martes, 10 de agosto de 2021
Dinero y balas
lunes, 9 de agosto de 2021
"No es para comer"
viernes, 6 de agosto de 2021
Charla motivacional
Hace un tiempo, una de mis hermanas trabajo en una empresa alemana. Cuando iban a empezar el año, su jefe reunió al equipo de trabajo para darles una charla que los motivara.
Comenzó la presentación mostrando videos de fragmentos de discursos de grandes personajes de la historia: John F. Kennedy, Martin Luther King y Gandhi.
Cuando terminó esa primera sección de la charla, prendieron las luces de la sala y le hizo una pregunta a su equipo de trabajo:
“ ¿Alguien me puede decir que tienen en común estos personajes?
Como suele ocurrir, al principio hubo silencio absoluto. Como nadie hablaba mi hermana se atrevió a hacerlo:
“Pues que a todos los mataron”, dijo.
otra vez el silencio reinó en la sala.
Los amigos de mi hermana tenían ganas de reírse, pero no lo hicieron, porque sentían la tensión que había generado la respuesta, y el jefe que esperaba una respuesta tipo: “Todos eran grandes oradores y sabían motivar a las personas”, tampoco supo que contestar en ese momento.
Mi hermana me cuenta que apenas empezó a ver las imágenes de esos personajes, lo primero que se le vino a la cabeza fue eso: “a este lo mataron, a este otro también, y a este le pasó lo mismo”. Su respuesta fue casi automática.
Apenas terminó de hablar, se dio cuenta, por la expresión de sorpresa en la cara de su jefe, supo que él esperaba otro tipo de respuesta
¿Quién motiva después de ese comentario?
miércoles, 4 de agosto de 2021
El trabajo de tus sueños
martes, 3 de agosto de 2021
Tedio
lunes, 2 de agosto de 2021
Miedo
viernes, 30 de julio de 2021
Vmñl Nkoj
El escritorio en el que tengo el portátil tiene una bandeja retráctil, donde se encuentra el teclado. Los bordes de los brazos de la silla quedan justo a la altura de la bandeja, y ya están roídos porque a cada rato les pego con una de las esquinas de la bandeja.
A veces, cuando me siento a escribir, no encuentro una posición cómoda, así que hoy decidí sacar el teclado y ponerlo encima del portátil.
En un arrebato de tipeo el teclado se resbaló y lo agarré a media altura, y le solté un madrazo. Lo que quedó escrito fue vmñl Nkoj, una palabra-no-palabra, con pinta de contraseña.
Podría ser una palabra de algún país de Europa central como la República Checa, esos idiomas con palabras llenas de consonantes, que incluso a veces llevan tilde.
El suceso me desconcentró y pensé que, quizás, el destino de alguna manera me quería dar un mensaje, una señal, pero es posible que entre sus reglas ser obvio esté prohibido, así que tiene que camuflar esos mensajes de alguna manera.
Lo primero que se me ocurrió fue escribir las letras, es decir: Vemeñe ele Enekaojota, pero después de intentar interpretar el supuesto mensaje cifrado, no pude hacerlo. Así que si el destino tenía algo que decirme, debe ser más claro, porque soy malo para los juegos de palabras.
Creo que lo único que queda claro es mi torpeza momentánea y que casi estampo el teclado contra el piso.
Una amiga una vez me preguntó, muy seria, que si no creía en las señales. Le dije que no, que las cosas pasan y ya está, que no hay necesidad de buscarles un significado más allá del práctico.
“Ahh no, yo si creo en las señales y pienso que hay que ponerles atención”, me respondió, cambió de tema al instante, y no me dejó defender mi punto de vista.