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miércoles, 10 de abril de 2024

Un siglo y 5 años

105 años. A esa edad murió la abuela de la esposa de un amigo.

¿No es mucho vivir más de un siglo? A mí me parece que sí. De pronto lo mismo piensa Roger Daltrey, el cantante de The Who, cuando dice en My Generation: I Hope I die before I get old.

¿Qué puede hacer uno con 105 años,  aparte de estar sentado en un sillón con una manta sobre las piernas mirando por la ventana o viendo televisión?  Seguro hay algunas excepciones y existen ancianos llenos de vida, pero a esas alturas, creo, el cuerpo ya se debe estar muy apagado.

Claro que uno no deja de conmoverse con la noticia, y se mira con cierto respeto a la persona que alcanzó esa edad.

¿Qué pensaría ella?  ¿Todavía tenía facultades mentales, o su yo ya se había diluido en la demencia senil?, pues el alzhéimer, como otras enfermedades de gente mayor, suele aparecer a una edad en la que deberíamos estar muertos. Y es que en la vejez solo se encuentran los seres que, de acuerdo a la leyes de la naturaleza, ya estarían muertos. Esa etapa de la vida no es más que eso, una cuesta descendente hasta la muerte, pero nosotros nos hemos empeñado en alargar la vida, en fin.

No sé, todo son preguntas, por ejemplo si no se llega a viejo ¿a qué edad sería bueno morir?

Felipe, un personaje de La Buena Suerte, dice que nunca va a experimentar la indignidad de la vejez, y que para lograrlo tendría que ser capaz de matarse cuando aún estuviera bien. Por eso decide suicidarse a los 82 años, pero llegada esa edad, pasan los días y Felipe no da con el momento preciso para matarse, a veces simplemente por cansancio, otras por un resfrío y otras porque se sentía más o menos a gusto con la vida.

“Suicidarse muy vivo, un suicidio que formara parte de la vida y no de la muerte”, cuenta el personaje, pues si se esperaba hasta estar enfermo, su cuerpo tomaría el mando y las células siempre se empeñan ferozmente en vivir.

De pronto Rosa Montero se basó en el escritor Sándor Márai para crear ese personaje. El escritor húngaro cuenta en sus diarios que no quería morir, pero que había dejado el revólver en el cajón de la mesita de noche para tenerlo a mano si llegaba el momento en el que quisiera acabar con su vida. Aunque cabía la posibilidad de que el final ocurriera de otra manera. “Todo es siempre de otra manera”, concluye.

En el libro sobre la muerte de Millás y Arsuaga, el paleontólogo le plantea al escritor lo siguiente: “No deberías preguntarte, pues, por qué nos morimos, sino por qué vivimos tanto.”

Felipe, en otro aparte de la novela, dice que ya ha sido secuestrado por un anciano al que no reconoce. Porque envejecer es precisamente eso: ser ocupado por un extraño.

lunes, 8 de abril de 2024

Parábola del día

Recuerdo que todos los días en el colegio, antes de iniciar clase, leíamos un versículo de la biblia. Era una actividad aburridora a la que no le prestaba mucha atención. Solamente lo hacía en caso de que me tocara el turno de hacer la petición del día. Nunca nadie tenía idea qué pedir. Un día, a alguien se le ocurrió pedir por la paz del mundo y de ahí en adelante todos los días se pedía de forma solemne: Por la paz del mundo. En ese entonces, creo, el mundo no estaba tan jodido como ahora, lo que quiere decir que nuestra petición nunca fue escuchada.

En las últimas semanas no he leído versículos de la biblia todos los días, pero si articuentos de Millás. Si uno se fija bien, a las columnas del escritor español les aplica la definición de parábola: "Narración de un suceso fingido del que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral".

El de hoy trataba de una sala de redacción de una revista en la que le encargaban al narrador, escribir un artículo sobre mujeres cojas. Este dice que prefiere escribir uno sobre mancos y cuenta que tiene un amigo en esas condiciones, que es un tenista frustrado.

Al final el jefe de redacción lo obliga a escribir sobre mujeres cojas, alegando que él y el director son quienes deciden el contenido de la revista.

Al final del día, el hombre llega a casa desilusionado y hojeando la sección de contactos sexuales ve un anuncio de una mujer que dice lo siguiente: Madurita viciosa y coja, domicilio y hotel. Llámame y voy corriendo.

Al final, cuando la mujer llega a su apartamento, le confiesa que es una coja falsa porque a los hombres les excita mucho esa minusvalía. Así que ese, cojas falsas, es el tema que escoge para su artículo.

Me ha parecido revitalizante eso de leer un Articuento cada día. Lo mejor de todo es que no tengo que pensar en ninguna petición diaria aunque a veces, en secreto, pido por la paz del mundo, a ver si se arregla un poco que es algo nos vendría bien a todos, ¿acaso no?

“Dios no debería dar la vocación de tenista a alguien manco
como no debería dar pan al que no tiene hambre”.
- El mundo es portentoso -