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jueves, 27 de junio de 2024

. ¿Qué sentido tiene?

Hablo de escribir.

Lo digo porque estoy que me caigo del sueño y mañana debo madrugar. Dado ese escenario debería tumbarme en la cama y mandar al cuerno la escritura, pero no sé. Siento que algo me llama a hacerlo, o simplemente es una mentira romanticona que me estoy creyendo y por eso sigo aquí, mientras mis ojos  se me cierran del cansancio.

¿Qué sentido tiene sentarme a escribir cinco días a la semana en este espacio? No lo sé. Bien lo dijo Marguerite Duras en Escribir: Un escritor es una contradicción y también un sinsentido. Luego concluye: Nunca descubriré por qué se escribe ni cómo no se escribe. Yo le agregaría algo más: Nunca descubriré para qué se escribe. Algunos podrán decir, pues se escribe para publicar libros, ¿acaso no?

George Saunders, el escritor especializado en cuentos, habló en su Newsletter de hoy sobre el éxito y dijo que hay una escala de escritores que se mueven entre dos extremos.  uno de esos extremos es: Realmente no me importa publicar y estoy totalmente interesado en la experiencia de escribir. el otro es: haré cualquier cosa para publicar, de lo contrario, ¿A quién le importa?

No sé. No podría listar bien las ventajas de escribir.

Quizá todo se resumen en algo que también cuenta Duras sobre Raymond Queneau. El escritor y poeta afirmaba lo siguiente, sin darle vueltas al asunto de la escritura o tratar de entenderlo: · “Escribe, no hagas nada más”.

miércoles, 26 de junio de 2024

Comer helado

Sábado medio día.

Estoy con mi hermana en un local de crepes y como un cono  de helado que acompañó con un tinto. En la mesa que está a mi derecha se encuentran tres personas: 2 mujeres y un hombre. Dan la impresión de ser compañeros de trabajo, que acaban de terminar su turno ese día.

Hablan de cualquier tema, y en un momento comienzan a hablar de sus sabores de helado; bueno solo el hombre y una mujer, porque la otra pidió una bebida que se llama Frozen Capuchino. Pasado unos cuántos minutos la mujer que pidió helado abandona el lugar, los otros dos la despiden y se quedan para terminar de comer lo que pidieron.

La mujer, de pelo negro crespo y ojos oscuros, ríe de forma exagerada a cada comentario del hombre.”Entonces tu chico te viene a recoger ahorita?”, le pregunta. “No, hoy no viene porque tuvo que salir de viaje”. “Ahhh, veo”, concluye el hombre.

“ ¿Quieres probar mi Frozen Capuchino?”, le pregunta la mujer, “ “¿Y cómo lo pruebo?”, pregunta el hombre, así que la mujer le pasa el vaso para que le de una cucharada.

“Me gusta mucho el sabor a café intenso y la mezcla con la crema chantilly”, dice ella, a lo que él responde: “Si, creo que de los frozen capuccino, este es el mejor, el de Starbucks es puro hielo”.

Ella vuelve a reír con el comentario y se echa el pelo para atrás. Su conversación alcanza un silencio incómodo y él hombre aprovecha para posar su mano sobre la de ella y la comienza a acariciar. En ese momento la mujer y yo fijamos nuestras miradas, y parece que me pregunta mentalmente: ¿Qué tanto mira? Lo más probable es que tenga razón, debería estar concentrado en darle lengüetazos a mi cono y alternarlo con sorbos del tinto que, seguro, ya se enfrió.