡pero denme mi celular!”
“Pérez como usted se encariño con esta loquita amárrela a la silla con las esposas; yo me voy para la casa. Si se pone muy cansona, métala al calabozo y listo, ¿Bueno?” 
“¡Si mi sargento!” respondió Pérez, haciendo chocar los tacones de sus botas negras en posición firmes. 
"Deje tanta maricada Pérez"
"Bueno mi sargento"
Apenas se fue el sargento, Pérez ató a la mujer a la silla, mientras pensaba “Pórtese bien reina, que yo no la quiero meter al calabozo”. 
Afortunadamente Pérez no tuvo ningún inconveniente con la mujer por la noche. Al rato de atarla a la silla, ella cayó en un sueño profundo. 

Al día siguiente se levantó sobresaltado. La mujer estaba despierta, y aunque su cara no era la mejor, sus facciones y actitud ya no reflejaban la angustia del día anterior. 

“Buenos días” le dijo ella 
“Buenos días” le respondió Pérez con cuidado 
“¿Me podría pasar mi bolso Señor agente?” 

Pérez decidió repetirle las preguntas que le había hecho el sargento el día anterior 

“¿Cómo se llama?” 
“Diana Robledo” 
“¿Qué edad tiene?” 
“Eso no se le pregunta a una dama” respondió ella con una sonrisa 
“¿Qué edad tiene?” repitió, serio. 
“37 años” 
¿Tiene algún familiar al que podamos contactar?” 
“Precisamente para eso quiero mi cartera.  Necesito llamar a mi esposo. ¡Hoy Por fin le ponen datos a mi celular.!”