viernes, 21 de enero de 2022

Sencillez

L. Me regalo la novela Panza de Burro en navidad.

La empecé a leer ayer y me ha sorprendido por su sencillez. Me gusta como Abreu juega con las palabras y las acomoda a su antojo, pero bueno, no quiero escribir mucho acerca de su obra, porque aun no la he terminado y también porque estoy cocinando un artículo en mi cabeza y no quiero quemar los cartuchos narrativos antes de tiempo.

Escribir sencillo no es tan fácil como parece. Antes que nada, quiero dejar dejar claro que dista mucho de escribir simple.

A veces siento que las personas que escriben, en ocasiones también me pasa, intentan sonar listas y exponer ideas y pensamientos brillantes, y con eso se pierde mucha originalidad y sinceridad.

Recuerdo que en un diplomado de escritura creativa que tomé, la idea del profesor era que trabajáramos el borrador de una novela. Yo comencé a escribir una en la que el protagonista se llamaba Heinz, pero fracase en el intento porque a las pocas páginas se me acabo la gasolina. Si eso ocurrió fue porque yo no quise echarle más, porque no tenía claro a dónde quería llegar.

Carlos presentó unos capítulos de una novela que se desarrollaba en un convento donde varias de las monjas eran lesbianas, pero hacia el final dejó de presentar avances, Martha nunca presentó nada, y Javier fue el único que terminó su novela: una profesora de colegio que tenía un pasado turbio de actriz porno y al final uno de sus alumnos la descubría.

Pero de todos los proyectos, el que más me gustaba era el de Simón, un periodista que escribía para la sección de deportes de un portal de noticias. Su novela se desarrollaba en un centro comercial y trataba sobre un hombre que trabajaba en una compraventa y estaba enamorado de una vendedora de zapatos.

No pasaba mucho, es decir, los capítulos eran tajadas de la vida de esos personajes en ese lugar, pero su escritura tenía buen humor y era un ambiente cercano. Al final también dejó de presentar avances, pero siempre admiré su propuesta y su estilo sencillo de escritura.

jueves, 20 de enero de 2022

De escritores y opiniones

El escritor Ramón Jiménez piensa que ha tenido algunos aciertos literarios en su vida. Si todavía se mantiene en escena es por su trilogía Blanco púrpura, pero desde que publicó Mañanas Frías el último libro de la saga, no ha vuelto, cree, a producir nada con la misma calidad.

A veces piensa que hay escritores de un solo libro, escritores que no evolucionan con el paso de los años, sino que por alguna razón —alineación de planetas, ayuda de los dioses de la escritura, confabulación de las musas, la que sea— publican un libro en los inicios de su carrera, que adquiere el título de obra maestra según la crítica.

Esos escritores después la pasan mal, porque piensan que la siguiente obra que escriben debe sobrepasar a la anterior, pero muy pocos son los que lo logran y por eso se quedan ahí, estáticos, con un único libro que les brinda la fama necesaria para hacer parte de la escena literaria actual y que les permite participar en festivales y simposios.

Hace poco a Jiménez lo invitaron a participar en una antología de cuentos.  Aceptó solo porque lleva atascado 2 años en una novela, de la que siente que la trama se le esfumo por completo.

Piensa que escribir cuentos es uno de los mejores métodos para desbloquearse creativamente.

El tema de la antología era la soledad y Jiménez escribió Llama viva, un cuento que le gustó mucho, quizá no el mejor que ha escrito, pero si uno sincero. La antología contaba con más de 10 autores, algunos conocidos y otros que era la primera vez que los oía nombrar.

Uno de ellos era Robert Fisher, un escritor con ínfulas de estrella que siempre le ha caído mal.

Hace poco leyó una entrevista que le hicieron, donde le preguntaron por la antología y el escritor dijo que solo unos pocos cuentos tenía un nivel literario aceptable y que otros, si acaso, deberían salir en publicaciones no profesionales como fanzines.

Jiménez detesta esa superioridad moral y prefiere no opinar. Le es fiel a una cita de Las Olas de Virginia Woolf.

"I am like a log slipping smoothly over some waterfall. I am not a judge. I am not called upon to give my opinion."

miércoles, 19 de enero de 2022

Diarios familiares

Francisco almuerza con Diana, una amiga que es escritora y ella le cuenta que una tía le entregó sus diarios, pues quiere que cuente su historia.

Empezó a llevarlos desde que era una niña y en relata el camino que la llevó al alcoholismo, y cómo logro superar su adicción.

Más tarde mientras prepara un tinto, Francisco piensa en lo que le contó su amiga, pues resonó en él de cierta forma. Piensa que eso es una prueba de que todo está conectado, de que estamos ligados a cualquier suceso, solo que no nos fijamos bien y por eso no nos damos cuenta de casi nada.

Francisco recuerda su accidente y como quedó en coma por dos semanas. El dictamen: Trauma craneoencefálico Epidural. Lo del coma, claro esta no lo recuerda, sino que se lo han contado.

Cuando superó esa zancadilla del desino, y cuando más o menos ya se había habituado a la rutina de la vida —como si tal cosa en verdad fuera posible—, le explicaron que el coma había sido por barbitúricos, es decir, el neurólogo le produjo un profundo estado de inconsciencia por medio de un fármaco.

2 semanas borradas de su existencia, 14 días en un sueño profundo del que no se sabía si iba a despertar o no.

Hace un tiempo se enteró que una de sus hermanas, a modo de ejercicio catártico, llevó un diario de los días que duró en cuidados intensivos. Un recuento de las cosas que pasaban en esos días, como la compra de su carro, o el nacimiento de un primo. Solo consistía en eso, en contarle a su hermano qué ocurría en su mundo cercano mientras él dormía.

Siempre hay alguien mirando, alguien dispuesto a contar la historia de la forma que mejor le parezca.

Al hombre le gustaría leer ese recuento de hechos, saber cómo fueron esos días marcados por su ausencia; le gustaría estrellarse con la cotidianidad de ese tiempo que  fue borrado de su existencia.

El hombre nunca le ha pedido a su hermana que le deje leer esas hojas. Cree que hay que respetar esos textos que solo se escriben para uno mismo.

martes, 18 de enero de 2022

La escurridiza verdad

“Al menos 50 personas mueren en un ataque suicida en Diwaniya, capital de la provincia de Cadisia en Irak”.

Ese es el titular que lee Valentina Bustamante, mientras toma un café y hojea el periódico.

Lo primero que se le viene a la cabeza son las palabras Al·lahu-àkbar (Dios es grande), esa frase inocente que ha sido degradada por los atentados terroristas.

Luego, quién sabe por qué tipo de asociaciones que realiza su cerebro, piensa sobre el concepto de verdad.

Bustamante anda por la vida tratando de descifrar qué es la verdad o, por lo menos, definir la suya. Cree que está ligada al punto de vista de cada persona y que por más increíble o ridícula que nos parezca le verdad de alguien,  es casi imposible cambiar lo que las personas consideran como verdad.

Después de darle un sorbo a la bebida caliente y respirar su vaho, deja el pocillo sobre la mesa, toma su celular y busca la palabra en la RAE:

Se encuentra con seis definiciones y, de esas, 2 le llaman la atención:

“Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa.”

Cree que esta tiene que ver con lo del punto de vista: estar conformes con lo que sea que hagamos, y que el resto de mortales se muerdan el codo si no les gusta; es nuestra verdad y punto.

Piensa en el hombre que llevaba puesto un chaleco con explosivos. Para él su verdad era esa: inmolarse y llevarse con él a unas cuantas personas. ¿Quién le puede cambiar su forma de pensar? Seguro que es casi imposible hacerlo, esa era su verdad y no hay nada que hacer.

La otra definición dice:

“Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna”.

Bustamante cree que es muy difícil encapsular el significado de una palabra y todo lo que nos hace sentir en tan solo una frase. Piensa que ambas definiciones, como muchas cosas en esta vida, están bien y mal al mismo tiempo, que hay verdad en ellas, valga la redundancia, pero también mentira o, más bien, desconocimiento.

Decir que la verdad es siempre la misma, sin mutación alguna le parece un absurdo. Recuerda la definición que da el escritor español Manuel Vilas:

“La verdad está siempre en constante transformación, por eso es difícil decirla, señalarla. Más bien siempre está huyendo. Más bien lo importante es reflejar su continuo movimiento, su irregular y desacomplejada metamorfosis.”

Le gustan más la definiciones de verdad que dan los escritores, como esta otra de Javier Marías:

“La verdad no es nunca nítida, sino que siempre es maraña.”

O la manera en que la describe Anaïs Nin en uno de sus diarios:

“In creation I would reveal what I am, or all the truth.

lunes, 17 de enero de 2022

Volver de la muerte

No hablo de volver de la muerte como una de esas experiencias en la que las personas flotan fuera de su cuerpo y se ven ahí tendidos, con las mismas propiedades de un bulto cualquiera, hasta que por fin logran volver a su cuerpo, sino de regresar cuando ya todos los conocidos han seguido con sus vidas, luego de haberse hecho a la idea de la ausencia de la persona muerta.

Más allá, como me contó una profesora de biología, de entender la muerte como un proceso en el que un organismo deja de funcionar, es decir, cuando sus células no pueden volver a comunicarse entre sí y con el ambiente, nunca terminamos de comprender qué ocurre cuando alguien cercano muere, y es por eso que, en medio del duelo, esperamos su regreso.

Cuenta Joan Didion en El año del pensamiento mágico que cuando murió su esposo, ella no quería desprenderse de su ropa, por si acaso él volvía a aparecer.

Cómo la escritora era tan aguda evaluando lo que le pasaba se pregunta: “Si los muertos realmente regresaran, ¿qué volverían sabiendo? ¿Seríamos capaces de confrontarlos?”

Javier Marías también plantea, de cierta forma, esa pregunta en su novela Los Enamoramientos.

En una conversación de dos de los personajes, se menciona El coronel Chabert, una novela de Balzac, cuya trama, a grandes rasgos, consiste en una viuda de un coronel que fue dado por muerto y que vuelve a aparecer cuando la mujer ya ha vuelto a rehacer su vida con otro hombre.

Puede que la viuda haya deseado con todas sus ganas que Chabert volviera, pero en ese momento ya no le interesaba.

¿Qué haríamos si los muertos volvieran?

"Todo el mundo acaba por sacudirse a los muertos, ese es su
destino final, y lo más probable es que ellos se mostraran
conformes con esa medida, y que, una vez conocida y probada
su condición, no estuvieran tampoco dispuestos a regresar.”
- Los enamoramientos- 

viernes, 14 de enero de 2022

Ella era como una pluma

Siempre he creído que a los buenos narradores las figuras narrativas les salen hasta por los oídos y siempre encuentran la indicada para hacer más potente una narración.

Algunos locutores de fútbol, en especial los ingleses son buenísimos al hacer eso.

Recuerdo que para el partido Costa de Marfil vs Colombia en el mundial del 2014, di con una transmisión de ese país.

En un momento los africanos comenzaron a atacar y uno de sus delanteros se descolgó por una punta a toda velocidad. El locutor. en vez de decir que comenzó a correr rápido o cualquier otra frase plana y falta de sustancia, se le ocurrió decir lo siguiente: “Ohhhh a great storming run from…

Hace poco escuché una entrevista que le hicieron al locutor y escritor colombiano Andrés Salcedo. Es un programa, no recuerdo el nombre, en el que los entrevistados proponen la banda sonora de su vida, de acuerdo a cada etapa, y presentan las canciones que por una u otra razón los marcaron.

Cuando Salcedo estaba hablando de la adolescencia, contó que conoció a una mujer que le encantaba, pero que todos los mensajes se los transmitía por medio de una amiga en común.

Un día hubo una fiesta a la que, aun sin saber bailar nada y para su extrañeza, fue invitado.

Ese día la mujer que le gustaba estaba allí y Salcedo junto todos sus ánimos para sacarla a bailar.

La describe como delgada de pelo negro liso largo y ojos grises, y dice que cuando la agarró para empezar el baile tenía muchos nervios, pero que todo salió bien porque ella era como una pluma y el baile resulto natural.

“Ella era como una pluma”, no hace falta decir nada más para describir esa escena.

jueves, 13 de enero de 2022

Significado

Este día les conté que tenía ganas de escribir un cuento. Hace tres días programé una hora del día para comenzarlo, pero no alcancé a redactar más de una página y dejé de hacerlo porque sentí que no iba hacia ningún lado.

Con eso me refiero a que me falta imprimirle significado, pues más allá de que a un personaje le pasen muchas cosas, buenas o malas, interesantes o no, la gracia de un cuento, creo, está en imbuirle (no sé de dónde me salió esa palabreja) algo más allá del texto; que cuando las personas lo lean se sientan especiales porque piensan que han descubierto una verdad que resonó en ellos.

Con eso de sentir algo, recuerdo el cuento: The Dog hair de Lydia Davis:

“The dog is gone. We miss him. When the doorbell rings, no one barks. When we come home late there is no one waiting for us. We still find his white hairs here and there around the house and our clothes- We pick them up. We should throw them away. But they are all we have left of him- we don’t throw them away. We have a wild hope —if only we collect enough of them, we will be able to put the dog back together again.

Cuando estaba leyendo ese libro: Can’t and won’t stories, y leí ese cuento, recuerdo que me golpeó emocionalmente, pues tiene todo el significado del mundo. Lo tenía que compartir con alguien y se lo mostré a Vicki y cuando lo terminó de leer dijo “Awwhh!”, porque a ella también la sacudió.

Pero volvamos al cuento que intenté escribir el otro día, supongo que su falla, más allá de mi incapacidad narrativa, se encuentra en su falta de significado, y ¿dónde lo encuentro? Imagino que debo dedicar más tiempo a su planeación y no sentarme a escribir apenas con la idea garabateada en mi cabeza.

Aunque de pronto solo fue una mala racha de escritura, porque ese día luego de que abandoné la escritura del cuento, intenté escribir un artículo y logré terminarlo, pero cuando lo leí, tenía el mismo problema del cuento, era solo un arrume de palabras carente de significado.