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jueves, 30 de marzo de 2023

Ir a cine solo

No me disgusta hacer planes solo y a veces uno de ellos es ir a cine.

En las ocasiones que lo he hecho es porque no he conseguido con quien ir y tenía muchas ganas de ver la película. Me acuerdo de que así fue con: World War Z, Ted, Whiplash y Tolkien; esta última fue la única que me propuse ir con nadie, por mi terrible adicción a ese escritor y porque quería disfrutarla de esa forma.

Recuerdo que mi hermana tuvo un jefe que conoció a su esposa de esa manera. Un día fue a cine solo, y la mujer que se sentó a su lado andaba en el mismo plan, se conocieron, se ennoviaron y se casaron. No hay otra cosa que pensar que estaban destinados a encontrarse. Lo que me pregunto es cómo habrán hecho: ¿Entablaron conversación antes de comenzar la película? ¿Alguno hizo un comentario suelto y el otro le respondió? Me gustaría conocer al detalle esa historia, para intentar descifrar los mecanismos del destino.

Por mi parte nunca me ha tocado sentarme al lado de una mujer que va sola. Solo en una ocasión vi a una, pero se sentó lejos en otra fila.

Pero ya ven, no dejen de hacer planes solos, aunque crean que está mal visto o que los pueden tildar de raros.

“Loneliness feels like such a shameful experience, so counter
 to the lives we are supposed to lead, that it becomes increasingly 
inadmissible, a taboo state whose confession seems destined to cause
 others to turn and flee.”
– The lonely city: Adventures in the Art of Being Alone

miércoles, 29 de marzo de 2023

Sobre los flashbacks

“Un vehículo vacío estacionado en la calle se consideraba un peligro potencial en ese entonces”.

Esa es la única referencia al pasado en un cuento.

Aunque es casi imperceptible, V. dice que el uso de flashbacks le enredan el caminao’ a los escritores y que nada mejor que ceñirse al presente y narrar todo desde ahí.

Le damos la razón, a veces solo sirven para complicar la narración. Recuerdo que me costó mucho leerlos en La forma de las Ruinas, la novela de Juan Gabriel Vásquez, pues eran extensos, más de 100 páginas, y siempre que caía en uno de ellos, no veía el momento en que el narrador me trajera de nuevo al presente.

A mí es mejor que me tengan ahí, al ladito de la acción, o si no me pierden.

Lisa Cron dice que hay que tratarlos con mucho cuidado y que los hay de todo tipo y tamaño. Cuenta que algunas veces pueden ser subtramas que no tienen nada que ver con la historia principal, o una pieza de información que a la larga no se necesita y por lo tanto el escritor no tiene ni idea qué hacer con ella, y termina por  insertarla a la maldita sea donde mejor le parezca.

Los retrata de esta manera: “un flashback mal utilizado es como alguien que te toca la espalda en el cine justo después de que el protagonista lo ha perdido todo. No tienes ganas de quitar la vista de la pantalla, pues en el segundo que lo hagas sabes que el hechizo se romperá”.

Tal vez, al momento de escribir, es importante tener ínfulas de budista y darle mayor importancia al tiempo presente qué a cualquier otro elemento.

Porque si un flashback disuena de la historia vendría a ser, como también dice Cron, una gota de tinta que cae en un recipiente con agua y que termina por extenderse y untar todo.