miércoles, 6 de agosto de 2014

La Medida Exacta

Hoy me desayuné un pastel de manzana con un café.  Los suelo devorar en un par de mordiscos; creo que eso de comer con las manos nos devuelve a un estado primitivo.   Casí siempre cuando termino el pastel me queda mucho café, y en ocasiones se me olvida tomármelo ahí mismo.  Cuando me acuerdo, no se para que  a veces lo pruebo.  Un café frío en la mañana es como tener sexo sin orgasmo.

 Hoy decidí no darle grandes mordiscos, únicamente con el fin  de que mi último sorbo de café, coincidiera con el último mordisco de pastel.
  
 ¿A quién no le gusta eso? es decir  ¿A qué persona no le gustaría tener la cantidad exacta de cualquier cosa, bien sea una emoción, un bien material, etc.? Es como cuando usted está comiendo hamburguesa, y quiere que el pan de la misma coincida exactamente con la carne.  Suele ocurrir que en los últimos mordiscos, después de haber desparramado la salsa, tomate y lechuga en la bandeja (a mí me pasa con frecuencia), queda mucho pan  y un pedazo ridículo de carne.  Igual pasa con las papas, uno siempre se las acaba antes; no se como existen esos valientes que no las tocan y las dejan para el final, como si fueran una especie de postre.

Algo abudante por si solo no es atractivo.  Siempre hay algún elemento, circustancia, cosa, que la(lo) debe acompañar; por eso, para dar con la medida exacta en nuestras vidas, independiente de cual sea el contexto, debemos cuidar el tamaño de nuestros mordiscos y la forma en que administramos las papitas.

martes, 5 de agosto de 2014

Sin Palabras

Escribo esto, porque niego a quedarme sin palabras, es decir, sin contar algo; independiente de que este escrito vaya a cambiar el mundo o que lo vayan a leer millones de personas.  En resumida cuenta, me da rabia cuando pienso: "no se que escribir" que tiene mucho de "estoy sin palabras".

Precisamente esta fue una de las razones por las que abrí este blog, para evitar esa desgraciada actitud de "No estoy en el mood de escritura".

Esta entrada tenía otro título, pero decidí abrir un documento de word y escribirla ahí.  Simplemente me dieron ganas de hacerlo así y ya; como aquella ocasión en los inicios de este blog, donde comencé a escribir algo para una amiga y decidí continuar tambien en word, pues el escrito estaba tomando un caracter personal, y me aburre pulicar mi vida en internet.

Después de estos parrafos continúo sin decidir que escribir.  Decido  contarle entonces, estimado lector, que tengo en mente escribir un cuento sobre un tipo que viaja a otro país y cuando llega al mismo se emputa, pues piensa que el país esta repleto de otros viajeros que hablan un único idioma, siendo estos las personas que realmente viven en dicho país. 

 Aquel hombre tenía ganas de practicar su Francés pues lo habia venido estudiando durante un par de años, pero se equivoca y viaja a Rusia.  El hombre se frusta completamente; siente haber perdido su dinero y tiempo con el Francés, y se clava en picado en una tristeza desproporcional al pensar que nunca en lo que le queda de vida, va poder conquistar a esa Francesita  menuda, de pelo mono y nariz respingada, que tanto había idealizado; con la que se casaría y viviría en un pequeño apartamento en Montmartre. Vivirían del amor, pues si hay un sitio donde realmente se debe poder hacer eso, es ese.

 ¿Qué cómo este tipo terminó en Rusia y no en Francia? no tengo ni la más mínima idea.  Evidentemente toca ser muy bruto para cometer semejante error; pero hay veces que la vida nos lleva a  lugares que nunca hemos pensado pisar, y eso fue exactamente lo que le paso a ese buen hombre. Cuando uno llega a ese destino no planeado, simplemente se queda sin palabras. Apuesto a que más de uno le ha pasado.

lunes, 4 de agosto de 2014

Sin fronteras

Siempre he pensado que uno de los fines de la vida es ayudar a las personas, bien sea donando dinero (la más clásica e impersonal de todas), mediante la profesión de cada uno, con  lo que sea que sepamos hacer, dando o recibiendo un par de palabras en el momento adecuado, etc.

La semana pasada vi una entervista que le hicieron a una médica Argentina, perteneciente a la organización "Médicos sin fronteras", sobre el brote de virus Ébola  en África.  La señora, desde  que comenzó la epidemia, ha estado dos veces allá en plena zona roja, ground zero, llámelo como quiera, ayudando a los Africanos a sobrellevar los efectos del virus, pues desafortunadamente una vez se adquiere la posibilidad de muerte es de un 90%.

Me le quito el sombrero profesional y humano a esa señora, ¿Cuántos de nosotros meteríamos las narices por allá, bajo el riego de contraer él mortal virus, incluso si nos ofrecieran una buena suma de dinero? Considero que la verdad muy pocos, y no creo pertenecer a ese grupo de valientes.  Menos mal todavia existe gente que le apuesta a la humanidad y ayudar a los demás, así estos sean unos totales desconocidos.

Aparte de las fronteras territroriales, que dividen países y ciudades, creo que cada uno de nosotros cierra con demasiada frecuencia su frontera humana.  Nos encapsulamos en nuestros pensamientos y teorías y no permitimos que nadie atente en contra de nosotros. 

A pesar de que vivimos rodeados de personas, cada uno es un mundo completamente aislado y diferente, y abrimos nuestras fronteras, con recelo, a muy pocas personas.

 
“You're an interesting species. An interesting mix. 
You're capable of such beautiful dreams, and such horrible
 nightmares. You feel so lost, so cut off, so alone, only you're not. 
See, in all our searching, the only thing we've found that makes 
the emptiness bearable, is each other.”
- Carl Sagan -




viernes, 1 de agosto de 2014

Aburridor

Miré titilar (palabra juguetona esta)  el cursor en la pantalla por más de dos minutos, quizá esperando que las palabras empezaran a aparecer por sí solas en la misma, pero no ocurrió nada; menos mal, que susto tan berraco el que me habría llevado.  

Mí cerebro y su extraña maner de funcionar iluminó la palabra que titula esta entrada.  La saboreé mentalmente por un momento y me acordé de mi actitud como pasajero, y  empecé a escribir; después de supuestamente haber decidido escribir el Domingo.  Esto me lleva a pensar que soy una especie de mujerzuela, que se rinde muy fácilmente ante los encantos de la escritura.

Yo como pasajero de taxi, debo ser lo más aburridor de este planeta.  Me imagino que existirán personas a quienes les encantá armarle conversación a los taxistas.  Yo no pertenezco a ese bando, no por el simple hecho de ser mala clase y no quere hablar, sino más bien porque me encanta ponerme los audifonos y dedicarme a mirar por la ventana todo el viaje.

Es uno de esos momentos que denomino como íntimos, y me gusta mucho porque mis pensamientos se comportan como caballos desbocados dentro de mi cabeza; desde  pendejadas y simplezas inimaginables, hasta asuntos que considero  trascendentales en mí vida.

Como ya lo escribí una vez, lo mejor es evitar el contacto visual. En ocasiones me hago el sordo, suponiendo que el conductor cree que tengo el volumen del mp3 muy alto, pero en la mayoría de ocasiones que veo al taxista urgido por armar conversación, me da embarrada y rompo mi silencio.  A la larga creo que todo el mundo tiene algo por decir, y más allá de eso no hay ser humano que no quiera que le escuchen un par de palabras, independiente de lo importante o no que puedan llegar a ser; calificativo que solo puede dar el receptor de las mismas.

Trataré en lo posible de cambiar esta actitud, puesto que le apuesta a esa indiferencia de las personas, que tanto me molesta, y que tiene  tan jodida a esta ciudad y al mundo entero.  Casí siempre que uno anda por la calle, y en general por la vida, va completamente encapsulado en sus pensamientos, casi rezando para que ninguna persona lo aborde  ¿así como vamos a construir sociedad?

En el último taxi que tomé, si le arme conversación al conductor. Bueno eso es un decir, porque al lado paso un BMW y el señor, después de hacer un especie de siseo para evidenciar su gusto hacia el mismo, se puso a hablar sobre marcas, cilindrajes, motores, etc. un tema sobre el cual no se nada, y mi respuesta "ahmm" , contemplativa y de combate, salió a relucir en casi todas mis intervenciones.

Es posible que esa sea una de las razones por las que existen tantos problemas entre las personas, independiente de cual sea su grado de relación.  No tenemos idea de que nos están hablando, y el no responder de la forma que se espera, se considera como una ofensa.  De ahí en adelante todo intento de comunicación falla y se tuerce hacia cualquier tipo de conflicto.

jueves, 31 de julio de 2014

Factura, café y vino

Hoy me compré un café y después de que me dieron la factura,  la boté a la caneca. Las considero un atentado contra el medio ambiente, al ser un gasto  innecesario de papel.

En la barra habían otros tres facturas que otros clientes habían abandonado.  Yo insisto en que debería existir una opción, donde uno pueda escoger que le envíen la factura al correo electrónico.  Alguna vez se lo comenté a alguien, y la respuesta que obtuve fue "No se puede porque la DIAN exige que  bla bla bla bla".  Como siempre las personas se fijan primero en las restricciones, en vez de buscar una solución viable.

Ya que a las empresas y negocios les gusta tanto gastar papel, deberían entonces, por lo menos, mirar de que forma "rentabilizan" esas facturas, pues está  claro que la mayoría de las personas las consideran basura.

Volviendo al episodio de hoy, tomé de la barra una que perteneció a una tal Johanna; quién compró: 3 capuccinos, 1 chocolate y 1 agua con gas.

Queda claro que su grupo de amigos la cogió de marrana y la mandó por todo el pedido, o de pronto ella tenía un billete de cincuenta y se ofreció voluntariamente para que no le embolataran las vueltas.  

 ¿Cómo saberlo? es posible que sea una adicta al café, y   que algún día se haya dado cuenta que después de tomarse tres capuchinos, lo mejor es pasarlos con un chocolate, y para darle un toque de elegancia a todo el ritual, termina el mismo con unos sorbitos de una botella de agua con gas.  De pronto estuvo en Italia done tienen esa costumbre, o la vió en un programa en el Discovery channel; o está tomando clases de italiano y ese acto la hace sentirse más segura con el idioma, o  en últimas simplemente quiere sentirse europea.

Algún día voy a tomar agua después de tomar café a ver que es lo que se siente.  Yo la verdad para catar vainas soy como malo. Una vez, precisamente en una cata de vinos, el experto que estaba enseñándonos a como catar cada cepa y marca diferente nos dijo "Después de que introduzcan la comida a su boca, tomen un poco de vino, saboreenlo, macérenlo (nunca se me olvidará esta palabreja) y pásenlo; verán que les sabe distinto.

Yo repeti la instrucción unas tres veces y no sentí nada nuevo o inusual.  Le dije entonces al señor: "Yo la verdad no siento nada distinto" y me preguntó: "¿a usted le gusta el ají?" "Si" respondí timidamente.  "Es muy probable que debido a ese gusto se hayan afectado sus papilas gustativas, y por eso no siente nada".  La verdad me pareció como una respuesta para salir del paso, porque el resto de asistentes abrian los ojos con caras de asombro, como si hubieran experimentado el  Nirvana, después de macerar la comida en sus bocas con el vino.

Pero bueno, si en verdad mi sentido del gusto está fallando, tal vez no sentiré nada inusual cuando me tome unos sorbos de agua luego de haber probado un café.  Ahora bien, tendría, de pronto, que  ingerir esa sobredosis de  3 capuccinos + chocolate, a ver si en la misma es que se encuentra el secreto.

miércoles, 30 de julio de 2014

El tiempo como un arma

Si ese intangible al que llamamos  tiempo, en la mayoría de ocasiones solo parece servir para enredarnos la cabeza; creo que deberíamos preocuparnos en  sacarle ventaja. 

La mejor forma que se me ocurre es utilizarlo como un Mandoble (excelente palabra esta) puntiagudo (otra buena palabra), que sirva para cortar esos extraños hilos (casualidades) que nos mantienen conectados, y no permitir que la vida nos lleve a punta de tumbos por donde le de la gana.

En otras palabras hacer uso del timing, el cual entiendo como estar a una hora precisa en el lugar adecuado o viceversa. De todas formas, nuevamente existiran variables que no se pueden controlar. Por ejemplo visualice usted a Arik, estimado lector. Un emprendedor judio calvo y de bigote, que creó su empresa de productos en madera  en la Alemania pre-nazi, justo un año antes de arrancar la segunda guerra mundial. 

      "You don’t always get what you wish for.  
 Especially in Nazy Germany."
- The Book Thief - 

A ese tipo de timing exitencial, por llamarlo de alguna forma, es al que me refiero, y es ese  contra el cual no podemos hacer nada más que mirar cual es la mejor forma de sortearlo, y que no nos atropelle como un Olifante desbocado en plena llanura de Gorgoroth; así como por poner un ejemplo cualquiera.

Por otro lado, existe otro tipo de timing, al cual llamo divino; que es aquel donde todos los astros del multiverso en el cual se encuentra inmerso nuestro universo se alinean y obtenemos en la dosis adecuada, exactamente lo que queremos .  Este es raro que ocurra, aunque tal vez somos muy desagradecidos con lo que nos ha dado la vida, pues bien lo dicen los Rolling Stones:

"Well, no, you can't always get what you want 
But if you try sometimes you just might find
You get what you need, baby"

Finalmente el timing al que todos le debemos apostar es el real, es decir, aquel del que somos amos y señores, y si estamos en un sitio en particular o determinada etapa en nuestras vidas, es porque lo seleccionamos, al utilizar el tiempo como un arma.

martes, 29 de julio de 2014

Petardo


Me refiero extrictamente a una persona. Imagino entonces que cada quién tendrá definido su set de variables para definir quién o qué le parece un petardo. Esto es algo que no está del todo mal, pues es evidente que no todas las personas, eventos situaciones, etc. nos pueden caer bien.  El mundo sería muy aburridor si todos fueramos una especie de Dalai Lamas.

Con lo que no estoy de acuerdo, es denominar a una persona como un petardo, solo por su apariencia, bien sea su forma de hablar, vestir, actuar, etc. es decir, solo con la primera impresión que nos causa. Desde hace un tiempo estoy tratando de, en lo posible, no juzgar a diestra y siniestra, pues como ya lo he mencionado, dicho comportamiento es un asesinato a la creatividad.

Muchas veces cuando juzgamos lo hacemos simplemente porque la persona es diferente, y parece que, inconscientemente, no soportamos la diversidad. Apenas nos llega algo que atenta contra nuestra visión de las cosas, instántaneamente: 1. lo bloqueamos 2. lo juzgamos y 3. Nos burlamos de eso.

"We can sense when someone is not like us, and
in the absence of positive labels, we tend to see
differences as negative."
- Big Questions in creativity 2013, The Future of Thinking -

 Ain embargo, muchas veces vuelvo y caigo en el jueguito estupido de juzgar, y lo considero toda una derrota personal. Es imposible que a estas alturas del partido de la humanidad, todavía seamos tan intolerantes.

Debemos aprender a ser más relajados cuando interactuamos por primera vez con otras personas. Como alguna vez tambien lo escribí; Los perfectos desconocidos, precisamente son perfectos porque tal vez, tienen mucho por aportar a nuestras vidas.

A la larga considero que la persona que tiene más condiciones de petardo, es aquella que juzga a lo desgualetao', es decir, sin ningún tipo de criterio, y sin un previo conocimiento de una persona o situación.