martes, 17 de noviembre de 2015

Escritos reciclados

Hoy, como en otras ocasiones, me senté a escribir sin tener ningún tema o idea en la cabeza.  Agarré mi libreta, aunque sabía que solo me iba a encontrar con anotaciones de mi trabajo, ojeé un par de hojas, no vi nada y la cerré.

Me di cuenta que tengo 16 entradas en borrador y pensé "Voy a editar una de esas entradas y listo".  Comencé a revisarlas y leí una que en ese momento titulé "Desayuno Turco".  Recuerdo que la idea que quise tratar me pareció interesante en ese entonces, pero al leer el único parrafo que había escrito no me acorde que tema quería tratar:

El otro día una de mis hermanas me la montó porque le conté que mi desayuno había sido una empanada con un jugo, combinación que  por alguna razón le pareció un desayuno extraño; pero lo que es raro para uno puede ser muy normal para otras personas, y eso sin tener en cuenta a los que no se ponen con maricaditas de mirar si algo es o no extraño, es decir, en el ejemplo que puse a una persona que no tiene que comer de desayuno le importa...


El párrafo es extraño y está sin editar, las últimas líneas son algo incomprensibles por eso, me dio pereza seguir escribiendo sobre ese tema que hace rato cayó en los precipicios de mi mente.

Decidí probar con otro borrador titulado "De mejor familia".  De este si no me acuerdo de nada, y no escribí ningún párrafo. Después miré otra con "Olo" como título, una de esas palabras-no-palabras que no significan nada.  Habría podido operar la palabra y ponerle una h al principio como hacía Julia la protagonista de  "La mujer Loca" que atendía  a  palabras con problemas:


"Esa noche cuando Julia estudiaba gramática en su habitación, entro por la
 ventana la palabra Pobre. Se notaba que era la antigua Pobrema porque no 
le había cicatrizado del todo la herida provocada por la amputación de la sílaba ma."
- Juan José Millás, La Mujer Loca -

Luego miré la entrada Oxímoron, palabra que me intriga por su significado y que me atrae fonéticamente, pero al igual que "De mejor familia" estaba vacia, así que,  de manera similar a Olo y Pobrema, Oxímoron resulto ser una entrada-no-entrada.

Revisé otras como Ben Hur,  "(Entrada sin título)" a la que no le puse ningún título, situación paradójica, pues eso ya es un título, aunque también sea una entrada-no-entrada.

Finalmente llegué a revisar una llamada Ruido.  Esta si tenía 4 párrafos, así que pensé que la iba a poder fusilar.  Después de leerla, me di cuenta que finalmente si la publiqué bajo el nombre de "A pesar del ruido continúo a la espera".  

En ese momento me di cuenta que no iba a ser capaz de publicar ninguno de esos escritos reciclados o entrada-no-entrada.  Me imaginó que borraré esos borradores, valga la redundancia, para evitar caer nuevamente en la tentación de utilizar escritos reciclados.

lunes, 16 de noviembre de 2015

La verdad a notas

Alguna vez leí que Tolkien dijo algo como "El verdadero conocimiento se encuentra en la literatura.  Por más que he buscado la frase, nunca la he encontrado.  De pronto la dijo cualquier persona, y uno, como casi siempre, le termina haciendo  caso a las cloacas de Internet.

En lo que sí creo firmemente es que la literatura nos brinda verdad, que a la larga viene a ser un sinónimo de conocimiento.   ¿Quién no ha sido impactado profundamente por una frase de una novela, que lo lleva a aceptarla como una verdad?.  

Recuerdo que comencé a tomar notas de frases o pasajes enteros de los libros, desde que me leí las cartas a J.R.R. Tolkien, cuando presentaba una afición enfermiza hacia su obra.  Ahora hago eso con cualquier libro que me leo.  Creo que un escritor, y sobretodo el de ficción, es alguien que puede compartir verdad, acercarse a esta, o mostrarnos desinteresadamente aquello que considera como verdad.  

Cada nota que tomo es una verdad que intento almacenar en mí cerebro.


viernes, 13 de noviembre de 2015

Bilis

Hay personas a las que parece que no les corre sangre por las venas sino bilis.  Estar cerca de ellas es muy desgastante, pues se chupan toda la buena energía que pueda existir en el ambiente y uno termina, como ellas, amargado hasta el cogote.


A veces la mejor solución es alejarse y evitar cualquier tipo de interacción con ellos.  Tal vez esas personas frecuentan lugares que nos gustan, entonces ahí entra a jugar el apego que le tenemos a las cosas y/o lugares.  Poder desprendernos, de situaciones, cosas o personas debería ser más fácil, pero nos negamos a aceptarlo y más que eso, nos negamos a aceptar que todo cambia, evoluciona, que nada es igual a como fue ayer.



Decir adiós no es el fin del mundo, mucho menos cuando se lo decimos a esos espacios que ya no nos generan el mismo placer de antes.


"Muchos creen que el líquido de la vida es la sangre, y puede ser; 
pero el del alma es la bilis."
- El hombre que murió la víspera -

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Respuesta múltiple

En el colegio siempre fui juicioso con el estudio.  en ese entonces lo que me motivaba, más allá de aprender, era sacar buenas notas, actitud que si uno mira bien, solo tiene como fin encajar dentro lo que se considera "normal", en fin.

Había temas que no me entraban muy fácil y para los que me tenía que clavar estudiando.  Muchas veces nos hacían exámenes con respuestas de opción múltiple.  Todos nos hemos enfrentado a eso, lápiz en mano y una hoja con unas 10 o 20 preguntas con más de 5 opciones de respuesta.  Después unos degenerados se inventaron las preguntas tipo Afirmación-razón que resultan ser aun más angustiosas.

 ¿Por qué esos tests son angustiantes? porque está comprobado que tener a la mano diferentes opciones  de lo que sea, disminuye nuestra seguridad y tranquilidad.  Puede ser que uno este muy seguro de una respuesta, pero al mirar las otras cuatro, que por lo general suelen ser similares o con trucos de sintáxis que así lo hacen ver, uno comienza a dudar de sus conocimientos.

Esto para Juan José, un amigo,  no era ningún problema cuando teníamos ese tipo de exámenes.  Después de presentarlos todos comenzábamos a preguntar como nos había ido, que si tal pregunta era la a, la b , la c, la d o la e.  A veces la respuesta que uno obetenía de él al preguntarle por alguna de las preguntas era: "Todas eran b" o "todas eran c".  Juan José no tenía ningún problema en seleccionar la misma opción para todas las preguntas; igual ocurría cuando los exámenes eran de verdadero o falso, el se iba por alguna de las dos opciones, algo que le permitía contestar ese tipo de exámenes en menos de 5 minutos.

De pronto todo sería más fácil si eso hacemos lo mismo con eso que consideramos grandes decisiones.

martes, 10 de noviembre de 2015

Scott

Hoy me llegó un mensaje a mi E-mail en el cual me informaban que Scott Nicholson, un escritor, público una nueva novela.  La promocionan como un thriller post-apocalíptico.  Esas historias me gustan. Siempre me he preguntado si quedará algo o alguién después del tan conocido apocalipsis. 

Pero continuemos hablando de Scott.  Su perfil dice que ha escrito más de 20 novelas, cerca de 80 historias, 4 libros para niños, algunos libros de comics y también obras de teatro, queda claro que ha dedicado su vida a la escritura.

Es la primera vez que escucho hablar acerca de Scott, y no sé que tan conocido sea.  Me imagino que tendrá un grupo de fans que veneran su(s) obra(s), pero digamos que no tiene el renombre de J .K Rowling, por poner un ejemplo.

Es probable que nunca alcance a tener una gran fama, y que sus libros pasen desapercibidos para muchos fanáticos de la lectura alrededor del mundo; pero eso es algo que a Scott no le importa, él sabe que fue puesto en la tierra para escribir, y aunque sólo reciba una sonrisa o palmada en la espalda por sus escritos, lo seguirá haciendo hasta el fin de sus días.

Hoy brindo (con un vaso de agua) por los miles de Scott's que existen en el planeta, y que día a día le rinden ofrendas al dios de la escritura.

Este es el nuevo libro de Scott, por si les interesa darle una mirada.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Caer mal

Es imposible caerle bien a todo el mundo.  Si una persona nos cae mal y no la soportamos, e incluso su presencia nos fastidia, solo tenemos dos caminos: que nos resbale por completo la situación o amargarnos  con el sentimiento.  El segundo, creo yo, nos quita, si no años, por lo menos unos segundos de vida.

Hace poco alguien me dijo que uno siempre debería evaluar porque alguien le cae mal y tratar de solucionar, hablando con esa persona, las diferencias.  Puede que sea cierto, que simplemente el ego (he tratado este tema mucho en mis últimos posts, me imagino que se debe a increíbles despliegues  de personas cercanas en las últimas semanas.  Me incluyo, obviamente, en esta observación) nos ciega y como siempre nos lleva a creer que somos poseedores de la verdad absoluta.

El punto es  que alguien nos puede caer completamente mal y ya, que no hay necesidad de intentar evitar ese sentimiento, pues caeríamos en los terrenos de la hipocresía. La vida sería completamente plana si todos fuéramos una especie de Madre Teresa o Dalai Lama.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Ajedrez

Ayer,  a eso de las 6 p.m esperé a que escampara en un supermercado.  Me fui a la panadería, me compré un capuccino, y me senté en un comedor que estaba casi desocupado, de no ser por 6 hombres que estaban enfrascados en duelos de ajedrez.

Me ubiqué a una mesa detrás de ellos, y me puse a mirar una contienda, con la lluvia golpeando las ventanas como música de fondo.  Nunca me he sentido atraído por ese juego, quizás tener que pensar en jugadas futuras me aburre.

En una de las mesas terminaron de jugar una partida, e inmediatamente el perdedor le dio paso a otro hombre que sonrió al saber que ya era su turno, parecía que tenía muchas ganas de jugar.  Me fijé en el inicio del juego.  El contrincante de las negras sacó un peón.  El otro también. Luego ambos movieron un caballo.  El primero movió otro peón y dejó a su rey al descubierto.  Si no vi mal, su contrincante  movió el afil para ponerlo en jaque.  

Me cansé de seguir el juego, pero me acorde de un par de historias que mi papá me ha contado sobre el ajedrez.  Cuando era joven, mi abuelo le enseño a jugar y logró llegar a tener un muy buen nivel.  Una vez en la universidad, un hombre le propuso una contienda, pero antes le pregunto  "¿Sabe jugar?" y mi papá le respondió "Pues sé mover las fichas".  

Cuando comenzaron a jugar, mi padre, de acuerdo a los primeros movimientos de su contrincante, se dio cuenta que en verdad este no jugaba  bien, después de un par de turnos, mi papá ya lo tenía en jaque-mate.  Al hombre le dio mucho mal genio y le lanzo un golpe. Mi papa alcanzó a mover la cara para recibir el puño en el hombro.

En otra ocasión, se puso a jugar con su papá, y tuvieron una discusión, y él, mi abuelo,  dejo de hablarle por dos años.  

De pronto esa es otra razón por la que no me llama la atención el ajedrez, tal vez inconscientemente lo asocio con pleitos o peleas.