miércoles, 24 de mayo de 2017

Estrellarse

Antonella 

Va en bicicleta por un andén. Sabe que no debería hacerlo pues puede incomodar a los peatones que lo transitan a pie, pero considera que si lo hace despacio y con cuidado no molestará a nadie; además mucho mejor desplazarse lento hasta dar con la calle que la conducirá a la ciclorruta, que exponer su vida andando por la vía de los carros. Y pues, ¿quién necesita más velocidad aparte de esa que la vida se encarga de ponernos encima?

Carlos 

Es imposible tener conocimiento de la cantidad de variables y acontecimientos que tuvieron que darse y ocurrir en determinado momento del tiempo para que Carlos también transite por el mismo Andén de Antonella, a la misma hora, en la misma ciudad y época.

Tiene mucho mal genio. No sabemos por qué. Quizá discutió con un amigo, qué se yo, digamos que alguien lo tildó de chismoso de buenas a primeras, mientras que si algo tiene claro Carlos, es que se irá a la tumba con los secretos que le confíen amigos, conocidos y desconocidos. 

Levanta la vista y ve a una mujer zigzagueando en bicicleta y que está a unos cincuenta metros “¿Por qué transita por el andén la bruta?” se pregunta, pero al instante, la letra y melodía de la canción que escucha en ese momento lo atrapan y le brindan calma por unos segundos.

Camina distraído hasta que se encuentra de frente con Antonella, da un paso a la derecha y ella lleva la bicicleta hacia el mismo lado, da otro hacia la izquierda pero la mujer ahora manda el timonazo para ese lado. Sabe que la está incomodando y que ella no tiene la culpa de su rabia contra el universo.

Cuando Carlos nuevamente se inclina hacia la derecha, pone fin al baile y se recuesta sobre una camioneta que esta aparcada en la acera. En medio de su ira lamenta haber complicado a la mujer, que ahora lucha por mantener el equilibrio. Levanta la mirada y le dice “Lo siento”. Al hacer contacto visual con Antonella, piensa que esta le va hacer un gesto despectivo, que lo va a mirar con cara de “Pobre idiota” pero no, ella le devuelve una de las sonrisas más hermosas que ha visto en toda su vida.

martes, 23 de mayo de 2017

Pareja

Marina y Josesito llevan 60 años de casados. Todas las tardes cuando los últimos rayos caen sobre la ciudad, salen a caminar.  Lo hacen despacio, como en cámara lenta, el corazón de Josesito, con dos infartos encima, ya no aguanta otro tipo de velocidad.  Marina, un par de años menor que él, podría caminar mucho más rápido, pero no tiene problema alguno en agarrarse de gancho al hombre de su vida y adoptar su ritmo lento pero decidido.

Hoy, como siempre, apenas llegan al café  todo el personal del lugar los saluda afectuosamente y uno de los meseros los hace seguir a la mesa que siempre ocupan, ubicada en un rincón con poca luz, que ya tienen preparada. Sobre esta reposa una vela encendida, y un florero con una rosa roja, detalle que Josesito creer pedir en secreto, pues sabe lo mucho que le encantan a su esposa, pero del cual ella siempre se entera ante la poca habilidad de secretismo de su esposo.

Hace mucho frio y después de hojear la carta por encima, josesito se decide por una taza de chocolate caliente acompañada de un rollo de canela.  Marina quien todavía no sabe que pedir al momento en que el mesero les va a tomar la orden, decide no complicarse y realiza el mismo pedido de su esposo, pero cambia la bebida por un café "muy caliente joven, por favor" le dice al mesero.

Al rato llega el pedido y la pareja sonríe.  Sus ojos, que solo reflejan emoción, saltan de las bebidas a la comida y viceversa, hasta que Josesito no se aguanta las ganas y parte un trozo del rollo con las manos y se lo mete a la boca.  Al instante lo marida con un sorbo prolongado de su chocolate.

Marina también levanta su taza y cierra los ojos mientras le da un sorbo a su café "Hoy si que sabe rico" le dice a su esposo.  Por un tiempo se quedan callados, cada uno perdido en pensamientos que seguro tienen que ver con el otro.  Al final Josesito rompe el silencio y comienza a hablar sobre la venta de una casa que alguna vez tuvo "Esa vez ni siquiera me pidieron las escrituras" dice, para luego reír y seguir comiendo. 

lunes, 22 de mayo de 2017

Nefelibata

El otro día en un banco, mientras hacía fila para pagar un servicio, Camila Peralta se fijó por unos instantes en las imágenes que transmitía un televisor anclado a una pared. Por un instante creyó que solo se trataban de imágenes promocionales de la institución financiera, pero no. El banco, o más bien quienquiera que sea el encargado de programar las imágenes que deben pasar los televisores, en un arrebato de paladín del idioma español, decidió programar un segmento con significados de palabras.

Después de leer Nefelibata, Camila jugo con la palabra en su boca por un tiempo, la separo por sílabas, le cambio el acento, y al final dictaminó que le había gustado. Esa noche al llegar a su casa y prender su computador, lo primero que hizo fue buscar la definición en la RAE:

“Dicho de una persona: Soñadora, que no se apercibe de la realidad.”

Camila cumple con parte de la definición, es soñadora, pero “valiente gracia, soñar despiertos es una cualidad de cualquier ser humano” piensa. Lo realmente difícil es lograr desconectarse de la realidad pues, quién sabe por qué. deseamos vivir con los pies sobre la tierra, que todo lo que hagamos tenga sentido y que nadie nos tilde de locos.

Le gustaría poder desconectarse de la realidad fácilmente, sin la ayuda de sustancias que la lleven a los terrenos de la inconsciencia. Dejar toda la basura mental que producimos los humanos, en especial los chismes, que no existen, pero que a veces moldean nuestra realidad más que cualquier otra cosa, hasta adquirir el estatus de verdad, momento en el que todo se va al carajo.

De ser una nefelibata consumada, le gustaría estar en la capacidad de dosificar sus dosis de escape de la realidad; que cuando este aburrida o simplemente harta de una situación o una persona, logre desconectarse al instante sin ningún problema.

Al momento de acostarse cae en cuenta que lo que primero debería hacer, para entrar por completo en su tan anhelado modo de nefelibata, es definir que es real y que no, por lo menos para ella, pues está segura que cada persona le achaca un significado diferente a esa palabra tan inofensiva pero a la vez compleja.

sábado, 20 de mayo de 2017

¿Derecha o Izquierda?

Imagine que usted va caminando por ahí, por donde sea, bosque, ciudad, campo abierto, pero digamos que es un lugar que no conoce.  Usted sigue un camino claro y definido sobre el suelo, que se encuentra ahí, quizá, gracias a las miles de personas que lo han transitado antes.

Usted camina, pero no tiene muy claro hacia dónde va, pero eso no importa, pues la consigna es caminar.   ¿Que quién se la dio? no lo sabe, pero cuando las dudas lo asaltan una y otra vez, eso es lo que se repite mentalmente hasta el cansancio: "No importa", y sólo se concentra en lanzar un pie hacia adelante y al instante intentar alcanzarlo con el otro.

Está en esas cuando la vida, el destino, el universo, dios, el diablo o cualquier fuerza super poderosa en la que crea, decide joderlo,   ¿por qué? Porque en un momento su camino llega a un punto en el que se bifurca, pasa de ser una S, con una que otra curvita pronunciada, a una Y.

La consigna de caminar de hace un momento, aunque le traía algunas dudas era fácil de seguir, rutinaria y monótona pero fácil  ¿y ahora qué?  ¿Izquierda o derecha?.  ¿Cómo saber cuál es el indicado?

Hoy, Suponiendo que yo soy usted o que usted soy yo, me aventuraría a tomar el de la derecha,  ¿por qué? solo porque sí.  ¿A usted cuál lo jala más?

jueves, 18 de mayo de 2017

Al momento de mí muerte

La muerte siempre nos agarra con los calzones abajo. No hay manera de comprenderla.

Quiero escribir algo sobre la repentina muerte de Chris Cornell, pero no tengo idea qué. Ubico la carpeta de Soundgarden en mi mp3 y salgo a caminar a ver qué se me ocurre.

Apenas piso el andén le doy play al botón del aparatico, mientras pienso que escuchar las canciones de es el único homenaje que le puedo rendir a Cornell y su grupo.

La primera canción con la que me premia el Dios de la aleatoriedad es Like Suicide, que coincidencia el título, ¿cierto?, pero no, no tiene nada que ver con el suicidio pues narra una historia en la que Cornell le quito el sufrimiento de la agonía a una paloma, estampándole un ladrillo.

Cornell Llevaba más de 10 presentaciones con Soundgarden este año, la última la de ayer en Detroit.

“Tendrán algún mensaje oculto las canciones del setlist de mi caminata?” me pregunto, no sé, quizás en medio de las letras podría encontrar algo que me explique su muerte, pero concluyo que no, que estupidez. Las conexiones forzadas con las letras serían infinitas. En cambio, intento imaginar que nos quiso decir el frontman de Soundgarden con sus palabras, que seguro encierran sus pensamientos más profundos, posiblemente la clave para entender como veía la vida; algo difícil de captar, porque son pocas las veces en que no nos contentamos con sólo rasguñar la superficie de las cosas.

An unkind
“On the storm
It's time to go
On the storm
It's time to go”


"And if you don't want to believe"
Well you don't have to try to feel alive"


¿Por qué nadie se había dado cuenta de las señales que había enviado?, ¿lo había hecho?

Ty Cobb
“Sick in the head sick in the mouth
And I can't hear a word you say

Not a bit, and I don't give a Shit”


¿fue un acto premeditado o un impulso de un momento, un segundo en el que todo se trunca y la vida pierde, por completo, su sentido? ¡ja! Como si tuviera alguno. 

4th of July
“Down in the hole
Jesus tries to crack a smile
Beneath another shovel load”

Pero, ¿cómo saberlo?, ¿cómo enterarse con detalle de las millones de ideas que se pasean por los laberintos, callejones y precipicios de la cabeza, esa fortaleza, a veces, impenetrable? 

By crooked steps
“I'm addicted to feeling”


En el encore del concierto, la última canción que tocaron fue Slaves and Bulldozers del Badmotorfinger, a la que le mezclo parte de la letra de “In my time of dying” de Led Zepellin, cover de una canción gospell: “In my time of dying, I want nobody to mourn"

Overfloater
"I'm here and now I'm gone
I'm there and far beyond
And nothing's gonna pinch this nerve of mine"


¿Pretendía que leyéramos entre las líneas de la letra de la última canción que tocó en vivo? ¿Tiene el setlist seleccionado algún tipo de significado? Quizá sí, quizá no. 

Halfway there
“I get an itch and when I am scratching
Everything can go to hell”


¿Sabía el momento de la presentación que iba a acabar con su vida más tarde?

Black hole sun

"Times are gone for honest men"

Todo se convierte en preguntas y más preguntas que ya no vienen al caso, pues las respuestas, si es que las hay, son lo de menos, el hecho es que Cornell ya no está.

Let me drown
“So throw it away, you don't have to take me
Make no mistakes I'm what you make me”

Me da por pensar que la vida del artista es jodida con sentir todo tan personal, por dejarse afectar del mundo y sus incongruencias tan nostálgicamente, por decirlo de alguna manera. De pronto si uno no busca una forma de blindarse, la cabeza se va al carajo.

The day i tried to live
“I woke the same as any other day
Except a voice was in my head”


Imagino que Cornell lucharía con todas sus fuerzas con su estado emocional, con tratar de “estar bien”, lástima que nada ni nadie, en esas últimas horas de vida, lo sacó del hueco en el que se encontraba.

Burden in my hand
“So kill your health and kill yourself
And kill everything you love 
And if you live you can fall to pieces 
And suffer with my ghost”


¿Qué carga llevaba en su cabeza? Con Cornell también muere Soundgarden. No tiene remplazo y su voz era el fluido perfecto sobre el que navegaban y a la vez se acoplaban los frenéticos sólos de guitarra de kim Thayil, la sólida base ritmica de Matt Cameron y el parco bajo de Ben Shepherd. 

miércoles, 17 de mayo de 2017

Birra y Limone

Le atribuye la gripa que le dio a su hermana en pleno viaje a la diferencia horaria. Ahora ella guarda cama y él se aventura por la Via Ardea, una avenida amplia con un gran separador y 2 carriles en ambos sentidos. 

Su misión es comprar un té caliente y unos limones, Limone, acaba de buscar la traducción, para atender a la enferma. . Lleva la cuenta de las calles que ha cruzado, pues está seguro que una enferma y un extraviado es una combinación peligrosa para un viaje. 

Camina por un sector comercial con tiendas de diseñador en ambas aceras. Toda la ropa elegante posible, pero ningún atisbo de una tiendita de frutas. Está listo para cargar el acento en la segunda sílaba de limone y gesticular con las manos como los locales, al encontrarla. 

Cansado, voltea a la izquierda y toma la Via Lavino, una callesita más bien parca, que contrasta con la majestuosidad de la otra avenida. Justo en la esquina del cruce con la Appia Nuova, encuentra la única tienda en todo el trayecto. Entra, a lo que más bien es una droguería, sin ningún limone a la vista.

Es primavera, hace calor y en el cielo no hay ni una sola nube, así que decide pedir una cerveza. ¡Birra! Se le aparece la palabreja en la cabeza. Con toda la propiedad del caso la pronuncia, y el tendero le responde “piccolo o grande”. No tiene pierde, piensa sobre lo fácil que resulta hacerse entender en italiano. Tal vez, luego de tomarse la birra y con algo más de suerte, encuentre el tan anhelado limone que busca. “Piccolo”, responde finalmente. 

Se sienta en la terraza del establecimiento. La silla y mesa son de metal y reflejan los rayos del sol, al tiempo que una ligera brisa termina de componer el momento. Al sentarse acomoda los pies sobre otra silla y se toma la cerveza despacio. A dos sorbos de acabarla, el tendero sale, pronuncia una ráfaga de palabras al tiempo que gesticula airadamente. Le es fácil entender que el hombre está de mal genio en italiano, al parecer, otro nivel de ira. Cae en cuenta que lo que le molesta son sus pies sobre la silla. En un movimiento sincronizado los baja, y se acaba la cerveza de un sorbo. “Grazie” dice y sale pitado del lugar.

De vuelta, a pocas cuadras del hotel, se cruza con un restaurante chino o japonés. “los asiáticos toman té, ¿cierto?” piensa, mientras entra al local armado con sus seis palabras en italiano: birra, limone piccolo, grande y grazie. También se sabe testa por los partidos de fútbol que ha visto de la liga italiana, pero considera que no aplica para la ocasión. Intenta pedir un té caliente de la mejor forma que se le ocurre, pero la dependienta, una mujer de ojos rasgados “con poca testa”, la juzga, no comprende nada de lo que dice.

martes, 16 de mayo de 2017

Medida justa

La vida de todas las personas está plagada de rituales simples pero repletos de significado y  que ayudan a colorear nuestras rutinas. Uno de los preferidos de Carlos Reyes es preparar tinto.

Sentado en su escritorio vuelve a pensar en  las tres cuartillas que debe entregar mañana, a primera hora.  Sólo tiene el borrador de la primera dentro de su cabeza, pero cada vez que la escribe y luego de leerla en voz alta, decide borrarla. Algo le dice que puede encontrar palabras mas justas, más acertadas para desarrollar la idea que introduce su escrito, pero el desgraciado, el algo, no lo da ningún indicio de cuales son las que debe utilizar.  En estos casos acude a su ritual para hacerle frente al "síndrome de pantalla den blanco".

Se empuja lejos  con las dos manos y se pone de pie.  Arquea su espalda de forma exagerada, parece que se fuera a quebrar por la mitad. Luego camina hacia la cocina.

De su ritual le gusta todo: Medir la cantidad justa de agua, calcular la cantidad exacta de café, girar la perilla de la estufa y escuchar el leve silbido que hace el gas al desplazarse en el aire, presionar, con decisión, el botón que produce la chispa y da paso a la llama.

Una tarea de medidas justas  y que ya tiene grabadas en su cabeza; tan diferente a su proceso de escritura, cuando se engancha en el flujo mental preciso,  que germina con una palabra y se convierte en un río de las mismas.  Un territorio sin confines y con más incertidumbres que certezas.

El sonido del agua, que burbujea , le gusta esa palabra, tal vez la utilice en su escrito, lo rescata de sus pensamientos.  "Medida justa" piensa.  Tal vez eso es lo que define a los buenos textos, esos que están compuestos por una cantidad mínima, como sinónimo de justa, de palabras y que evitan esa verborrea venenosa que a veces se apodera de ellos.

  "Contar, únicamente contar y tratar de nunca caer en la arena movediza de la opinión, que lo confunde todo" piensa, mientras varias ideas comienzan a burbujear en su cabeza.