viernes, 21 de abril de 2017

Párrafos cortados

Agarro o más bien tomo (el otro día alguien leyó algo que había escrito y me dijo que no le parecía apropiado el uso de la palabra agarrar, " ¿Por qué la utilizas tanto?"me preguntó.  No supe que responderle, creo que es un impulso inconsciente en el que mi mente elimina: coger, tomar, aprehender  ¿Quién utiliza semejante palabreja? o hacer presa, una opción bien extraña.  A esa lectora, por alguna razón fonética, gramática, de gustos, etc. ese verbo le produce molestia)  una maleta que no utilizo hace mucho y en la que suelo cargar mi portátil en las contadas ocasiones que lo saco de la casa.

El morral tiene muchos bolsillos, perfectos para guardar los paquetes de mecato cuando no se tiene una caneca a la mano, los cuales registro meticulosamente, "Qué tal que me encuentre un billete" pienso, pero eso ocurre en los pantalones y a mi casi no me pasa nunca.  

Mi búsqueda da con un papel arrugado y reducido, podria decirse, a su mínima expresión.  Lo desarrugo y es un fragmento en inglés de un cuento.  ¿Cómo llego allá? no lo sé. El trozo de papel corresponde a la esquina superior derecha de una página en el que se alcanzan a ver 3 párrafos cortados, más o menos a la mitad.

De acuerdo a lo que se alcanza a leer, el texto trata acerca de una escritora quién posiblemente siente algo de pena.  Me atrevo a afirmar eso porque una de las frases de ese primer párrafo es "But she  was already in her fifties".

Luego un párrafo de dos líneas explica que la frase "Since I was a young girl" era su introducción favorita. Supongo que todavía se está hablando de esa mujer que ya superó el medio siglo de vida.  La palabra que cierra ese segmento, junto con el signo de admiración  es Hemingway!.  De ahí deduzco quiere ser escritora y que ese es su autor favorito.  Decido llamarla Rose; es rubia y lleva el pelo corto.

Luego aparece otro personaje, un tal Paul que acaba de llegar,  ¿a donde? pues a una reunión de un grupo de escritura creativa al que también atiende Rose .

El tercer y último párrafo habla sobre vino y comida deliciosa.  Lo más probable es que Rose, que sin duda tiene algo que ver con Paul, o si no  ¿qué carajos llego este a hacer a la escena?, terminó con él en algún restaurante.  Paul únicamente ha leído la novela "Fiesta" de Hemingway, pero eso y un supuesto aire intelectual, le bastó para descrestar a Rose, quien no sabe que Paul está casado y solo quiere pasar el rato.

A veces nos pasa eso, captamos la vida a punta de párrafos cortados  e interpretamos mal  las situaciones en que nos vemos envueltos, debido a la falta de información.

jueves, 20 de abril de 2017

Dios y el fútbol

Recuerdo que en la época del mundial de Italia 91, me estaba quedando a dormir donde una tía. El día del partido entre Colombia y Alemania, en mí humilde opinión, el mejor partido que ha jugado la  selección, me quedé  viéndolo solo en la habitación de ella.  

Me imagino que la mayoría conoce la historia.  El partido estaba a punto de acabar y a Herr Littbarski le dio por meter gol.  Cuando eso ocurrió yo me tire encima de la cama y comencé a rezar o enviar una plegaria al cielo, a dios, al universo, la pacha-mama, o a quien quisiera y estuviera en capacidad de captar mi frecuencia espiritual.

Abrí los ojos justo en el momento en que Leonel Álvarez le quitaba el balón a Rudi Völler para iniciar esa tromba de ataque en modo toque toque. Al rato Rincón marcaría el gol del empate que daría le daría el   paso a la siguiente ronda a la selección.

Yo no lo podía creer.  Siempre me ha gustado pensar que mis plegarias, rezos, mantras de esa ocasión sirvieron de algo.

Hoy, el Lyon  jugó contra el Beşiktaş de Turquía y se fueron a penales.  Todos los jugadores marcaron gol en los primeros 12 tiros. En  La  séptima ronda ambos equipos fallaron, primero el equipo turco y al momento del disparo  del equipo Francés, la cámara enfocó a un niñó, hincha del Beşiktaş,  en la tribuna que tenía entrelazadas las manos con las palmas hacia arriba y movía su boca ligeramente y con mucha fe. Estaba seguro que Alá,supongo que le rezaba a ese dios, iba a hacer que el jugador del equipo contrincante errara al tiro

Finalmente así ocurrió y luego mostraron la cara de felicidad del niño, pero la plegaría quedó a medias, a dios no le interesa el fútbol  o algo así, pues para la octava ronda otro jugador del Beşiktaş volvió a fallar el penal y el próximo pateador del equipo francés no desperdicio su oportunidad.

miércoles, 19 de abril de 2017

Cerveza de lunes

Lunes 10 de la noche.  La terraza del Pub está casi desocupada. Clara y Javier ocupan la mesa de una esquina, que tiene poca luz y un ligero aire romántico, como queriendo pasar desapercibidos.   Parece raro que la gente tome cerveza el iniciar la semana,  ¿acaso no es un plan para los últimos días de esta, y que comienza desde el Jueves? paradigmas y más paradigmas.

Javier entró hace un par de semanas al área en la que trabaja Clara.  Las miradas se convirtieron en saludos, lo saludos en conversaciones, 2+2 es 4, mañana y noche..."¿Quieres ir a tomarte unas cervezas hoy Clara?".

Ella acepto de inmediato,  ¿por qué no? Considera grosero no aceptar una invitación, y pues allá él si  cree que tiene chance de involucrarse con ella.  Muy pocos lo logran y Javier no será uno de esos, lo supo hoy mismo luego de oírlo hablar por 5 minutos. No tiene nada que ver con lo que dijo, el tema que planteo, que no le parezca atractivo  o aspectos tan ínfimos como su tono de voz, simplemente sabe que no tiene chance con ella y ya.

Entre los diferentes tumbos que da la conversación, caen en el tema de las ex-parejas. Clara dedica más o menos una hora para contarle con todo detalle posible sobres los novios que ha tenido desde que entró a la universidad, sus pros y contras, a cuáles solo quiso, cuáles amo y cuales no fueron más que una simple aventura que, por diferentes razones, se extendió más de lo debido.

Javier escucha con atención.  Se muestra comprensivo y mete la cucharada para darle la razón cuando ella menciona las características de personalidad de uno de sus últimos novios, un músico que la enamoró con su aura bohemia y de artista, le cuenta.

Clara necesita ir al baño y Javier se para para dejarla pasar.  Cuando vuelve a la mesa, él hace un ademan de abrazarla que no termina en nada, pues ella arquea su espalda, simulando un bostezo.  "Ya está tarde,  ¿nos vamos?".  Javier, resignado le alcanza la chaqueta, se pone la suya y abandonan el lugar en una clara dinámica de "yo aquí y tú allá".

"Tal vez tomar cerveza un lunes es de mal agüero" piensa Javier.


martes, 18 de abril de 2017

Una recomendación

Una mujer española que se llama Blanca, me recomienda un libro de cuentos en Goodreads: El Polen del Universo. Decido darle una mirada en Amazon a ver de qué se trata.  Siendo fiel al concepto de hojear, leo parte del prologo, que habla sobre la necesidad de la ficción en nuestras vidas.  Me parece acertado y también que invita a continuar con la lectura.

Paso por encima el resto de este hasta que llego al primer cuento.  Este comienza con una escena que me parece un buen gancho narrativo: Sergio cava su propia tumba mientras un hombre le apunta a la cabeza con una escopeta y le  da sorbos a una botella de whiskey.  ¿Por qué están ahi?  ¿Qué los llevo a esa situación? decido que todo se debe a un ajuste de cuentas,  ¿de qué?: mafia, préstamo de dinero, drogas, líos sentimentales lo que sea.

El victimario, supongo que el hombre de la escopeta mata, más adelante en el cuento, al que maneja la pala, a menos que el autor utilice uno de esos giros inesperados que llevan el relato por un camino completamente distinto al que uno se imagino; menciona una palabra y la victima comenta que es una palabra extraña y le pregunta que qué significa.  Cuando el otro se la explica entran en una discusión sobre el significado de la palabra, que tiene como único fin alargar los minutos que le quedan de vida a Sergio 

El hombre de la escopeta se cansa y quién sabe de donde agarra un bate, de aluminio, y le da un golpe en los riñones a Sergio;  le dice que se calle y que continué cavando.  Él, que se supone está a punto de morir, lo desafía verbalmente: "Te mataré, hijo de puta".  ¿Cómo?, no tenemos ni la menor idea, otro artilugio narrativo del autor para mantenernos pegados al relato.  

El personaje de la escopeta no le presta atención y le dice: "La esperanza y el absurdo están cogidos de la mano".  Hasta esa frase llega la muestra gratis del libro.

Yo definitivamente le voy a Sergio; siempre tendemos a simpatizar con los personajes que están más jodidos.  Ojalá saque fuerzas de quién sabe donde, tal vez del mismo lugar de donde el otro personaje agarró el bate, y se lo meta al que le apunta con la escopeta por donde le quepa.

lunes, 17 de abril de 2017

Despertar

Andrés Rozo se despierta,  ¿qué hora es? no lo sabe. La escasez de luz le indica que es de noche, pero también podría ser de madrugada o el filo de la tarde que da paso a la noche.  No se decide por ninguno, se queda tendido, con los ojos abiertos, al rato los cierra, esperando una respuesta que nunca llega.

Se siente extraño como si fuera una persona diferente a la que se acostó; tal vez la sensación es producto de tener que despertar, ese tránsito del sueño a la vigilia que nunca deja de ser duro, extraño o ambas cosas al mismo tiempo.  Se pregunta  ¿quién es? y no se puede dar una respuesta, esta aturdido, pero eso no es lo que le evita responder la pregunta, "¿acaso alguien está 100% seguro de eso quién es?" se pregunta ahora.

Acude a su celular, pero la luz lo encandelilla y le molesta, así que lo apaga inmediatamente. Por más que desee y como en muchas otras ocasiones, el aparatico, aunque parezca, no le  va a colaborar con la definición de su identidad.

Después de su interacción con la tecnología, por lo menos sabe que hora es, 9:20 de la noche.  El sueño lo atrapo de un momento a otro sin habérselo propuesto.  Ahora también sabe que el hambre que siente es de comida y no de desayuno, una nocturna y la otra del día que, a pesar de ser casi idénticas, se diferencian por poco.

Siempre le ha causado desconcierto el tener que despertar. 

sábado, 15 de abril de 2017

Escasez de palabras

Una mujer y un hombre están en un café en el que suena música suave y  muy agradable. Teclean sus celulares freneticamente y no levantan la mirada. De repente el hombre comienza a hablar sin dejar de mirar la pantalla del teléfono: "La verdad no encuentro esa dirección,  ¿cual será?, No me deja escribirla, la verdad no entiendo esto" dice, haciendo referencia a una aplicación para pedir taxi.  

"Déjame ver", le responde la mujer, que lleva puesta una chaqueta roja y el pelo sujeto en una cola de caballo".  "Voy a llamar a Maria Fernanda, a preguntarle bien cuál es a dirección" dice el hombre.  Parece que están enfrascados en una pequeña batalla con la tecnología como excusa para no tocar otros temas para los que tal vez no tienen palabras.

!!Ya, por fin la encontre!" exclama el hombre, "aghh, pero había pedido pagar con tarjeta de crédito y el método de pago me quedó en efectivo".  
" ¿Para dónde vas?,  ¿No quieres ir un rato a mi apartamento" le pregunta, de forma algo coqueta, la mujer. El hombre por fin la mira a los ojos, le responde  con una frase a manera de escudo, que acaba con su flirteo: "No, mejor paso por mi casa para dejar la plata"  
"Claro, mucho mejor, y de ahí sales para el aeropuerto, porque si no  ¿qué va a decir tu esposa?

El hombre no le responde nada.  Al rato su celular pita, confirmando que un taxi ya va en camino para recogerlos. Guardan silencio hasta que abandonan el lugar.  

viernes, 14 de abril de 2017

Los cambios del Jeep

Hace muchos años mi papá tenía un Jeep Nissan de color azul  aguamarina.  Casi siempre estaba sucio pues, como ingeniero civil, debía llevarlo a las obras de las carreteras que construía y terminaba lleno de barro y polvo.

A mi siempre me gustó mucho ese carro por su amplitud y porque toda mi familia se podía acomodar en el sin problema.  A veces, cuando salíamos yo me sentaba adelante con mi padres y mis hermanos se hacían en la parte de atrás.

Me gustaba mirar como mi papá manejaba el jeep casi de forma mecánica, como si el timón, palanca y tablero de mandos fueran una extensión de su cuerpo.

Un día creo que el se dio cuenta de mi ensimismamiento y me preguntó que si quería hacer los cambios. "¿Yo?" le pregunte, y asintió sonriendo.  De ahí en adelante me convertí en el operador de la palanca de cambios del Jeep.

La palanca de cambios era muy grande, o tal vez no, pero para mi estatura y mi visión de las cosas en ese entonces lo era; era negra y terminaba en un mango negro en forma, más o menos, de bola.

Para mi era un honor hacer los cambios del jeep y me sentía muy importante. Al principio mi padre debía decirme en qué momento debía meterlos, pero con el tiempo me fui familiarizando con el sonido del motor y sabía el momento preciso de bajarlos o subirlos.